El
médico clínico internista, es el médico especialista que tiene
una amplia gama de conocimientos médicos de las diferentes
especialidades clínicas no quirúrgicas, que con sus eficaces
pautas diagnóstica y terapéuticas, devuelven la salud al enfermo.
La
solución de muchos problemas clínicos se fundamenta en la tecnología
de punta (diagnóstico de
laboratorio y por imagen), los que permiten acceder a los sitios más
recónditos del cuerpo humano. Sin embargo las técnicas de
laboratorio o el uso de los últimos tratamientos, no bastan por sí
solas para llegar a un diagnóstico clínico certero y recuperar la
salud, sino va de la
mano de la participación
de un médico clínico experimentado en la práctica médica, que
tomando decisiones, atando cabos sueltos y con su habilidad,
extrae conclusiones, a partir de un conjunto de signos, síntomas y
datos de laboratorio, determinando cuando un caso clínico amerita
someterlo a tratamiento, o en su defecto, mantenerlo en observación.
El
llamado arte de la medicina es, precisamente, esta
combinación del conocimiento médico del clínico, de la intuición
y buen criterio clínico, y de la decisión exacta tomada en el
tratamiento propuesto.
El
perfil del médico clínico, es el de poseer las habilidades técnicas,
el conocimiento científico y el calor humano. El médico tiene que
tener tacto, simpatía y comprensión, porque el paciente no es solo
un conjunto de síntomas y signos, funciones alteradas, órganos dañados
y emociones alteradas. Es un ser humano temeroso y esperanzado, que
busca alivio, ayuda y confianza. El médico debe considerar a los
pacientes, no como casos
o enfermedades, sino como individuos, con
sentimientos , merecedores de un trato humano, independientemente de
sus circunstancias personales o económicas.
Para
el Colegio americano de medicina interna, las cualidades
humanitarias que caracterizan al médico, son integridad, respeto y
compasión. Su disponibilidad en todo momento, la manifestación de
preocupación sincera y la voluntad de dedicarle al paciente el
tiempo necesario para explicarle todos los aspectos de la
enfermedad, procurando darle apoyo emocional, físico y espiritual.
En
cuanto a la relación médico-paciente, comienza con el desarrollo
de una relación personal entre el paciente y el médico. La
eficacia del tratamiento guarda estrecha relación con el
sentimiento de fe y confianza que el paciente pueda tener hacia al médico.
Muchas veces, cuando hay confianza en el médico, sus palabras
reconfortantes constituyen el mejor tratamiento.
Para
concluir tomando la famosa afirmación del Doctor Francis Peabody,
de mas de medio siglo atrás: La importancia de la relación
personal e íntima entre el médico y el enfermo,
en un elevado número de casos, tanto el diagnóstico como el
tratamiento, depende directamente de ella. Unas
de las características primordiales del clínico es su
sentido de humanidad, ya que el secreto del cuidado del paciente
estriba en interesarse por él.
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