Apendicitis
Aguda
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Dr. Francisco Parodi
Zambrano |
1.- Relato Histórico
Los primeros conocimientos sobre el
apéndice cecal fueron referidos por los anatomistas Carpi y Estienne en el siglo XVI,
asombrados por el descubrimiento que hicieron en una de las muy pocas autopsias realizadas
en aquellos tiempos. Vidus Vidius, designa un hallazgo similar con el nombre de
"apéndice vermiforme" por su similitud con un gusano. En 1711 Heister, cirujano
alemán escribió el protocolo de una autopsia practicada en un reo ajusticiado en la
horca de Altdorf, indicando en su escrito que el apéndice se encontraba de color negro y
lleno de pus provocando supuraciones en el abdomen. Sin embargo la estructura así
descubierta y descrita no fue dado a conocer por los tratados de anatomía hasta el
decenio de 1739 - 1749, restando de esta manera importancia a los hallazgos anteriores.
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En 1742, el cirujano francés Mestivier,
drenó un absceso localizado sobre la ingle derecha de un paciente sin sospechar su
origen. Luego cuando el paciente murió y al realizar su autopsia descubrió un apéndice
purulento. El cirujano no llegó a conclusión ni relación alguna con otros pacientes
similares y su informe a manera de hallazgo anecdótico no mereció atención de sus
contemporáneos siendo archivado.
Parkinson, en 1812 realizó la autopsia en
un niño muerto después de presentar dolor agudo abdominal, vómito intenso y fiebre
alta. Encontró además de una peritonitis generalizada el apéndice inflamado y
perforado. Parkinson, fue el primero en indicar una relación de causalidad entre la
supuración del apéndice y las peritonitis generalizadas pero sus conclusiones no
despertaron interés alguno y las personas seguían muriendo con el síndrome. También
ocurrió que en 1897, el francés Mellier colecciona una de las primeras series de
abscesos de la región del ciego indicando que su causa es la inflamación del apéndice
vermicular y aún llega a profetizar que algún día dicho órgano se cortará con el
bisturí, pero tampoco sus informes despertaron interés entre los cirujanos de la época.
Para complicar aún más la situación
quirúrgica del apéndice, apareció el criterio de Dupuytren, cirujano del Papa, que
gozaba de gran fama y credibilidad en el ámbito médico. Él había tenido la oportunidad
previa de drenar dos abscesos sobre la fosa íliaca derecha y como en ninguno de ellos
encontró el apéndice concentró su atención en la inflamación del ciego, informando y
divulgando que la supuración de la región se producía por la inmovilidad de éste y que
en el sitio de la válvula ileocecal existía un estrechamiento donde se originaban
"estancamientos e inflamaciones". La posición de privilegio que ocupaba
Dupuytren fue suficiente para que nadie prestara atención a los estudios que señalaban
al apéndice cecal y no al ciego como causa de las supuraciones. Esta posición originó
que el médico Pulchet y su colaborador Goldbeck, bautizaran dicha enfermedad con el
nombre de "peritiflitis" el mismo que se impuso en todo el mundo escribiéndose
multitud de artículos sobre esta falsa dolencia que era más un efecto que verdadera
causa.
El término peritiflitis, apartó del
verdadero camino quirúrgico a casi dos generaciones de cirujanos. Se describieron gran
cantidad de cuadros clínicos y se inventaron denominaciones especiales. Los síntomas
ligeros se trataban con laxantes para "evitar el estancamiento" y en los graves
donde el 70% de los casos eran mortales se administraba opio para aliviar los dolores y
disminuir los movimientos peristálticos tratando de esta manera conseguir tiempo para que
las defensas naturales confinaran el proceso supurado, que en el mejor de los casos serán
absorbidos o abiertos al exterior espontáneamente. El drenaje quirúrgico sólo se
indicaba en aquellos raros casos donde se manifestaba un absceso subcutáneo a punto de
abrirse.
El 25 de septiembre de 1848, Henry Hancock,
cirujano londinense, de 39 años de edad presentó a la Real Sociedad Medica de Londres,
el informe del caso de una mujer de 30 años que padecía de agudos dolores en la fosa
íliaca derecha y cuyo diagnóstico, otorgado por los médicos del paciente, Chowne y
Diamond era de peritiflitis, los mismos que como era la costumbre le habían administrado
grandes cantidades de opio. Pero el 17 de abril, sabiendo Hancock que la muerte podía
sobrevenir en cualquier momento y que los drenajes sólo debían hacerse en forma
superficial, "Se armó del valor característico que hace presa de los cirujanos en
momentos de extrema desesperación" y realizó el corte sobre una zona dura y
profunda que había palpado previamente, inmediatamente brotó gran cantidad de pus
aliviándose el paciente en forma notable a los pocos días1 . Con ese informe Hancok se
convirtió en el primer cirujano en emplear e indicar el bisturí aún cuando el absceso
esté localizado en situaciones profundas. Pero nuevamente sus contemporáneos no dieron
crédito a sus observaciones y continuó el dominio del laxante y el opio, agravando y
llevando a la muerte a los pacientes.
En 1856, las palabras de Hancock
encontraron eco en Levis, quien volvió a abrir un absceso profundo, sin embargo tuvo que
transcurrir hasta 1874 antes que Wilard Parker, se convirtiera en el tercer cirujano que
drene abscesos profundos de peritiflitis en forma sistemática. Parker de sesenta y cuatro
años de edad, profesor de la Universidad de Columbia y que gozaba de fama inició la
actividad quirúrgica encaminada a drenar abscesos de la región del ciego, práctica que
se fue imponiendo lentamente. Sin embargo, con este nuevo avance, poco mejoró en general
la morbi-mortalidad porque la operación se realizaba en aquellos pacientes extremadamente
graves.
En este momento histórico, parece ser que
la totalidad de los cirujanos estuvieran cegados al no ver al apéndice vermiforme como el
verdadero causante del mal pero tanto en Francia como en Alemania existían cirujanos como
Kless, Bamberger, Leudet, Wirth, Bierhoff que abordaron el tema correctamente aún
escribiendo sobre él pero sus notas no fueron decisivas frente a la generalidad del
pensamiento quirúrgico en el mundo.
En 1886 el anatomista y patólogo Reginald
Heber Fitz, profesor de medicina en la Escuela de Harvard dio una conferencia sobre
diagnóstico y tratamiento de las peritiflitis en la Sociedad de Médicos Americanos de
Boston, Dicha conferencia trataba sobre 25 autopsias realizadas en personas que habían
muerto en distintas fases de aquella enfermedad y comprobando que las inflamaciones del
ciego tenían su origen en el apéndice, rechazó el término empleado de peritiflitis y
recomendó que el mismo sea reemplazado por el de "apendicitis". Fitz propugnó
además en su trabajo no sólo realizar el drenaje de los abscesos sino también la
extirpación del apéndice causante de la enfermedad y de ser posible en fases tempranas
de su inflamación, aseveración que fue interpretada por la mayoría de los asistentes
como un excesivo radicalismo. Pero un pequeño grupo de cirujanos convirtieron las
enseñanzas de Fitz en un verdadero impulso para la cirugía apendicular y entre ellos
podemos contar a Morton de Filadelfia que el 27 de abril de 1887 realizó con éxito la
primera apendicectomía. "recurriendo a todos los métodos antisépticos conocidos,
abrió el abdomen de un paciente de 26 años, exteriorizó el apéndice purulento y
perforado; lo estranguló en su unión con el ciego y cortó la parte enferma1". Tres
semanas después el paciente estaba perfectamente restablecido demostrando que el
apéndice vermiforme podía ser extirpado sin que necesariamente se produzca una
peritonitis. Casi un año después, el 19 de marzo de 1888 Morton ya había extirpado por
primera vez un apéndice enfermo pero antes de su perforación y en 1889, Charles
McBurney, Nueva York informó de siete extirpaciones de apéndice con seis curaciones y
propuso además el reconocimiento del punto de mayor dolor en las apendicitis y una
incisión para su extirpación.
Ante estos singulares éxitos de la
extirpación apendicular, nadie pensaba todavía en el criterio de la cirugía preventiva,
la misma que preconizaba la intervención durante los primeros síntomas y así prevenir
la supuración y la perforación. La defensa de esta modalidad fue realizada con singular
fanatismo por John Benjamin Murphy, de 32 años y que ejercía en Chicago. Es gracias a
este cirujano que aún en nuestros días la extirpación precoz y radical del apéndice
inflamado en forma muy temprana es una intervención natural.
