Se difiere el
pago de las cuotas de una casa o electrodoméstico, se pueden
ver partidos de fútbol en diferido, y hasta los alumnos
difieren los exámenes por conveniencia. De tal manera que
nadie podrá decir que no estamos en la era del diferido.
Es que diferir
es un verbo muy en boga en el universo desde que se hizo un
hábito el uso del dinero plástico, y quiere decir dilatar,
suspender la ejecución de algo, posponer. Y envejecer es
otro verbo solo que no tan de moda, sino que mas vale es
eliminado del vocabulario cotidiano porque esta muy
desprestigiado, ya que presenta degradación, obsolescencia,
arrugas. Pero desgraciadamente es una etapa de la
existencia que no podemos evitar.
Y entonces ¿por
qué no posponer los “achaques” del declinar?
Más allá de la
broma o de lo extraño del enunciado, esta es una teoría
sostenida por un buen grupo de científicos en el mundo que
cada vez encuentra más adherentes, y que tiene
demostraciones palpables en el círculo ( grande o pequeño)
que nos rodea. Como toda hipótesis conlleva una metodología
para su aplicación. Además por si misma constituye una
filosofía y por ende una política porque su ejercicio
diario representa una norma de conducta.
Es tan actual
que en base a ella se han planteado principios tan generales
como el de la ONU: del ENVEJECIMIENTO ACTIVO.
Asi enunciado
suena difícil y una pretensión como demasiado alejada de la
realidad. Pero veamos en sencillo en qué consiste. El
universo globalizado en el que nos desenvolvemos contribuye
a degenerar, en vez de conservar, los dones con los que
venimos al planeta pues la globalización es comercio, es
robotización, es pérdida de identidad. Ejemplo de lo
antedicho es la Cirugía Plástica (con el perdón de sus
cultores) que resulta un maquillaje quirúrgico temporal
externo pues la procesión va por dentro.
De ahí que la
propuesta que se nos ofrece en esta ocasión no sea otra que
un proyecto de vida sencillo, simple y tan fácil de aplicar
que cualquiera lo puede poner en práctica. Unicamente nos
pide mirarnos ahora y proyectarnos como queremos ser dentro
de 10 o 20 años. Cosa que nunca hacemos. Nadie piensa cómo
será mañana. Nadie programa su futuro. Se vive el presente
con desenfreno o con entusiasmo, después ya se verá.
Pero ¿cómo
posponer esos temidos achaques? Con detalles elementales y
precisos, por ejemplo reconociendo el tiempo cronológico que
estamos ya sobre la faz de la tierra, realizando un chequeo
anual con el médico de nuestra confianza, comiendo solo lo
que debemos, manteniendo un buen nivel de actividad fisica,
conservando la frescura de la mente, y contribuyendo
activamente al desarrollo de nuestra comunidad.
Pero si a algún
lector, cuarentón o cincuentón, lo enumerado le parece
todavía imposible de realizar, puede utilizar un último
recurso, mirarse en el espejo de los mayores (parientes,
amigos, vecinos, etc.). Si hace ese ejercicio, al menos
una vez por semana, tenga la seguridad de que ya esta
preparado para descender sin miedo por la pendiente de la
existencia como la cosa más natural.