Es que la población
de tercera edad encuentra cada vez más oportunidades de equilibrar
sus ´´achaques´´ y disfrutar todo aquello que ofrece la comunidad
para utilizar esta válvula de escape a la cotidianidad. Porque según
los entendidos en la materia el turismo trae algunos beneficios como
el huir de la rutina, el conocer gente nueva, y por tanto hacer
amistades, cultivar valores, y finalmente apreciar y redescubrir el
gusto por lo bello, lo bueno, lo espiritualmente grande.
Visto de esa manera
resulta muy atractivo y sencillo de practicar, sin embargo, la
realidad resulta distinta en países como el nuestro en los que,
aunque existe una gran variedad de espacios y folclor, el
envejeciente encuentra limitantes como el económico que es muy
pesante a la hora de escoger destinos y armar maletas.
De una
investigación realizada pacientemente a lo largo de estos años
resulta que hay una diferencia de género en la elección de los
lugares, en las preferencias de horarios y en la extensión de las
giras. A los varones les agrada menos pasar más de 2 días fuera del
hogar, encuentran aburrido los recorridos que implican detenerse y
detalles, y se cansan de acuerdo al tipo de transporte. A las damas
les encanta bajarse y conversar, no les importa la clase de la
travesía y saben superar inconvenientes que se presentan en el
trayecto.
En lo que coinciden
es en el deseo de conocer el propio medio y en el interés por esta
nueva forma de desplazarse que se denomina el TURISMO SOCIAL, que
difiere por suerte del clásico en múltiples aspectos como la
metodología que es nada convencional, puesto que privilegia lo
personal en cuanto a la satisfacción de necesidades (alimentación y
salud), propicia la participación activa y respeta sus motivaciones,
y lo principal, no tiene fines de lucro.
En otras palabras actualmente y con esta estrategia
cualquier lugar es pretexto para visitar, bajo este concepto
novísimo, un museo, una hacienda, un mall es el pretexto genial para
organizar excursiones, circuitos, recorridos y hasta viajes
internacionales. Con ese fin se han organizado CLUBES DE TURISMO
PARA AÑOSOS que 20 años atrás ni se soñaban, que de seguro
permitirán hacer real el axioma de que “nadie debe partir, sin antes
haber conocido el lugar que siempre soñó”