En el Ecuador, se realizan las primeras
apendiceptomías a finales del siglo XIX en manos del Dr. Francisco Xavier Martinez
Aguirre; continuó la obra el Dr. Miguel H. Alcivar Vásquez, el mismo que inicia las
apendicectomías preventivas aconsejadas por Murphy, trabajo que fue publicado por Heinert
en el Boletín de Medicina y Cirugía publicado en 1904 con el título de "Dispepsia
apendicular".
Sin embargo, no deja de llamar la atención
en la evolución de nuestra cirugía un artículo publicado por el Dr. J.A Falconí
Villagómez3 en 1941 donde expone respecto a la apendicectomía: "Fue preciso llegar
al 20 de julio de 1932, para que la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas abriera un
debate sobre si la apendicitis era una afección médica o quirúrgica, a propósito de
una comunicación del Dr. A. J. Valenzuela, sobre tratamiento médico de algunos estados
abdominales por gota a gota de Murphy con solución isotónica de sulfato de magnesio e
inyecciones de emetina. En dicha sesión se debatió en forma animada e interesante el
tema de la apendicitis, alrededor del conocido aforismo de Dieulafoy: No hay tratamiento
médico de la apendicitis y si existe uno, es el quirúrgico.
En su publicación, Villagómez expone dos
casos de apendicitis que fueron tratados inmediatamente y sin dudar por los cirujanos Dr.
Teodoro Maldonado Carbo y Eduardo Alcívar Elizalde. Sin embargo a grandes luces se deja
ver que los Médicos clínicos de la época trataban a toda costa de manejar las
apendicitis en forma no quirúrgica. Falconí, corrobora su posición cuando asevera en su
artículo: ¿Cuál ha sido el propósito del articulista médico al relatar dos casos de
apendicitis salvados por la cirugía, cuanto mérito mayor hubiera sido curarlos por la
terapéutica?. Pero estamos seguro, argüiremos a nuestro turno, de declarar curados
dichos casos, una vez conjurada la crisis aguda del momento. Talvez es el quid de la
cuestión, pues nosotros creemos que la apendicitis es una afección médico-quirúrgica,
en la que debemos adoptar una actitud armada...... En los dos casos que acabamos de
exponer el tratamiento radical fue el de la intervención y no nos arrepentimos de
ello".
2.- Embriología del Intestino
Medio (Ciego y Apéndice)
El intestino primitivo del hombre se forma
durante la cuarta semana de gestación y para propósitos descriptivos, los anatomistas lo
han dividido en tres porciones: anterior; medio de donde deriva el ciego y apéndice y el
posterior.
Órganos que se derivan del Intestino
Primitivo
A) Intestino Anterior
1. Faringe y derivados
2. Aparato respiratorio distal
3. Esófago
4. Estómago
5. Duodeno hasta la desembocadura del
colédoco
6. Hígado y Páncreas
7. Vías biliares
B) Intestino Medio
1. Intestino delgado
2. Ciego y apéndice
3. Colon ascendente
4. Porción proximal del colon transverso
C) Intestino Posterior
1. Porción distal del colon transverso
2. Colon descendente
3. Colon sigmoide (Pélvico)
4. Recto
5. Porción superior del canal anal
6. Epitelio de la vejiga urinaria y mayor
parte de la uretra.
Cuadro No.1.- órganos derivados
del intestino primitivo
2.1.- Desarrollo del Intestino Medio.-
La característica principal de los órganos derivados del intestino medio es que la
irrigación arterial la reciben en su totalidad de la arteria mesentérica superior4. Es a
partir de la sexta semana cuando el intestino medio se alarga formando un asa en forma de
Ì el mismo que se proyecta en el interior del cordón umbilical a manera de hernia. En
este momento, el intestino medio tiene un extremo llamado cefálico y otro caudal. El
extremo cefálico empieza a crecer con gran velocidad, mientras el extremo caudal
experimentas pocos cambios excepto la formación de una dilatación llamado divertículo
cecal. Dentro del cordón umbilical, en la formada hernia fisiológica, el intestino medio
realiza una primera rotación de 90° en sentido contrario a las agujas del reloj teniendo
como eje fijo a la arteria mesentérica superior. Este movimiento produce que el extremo
cefálico del intestino adopte una posición derecha y el extremo caudal con su
divertículo cecal una situación. Durante esta rotación el intestino medio derecho se
alarga y se curva para conformar las asas del yeyuno y del íleon4.
A partir de la décima semana, los
intestinos regresan al abdomen reduciéndose así la hernia fisiológica. El primero en
entrar a la cavidad es el intestino delgado que se formó a partir del extremo cefálico
convertido en derecho pasando de esta manera a ocupar la parte posterior. Pero a medida
que el intestino regresa, se produce una segunda rotación de 90° y una semana después
la tercera rotación de 90° en sentido contrario a las agujas del reloj, quedando ahora
el futuro ciego y apéndice en contacto con el borde caudal del hígado (subhepático).
Luego empieza el alargamiento de la porción proximal del colon originando el colon
ascendente y el ángulo hepático.
El primordio del ciego y apéndice (brote
cecal), aparece como se dijo en líneas anteriores a partir de la sexta semana en forma de
una evaginación cónica situada en el borde antimesentérico de la región caudal del
intestino primitivo medio. Durante su desarrollo, el vértice de este saco no crece con la
misma rapidez que lo hace el resto conformándose de esta manera el apéndice A medida que
se producen las rotaciones y se alarga la parte proximal del colon, el ciego y apéndice
se desplazan hacia la parte más interna de la fosa iliaca derecha. Una vez en su
situación normal, el apéndice aumenta rápidamente de longitud de tal forma que al nacer
ya se ha convertido en un órgano largo, tubular, delgado y con una gran luz similar a un
gusano. Después del nacimiento, el ciego crece de manera desigual situando en forma
general al apéndice sobre su lado interno.
3.- Anatomía Quirúrgica
El apéndice cecal es un órgano
cilíndrico, cerrado en su extremo distal, mide aproximadamente 10 cm de longitud promedio
el mismo que puede variar desde 1 cm hasta 25 cm. Su base de implantación es siempre
constante, se sitúa a partir de la superficie posterointerna del ciego a una distancia
aproximada de 2,5 cm por debajo de la válvula ileocecal. Su base es localizada
fácilmente siguiendo la cintilla anterior del colon hasta la punta del ciego (Fig. 1).
Esta maniobra es importante en la técnica quirúrgica porque ayuda a encontrar la
implantación del apéndice especialmente cuando se trata de una localización retrocecal
subserosa.
A pesar que la relación de
la base del apéndice con el ciego es fija y constante, el órgano puede ocupar distintas
posiciones (Fig 2) entre las que están: a) paracólica, cuando el apéndice se
localiza sobre el surco externo que forma el ciego y la pared abdominal; b) retrocecal
cuando el órgano se localiza por detrás del ciego pudiendo estar libre, cubierta
parcialmente o totalmente por el peritoneo, llamándose en este último caso subserosa; c)
pélvica, cuando el apéndice desciende y se hunde en la cavidad pelviana; d) Subcecal,
localizada debajo del ciego; e) interna o promóntorica, cuando la punta
apendicular se dirige hacia el promontorio del sacro; f) ascendente interna, que
puede ser preileal o posteroileal, dependiendo de su relación con el ileon terminal.6
7 8
Anormalmente y en forma
rara, dependiendo de alteraciones embriológicas el apéndice y el ciego pueden situarse
en posiciones diferentes a las conocidas, entre las que están: a) En el cuadrante
inferior izquierdo del abdomen como en aquellos casos de "situs inversus"
cuyo punto clave de diagnóstico suele ser la presencia de dextrocardia. b) En posición subhepática
o epigástrica motivado porque el ciego y el apéndice no desciende como debería
hacerlo para cumplir con su desarrollo embriológico. c) Sobre el lado izquierdo
por la existencia de un ciego móvil producido cuando después de su descenso las fascias
de coalescencia no se han formado d) Cuando existe un mesenterio común el colon se
encuentra situado en su totalidad sobre el lado izquierdo de la línea media con ausencia
del ángulo hepatocólico y además el intestino delgado está situado a la derecha con
ausencia del ángulo de Treitz.
El mesenterio apendicular, llamado
mesoapéndice, pasa por detrás del íleon terminal y la arteria apendicular corre por su
borde libre. Su característica de ser una arteria terminal condiciona a que una trombosis
como la que incondicionalmente se produce en las apendicitis de como resultado una
gangrena y perforación, contrastando con la colecistitis aguda donde a pesar de que la
arteria cística también es terminal, la vesícula recibe irrigación por colaterales
directas desde el lecho hepático explicando de esta manera porque es infrecuente la
perforación vesicular.
Las venas del apéndice drenan en la vena
íleocolica, rama de la mesentérica superior.
