Autor:
Dr. Jorge Atilio Olmos
Servicio de Gastroenterología,
Hospital Italiano
Buenos Aires, Argentina |
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MEDICINA BASADA EN EVIDENCIA |
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Mis estudiantes se desaniman cuando les digo
“la mitad de lo que usted ha aprendido como
estudiante de medicina se demostrará dentro
de 10 años que está equivocado. Y el
problema es que ninguno de sus profesores
sabe que mitad es”. Esto lo decía a sus
alumnos el doctor Sydney Burwell, Decano de
la Universidad de Harvard hace más de 40
años. Ya en ese entonces se conocían los
cambios dramáticos que sufría la ciencia
médica y que tenía impacto no solo en el
concepto sino también en el manejo de los
pacientes.
Ya a partir de la década del 50 comenzó el
desarrollo de los grandes ensayos clínicos,
siendo entonces el uso de la estreptomicina
en la tuberculosis el primero de ellos, que
puede ser recordado como fundacional. A
partir de entonces los médicos contamos con
una información invalorable no solamente del
tratamiento de las diversas enfermedades,
sino también de un análisis comparativo de
las diferentes estrategias diagnósticas y
terapéuticas. Mucho ha contribuido a esta
situación la importante mejora en los
diseños de la investigación clínica, como
también los análisis secundarios de la misma
tales como las revisiones sistemáticas y los
metaanálisis.
El médico actualmente se encuentra ante una
situación crítica, por un lado dada por la
gran producción de trabajos de investigación
y por el hecho en este contexto de
mantenerse actualizado. De hecho, ha sido
considerado que tener conocimiento sobre la
información relevante para nuestra práctica
clínica, un médico debería leer no menos de
19 artículos por día durante los 365 días
del año. Esto por supuesto que es
absolutamente imposible de llevar a cabo.
Afortunadamente, junto al número creciente
de publicaciones en la literatura médica, ha
habido un avance significativo en la forma
de acumular y comunicar la información a los
profesionales a través del perfeccionamiento
de las bases de dato informatizadas y el
acceso a través de este medio de la
investigación clínica reciente. Estos
elementos han sido sustanciales en cambiar
la mirada epidemiológica del médico que
entonces puede basar sus decisiones diarias
en los conocimientos científicamente
demostrados.
El viejo paradigma se basaba en los
criterios de autoridad, los cuales están
fundamentados exclusivamente en la
experiencia clínica no sistemática y la
intuición, el conocimiento de la
fisiopatología como elemento suficiente para
la práctica clínica, el empirismo y el
sentido común. Es bien conocido que la
experiencia clínica, la intuición, el
sentido común y el conocimiento de la
fisiopatología son elementos esenciales para
que un médico pueda desarrollar la práctica
clínica, pero por supuesto que esto solo no
alcanza. El médico moderno debe
necesariamente consultar regularmente la
literatura médica para poder tomar las
decisiones más apropiadas para beneficio de
sus pacientes. Sin embargo, existen
dificultades para esta situación ya que
existe una falta de información apropiada en
el punto donde el médico va a tomar las
decisiones. Además no se puede confiar en la
difusión pasiva de información para mantener
al médico al día considerando que hay mas de
2.000.000 de artículos publicados por año.
Por otro lado, se calcula que un médico
clínicamente activo que ve entre 20 y 30
pacientes por día se le plantean
aproximadamente 100 pequeños interrogantes
relacionados con respuestas que debe dar
ante los problemas de salud de sus
pacientes. Un problema aún mayor, es que
solamente el 15% de las intervenciones
médicas están avaladas por evidencias de
buena calidad, según lo reportado
oportunamente por el British Medical
Journal.
En este punto podemos definir la medicina
basada en evidencia de acuerdo a la forma en
que la puntualizara su mentor el Dr. David
Sackett. El la definió como un continuo
proceso de aprendizaje que busca integrar la
experiencia clínica individual con la mejor
evidencia externa o extrapolable disponible
para aplicarla en la atención de nuestros
pacientes. Es decir poder encontrar la mejor
información disponible, evaluarla
críticamente en cuanto a su validez y
utilidad para entonces aplicarla en nuestra
práctica clínica habitual. Es decir que
necesitamos integrar la experiencia clínica
con los mejores niveles de evidencia para
ofrecérselos a nuestros pacientes, quienes
van a ser los beneficiarios de la misma.
