Un espacio para envejecidos

espacios para ancianos

Cuando se habla de espacio la gente habitualmente cree que nos referimos a un área física, y asocian inmediatamente con un lugar definido, surgiendo casi como por en canto la palabra HOSPICIO, estructura que se  identifica como el sitio en el que deben estar los viejos de una ciudad, pueblo, o país. Por su parte, el hombre es un  ser social, y también un animal de  costumbres, que  va declinando en una colectividad que pasada la raya de la  sexta década lo separa inmisericordemente, en una suerte de expulsión  programada.

 

 

De ahí que sea necesario devolverle el puesto en el seno de su  comunidad. Ello significa reconocer que sigue siendo un ser humano, que  conserva su personalidad en un 90% de los casos, que es portador de una  experiencia nada despreciable, y que como tal tiene tantos y tantos  derechos que únicamente desaparecen con la muerte.

 

La clase política en Latinoamérica es muy dada a conducir  a las masas  por muy mal camino, respondiendo al problema del envejecimiento con la  creación de estructuras  materiales que aíslan  más al individuo, pues  están acostumbrados a "ghetizar" a las poblaciones dizque, para que éstas  sobrevivan, pero sin integrarlas al resto  y  además para que no se vea su  vergonzosa realidad. Esto no es otra cosa que un reflejo de lo difícil que es aceptar que envejecemos tanto a nivel personal, como colectivo, y  del temor (diría mejor, pánico)  a representar una imagen de obsolescencia.

 

Lo que sucede en la sociedad, acontece igualmente al interior del núcleo  familiar, en el que el abuelo, o los progenitores ya son considerados  caducos, e incómodos para la armonía del grupo, buscándose, entonces, quién  cargue con el problema.

 

Por consiguiente, la tarea de concienciación comienza por la casa, y parte de la ACEPTACIÓN de su presencia que, aunque minoritaria, está allí, y sigue con la CERTEZA de que en un futuro no muy lejano nuestra situación  será la misma, continúa con la ACTITUD DECIDIDA  de apoyar las iniciativas que conducen a la reincorporación de los ultrasexagenarios, y finalmente,  culmina con la planificación hoy aunque de ella disfrutemos mañana de una participación activa en el entorno social.

 

Un espacio para envejecientes, es  mirar sin disgusto una ventanilla  exclusiva para la tercera edad en los bancos, o una caja exclusiva en los  supermercados, es  alegrarnos cuando trotan o hacen ejercicios en un  parque, es respetar su derechos a la vida, a la sexualidad, al amor, a la  información, y un largísimo etcétera, pero es así mismo, esperar con  paciencia y  con confianza que nosotros disfrutaremos de él sin el mismo  esfuerzo que les tocó a aquellos que tuvieron que crearlo.

Autor: 

Dr. ALDO GUEVARA D´ANIELLO
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