Referente a la luz apendicular, esta sólo
tiene una capacidad de 0,1 cc. su pared tiene la misma estructura básica que el colon. Su
mucosa glandular está separada de la submucosa por una delicada muscularis mucosae.
Además de la submucosa está la capa muscular y cubierta externamente por el plaño
seroso vísceral el mismo que contiene una gran cantidad de vasos sanguíneos que están
en conexión con la serosa del mesoapéndice. Una característica prominente de la
histología apendicular es la gran cantidad de tejido linfático en la lámina propia,
este tejido linfático el cual a menudo forman centros germinales es particularmente
marcado en los niños pero disminuyen al aumentar la edad hasta prácticamente desaparecer
por completo en la vejez. Esta propiedad linfática del apéndice es la que hace pensar en
su capacidad linfática similar a la observada en la bolsa de Fabricio de las aves
para la formación de algún tipo especial de linfocitos como ocurre en el hombre con el timo
y los linfocitos T.
La mucosa contiene una gran cantidad de
células endocrinas del sistema gastrointestinal (APUD), las mismas que pueden
secretar 5 Hidroxitriptamina que es secretado por las conocidas células
argentafines. El tumor carcinoide, el cual comúnmente ocurre en el apéndice, se
produce alrededor de este tipo celular.
4.- Etiopatogenia de la Apendicitis
Aguda
Cuando se examinan numerosos
especímenes de apéndices inflamados extirpados, fácilmente podemos observar que existen
dos grupos: el primero de ellos muestra una inflamación de tipo catarral
generalizada en todo el órgano y en la segunda siempre se observa algún tipo de obstrucción
a cualquier nivel del apéndice, más allá de la cual hay una inflamación aguda,
distensión purulenta y en casos avanzados gangrena y perforación mientras que en la
porción proximal donde generalmente se encuentra la base de implantación se encuentra en
buenas condiciones lo que permite una ligadura y extirpación segura.
4.1.- Apendicitis tipo catarral.-
Este tipo de apendicitis se inicia con una inflamación generalizada de la mucosa y
submucosa, provocada posiblemente por una invasión bacteriana al tejido linfático desde
una enteritis generalizada. Al comienzo el apéndice se observa externamente normal a
veces turgente y con la serosa ligeramente hiperémica (apendicitis aguda temprana). Al
corte, la mucosa se ve engrosada con edema. En casos más avanzados pueden existir
infartos hemorrágicos y zonas gangrenadas. Por último todo el apéndice se vuelve
tumefacto, turgente (empiema apendicular) y la serosa se cubre de un exudado fibrinoso
(apéndice fibrinopurulento). En muy raras ocasiones, el estado temprano de la
inflamación puede remitir espontáneamente pero por lo general la tumefacción de los
linfáticos y el edema de la pared llevan al apéndice a convertirse en la peligrosa
apendicitis obstructiva, proclive a la gangrena y perforación temprana.
4.2.- Apendicitis obstructiva.-
La
obstrucción de la luz del apéndice, es el factor predominante en la patogénesis de la
inflamación. Se produce ésta por fecalitos, parásitos, cuerpos extraños y torsiones.
Esta modalidad etiológica leva con mucha frecuencia a la gangrena y perforación por
tratarse de una obstrucción en asa cerrada y en cuyo interior se encuentra una
gran cantidad de materia fecal. Los cambios observados en el apéndice luego de la
obstrucción depende de la cantidad y calidad del contenido distal a la obstrucción. Si
la luz apendicular está limpia o vacía, lo que rara vez ocurre se distiende con moco sin
causar infección hasta formar un mucocele (Fig. 3 ). Una característica
importante de la mucosa apendicular es su capacidad de continuar secretando moco a
contrapresión, coma la capacidad máxima de su luz es de 0,1 ml. la secreción de apenas
0,5 ml. distal a la obstrucción aumentará la presión intraluminal a cerca de 60 cm. de
agua, presión que podría desalojar el cuerpo obstructivo produciéndose alivio y
mejoría del paciente. Este mecanismo sería el único que explicara por qué un caso de
apendicitis puede mejorar y no llegar a la cirugía.
Más frecuente es que ocurra
una progresión de sucesos observados al producirse la obstrucción en asa cerrada,
primero que la presión en la porción distal del apéndice continúe aumentando, no sólo
por la producción de moco sino también por el rápido crecimiento de las bacterias que
normalmente viven en su luz, a medida que la presión va en aumento sobrepasa a la
presión venosa ocluyendo primero las vénulas y manteniéndose aún la circulación de
sangre arterial dando lugar a una ingurgitación y congestión vascular. Clínicamente una
distensión de tal magnitud se traduce por un dolor visceral, difuso, nauseas y vómito.
La poca perfusión sanguínea motivada por los acontecimientos lesiona la integridad de la
mucosa permitiendo la invasión bacteriana de las capas más profundas. A medida que la
distensión progresa comprime también a las arteriolas aumentando la anoxia, originando
infartos de forma elípticos especialmente sobre el borde antimesentérico que tienden a
perforarse. Otras veces la presencia del fecalito agrava la situación produciendo
úlceras por decúbito perforando la pared y permitiendo que el fecalito salga hacia la
cavidad abdominal. Sea como sea. La inflamación muy pronto afecta la serosa apendicular y
al peritoneo parietal regional, ocasionando un dolor de tipo parietal localizado en el
cuadrante inferior derecho.
5.- Diagnóstico
5.1.- La dificultad del
diagnóstico.- Existe una anécdota curiosa referente a los cirujanos que trabajan en
el Grenfell Mission Hospital de San Antonio Terranova9 donde cuentan que los Esquimales
intentan aliviarse el dolor, pintándose ellos mismos sobre aquella parte correspondiente
del cuerpo y se observa de manera frecuente que cuando padecen de apendicitis llegan al
hospital con un círculo pintado alrededor del ombligo y una flecha señalando el
cuadrante inferior derecho.
Hace más de 100 años que los cirujanos se
han enfrentado a la apendicitis y aún su diagnóstico sigue presentando grandes
dificultades. Se ha observado por un extremo cirujanos de gran experiencia que son capaces
de diagnosticar apendicitis aguda con una precisión de más del 80% de los casos10 11.
Por el otro extremo están sin embargo los porcentajes de precisión ilustrado por el
número de apéndices normales extirpados por cirujanos jóvenes, el mismo que está
alrededor del 50% de los casos12 13. En resumen, existe un consenso entre los cirujanos
que el porcentaje de apendicectomías negativas en varones jóvenes14 15 es de l5 al 22%,
mientras que en las mujeres de edad fértil16 la cifra puede ser tan elevada como del 30
al 50%. En niños pequeños, la enorme frecuencia de apendicitis perforadas que alcanzan
el 30% de los casos es un índice de los tardío que se realiza el diagnóstico en estos
casos, pudiendo el diagnóstico estar equivocado en el 30 al 46% de los casos17. En los
ancianos al igual que en los niños la dificultad diagnostica se refleja por la elevada
incidencia de perforaciones, el mismo que fluctúan desde el 60% al 90%16, 17, 18.
También se consideran difíciles los diagnósticos de apendicitis en las pacientes
embarazadas con el consiguiente riesgo de mortalidad materno-fetal19. Lo expuesto hasta el
momento nos lleva a reflexionar que el diagnóstico de apendicitis aguda es algo que
reviste de mucha dificultad, como dice Hoffman "La apendicitis es el gran
nivelador de la cirugía, un antídoto para la autosuficiencia diagnostica19"
El problema del diagnóstico de
apendicitis, se resume en determinar que pacientes con dolor en fosa iliaca derecha padece
de apendicitis aguda que requiera tratamiento quirúrgico y cual padece otra causa que no
la necesite. Frente a esta disyuntiva el cirujano resuelve el dilema de dos maneras:
a)observando al paciente hasta que los signos y síntomas aumenten o desaparezcan y el
diagnóstico sea obviamente inequívoco y b.) interviniendo quirúrgicamente de forma
temprana al paciente. La tradición quirúrgica nos ha enseñado que la perforación se
presenta en aquellos pacientes que más
esperan y que
no acuden al cirujano en forma temprana, esa condición anima a los cirujanos operar
frente a diagnóstico de probabilidad, en lugar de esperar el diagnóstico seguro.
"El cirujano salvará más vidas cuando opera ante síntomas de probabilidad que ante
signos de certeza, el precio será una que otra laparotomía en blanco".