Para llevar a cabo la medicina basada en la
evidencia, necesitamos inicialmente
convertir la información que requerimos en
preguntas que puedan ser respondidas. A esta
pregunta debemos someterla a un sistema de
búsqueda bibliográfica con el máximo de
efectividad, para obtener la mejor evidencia
disponible y por último realizar una
evaluación crítica de la bibliografía
encontrada en cuanto al nivel de evidencia
para ver si la misma es válida y aplicable a
nuestros pacientes. Cuando encontramos esta
información científica, la primer pregunta
que nos surgirá es si los resultados del
trabajo encontrado son válidos, es decir si
el trabajo muestra la verdad en si mismo o
en otras palabras, si tiene validez interna.
La segunda pregunta es si los resultados de
ese trabajo valido individual son
importantes, no solamente por análisis
estadísticos tales como el valor de p, sino
que si son relevantes desde el punto de
vista clínico. Y la tercer pregunta es si
esos resultados válidos e importantes son
aplicables o extrapolables a mi paciente en
el lugar geográfico y en el punto donde
tomaré las decisiones, es decir si tiene
validez externa. De hecho un aspecto
imprescindible ante la toma de decisiones es
la cuantificación del efecto, por ejemplo de
una droga u otra intervención. En este
sentido, no es suficiente saber que una
terapéutica determinada aporta un beneficio
sino que debemos saber cuanto disminuye el
riesgo la administración de la misma. Por
ejemplo, se sabe que la recaída al año en
los pacientes con ulcera duodenal y
helicobacter pylori positivo es del 60% sin
mediar ningún esquema terapéutico y este
riesgo basal disminuye al 10% luego de
erradicar a la bacteria con un tratamiento
antimicrobiano. Por supuesto que además
deberemos tener información sobre la tasa de
riesgos que implica realizar esta
intervención así como la evaluación
económica de la misma, que en la práctica
clínica son los análisis secundarios de
costo-efectibidad para tomar la decisión de
aplicar o no dicha intervención.
Algunos médicos con gran experiencia clínica
encuentran en la medicina basada en
evidencia una situación de desconfianza, ya
que sospechan que la misma puede
concentrarse en un manual de recetas y ven
como riesgoso limitar la práctica clínica
solo a conductas basadas en evidencias
estadísticas.
Sin embargo, y para desmitificar estos
temores el propio Sackett en su libro
titulado “Como practicar y enseñar la
medicina basada en la evidencia”, se encarga
de puntualizar qué cosa no es la medicina
basada en evidencia. Y aclara perfectamente,
que la medicina basada en evidencia no es
una medicina elitista, ni matemática, ni
imposible de practicar. Que no es algo que
surja espontáneamente si uno no se lo
propone y que definitivamente no es un libro
de recetas para ejercer la medicina. De
hecho, la medicina basada en evidencia
refiere Sackett, necesita ser extrapolada a
la unidad del paciente individual, donde se
deben tener en cuenta aspectos tales como la
biología, valores, etc. Y además trasladar
los resultados de grupos que son los de las
publicaciones a individuos que son los que
vemos en la práctica clínica. Además,
Sackett dice que esta no es una medicina
para la contención de costos de los sistemas
de salud, sino que a veces incluso los
costos pueden aumentar cuando se persigue la
eficacia de la intervención, para nuestros
pacientes y por último la medicina basada en
evidencia no se limita solamente a los
ensayos clínicos o a los metaanálisis.
En síntesis, y parafraseando al padre de la
medicina basada en evidencia, el Dr. David
Sackett, refirió “si usted quiere practicar
la medicina basada en evidencia lo logrará
combinando 2 actitudes: transformarse en el
mejor colector de datos de la historia
clínica y el examen físico que pueda hacer,
súmele luego transformarse en el más
correcto indicador y aplicador de estudios
diagnósticos y terapéuticos que pueda lograr
y consolídelo en su evolución hacia un
médico clínico efectivo, eficiente,
cuidadoso y compasivo”.
Imágenes adjuntas
Médico Tratando de buscar la información
disponible en la bibliografía con la
intención de conseguir el mejor trabajo
disponible (mejor pez) y sin embargo puede
encontrar o no lo que intencionalmente
deseaba (zapato).
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