De apariencia juvenil

Parecería un contrasentido que exista gente vieja con aspecto juvenil, y sin embargo, diariamente encontramos amigos o conocidos que pasan de los 70, pero su fisonomía indica una década menos. El vulgo los llama los “come años”. 

 

Efectivamente, en más de una ocasión los gerontólogos escuchamos expresiones de sana envidia acerca de aquellos que se ven bien a pesar de los años, y la consecuente inquietud ¿qué hacer para aparentar menos ? 

Ante todo,  se debe insistir en que, afortunadamente,  ninguno de los seres humanos envejecemos de la misma forma. Incluso el organismo se deteriora en tiempos distintos, y de manera desigual. De ahí que, lo que le pasa a mi vecino, no me va a pasar a mí. Ni siquiera la vejez de los hijos será similar a la de sus padres. Esta ley biológica obedece a que poseemos un  reloj  interior que marcha en sentido único y exclusivo en cada sujeto. 

Dicho factor genético es la base esencial para un proceso armónico de  decadencia,  sobre el que hasta hace poco no se podía influir, y que con el descubrimiento del genoma se ha tornado manipulable. 

 

Alrededor de este “barro” (bueno o malo) confluyen otros elementos que contribuyen en nuestra apariencia, y sobre los que podemos actuar libremente. Entre ellos, y a la cabeza, está el pensamiento positivo. Esto es, no ahogarse en vasos de agua porque son estímulos negativos en el desgaste celular. Se ha comprobado que somos procesos químicos en actividad, y que las frustraciones, los fallos, redundan en mecanismos de oxidación intracelular que se manifiestan ya por pliegues en la piel (léase arrugas), o manchas, o resequedad en la misma,  disminución de la vista, oído, etc. 

Por ello, lo importante es mantener un elevado tono del humor, aún a costa de nuestros propios fracasos. Se ha visto que los añosos del Cáucaso, así como los longevos de Vilcabamba  son personas alegres que encuentran siempre un motivo para ironizar . 

Entre tanto, un elevado porcentaje de sujetos lleva prejuicios acerca de la edad, pues cree que, porque  pisa el umbral de los 60 debe usar determinados colores, no puede lucir cierto tipo de vestido, ni concurrir a determinados lugares de diversión. Ello sería como decretar que hay colores para la vejez, y ropa exclusivamente para ultrasexagenarios. Lo que equivaldría a separar más a los que caminan por la pendiente de la existencia, o como uniformar a los reos del tiempo. 

 

Felizmente, el hombre nace libre y permanece así hasta la muerte. No hay ley humana, ni divina que impida  vestirse con las tonalidades, tejidos, y modelos que le agraden. Precisamente, en el ocaso de la vida es cuando hay que exhibir tonos vivos, alegres, y estar a la moda sin llegar a lo ridículo. Consejo que calza por igual en hombres y mujeres. 

 

En síntesis, hay que saberse mirar en el espejo, reconociendo lo que se ha perdido (cabello, color del mismo, pliegues, grasa, etc), evaluando lo que se conserva, y aceptando el consejo de los expertos que nos indican desde nutrientes hasta  estilos de vestir, pasando por una larga lista de cosméticos de alta tecnología que nos consentirá ser veteranos aparentemente juveniles.                          

 

Autor:

Dr. ALDO GUEVARA D´ANIELLO
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