Contrario a la posición quirúrgica
tradicional frente a un paciente con dolor en la fosa iliaca derecha de operar existe una
escuela quirúrgica muy respetable que ha desafiado esta enseñanza demostrando sin lugar
a dudas su validez20, 21, 22 ellos preconizan que la observación prolongada
intrahospitalaria disminuye la incidencia de apendicectomías en blanco sin aumentar la
frecuencia de perforaciones. También sostienen que extirpar un apéndice en blanco no
esta libre de complicaciones acompañándose de un 15% de ellas16 pudiendo algunos de los
pacientes incluso morirse, mientras que otros pueden presentar complicaciones tardías
como son: eventraciones, obstrucción intestinal por bridas y esterilidad debido a la
formación de adherencias en las trompas de Falopio, complicación que ha sido negada por
Mueller23, 24.
Una verdad que no tiene discusión es que
la morbi-mortalidad asociada a la apendicitis, esta íntimamente relacionada a su
perforación13, 16, 18 ya que las infecciones de las heridas se triplican, la formación
de los abscesos intraperitoneales aumentan 15 veces16 y la mortalidad puede ser 50 veces
mayor25. Con estas razones, parece obvio que el objetivo principal del cirujano sea el de prevenir
la perforación, cuyo precio sería el elevado porcentaje de apéndices
histológicamente normales que se extirpan. Por lo anteriormente señalado el cirujano
frente a un paciente con dolor en fosa iliaca derecha se encuentra aprisionado hablando en
sentido figurado entre la espada de la perforación y la pared de la
apendicectomía en blanco. Para estar tranquilos con sus conciencias, los cirujanos hemos
creado la llamada "zona quirúrgica de impunidad", el mismo que permite
aceptar al cirujano un porcentaje de laparotomías negativas y que en el caso de las
apendicectomías se encuentra entre el 15 y 30%. 14, 26, 28 cifras consideradas muy
elevadas que nos permite recapacitar sobre lo obsoleto que es la enseñanza
clínico-quirúrgica tradicional, teniendo que aplicar nuevos métodos de diagnósticos
que unidos a los tradicionales nos ayude a disminuir esa zona de impunidad.
Un problema que aún queda por resolver
sobre las apendicectomías llamadas en blanco es tener la certeza que aquellas apéndices
que aparecen normales en el examen histológico en realidad no presentan algún tipo de
proceso que cause dolor detectado por otro método. En 1996, Wang et al 66 realizaron un
importante estudio donde examinaron 12 apéndices normales; 10 apéndices inflamadas y 31
apéndices de pacientes que fueron diagnosticados clínicamente de apendicitis pero que en
el examen histológico aparecieron como normales. El método de estudio consistió en
determinar la presencia de citoquinas en todas las muestras resecadas como factores
de inflamación, la misma que deberían ser determinadas por la existencia del factor alfa
de necrosis tumoral (TNFalpha) y la interleukina-2 (IL-2). El resultado obtenido fue: 1)
Todos los especímenes diagnosticados de apendicitis demostraron intensa presencia de
TNFalpha mRNA en los centros germinales y, niveles moderados en la mucosa, mientras que la
IL-2 mRNA estuvo fuertemente presente en la lámina propia y moderadamente en los centros
germinativos. 2) Los apéndices normales todas presentaron ausencia de TNFalpha y de IL-2
mRNA. y 3) Siete apéndices(22%) de los 31 catalogadas histológicamente como normales
demostraron tener presentes los marcadores estudiados en forma similar al de las
apendicitis agudas. La interpretación otorgada a estos hallazgos es que la TNFalpha y la
IL-2 mRNA son marcadores muy sensibles de apendicitis aguda y que una sustancial
proporción de apéndices, catalogadas como normales presentan evidencia clara de un
proceso inflamatorio puestos en evidencia por el aumento de las citoquinas.
5.2 Manifestaciones Clínicas.-
El
dolor abdominal es el síntoma principal de la apendicitis. Es característico que el
dolor se inicie en el epigastrio y que más tarde, generalmente a las seis horas emigre
hacia el cuadrante inferior derecho del abdomen. Los vómitos suelen presentarse durante
las fases iniciales unas horas después del dolor y su intensidad esta relacionado a la
distensión apendicular y por lo tanto con el riesgo de perforación. La secuencia
sintomática inicial de presentación típica es conocida como "Cronología de
Murphy".
El dolor a la palpación profunda del
cuadrante inferior derecho es un signo que puede no estar presente desde el comienzo de la
enfermedad y que desorienta el diagnóstico. El punto de McBurney, cuya palpación
despierta dolor, está localizado por debajo de la parte media de una línea recta que une
la espina iliaca anterosuperior y el ombligo (Fig. No. 4). La defensa abdominal es otro
signo que puede estar ausente en las fases iniciales mientras que la rigidez o contractura
muscular en el cuadrante inferior derecho indica que se ha producido peritonitis como
consecuencia de la perforación del apéndice. La fiebre está ausente en los primeros
momentos y suele aparecer 24 horas después del inicio del dolor. La aparición del dolor
y la fiebre de manera conjunta elimina generalmente el diagnóstico de apendicitis.
Existen otros signos que generalmente son de aparición tardía como el de Rovsing,
que se manifiesta como dolor en el cuadrante inferior derecho cuando se ejerce presión
sobre el cuadrante inferior izquierdo y el signo de Blumberg que se manifiesta como
dolor cuando se realiza una descompresión brusca de la pared y que puede ser referido con
mayor intensidad sobre la fosa iliaca derecha. Cuando el apéndice se encuentra en
posición retrocecal o en cualquier otro sitio de localización embriológica anormal, los
signos y síntomas semiológicos descritos anteriormente suelen ser menos pronunciados o
ser completamente diferentes. Existe un signo importante y raro que debe tenerse en
cuenta, llamado "calma mortal", se produce cuando se perfora el apéndice
dejando de ejercer presión intraluminal, esta condición disminuye el dolor y el paciente
se encuentra mas aliviado por un pequeño período de tiempo.
Existe un signo bastante práctico para el
diagnóstico de apendicitis, el mismo que ha reportado tener alta sensibilidad es el "signo
del taloneo" 63, 70, consisten en solicitar al paciente que se mantenga parado en
puntillas y que a la orden nuestra haga caer el peso del cuerpo sobre los talones. El
signo es positivo si al caer se produce dolor sobre el cuadrante inferior derecho. El
signo también se lo puede buscar en pacientes acostados, golpeando la planta del pie
derecho del sospechoso con nuestro antebrazo. La importancia del signo además es tener un
75% de certeza es la facilidad con la cual se puede solicitar al paciente lo realice el
mismo en su casa o dirigido por teléfono evitando estar nosotros presentes. El tacto
vaginal en la mujer sexualmente madura es de gran importancia, especialmente para
diferenciar los procesos del área ginecológica.
5.3.- Métodos
Complementarios
5.3.1. Laboratorio.-
Generalmente se observa que el 80 - 84 % de los pacientes con apendicitis tienen una
cuenta leucocitaria 29 superior a 10.000/mm3 y en el 78% se producirá una
neutrofilia30 superior al 75%. Si valoramos en forma conjunta ambos parámetros, se
encuentra que más del 40% de los pacientes con apendicitis aguda tendrán valores
normales31. Si contabilizamos también los leucocitos en pacientes con dolor en fosa
iliaca derecha debido a otras causas, encontraremos que están elevados entre el 25 - 75%.
Así, aunque una leucocitosis es prueba altamente sensible en la apendicitis aguda, su
baja especificidad y su escaso poder diagnóstico lo convierten de poca utilidad. Sin
embargo, cuando el recuento de leucocitos aparece normal y no concuerda con los signos
clínicos se debe tomar la decisión basado sólo en estos últimos30, 32.
La Proteína C Reactiva (PCR).- Es
una prueba de laboratorio suficientemente sensible para descartar la patología en caso de
obtener un valor normal, siendo su valor predictivo negativo satisfactorio64.
Encontrar los valores de PCR no ofrece
ningún problema técnico para los laboratorios actuales y la prueba puede ser realizada
con la velocidad que amerita la patología. Guryelick, encontró en un estudio realizado
en 90 pacientes valores seriados de PCR, dependiendo del estado inflamatorio65 demostrando
su valor predictivo negativo.
5.3.2. Radiografía
Simple de Abdomen.- Con los medios diagnósticos actuales, la radiografía simple
presta muy poca ayuda por su falta de precisión. La utilización de una radiografía en
apendicitis se basa en demostrar la presencia de un apendicolito. Los apendicolitos
calcificados se observan aproximadamente en el 20 - 30% de los niños con apendicitis y en
el 10% de los adultos.
Otros signos menos específicos de
apendicitis son: la distensión del ciego y asas del ileon terminal con niveles
hidroaéreos y desaparición de la grasa preperitoneal en la fosa iliaca derecha. La
perforación del apéndice rara vez conduce a un neumoperitoneo debido a que la
inflamación generalmente bloquea el orificio, sin embargo la presencia de una burbuja
aérea fija paracólica o presencia de burbujas múltiples es signo importante de
perforación y formación de absceso.
