Autor: Dr. Ignacio Hanna-Jairala
Gastroenterólogo
Jefe
del Servicio de Endoscopía del
Hospital Alcívar
Teléfono: (5934) 2344259
Guayaquil, Ecuador |
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SOPORTE NUTRICIONAL EN EL PACIENTE
TRAUMATIZADO |
Se define a la
desnutrición como cualquier alteración
metabólica, funcional o de la composición
corporal que se produzca por la
incorporación inadecuada de nutrientes. En
los pacientes hospitalizados la desnutrición
prolonga tiempo de internación, aumenta
morbilidad e incrementa los costos.
Estudios
realizados en los EEUU indican una
prevalencia de desnutrición hospitalaria que
oscila entre 30 y 50 %.
En los pacientes traumatizados, la
desnutrición origina complicaciones
nefastas, entre las cuales se destacan la pérdida
de peso corporal y masa muscular,
la cicatrización
lenta de las heridas,
el deterioro de los mecanismos de inmunidad,
la aparición de falla
multiorgánica
y el incremento del
tiempo de internación
hospitalaria, los costos y la mortalidad.
La respuesta metabólica de los pacientes
traumatizados contempla dos fases; la
primera es la fase conocida como ebb, que se
observa en la primeras 48 horas y en la cual
se produce un ahorro de energía mediante una
disminución del gasto
cardiaco, del consumo oxígeno, de la presión
arterial y de la perfusión tisular. A este
período le sigue la fase flow, en la cual
aumenta el gasto de energía a expensas del
aumento de la producción de catecolaminas,
glucocorticoides y glucagón y de la
liberación de citoquinas, mediadores
lipídicos y proteínas de fase aguda. La
pérdida de masa corporal y proteínas y el
deterioro de las funciones corporales dan
como resultado la aparición de desnutrición
aguda.
La restitución de nutrientes en el paciente
traumatizado, debe hacerse considerando un
aporte elevado de proteínas, que no debe ser
menor de 1,2 g/Kg/día en casos de estrés
metabólico severo. Por este motivo se debe
indicar fórmulas con una relación baja entre
calorías no proteicas y gramos de
nitrógeno.
Si bien fue controversial durante años
anteriores la vía de elección para la
administración de los nutrientes, hoy en día
se considera como primera elección a la vía
enteral. En un meta-análisis que revisó 2430
pacientes de 30 ensayos clínicos, se observó
una diferencia significativa a favor de la
nutrición enteral sobre la parenteral, al
disminuir tanto el porcentaje de infecciones
como el tiempo de hospitalización.
Otro punto que ha generado discusiones es el
momento de alimentar a los pacientes. En la
actualidad se prefiere la nutrición
temprana, que es aquella que se inicia en
las 36 horas que siguen a la
hospitalización, el trauma o la lesión, por
considerar que disminuye la morbilidad,
provee los nutrientes requeridos durante el
estrés metabólico y mantiene integridad del
tracto gastrointestinal.
También ha sido motivo de debate si la
alimentación debe realizarse en el estómago
o en el intestino delgado. Si bien existen
evidencias que sostienen que la alimentación
efectuada en el intestino delgado disminuye
el porcentaje de neumonías por aspiración,
existen autores que manifiestan que con la
alimentación intragástrica se obtienen
resultados similares si se practica con un
control riguroso.
En los últimos años se ha evidenciado una
tendencia a la utilización de
inmunonutrientes como una forma de
enriquecer las fórmulas nutricionales. Entre
los más promocionados encontramos a la
glutamina, la arginina y los ácidos grasos
omega 3.
Si bien, estos nutrientes se han propuesto
como antioxidantes potentes y reductores de
la respuesta inflamatoria sistémica, las
evidencias no muestran suficiente fortaleza
como para recomendar su utilización de
manera rutinaria e inclusive existen
trabajos que sugieren que aminoácidos como
la arginina empeoran el pronóstico de los
pacientes metabólicamente estresados.
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