Se dice que
los envejecientes experimentan a lo menos una
vez al año una enfermedad infecciosa de las vías
respiratorias superiores. Y de éstas las más
comunes son de origen viral, muy temidas por
cierto por su tasa de mortalidad en añosos.
La influenza
tipo A y el virus sincitial respiratorio causan
el mayor número de casos y de decesos. La
primera de las nombradas provocan epidemias cada
invierno.
El problema
radica en que mientras más edad tiene el
individuo menos síntomas clásicos de influenza
presenta y se descuida complicándose con una
neumonía, o empeorando su cuadro pulmonar
subyacente. Es que los añosos son inmuno
deprimidos (léase bajos de defensas) por
innumerables causas (deficiente nutrición, poca
producción medular, agotamiento natural del
sistema inmunitario, etc), y generalmente, son
portadores de un enfisema propio del deterioro
de sus alveolos pulmonares, o provocado
anticipadamente por malos hábitos (fumar por
ejemplo).
De manera que
un diagnóstico preciso se hace imperioso y es
posible gracias a pruebas de laboratorio que se
pueden realizar sin cuidados en nuestro medio,
son simples y no requieren de sacrificios.
Por su
desenlace mortal es imprescindible PREVENIR su
presencia, y ello se hace de varias maneras. En
primer lugar está la INMUNIZACION (vacunas) la
que debe hacerse antes del cambio de estación,
pues la composición de la vacuna cambia
anualmente atendiendo a las mutaciones que
sufren los virus. Y como medida adjunta se
recomienda exagerar el contenido de proteínas en
las comidas.
Por otro lado
están los antivirales que elevan las defensas y
acortan el ciclo incubación, a la par que
mejoran considerablemente los síntomas. Una
recomendación necesaria es aumentar la ingesta
de líquidos, costumbre que no poseen los
envejecidos, y que ayuda increíblemente a
eliminar virus y bacterias. Finalmente, nunca
están demás los bronco dilatadores y
fluidificantes de secreciones para alejar
cualquier complicación bronquial.
En síntesis,
ante la última pandemia de influenza porcina, y
el temor que ha
suscitado, es
tranquilizador saber que al menos su
comportamiento en la tercera edad ha sido
bastante benigno en comparación con otros grupos
poblacionales sin que por ello se descuiden los
detalles antes mencionados.