Los signos positivos a través de la simple
de abdomen se han reportado entre el 24 - 95% de los pacientes con apendicitis33,34
aumentando la sensibilidad de prueba con el grado de inflamación del apéndice33. En un
estudio realizado por Campbell35, se reporto que el 60% de los pacientes con radiografías
positivas no padecían de apendicitis y en otro se observó que al menos el 38% de las
personas normales presentaban al menos, uno de los signos de apendicitis34. Con los
argumentos expuestos, se concluye que la radiografía simple de abdomen, es una
exploración poco precisa y que por su bajo rendimiento diagnóstico hace que su uso no
sea atractivo.
5.3.3. Enema de Bario.-
Actualmente
el enema opaco no tiene cabida en los métodos para diagnosticar apendicitis mas aún esta
contraindicado en pacientes con peritonitis y signos de perforación inminente. A pesar de
los halagadores trabajos que comunican una sensibilidad y especificidad del 100%36,37 y
otros la sensibilidad entre el 90% y el 100% y la especificidad entre el 75 y el 98% que
demuestra un examen muy preciso, los investigadores no están de acuerdo en usarlo por
cuanto desde el punto de vista técnico la realización del examen es muy difícil y no
fue satisfactorio en el 16% de los casos, además se pueden producir falsos positivos en
las enfermedades inflamatorias ginecológicas. Sin embargo una gran ventaja del enema de
bario es su capacidad para diagnosticar enfermedades que se pueden confundir con la
apendicitis aguda como son el cáncer del ciego y la enfermedad de Crohn. La
opacificación completa del apéndice, excluye generalmente la apendicitis con gran
seguridad pero la ausencia de relleno es un signo muy inespecífico que ocurre en el 10 -
20% de las personas sanas.
5.3.4.- Ecografía.-
Hoy en día, el
examen ultrasonográfico debe considerarse como el primer método de imagenología
empleado para confirmar las sospechas clínicas de apendicitis aguda71. La sensibilidad en
el diagnóstico de la enfermedad aguda es del 85% y su especificidad del 95% especialmente
cuando se usa la técnica de compresión gradual de Puylaert38. En general se tiene
el concepto de que, si el apéndice puede ser visualizado con el transductor, este hecho
debe ser interpretado con signo positivo de una inflamación ya que en condiciones
normales el apéndice no puede ser visualizado. Los principales hallazgos sonográficos
que se encuentran en pacientes con apendicitis aguda son: a) una imagen tubular con halo
hipoecógeno periférico en la fosa iliaca derecha; b) en los cortes ecográficos
transversales, las diferentes densidades de la pared inflamada y su luz, produce una
característica imagen denominada en ojo de buey o diana c) la presencia de un
apendicolito en su luz es también considerado signo confirmatorio de apendicitis; d)
líquido libre o colección mixta en la fosa iliaca derecha, entre las asas o difundido
por la cavidad abdominal; e) distensión de las asas intestinales en la fosa iliaca
derecha (Íleo paralítico).
La ecografía, además de ser un examen
específico de apendicitis aguda en manos expertas, tiene la enorme ventaja adicional de
poder usarse durante el embarazo y ser muy preciso diagnosticando enfermedades agudas no
quirúrgicas como adenitis mesentérica, cálculos ureterales e inflamaciones
ginecológicas. Así también como enfermedades que necesitan cirugía diferente a la
apendicitis como el embarazo ectópico. Su desventaja radica principalmente en la
necesidad de contar con un equipo y personal con entrenamiento especial y su relativa baja
sensibilidad en pacientes obesos, con distensión abdominal y apéndice en posición
retrocecal.
La tomografía axial, es un método
bastante preciso en apendicitis aguda avanzada y deja bastante que desear en casos
tempranos. Su técnica es muy costosa para ser utilizada de manera rutinaria, sin embargo
se podría utilizar en casos muy difíciles cuyo diagnóstico se basa en demostrar cambios
inflamatorios del apéndice o del ciego como flemones o abscesos.
5.3.6.- Laparoscopia.-
De hecho, la
laparoscopia en momentos actuales no debe ser considerado como un método diagnostico puro
sino un procedimiento quirúrgico que puede originar complicaciones similares a cualquier
laparotomía. Su utilidad cobra mayor importancia en aquellos casos con dolor recurrente
crónico en pacientes jovenes39,40, 41. Ningún otro método puede visualizar directamente
los órganos intrabdominales como la laparoscopia42, 43, además de tener la capacidad de
ser terapéutico. Su desventaja principal es la necesidad de usar anestesia general para
su ejecucion44, 45.
5.3.7.- Computadoras y Sistema de
Puntuaciones.- Las computadoras para realizar diagnósticos de abdomen agudo46 se han
utilizado desde 1972. El método consiste en introducir en una base de datos previamente
programada los datos estructurados obtenidos al realizar la historia clínica y el examen
físico. El programa, dependiendo de los datos introducidos es capaz de afirmar o negar el
diagnostico de apendicitis. Algunos estudios han demostrado que utilizar un ordenador ha
disminuido el porcentaje de apendicectomía normales12,47 bajándolo desde el 18-37% al
6-10% y reduciendo la mortalidad asociada a apendicitis en un 50%12, 48. Actualmente
existe especialmente en Europa una gran atracción por el diagnostico ayudado por
ordenador ya que es un método muy preciso e incruento.
El sistema de puntuaciones (Scoring
systems) consiste en dar algún valor previamente establecidos por estudios estadísticos
a ciertos síntomas y signos pertinentes y relevantes. Considerando a un paciente con
apendicitis cuando la puntuación alcanza un determinado valor. Ohmann y col67 valoraron
el rendimiento de 10 sistemas de puntuación diagnostico para apendicitis, encontrando que
sólo el sistema de Alvarado (Cuadro1) satisfizo los criterios buscados entre los
que estaban: una tasa de apendicectomías en blanco menor al 15%; apéndices perforados
menor al 35%; perforación sin diagnostico previo en menos del 15% y de apendicitis
inadvertida en menos del 5%.
En el sistema de Alvarado,
si el score es alto se convierte en un auxiliar fácil y satisfactorio para el diagnostico
temprano de la apendicitis especialmente en niños y varones pero en mujeres de edad
fértil tiene una alta tasa de falsos positivos69.
La aplicación de este sistema de
puntuaciones o de la computadora no ha demostrado superioridad y precisión comparada a la
impresión clínica de un cirujano con experiencia, sin embargo se recomienda no hacer
caso omiso de puntuaciones diagnosticas altas y seguir valorando la utilidad de estas
pruebas en pacientes con riesgo para las complicaciones
y aquellos que muestran probabilidades de presentarse con signos sutiles como son los
niños, los anciaños68.
Resumiendo diremos que actualmente el
porcentaje diagnostico de apendicitis negativas basado sólo en el examen clínico varia
entre el 15 y el 30% en la gran mayoría de los estudios. Este porcentaje tan alto no
debería ser aceptado tan fácilmente por aquellos cirujanos responsables especialmente
porque estas cifras pueden ser reducidas si se emplean otros métodos adyuvantes al
clínico. El problema radica en cual de los procedimientos expuestos debe ser escogido y
cual debe rechazarse. La respuesta definitiva aún no existe, sin embargo podemos
categóricamente afirmar que sólo tres métodos son de valor practico: la ecografía, el
uso de ordenadores y las puntuaciones. Con ellos se reduce en forma sustancial las
laparotomías negativas, la observación prolongada y la incidencia de perforaciones. No
debe aceptarse a la laparotomía como un método diagnóstico de apendicitis aguda.
6.- Apendicitis de Diagnóstico
Complicado (Difícil, Tardío)
6.1.- Niños.-
La apendicitis en
lactantes es una entidad rara debido a que la luz es amplia hasta los dos años de edad
pero no infrecuente, en la literatura medica existen descritos casos de apendicitis en
recién nacidos e incluso en prematuros. Su frecuencia asciende en pico desde los dos
años hasta los once, luego declina hasta los quince para disminuir rápidamente a partir
de esa edad49. El problema más serio para diagnosticarla es la dificultad de realizar el
examen semiológico especialmente si el niño aún no puede expresarse, esto produce
demora en la operación haciendo que la morbi-mortalidad sean mayores en niños de edad
preescolar que en los mayores de 5 años. Es clásico el estudio de Jackson50 realizado en
niños hasta los 12 años con apendicitis aguda donde el 50% ya tenían un apéndice
perforado en el momento del ingreso. Por lo tanto es importante reconocer y tener alta
sospecha de apendicitis aguda en niños pequeños cuyo cuadro clínico es atípico. El
frecuente cambio de dolor observado desde el epigastrio al cuadrante inferior derecho en
los adultos rara vez es visto siendo mucho más frecuente encontrar un dolor generalizado
y si a esto se acompaña sensibilidad y defensa localizada en la fosa iliaca derecha hay
enorme probabilidad se trate de una apendicitis aguda.
