Unidades para añosos (3a edad)

A menudo se piensa que el individuo que envejece debe ir al hospicio como que si este fuera la panacea para un perfecto declinar, sin considerar que existen una serie infinita de alternativas para que el envejeciente continúe en la colectividad y también en  familia.

 

 El siglo XXI y la experiencia de 5 décadas de la Gerontología ha dado por resultado un panorama esperanzador para los que hacia allá caminamos. Es que el universo cambiante tan  vertiginosamente ha obligado a las ciencias ha adaptarse a esos cambios generando servicios que hace apenas un lustro ni siquiera podíamos imaginar.

 De manera que, mientras que en medios como el nuestro recién quiere hacer su debut el CENTRO DIURNO (especie de guardería para veteranos), en otras latitudes esa es una experiencia superada. Es que hoy por hoy, la gente mayor es cada vez más autosuficiente y ese factor es aprovechado por la ciencia para involucrarlo, léase comprometerlo en su cuidado.

 De la mano de la autosuficiencia viene la autogestión, elemento indispensable para elevar la estima, y para despertar la solidaridad, el liderazgo, y la creatividad.

Naturalmente que en este campo cuando hablamos de suficiencia pensamos automáticamente en sus diversos grados de habilidad, que comúnmente la sociedad rechaza pero que son utilizables para los fines que conciernen a la población envejecida.

 Entonces de los macrocentros se ha pasado a la versión intimista de los PUNTOS DE APOYO, los que aparecen por necesidad, en unos casos, (empíricos por cierto), y por sobre todo por los motivos anotados anteriormente. Su presencia en sociedades en vías de desarrollo es casi ineludible (justa y necesaria) ya que no necesita de áreas físicas extensas, desde el punto de vista económico se ahorra en gastos como energía, teléfono, guardianía, etcétera. Y los beneficios para el individuo son incalculables, por ejemplo, por su aire de familiaridad, da confianza, invita a la participación, afectivamente, enlaza desde el inicio, propicia la organización puesto que el ambiente de camaradería origina un sentido de unión por una causa y refuerza la acción.

 En fin, se podría señalar en forma interminable las bondades de este nivel asistencial salido al andar en los senderos gerontológicos, que augura días mejores para el ocaso vital del continente. Y sin querer decir que van a desaparecer las megaestructuras, ni renegar de su papel dentro de la reintegración de la población declinante, sería  recomendable  la siembra de estos puntos en distintos sectores de urbes populosas para diseminar sus ventajas, de las que puede dar  testimonio el autor de esta nota, involucrado en esa experiencia por ya más de un año.

 

 

   
  

   

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