El
tipo A y B de virus de la influenza, su antigenicidad se
fundamenta
en
una proteína
interna estable; los anticuerpos que se desarrollan
contra esta proteína estable después de la infección no
protegen contra subsecuentes infecciones.
Cuadro
Clínico.- Signos y Síntomas:
El
inicio de la enfermedad usualmente ocurre entre el primer y
tercer día, después de la exposición. Clásicos síntomas
son fiebre, tos,
congestión nasal, dolor de garganta, enrojecimiento
conjuntival, dolores musculares y de cabeza. La influenza
aguda no complicada usualmente dura una semana ( 5-7 días),
pero la tos y el malestar general, pueden persistir por
varios días o semanas, especialmente en ancianos.
Las
complicaciones más frecuentes de la influenza son las
infecciones bacterianas secundarias como la otitis media,
sinusitis, bronquitis y neumonías. Las bacterias implicadas
en aquellas infecciones son los neumococos, haemophilus
influenzae y
estafilococos aureus, mismo que tiene una relativa
alta morbi-mortalidad.
Las
personas con mayor riesgo para padecer una severa influenza
e infecciones secundarias son los niños mayores de 1 año,
adultos mayores 65 años, ancianos, personas de cualquier
edad con enfermedades cardiovasculares y respiratorias
crónicas ( asma, enfisema),
tabaquistas, personas quienes hallan requerido
hospitalización por enfermedades metabólicas crónicas
como diabetes, insuficiencia renal, e inmunodeprimidos (
individuos infectados con el virus de inmunodeficiencia
–HIV-, los que reciben tratamiento quimioterápico contra
el cáncer, y los pacientes con
transplante de órganos ).
Prevención.-
La
principal medida para reducir el impacto de la gripe,
es la administración de la vacuna
elaborada con virus inactivado de la influenza. Esta
vacuna trivalente de virus, proporciona una inmunidad
parcial de alrededor del 85%
durante más o menos 6 meses a un año, porque la
configuración antigénica de la vacuna cambia cada año, ya
que su elaboración se basa en la cepas de virus prevalentes
del año anterior.
Se
recomienda la vacunación ( 0.5 ml intramuscular en el
deltoides) de preferencia en los meses de octubre y
noviembre de cada año, especialmente para las personas de
alto riesgo como los ancianos( a partir de los 65 años) ,
niños, adolescente que reciben terapia crónica con
aspirina, residentes de geriátricos, personas con
enfermedades crónicas del corazón y del pulmón
(asmáticos, enfisema), trabajadores de la salud (
enfermeras, médicos), personas infectadas por HIV e
individuos que habitan en lugares donde haya hacinamiento y
falta de higiene como cárceles, personal en contacto con el
público( personal de ventanillas, vendedoras), personas que
viajan.
La
vacuna se contraindica en personas alérgicas al huevo de
gallina
u otros componentes de la vacuna y pacientes que
estén
cursando síndromes febriles. Un pequeño de número
de vacunados pueden desarrollar malestar general, fiebre que
empieza a las 6 ó 12 horas después de la vacunación y
pueden ser tratados con antipiréticos
(acetaminofen).
El
principal objetivo de la vacunación, no es prevenir una
epidemia, sino reducir las severas consecuencias de la
influenza,especialmente en pacientes de alto riesgo, tales
como la
exacerbación de la insuficiencia cardiaca,
enfermedad pulmonar obstructiva crónica ( asma, enfisema ),
neumonía y muerte. Las personas de mayor riesgo para estas
complicaciones son los que ameritan ser vacunados
anualmente. La vacunación de niños es reservada para
aquellos que padecen de enfermedades cardíacas o
pulmonares. Otras personas en quienes la vacunación contra
la influenza es muy importante son los viajeros a zonas
donde la influenza es muy
activa.
Tratamiento
y Otras Medidas
Dos
agentes antivirales con específica actividad contra el
virus de la influenza tipo A, están disponibles:
amantadine (Symmetrel) y rimantadine (Flumadine).
Aquellos
agentes inhiben la replicación del virus. Ambos son
administrados oralmente en cápsulas o tabletas. Cada droga
puede proveer cerca de un 70 a 90% de protección contra la
enfermedad de la influenza, cuando estas son
tomadas, tan rápido como sea posible después de
iniciada la enfermedad, esto es dentro de la primeras 48
horas, para obtener efectos terapéuticos.
Hay
ciertas situaciones donde aquellas drogas deberían ser
dadas como profilaxis: personas que no responden a la
vacunación por su inmunodeficiencia y
aquellas con severa alergia al huevo o reacciones
alérgicas post vacunales previas.
El
reposo en cama y el aislamiento son muy importante en el
manejo y control de la diseminación
del virus. Una ingesta incrementada de líquidos es
muy importante para mantener un
buen aclaramiento de la mucosidad y facilitar su
expectoración.
Altas dosis de vitamina C (más de 4gr./día) pueden
ser de utilidad.
Descongestionante
como la Pseudoefedrina puede ser útil reduciendo la
congestión nasal y para promover la expectoración de
secreciones puede ser de utilidad un mucolítico como la
carboximetilicisteína (Ambroxol). Un analgésico,
antipirético tal como el acetaminofén, puede ser
administrado para mejorar el malestar y bajar la fiebre.
Debería evitarse la aspirina, principalmente en niños, por
la asociación con síndrome de Reye´s, además el uso
indiscriminado de antigripales de venta libre sin ninguna
prescripción médica, porque pueden complicar ciertas
enfermedades,
como la hipertensión. Los antibióticos deberían
reservarse para el tratamiento de las complicaciones
bacterianas.