6.2.- Ancianos.-
La frecuencia de
apendicitis aguda en el anciano fluctúa entre el 3 y 10% del total de apendicitis
diagnosticadas 51,52,53 En este grupo de pacientes, la apendicitis tiene un peor
pronostico que en las otras edades, primero por tener en la mayoría de los casos
enfermedades sobreañadidas y e segundo lugar por estar relacionado con una mayor
incidencia de perforaciones apendiculares en el momento operatorio54, del 32 al 70% del
total de apendicitis operadas55.
En el diagnóstico clínico de estos
pacientes hay un hecho fundamental que debe tenerse en cuenta y es que la enfermedad puede
empezar en una forma insidiosa con dolor poco intenso y temperatura normal o poco elevada.
Generalmente existe parálisis intestinal con meteorismo, siendo este uno de los síntomas
más frecuentes, a tal punto que hace pensar se trate de una obstrucción intestinal. Esta
evolución silenciosa y solapada ensombrece el pronóstico en las personas de edad56.
6.3. Embarazo.-
La frecuencia con la
que se presenta la apendicitis aguda en al embarazo es similar a cualquier persona no
grávida y su distribución es igual por cada uno de los trimestres. El diagnóstico de
apendicitis durante el primer trimestre puede confundirse con signos y síntomas
observados normalmente en el embarazo como dolor, nausea y vómitos lo que generalmente
retrasa el diagnóstico.
La apendicitis es la complicación no
obstétrica más común del embarazo y se observa en aproximadamente uno entre 1.500
nacimientos. En los períodos iniciales del embarazo, el dolor provocado es similar al
observado en pacientes sin embarazo, luego según crece el útero durante segundo y tercer
trimestre, la posición del apéndice también se eleva (Fig. 5), haciendo aún más
difícil el diagnóstico. La leucocitosis, asociada con apendicitis puede ser confundido
con la leucocitosis fisiológica observada durante el embarazo o puerperio. El
diagnóstico diferencial es complejo (Cuadro # 2), siendo la presencia de infecciones
urinarias una de las patologías no quirúrgicas mas frecuente en la embarazada superior
al 30% y en la cual siempre hay que estar alerta para no demorar el tratamiento.
Diagnóstico Diferencia
de Apendicitis en el Embarazo 56
Obstétricas
Abruptio placentae (Placenta previa)
Coriamnionitis
Endometritis
Labor de parto (Termino prematuro)
Ginecológicos
Torsión de anexo
Embarazo ectópico
Salpingitis
Otros
Colecistitis aguda
Pielonefritis
Litiasis Renal
CUADRO No. 2.- Diagnóstico diferencial
de apendicitis embarazadas
6.4.- Apendicitis en el Muñón
Apendicular.- Su frecuencia es rara, sin embargo existen casos de pacientes
previamente sometidos a apendicectomía en el cual encontramos el apéndice intacto.
Estamos de acuerdo totalmente con Francis58 quien señala " incluso un antecedente
claro de apendicectomía no invariablemente descarta el diagnóstico de apendicitis
aguda" . Es posible que con el advenimiento de la apendicectomía laparoscópica
tengamos que ver con mas frecuencia estos casos al tomar como base perpendicular un
segmento mas alto por la dificultad de la disección que normalmente se encuentra en
aquellos pacientes donde la base y primera porción del apéndice se encuentra en
posición retrocecal y subserosa.
7.- Tratamiento.-
7.1.- Apendicectomía Abierta
7.1.1.- Preparación Prequirúrgica.-
Si el diagnóstico es de apendicitis aguda, el único tratamiento correcto es la
apendicectomía, luego de haber tomado las medidas necesarias como cualquier operación
abdominal rutinaria. Tratar de enfriar el cuadro con antibióticos y analgésicos es un
error que el paciente puede pagarlo muy caro. Si el paciente esta muy enfermo, mientras se
realiza la preparación del quirófano y se esperan los exámenes, es necesario colocar
una sonda nasogástrica e iniciar la infusión de cristaloides como Lactato de Ringer. Por
se la flora bacteriana colonica mixta que consta de microorganismos aerobios y anaerobios
cuyos principales representantes son la E. Coli y el B. Fragilis, todo régimen
antibiótico inicial empírico debe incluir agentes contra esas especies, para lo cual
utilizamos una cefalosporina de tercera generación, mas metrinidazol o clindamicina.
7.1.2.- Elección de la Incisión.-
Son
cuatro las incisiones que deben usarse según los casos para acceder al apéndice ellas
son: La de Mc.Burney, Jalaguier, Rocky-Davis y Media infraumbical. (Fig.6)
Cada una de ellas tiene sus indicaciones
precisas. La mejor y más anatómica es la incisión de Mc Burney
(Fig.7). Cuando se necesita ampliarla, se
lo hace con la modificación de Fowler-Wier, donde se añade la incisión de la vaina
anterior del recto con retracción medial del recto e incisión de la vaina posterior del
músculo. La incisión de Rocky-Davis, aunque un poco más estética que la anterior tiene
las mismas indicaciones. La incisión de Jalaguier y la media, quedan reservadas para
aquellos casos atípicos de presentación o de diagnostico oscuro. La incisión de
Jalaguier es una magnifica incisión, sin embargo hay que prestar atención a los nervios
de la región que pasan en forma perpendicular al igual que los vasos epigástricos que
corren por detrás de los músculos rectos anteriores para no lesionarlos. La aponeurosis
anterior en la región umbilical, en los dos tercios inferiores y sobre el borde externo
del recto, pasa en doble capa y deben quedar suturadas ambas, la fascia transversalis
también debe quedar saturada después de cerrar el peritoneo, si no hacemos lo anterior
podría aparecer una eventración, complicación de relativa frecuencia que limita el uso
de esta incisión.
Debemos recordar, que si
utilizamos incisiones en el cuadrante inferior derecho, con separación muscular; deben
hacerse estas mas arriba de lo descrito tradicionalmente, especialmente si utilizamos la
incisión de Rocky-Davis, porque si el apéndice esta en situación inferior a la
incisión, resulta simple movilizar el ciego hacia la herida, por lo contrario si la
incisión se coloca mas baja, existe gran dificultad en movilizar el ciego y el apéndice
hacia abajo. En resumen: "Cualquier incisión que se elija, debe ser realizada lo
suficientemente amplia para no tener que prolongarla demasiado. Luchar con la incisión
existente y obtener poca exposición muchas veces significara violar uno de los axiomas de
la cirugía: "La necesidad de buena exposición y de evitar complicaciones
innecesarias"59.
7.1.3. Técnica de la Apendicectomía
7.1.3.1.- Exposición.-
Cualquiera sea la incisión realizada, el peritoneo debe ser pinzado primero por el
cirujano y después por el ayudante. El cirujano suelta la pinza inicialmente colocada y
vuelve a pinzar cerca de la pinza del primer ayudante y comprime el peritoneo presentado
entre las pinzas con el mango del bisturí para comprobar la ausencia del intestino
subyacente. Una vez abierto el peritoneo muchas veces las primeras maniobras exploratorias
nos permite visualizar el ciego, el mismo que se presenta de color mas pálido y grisáceo
que el intestino delgado, se lo lleva con una grasa húmeda hacia la herida y se lo
mantiene en posición, de inmediato se localiza la tenia anterior y siguiendo hacia abajo
se llegara a la implantación de la base apendicular.
7.1.3.2. Detalles de la Técnica
(Fig.8).- Una vez expuesto el apéndice se toma con una pinza hemostática el mesoapéndice, cerca de su punta, maniobra que he considerado más segura que agarrar el
apéndice con pinzas de Babcok, especialmente si el apéndice está gangrenado o turgente.
Si el apéndice esta fijado en la pared o algún plastrón por la fibrina, se desliza el
dedo índice con toda cautela y suavidad para desprenderla y exteriorizarla. Se procede
ahora a realizar una trasfixión del mesoapéndice con una pinza aguda rasando la serosa
cecal y bien en la base apendicular para que la ligadura incluya todas las colaterales de la arteria ileoapendicular.
