Lamentablemente,
cuando se pasa la raya de los 60 la falta de lazos es un factor
pesante en el desarrollo de la vida diaria, y un elemento
indispensablepara la armonía física, social, mental. Tanto así que
la soledad pude conducir a la enfermedad en cualquiera de esos
ámbitos. Y es que el hombre está diseñado para vivir en comunidad,
el que se aísla, o es un santo, o es una bestia. Entonces la conducta
del individuo manifiesta claramente un desajuste en cuanto al común
denominador de los miembros de una colectividad. Resultando pues un
DESAJUSTADO (término muy empleado en lengua inglesa y que en el español
calza perfectamente con el bastante peyorativo de “antisocial”).
He
ahí entonces la primera conclusión a la necesidad de la convivencia
afectiva. Por otro lado, el solo hecho de tener alguien con quien
conversar y recordar es un motivo para no decaer en funciones
intelectuales desde la propia casa. Es por eso que resulta absurdo que
parejas añosas discutan y
litiguen permanentemente convirtiendo el hogar en un campo de batalla.
En cambio es estimulante observar
aquellos que buscan con quien unirse aún en edad tardía para acallar
el hiriente vacío que los rodea, lo que en ciertos países europeos
se ha dado en llamar
”matrimonio de conciencia” ya que no existe ninguna clase de vínculo
que los ate, lo que hace aún más interesante esta modalidad de
acomodación, ese carácter de espontaneidad, de pureza de
sentimientos, incluso de ingenuidad.
Muchos
dirán que en un elevado porcentaje hay un interés sexual. La
respuesta es que sí, que es muy probable. Y es que la función sexual
es importante en el declinar de la existencia como fuente de
vitalidad, como válvula de escape a las tensiones, y como expresión
de equilibrio natural. Es que si bien ella cambia en ciertos aspectos,
no es que desaparezca con los años y los añosos no deben temer
ejercerla. Naturalmente que la naturaleza es sabia, y ella se presenta
cuando es una necesidad por ello la frecuencia no es tan continua, sin
embargo estudios realizados en envejecidos de áreas rurales indican
una actividad constante en ese esfera comparado con aquellos que
habitan en grandes ciudades. Es que la gente del campo es
indudablemente, menos prejuiciosa que los ciudadanos.
Igualmente,
otros estudios demuestran que los solteros viven menos que los casados
y que los hombres viudos acortan su esperanza de vida. Ello amerita
una explicación, si bien los solos envejecen físicamente mejor que
los unidos, en número de años campean mucho menos que los que
mantuvieron una relación estable. Así mismo, el viudo queda
francamente expuesto a toda injuria en sociedades como la nuestra en
las que las mujeres se convierten en madres, esposas, amantes,
enfermeras, y un larguísimo etcétera. En
Ecuador tenemos un ejemplo grandilocuente de lo expuesto
en el ex Presidente José María Velasco Ibarra, quien habiendo
ocupado 5 veces la jefatura del estado, cuando murió su esposa (menor
que él) solamente le sobrevivió un mes.
Con
esos antecedentes no es que se quiera idealizar la unión en la
longevidad únicamente se trata de señalar sus ventajas para
declinar, ADVIRTIENDO (con mayúscula) los peligros de una relación
desigual(en edad, cultura, etc.).