La
palabra jubilación viene del latín “iubilare” que quiere decir júbilo y es
que ella aparece en el siglo XIX para beneficiar a los obreros que
trabajaban en el campo o en las fábricas y estaban sometidos a labores
fatigosas que demandaban gasto de energía. Luego en el primer cuarto del
siglo XX se extiende a todos los empleados cuando empiezan a aparecer los
principios de la previsión social, esto es, la filosofía de enseñar a la
masa laboral a adoptar un sistema de ahorro para su futuro.
De
esa manera sí se entiende que, el período por el que se pasa de la
situación activa a la pasiva en términos de contribución económica, tenga
algo de júbilo. Es que en ese momento histórico el trabajo tenía otra
connotación. Y el retiro tenía el simbolismo del reconocimiento de toda una
colectividad que estimaba en alto grado esa contribución al desarrollo, por
ende su patrimonio era sagrado e inalienable.
Los
sistemas de previsión pasaron a ser de seguridad social y en toda
Latinoamérica estuvieron influenciados por el modelo mexicano, el que con
algunas excepciones, responde a una necesidad local, sin que se desconozca
sus avances en materia de atención y asistencia comunitaria.
Pero
mientras se avanzó muchísimo en coberturas se descuidó la calidad. Y se
subestimó un factor muy importante la edad de los afiliados, así como las
necesidades de éstos con el devenir de los siglos. Así pues, los retirados
de hace 100 años no aspiraban a otra cosa que vivir en paz los últimos años
y morir. Entonces el tipo de pensionista era apacible y sin mayores
intereses.
Ahora
en la era del internet y de la velocidad la situación es distinta, no existe
un pensionado que no piense en viajar, en adquirir bienes de consumo, que no
desee hacer producir su mensualidad, o comprar con ella medicamentos, o tal
vez darse una cana al aire, o simplemente usarla para sus gastos básicos de
supervivencia. En todo caso, hacer con ella lo que le venga en gana porque
en base a ella ya tiene un presupuesto fijo.
Hoy
por hoy los jubilados son inquietos y su inquietud radica en el monto de su
ingreso, tanto así que de eso depende su sobre vida, quien quiera desconocer
estos detalles condena a los que se retiren mañana a una existencia
paupérrima, a una eterna depresión, a una vejez de conciencias dormidas.