Antes de proceder a la ligadura del meso, se deben examinar ambas caras del mismo para no
incluir en la ligadura un segmento de intestino. Muchas veces el mesoapéndice aparece muy
infiltrado y grueso tornándose friable, en estos casos es conveniente ligarlo por
secciones y en forma escalonada, previas tomas con pinzas hemostáticas. Algunos cirujanos
prefieren usar suturas transfictivas para el meso en lugar de ligarlos circularmente,
parece ser una buena maniobra que teóricamente impediría el deslizamiento de la
ligadura.
Una vez ligado y cortado el mesenterio a
una distancia de 0,5 cm., se coloca una pinza recta en la base apendicular a pocos
milímetros de su implantación en el ciego haciendo una histotripsia, luego se mueve
dicha pinza un centímetro o en dirección hacia la punta arrastrando el contenido de la
luz y se liga con catgut crómico la base, en el sitio donde se dejo los escasos
milímetros sin histotripsia. La ligadura, no debe estar sobre el tejido previamente
presionado con la pinza. El apéndice se corta de la pinza y se invagina el muñón con
una sutura en bolsa de tabaco. Cuando la pared del ciego esta edematizada, suele ser
imposible invaginar el muñón, situación que puede se indiferente para la buena
evolución del caso.
En ciertos casos la base
apendicular se encuentra completamente involucrado en el proceso inflamatorio y
necrótico, lo que torna imposible colocar ligaduras porque cortan fácilmente las
estructuras. En esas situaciones es de gran ayuda tratar la base apendicular mediante la
sutura de Parker - Kerr, la que se realiza paralelamente a los bordes del ciego seccionado
inmediatamente por debajo de la implantación del apéndice. (Fig. 9).
7.1.4.- Manejo de la Masa
Apendicular.- Con relativa frecuencia se presentan pacientes con apéndices perforados
donde la fibrina ha juntado al epiplón y a los intestinos formando una masa inflamatoria
en cuyo centro esta el apéndice. Este cuadro se observa generalmente a los 5 o 6 días
después de iniciado el cuadro doloroso y rara vez forman abscesos. Clínicamente son
pacientes adoloridos con fiebre y deshidratación, al examen clínico sobre el cuadrante
inferior derecho es posible encontrar aumento del tono y una masa sensible mientras que el
resto del abdomen no existe evidencia de peritonitis.
El tratamiento de la masa apendicular es
controversial y generalmente dependa del estado general del paciente al momento del
ingreso y del tiempo transcurrido desde el inicio de los síntomas. Si el paciente
presenta un cuadro de mas de nueve días de duración, esta en buen estado y los signos de
peritonitis generalizada se encuentran ausentes, el tratamiento debe ser conservador, se
pone al paciente en reposo absoluto con dieta líquida y antibióticos sistémicos,
observando la evolución de los signos y síntomas especialmente del tamaño de la masa.
Si el plastrón continua agrandándose; el paciente se desmejora o si en el ecosonograma
se ha detectado un absceso el paciente debe ser intervenido.
El tratamiento del absceso una vez
localizado por ecosonografía consiste en drenarlo para lo cual sometemos al paciente a
anestesia general, se palpa la tumoración realizando la incisión en la parte más
sobresaliente de la misma. Se profundiza la herida
digitalmente en forma delicada hasta dar con el absceso. Si con estas maniobras se observa
el apéndice debe ser extirpado en forma convencional. Si el absceso esta situado en la
pelvis es más conveniente drenarlo a través del fondo de saco posterior o el recto. Con
la vejiga vacía se coloca al paciente en posición de litotomia, el tacto rectal localiza
la protrusión transrectal del absceso el mismo que se incide con una pinza larga hasta
obtener la evacuación total del pus. Al final de la intervención puede dejarse un
drenaje blando que se retira al segundo día. Actualmente los drenajes dirigidos por eco
transrectal o transvaginal han venido a mejorar sustancialmente la forma de tratamiento en
bien del paciente.
Es mas común encontrar que el paciente
acuda a la consulta con una masa menor a cuatro días de evolución en cuyo caso debe ser
sometido a una exploración quirúrgica tradicional. Una vez abierto el abdomen y
comprobar que el núcleo principal del plastrón lo constituye el epiplón mayor, se
inicia la disección digital tratando de liberar cuidadosamente las asas intestinales lo
que generalmente se obtiene con relativa facilidad debido al edema. La apendicectomía se
realiza en forma habitual y no se deja drenaje al menos que haya perforación del
apéndice y formación de un absceso de manera temprana.
7.1.5.- Apendicectomía Retrograda.-
La
técnica se utiliza cuando el apéndice esta en posición retrocecal subserosa y no puede
ser llevado hacia la herida. Luego de haber localizado la base perpendicular siguiendo la
cintilla anterior, se libera la base hasta poder visualizar toda la circunferencia de la
misma en su unión al ciego. Se pasa una sutura y anuda la base, luego se aplica una pinza
hemostática en los pocos milímetros de apéndice liberado. Se corta y se procede a
realizar una bolsa de tabaco para invaginar el muñón. Luego se define el resto del
mesoapéndice que lo prende, liga y corta en pequeñas porciones hasta que se secciona en
su totalidad extirpando el apéndice por completo con pinzas de Kelly (Fig.10).
7.2. Apendicectomia
Laparoscópica
7.2.1.- Acceso a la Cavidad.-
En su
forma clásica, el neumoperitoneo se lo realiza a través de una aguja de Verres colocada
en forma periumbilical, algunos cirujanos están adoptando cada vez mas la instalación
del neumoperitoneo de forma abierta con el método de Hassan o guiado a través de
trocares especiales (Visiport® - Optiview® donde se adapta el laparoscopio y en cuyo
extremo tienen una lente para ir observando los planos que va perforando el trocar. La
presión del neumoperitoneo no debería superar los 15mm de Hg.
La técnica requiere de la introducción de
tres trocares, rara vez se introduce un cuarto trocar. Las localizaciones (Fig.11) y
tamaños de ellos son: 10mm. infraumbilical; 10mm. en la fosa iliaca izquierda; 5mm. en la
fosa iliaca derecha y si fuera necesario 5mm. en flanco derecho.
7.2.2.- Manejo del
Mesoapéndice.- El procedimiento se inicia tomando la punta del apéndice con una
pinza situado en el trocar de la fosa iliaca derecha. La hemostasia del meso puede
llevarse a efecto mediante cuatro formas: a.) Ligadura extracorporal para lo cual con una
pinza se pasa una sutura a través del meso y se anuda. Luego se secciona el meso hasta la
base; b.) Con la pinza bipolar o disector ultrasónico la misma que va coagulando los
vasos contenidos en el meso por sectores; c.) Mediante clips que se colocan en forma
distal y proximal sobre el borde libre del meso, donde se encuentra la arteria apendicular
y d.) mediante un disparo de staplers, método seguro pero muy costoso (Fig.12).
7.2.3.- Manejo de la
Base.- La ligadura de la base apendicular se puede realizar de diferentes maneras. La
forma más sencilla de hacerlo es mediante el asa preanudada (Endoloop®), (Fig.13)
colocando dos en el extremo proximal. La confección de nudos extracorporales o
intracorporales son igual de seguros y su costo menor por los que hay que preferirlos. La
colocación de clips ha demostrado ser seguro pero menos practico que la ligadura. El uso
de Endoestapler esta prohibido en la mayoría de las veces debido al costo que representa,
sin embargo; el tiempo operatorio se reduce significativamente.
La dificultad en extracción del apéndice,
depende del tamaño y si se encuentra gangrenado y edematoso. Las maniobras de extracción
por un trocar angosto puede provocar la ruptura del apéndice y la contaminación fecal
del peritoneo. El uso de bolsas extractoras de polietileno previenen la complicación. Sin
el apéndice es fino y la inflamación es temprana, su extracción no encuentra
dificultad.
8.- Complicaciones de la
Apendicectomía
8.1.- Íleo Paralítico.-
Es
observado especialmente en la peritonitis generalizada, su origen fisiopatológico puede
ser un desbalance hidroelectrolítico, sin embargo debe mantenerse al paciente bajo
observación cuidadosa ya que la diferenciación con una obstrucción mecánica o
persistencia de la sepsis es dificultoso hacerlo y sus tratamientos son completamente
diferentes. El tratamiento inicial del íleo es a base de sonda nasogástrica,
disminución de los analgésicos opioides, corregir el balance de agua y sales.
8.2.- Hemorragia.-
En la
apendicectomía como en cualquier intervención quirúrgica la hemorragia es una
complicación que muchas veces desdice de la meticulosidad con la que debe actuar el
cirujano. La hemorragia puede ocurrir en la pared abdominal, en la cavidad peritoneal e
intraluminal. La hemorragia que se inicia en la pared abdominal suele ser causada por
falta de ligadura de alguno de los vasos de la pared o más raro por el desprendimiento de
una escara realizada con el electrobisturi. A veces puede ocurrir desgarro de la arteria
epigástrica o transficción inadvertida de ella lo que causa hemorragia intensa. Esta
complicación es factible que se ocasione en las incisiones verticales como en la de
Jalaguier.
