La
familia y el Alzheimer
Generalmente,
la familia es la última en enterarse de que uno de sus miembros
padece de este mal que,
afectando al cerebro, destruye la personalidad, y es irreversible en
un 90 % de los casos.
Cuando
el núcleo familiar llega a esa lamentable conclusión, lo primero que
hace es buscar ayuda en un psiquiatra, o deambula por diferentes
consultorios de profesionales que no son los más indicados, resistiéndose
a creer que su padre, madre, o abuela pase por ese trance.
Hoy
es frecuentísimo encontrar ultrasexagenarios que presentan esa
patología que, además, trastorna la paz al interior del hogar. Por
ello la importancia de que la mayoría de los mortales estemos
informados, y por ende, preparados para esa eventualidad .
De
ahí que sea indispensable, en primer lugar, y luego del diagnóstico,
ACEPTAR que existe el problema, y que se tiene la obligación moral,
social, y legal de cuidar y
responder por el pariente enfermo.
El
siguiente paso consiste en planificar la vida del paciente (tarea que
suena difícil). Eso implica mantenerlo OCUPADO con actividades
sencillas, y que lo pongan en contacto con la realidad, teniendo
siempre en cuenta el oficio o profesión, así como el sentido de
“utilidad” de las labores propuestas.
Por
otro lado, debe conservarse la integración al círculo íntimo,
evitando a toda costa el autoaislamiento. Procurando reuniones con
aquellas personas que fueron de su agrado, especialmente con niños.
Igualmente,
es inevitable que se suministre un óptimo cuidado físico, lo que no
significa preocuparse exclusivamente del arreglo personal, sino también
de la alimentación nutritiva, y por el control médico regular.
Es
de mucha utilidad supervisar, constantemente, el ambiente en el que se
desarrolla la existencia de este tipo de sujetos, para diferir los
accidentes caseros que llevan a consecuencias graves, como fracturas,
o traumatismos cráneo encefálicos que prolongan el sufrimiento de la
parentela. Entonces es oportuno eliminar los pisos resbalosas, o
mojados, y ubicar los objetos de primera necesidad al alcance de sus
manos.
Entre
tanto, la mala alimentación puede empeorar el cuadro demencial, lo
que obliga a un seguimiento diario del régimen alimenticio para que
éste tenga los elementos indispensables de una buena dieta,
Finalmente,
otro de los puntos esenciales de
la asistencia familiar al paciente de ALZHEIMER es el de la
administración de fármacos. Una de las reglas de oro
es no permitir que
ellos mismos los asuman, pues como no están en capacidad de recordar
horarios para las tomas resulta que se sobredosifican, afectando la
capacidad global de comprensión, y alterando más la conducta.
En
consecuencia, es aconsejable llevar una lista completa de los
productos farmacéuticos y sus efectos adversos con la guía del médico.
Nada
de lo anteriormente expuesto será posible sin una dosis inmensa de
PACIENCIA, comprendiendo que los sanos somos nosotros, y que el
enfermo es aquel individuo a quien mucho queremos, y al que, tal vez,
bastante debemos; y recordando el refranero popular que sostiene:
“hoy por ti, mañana por mí”.
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