Diversos
estudios y encuestas demuestran que los seres humanos solemos
estar muy unidos a nuestras mascotas. Mas de la mitad de los
poseedores de algún animal casero exhiben con orgullo alguna
foto del mismo y el 84% consideran que su mascota es un
importante miembro de la familia. En especial, los niños se
ven muy atraídos por los animales y se encariñarán por igual
con Snoopy, Barney o el perrito que vive en el vecindario.
Además de
proveer compañía y cariño incondicional, permiten enseñar a
nuestros hijos valores como la gentileza, el buen trato, la
responsabilidad y el amor por la vida. Muchos animales llenan
también la enorme necesidad de estimación y respeto que tenemos
los humanos y facilitan a niños tímidos, por ejemplo, la
interacción con otros pequeños nuevos amigos.
Se ha
demostrado también que poseer una mascota disminuye los niveles
de ansiedad y ayuda a las personas en general a recuperarse con
mayor facilidad de eventos dolorosos o enfermedades.
Sin embargo, y
a pesar de los beneficios que para el desarrollo de los niños
implica el tener una mascota, los padres deberían tener
conocimientos acerca de los riesgos que genera el tener un animal
en casa. Sobre todo en lo que se refiere a prevención de
transmisión de enfermedades, prevención de mordeduras y
potenciales alergias.
Zoonosis
Las
enfermedades ocasionadas por animales se denominan zoonosis. Sin
lugar a dudas, la rabia transmitida por la saliva de algunos
mamíferos es la más temida de todas. Hay que aclarar, sin embargo,
que no toda persona mordida por una mascota debe ser vacunada
necesariamente contra este mortal mal, puesto que el riesgo de que
un animal previamente protegido incube la enfermedad es muy bajo.
De allí que la estrategia de inmunizar a nuestras mascotas sea la
más importante forma de prevención.
Por otro lado,
si el animal que produjo la mordedura es conocido y puede ser
ubicado, deberá controlárselo buscando signos evidentes de la
enfermedad, antes de tomar otra conducta. Siempre deberá
consultarse a un servicio sanitario en el caso de ataque por parte
de algún animal.
Medidas
simples como el lavado de manos y la limpieza luego de jugar con
nuestras mascotas, la revisión y el baño periódico de estas en
busca de parásitos externos como garrapatas y el control habitual
de nuestros hijos por parte de su pediatra, son siempre buenas
formas de evitar y detectar a tiempo otras zoonosis.
Ataques y
mordeduras
Estos
constituyen el riesgo mayor de tener un animal en nuestra casa. En
Estados Unidos, por ejemplo, se dan alrededor de un millón de
ataques por años, de los cuales la mitad requieren atención médica
y se reportan aproximadamente 20 fallecimientos anuales debidos a
esta causa.
El principal
problema detectado, es que nos acostumbramos a asignar a nuestras
mascotas características propias de los humanos y transmitimos a
los niños la idea de que los perros, por ejemplo, se comportan y
relacionan como uno de nosotros (piense sino en los 101 perritos
Dálmatas de la película o en la serie televisiva Lassie, donde se
nos muestra a unos bellos animalitos que son “casi” seres
humanos).
Siguiendo ese
falso esquema, eventualmente los niños malinterpretan conductas
animales potencialmente peligrosas como ladridos, gruñidos y
determinadas posiciones corporales que implican que el animal se
siente en peligro y que responderá según los patrones de respuesta
de su especie.
En otras
palabras, entender el comportamiento social de nuestros animales,
ayudará a reducir el potencial peligro de agresiones a los
miembros de la familia.
Los caninos en
estado salvaje tienen un rígida estructura social y jerárquica, lo
que les permite proteger a la manada. Existen siempre un macho y
una hembra dominantes que supervigilan al resto de animales del
grupo y que constantemente reafirman su posición de dominancia con
manifestaciones agresivas como mordeduras a nivel del cuello de
los animales socialmente inferiores (¡ cuidado entonces con esos
“cariñosos” apretones que nosotros y nuestros hijos solemos dar a
nuestro perro!)
Todos los
miembros de la manada protegen su núcleo frente a extraños,
defienden su comida y su territorio y crían a sus cachorros
confinados dentro de los límites protectores del grupo. Además
demuestran su posición a través de su lenguaje corporal y de
posturas determinadas.