La hemorragia intraperitoneal es un
problema mayor, y se produce generalmente en el mesoapéndice a causa de una ligadura
defectuosa o desgarro del meso al exteriorizar un apéndice con ciego fijo, rara vez se
produce por erosión séptica de una arteria. La hemorragia de este origen puede ser
masiva y producir signos de choque antes que el cirujano
determine la causa. El tratamiento es la reintervención y revisión del
área ligada donde generalmente ya no se encuentra sangrando. De igual manera debe
colocarse otra ligadura en el meso cortado.
La hemorragia intraluminal, es generalmente
producida por fuga de sangre a partir de un muñón invertido y que se ha desprendido por
necrosis dentro de la luz del ciego. Otras veces es producida por lesión traumática del
intestino al ser manipulado en forma no ortodoxa. Esta hemorragia puede ser intensa y
despierta sospechas de otras causas de hemorragia antes de ser relacionada con la
apendicectomía. El tratamiento si no existen trastornos de la coagulación generalmente
es conservador con reposo y transfusiones.
8.3.- Síndrome del Quinto Día.-
Es
una complicación rara, lo llamativo es que se presenta en apendicectomías realizadas en
frío o con ligera inflamación en un niño o adulto sano, aparece generalmente alrededor
del quinto día, debutando con un síndrome peritoneal agudo caracterizado con dolor y
contractura abdominal, fiebre, vómitos. Observamos un caso que presento retención
urinaria, al reoperar estos pacientes se encuentran pocos signos que produzcan tal cuadro
siendo los principales hallazgos un ligero exudado turbio libre en la cavidad abdominal y
fondo de saco de Douglas e inflamación de las asas intestinales. Nunca se encuentra un
proceso necrótico o perforación, la curación se obtiene aspirando el líquido, lavando
la cavidad y drenándola. La etiología no esta clara pero se culpa a la contaminación
bacteriana de la cavidad al momento de cortar el apéndice, por tales circunstancias;
algunos cirujanos conocedores de este síndrome han optado instilar algún antibiótico
sobre el muñón apendicular60 en lugar de tocarla con yodo - povidona u otro
antiséptico.
8.4.- Fístula Fecal.-
Es una
complicación que no ocurre frecuentemente por la apendicectomía, sin embargo el trayecto
fistuloso que se forma desde el muñón del apéndice hasta la herida con la salida de
materias fecales esta relacionado al no ligar adecuadamente el muñón especialmente
porque la base no esta en buenas condiciones y también cuando este no se invierte
adecuadamente. Otras causas menos frecuentes son las lesiones operatorias que pueden
ocurrir en el ileon terminal o ciego por manejo grosero o por existir un proceso
inflamatorio crónico como una ileitis regional activa. El tratamiento conservador de la
fístula propicia la curación espontanea del trayecto a menos que exista algún tipo de
obstrucción distal al intestino o una infección actinomicótica.
8.5.- Absceso Intracavitario.-
La
localización más frecuente de los abscesos intrabdominales después de una
apendicectomía es la región periapendicular. Las manifestaciones clínicas son fiebre
persistente; sensibilidad abdominal; masa sensible en la región y leucocitosis. La
segunda localización en orden de frecuencia de los abscesos es la pelvis, el mismo que se
hace manifiesto entre el 4to. y 5to. día del posoperatorio, su comienzo es insidioso;
pudiendo faltar los importantes signos de localización, el diagnóstico se facilita
cuando se emplea el ecosonograma. En algunos pacientes la infección puede extenderse a
través del espacio parietocólico para formar un absceso subfreénico. La infección
suele progresar hasta dicha región, en virtud de la presión negativa subfrenica. El
inicio del absceso suele ser insidioso y variable, existen pocos signos de inflamación.
Su diagnostico es posible cuando se sospecha la enfermedad en pacientes cuyo posoperatorio
no marcha adecuadamente luego de la apendicectomía para tratar una apendicitis complicada
siendo motivos de mayor sospecha, aún aquellos pacientes debilitados inmunológicamente
como son los diabéticos y los ancianos.
El diagnóstico clínico se sospecha en
aquellos pacientes que tienen un aumento de los signos infecciosos entre el séptimo y
decimocuarto día con fiebre sostenida en agujas y leucocitosis. El diagnóstico de la
supuración del espacio subfrénico lo corrobora la radiografía de tórax donde se
observan signos como elevación del diafragma y a veces del nivel aéreo y líquido dentro
de la cavidad del absceso. El ecosonograma es un método diagnostico precoz que nos
informa sobre colecciones. El tratamiento del absceso subfrénico es quirúrgico y
consiste en realizar un drenaje lo mas pronto posible guiado por el ecosonografista.
Los abscesos interasas pueden también
ocurrir en cualquier lugar de la cavidad abdominal, se manifiestan durante la tercera
semana del posoperatorio y su diagnostico es posible realizarlo por ecosonografia o
tomografia computada. El drenaje es quirúrgico abierto, aunque se esta tratando con
relativo éxito la evacuación de los abscesos y limpieza de la cavidad abdominal por vía
laparoscópica.
8.6.- Infección de la Pared.-
Estas
se manifiestan a partir del 4to. al 8avo. día, se inician con dolor y tumefacción y
rubor en la herida, acompañado de fiebre. Son generalmente polimicrobianas y sólo suelen
abarcar el tejido subcutáneo. A veces, pueden desarrollarse celulitis crepitantes que
progresan debajo de la aponeurosis de Scarpa, expandiéndose rápidamente a los flancos,
axilas, escroto y vulva; convirtiéndose la infección en necrótica grave, sin embargo
ésta es una infección muy rara y se observa sólo en pacientes debilitados como los
ancianos y los diabéticos. El tratamiento debe iniciarse precozmente retirando los puntos
en su totalidad y realizando incisiones de drenaje donde se necesite, apoyado con
antibióticos específicos para la flora fecal.
Los abscesos simples, se curan con drenaje
y curaciones diarias por cinco días. Nosotros hemos probado con bastante éxito la
instilación en las heridas infectadas con dextrosa hipertónica al 50% durante los tres
primeros días que siguen al drenaje.
8.7.- Complicaciones Tardías
8.7.1.- Obstrucción Intestinal.-
Es rara en forma precoz pero puede presentarse con relativa frecuencia luego de algunos
años de haber realizado la operación debido a la formación de bridas inflamatorias.
8.7.2.- Hernia.-
Existen numerosos
estudios que sugieren que la apendicectomía predispone a la aparición ulterior de
hernias inguinales del mismo lado. Parece ser que la lesión que se produce en los nervios
que inervan los músculos que regulan el mecanismo de cortina del anillo inguinal permiten
una herniación posterior. Arnbjornsson61 en 1982 describió una frecuencia tres veces
mayor de hernia inguinal derecha en pacientes previamente operados, han demostrado una
disminución o ausencia de la capacidad del anillo inguinal.
8.7.3.- Eventración.-
Las
eventraciones son factibles en aquellos pacientes en quienes se ha realizado incisiones de
Jalaguier y adicionalmente han sufrido infección activa con notable efecto de
cicatrización. El tratamiento debe retrasarse hasta que haya desaparecido cualquier signo
de inflamación. La reaparición de una eventración debe realizarse preferiblemente un
año después si hubo infección. En otros casos puede ocurrir una dehiscencia de la
herida, complicación observada generalmente en heridas verticales. Cuando esta ocurre con
evidente evisceración, debe someterse inmediatamente al paciente a su corrección
quirúrgica, pero en ausencia de ella se debe tratar la herida sólo como infectada y en
caso de producirse eventración se la reparará.
8.7.3.- Esterilidad Femenina.-
Se
han realizado muy pocos estudios que valoran el riesgo de fertilidad en aquellas pacientes
sometidas a apendicectomía perforadas o como apendicectomías en frío.
Los estudios más importantes son los de
Wiig62 en 1979 que analizan un seguimiento de pacientes femeninas operadas antes de los 25
años, demostrando que de 48 pacientes en las cuales se obtuvo un apéndice perforado, 19%
tuvieron problemas de fertilidad frente al 12% de infertilidad en pacientes no sometidas a
cirugía. No existiendo significación estadística en el estudio, sin embargo de aquellos
pacientes que tuvieron absceso pélvico, el 31% fueron estériles lo que demuestra que
sólo la presencia de éste puede ser importante, pero son trabajos muy aislados que
necesitan mayores estudios.
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