La segunda semana
de Abril del año que
decurre se llevó a cabo en Madrid la II ASAMBLEA MUNDIAL DEL
ENVEJECIMIENTO convocada por la ONU, en la que se volvió a
plantear el tema de la explosión demográfica en el
área de los ultrasexagenarios. Se sostuvo que en el
2.025 una de cada cinco personas estará en la sexta década de
vida, y en el 2.050 serán más numerosas que los menores de
15.El Ecuador no escapa al fenómeno, tanto así que el
último censo confirma el porcentaje conocido hasta el
momento, esto es, que el 6% de los habitantes pasan de los
sesenta, pero lo preocupante es que la proyección del
crecimiento de esa franja poblacional es de uno por mil.
Un mapa universal longevo implica un cambio en
el orden social
constituido, por ejemplo, en la legislación jubilar, en la
conformación de las comunidades,en el sistema asistencial,y
hasta en el tipo de actividades recreacionales.
En países en vías de desarrollo como el nuestro en
los que no existen más de 6 médicos especialistas en
Geriatría,y en los que las universidades no contienen en su
pensum a la Gerontología como materia en facultades claves
(Medicina, trabajo Social, Enfermería, Sociología, Psicología,
etc.),las
repercusiones socioeconómicas se verán a muy corto plazo, y van
a ir desde el costo de la atención médica, hasta el valor de la
pensión de
retiro, pasando por un aumento de la soledad, el abandono, la
pobreza, y en general de la tasa de suicidios.
En consecuencia, la ONU al finalizar la Asamblea en mención
entregó un documento en el que urge a los gobiernos del planeta
a cumplir con el Plan de Acción establecido desde 1982,en todas
sus partes, y además hace un llamamiento especial al continente
Latinoamericano para que atento a las consecuencias que esta
problemática ha traído en Europa, las prevenga desde ahora.
Nos toca pues esperar pacientemente que la alerta sea tomada en
serio entre otras necesidades inmediatas urgentes que nos
atormentan.