Durante sus
primera trece semanas, los cachorros se adaptan a la rigidez de la
manada y los adultos suelen ser tolerantes con el comportamiento
de los jóvenes, es por eso que los perros tienden a tolerar más
las expresiones de afecto y caricias de los niños, pero sólo hasta
un límite …. porque en determinado momento – al crecer y dejar
de ser “cachorro” – ese niño se convertirá en un “competidor”
social dentro de la “manada”. No es casualidad que la mayor parte
de las agresiones sean perpetradas por animales machos jóvenes y
las sufran los varones en edad escolar.
Por otro lado,
cuando un perro es insertado en una “manada” humana (familia), los
límites jerárquicos y de grupo están menos definidos. Nosotros
permitimos que “intrusos” penetren en nuestro territorio y se
acerquen a nuestros “cachorros”, compartimos nuestra comida y
demostramos nuestro afecto con apretones, abrazos y besos
(“mordidas” en la lectura del animal). Todos ellos son esquemas
corporales del ejercicio de dominio y preludios de potencial
agresión para la mascota.
Tanto el perro
como el humano pueden, por lo tanto, malinterpretar conductas
perfectamente normales para cada especie: nosotros ignoramos el
comportamiento básico de un predador y el perro confunde la
interacción humana con agresión.
Alergias
Según estudios
realizados, se calcula que alrededor del 6% de la población
general es alérgica a algún animal.
El gato es el
anima doméstico implicado con mayor frecuencia en los casos de
alergia, seguido en segundo lugar por los perros. Esta diferencia
se da probablemente porque la capacidad de alergizar a una persona
depende en alguita medida de la raza del perro, diferencia que no
se observa en los gatos. En otras palabras, existen razas de
perros que tienen mayor propensión a generar alergia entre las
personas susceptibles, mientras que la raza del felino no influye
en esta particularidad.
Los alergenos
del gato y del perro se eliminan preferentemente por la saliva,
la orina y los lubricantes que en la piel poseen estas mascotas,
de tal manera que el pelo y las escamas dérmicas de los animalitos
se verán impregnadas por el recambio natural que sufren, tiene
capacidad de ser inhalados o entrar en contacto con el alérgico.
Este contacto permite el desarrollo de la inflamación persistente
de los órganos de la persona susceptible y los consiguientes
síntomas, característicos de la enfermedad.
Es posible
gracias a las pruebas que los Médicos Alergólogos realizan,
determinar si una persona es o no sensible a una especie animal.
Este diagnóstico es de fundamental importancia en estos casos,
puesto que siempre surge la pregunta de si la mascota de la casa
debe ser retirada del ambiente familiar en el caso que alguno de
sus miembros sea alérgico.
En la
eventualidad de que dicha persona esté ya sensibilizada frente al
animal, la respuesta será siempre sí. Es decir, deberá limitarse
en la medida de lo posible el contacto del enfermo con el animal
causal, además de usar inmunoterapia específica, en los casos
pertinentes, para disminuir la sensibilización ya presente.
Pero si no
existen evidencia concretas de la relación enfermedad – animal, no
tiene mucho sentido proscribir a la presencia del animal casero.
Mas bien, se tomarán medidas ambientales de cuidado, tratando de
prevenir la sensibilización posterior (son de ayuda, por ejemplo,
el baño frecuente del animal, mantenerlo fuera de la casa y evitar
alfombras y otros elementos que retengan el pelo de los animales.
Para terminar,
vale recalcar que en los últimos años ha venido tomando fuerza la
“Hipótesis Higiénica” del desarrollo de las alergias, que, entre
otras cosas sostiene que la exposición precoz a animales sería un
factor de protección para los pacientes genéticamente susceptibles
de desarrollar la enfermedad alérgica. Por ejemplo, siempre y
cuando no tenga ya síntomas relacionados con la exposición a
animales.
¿Mascotas en
casa?
Escoger una
mascota depende de factores como el especio y tiempo que se
tengan para cuidarla adecuadamente, además de consideraciones como
la presencia de sensibilización alérgica en algún miembro de la
familia.
Además, no se
deben olvidad los elementos de prevención frente a zoonosis y
eventuales agresiones por parte de los animales.
Con la
atención adecuada una mascota en la casa será siempre un motivo de
alegría y buenos momentos para todos.
Autor:
Dr. VITERI ACAITURRI MANUEL ALERGOLOGO
PEDIATRA
Centro Médico San Jorge - Cons 5, Calle 3era Oeste #103 y Av.
San Jorge, Kennedy Vieja. Guayaquil, Ecuador.
Teléfax:
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