Las
zonas genitales que están más afectadas son:
cuello del útero, vagina, vulva y ano.
En la vagina y piel anogenital externa, el virus del papiloma humano,
desarrolla lesiones grandes que pueden unirse entre sí, formando un
conglomerado que puede llegar a
afectar una superficie importante del aparato genital femenino.
La
presencia de verrugas genitales puede en ocasiones crecer lo suficiente para causar molestias importantes que incluyen picazón
intensa, infección y hemorragias producidas por las bacterias acumuladas entre
las verrugas; estas verrugas pueden crecer tanto que toman el aspecto de una
coliflor.
Es
conveniente examinar la totalidad de los
genitales, desde el cuello del útero hasta la piel del margen del ano. Además hay que tomar en cuenta la posibilidad de la
presencia de otras enfermedades transmitidas sexualmente y realizar los estudios
apropiados para descartarlas.
Durante
el tratamiento los pacientes deben mantener sus genitales limpios, secos y no
mantener relaciones sexuales a no ser que la pareja utilice preservativo o condón.
El tratamiento puede ser realizado con podofilina al 20 o 25 %, destrucción
electroquirúrgica o con vaporización con láser.