Conceptos que se Confunden, Niveles de
Litio en Sangre y Enfermedades Psiquiátricas
De unos
meses a la fecha se escucha con mayor frecuencia que algunos profesionales
de la salud, están considerando el valor del litio en sangre (Litemia)
como una manera muy poco ortodoxa de apoyarse en el diagnostico de un
trastorno depresivo, con lo que se está consiguiendo confundir a una buena
parte de los médicos y se está generalizando en la comunidad algo que se
podría calificar muy bondadosamente como “una clase mal entendida”. El
Litio es un metal que no se halla libre en la naturaleza, hasta la
actualidad se desconoce su función fisiológica en el organismo, en el que
normalmente se halla en una concentración sérica de 10 a 20 nanogramos por
litro. El efecto farmacológico de las sales de Litio (carbonato, citrato,
sulfato, acetato, glutamato y gluconato), fue dado a conocer en 1949
gracias a los estudios de Cade (Lithium salt in treatment of phychotic
excitement. Med J Aust 1949;2:349-352) y a partir de 1954, Shou empezó a
determinar los niveles plasmáticos de litio, reconociendo sus efectos
clínicos en la fase aguda del trastorno bipolar en su etapa maníaca y en
la reducción de la frecuencia y gravedad de las recidivas de dicha
enfermedad mental.
Es
recién en 1970 que la FDA (Food and Drug Administration) aprueba en los
Estados Unidos la utilización clínica del litio en los trastornos
bipolares que para entonces todavía se denominaban como psicosis
maniaco-depresiva. Las sales de litio, pusieron un punto de partida para
el estudio de la farmacología de sustancias capaces de modular las
fluctuaciones patológicas del humor y del ánimo que hoy en día son
llamadas de manera general “estabilizadores del ánimo.”
Solicitar una litemia en una persona que no está recibiendo alguna de las
sales de litio es algo inútil, puesto que se trata de un metal pesado que
nuestro organismo mantiene en cantidades mínimas y el examen sanguíneo del
nivel de litio fue diseñado para monitorear su valor en las personas que
habiendo sido diagnosticadas clínicamente de un trastorno bipolar se las
somete a la prescripción de litio diaria, por lo que nos vemos obligados a
vigilar estos valores ya que podrían convertirse en tóxicos, (un mEq de
litio, equivale a 37 mg de carbonato de litio por vía oral).
Las
indicaciones psiquiátricas para el uso de litio son muy claras y
específicas y su valor terapéutico se alcanza entre 0.5 y 1.5 mEq por
litro. De esta medicación se benefician los pacientes diagnosticados de
trastorno bipolar I y II, trastorno depresivo recurrente, trastorno
esquizoafectívo y trastornos de personalidad emocionalmente inestables.
Son tambien de utilidad para potenciar el efecto de los antidepresivos en
el tratamiento de la depresión resistente, en el trastorno
obsesivo-compulsivo, en los síndromes orgánicos, en la agresividad
crónica, en la conducta antisocial, en la impulsividad y también para
aminorar el nerviosismo y la excitabilidad en el 50 % de los paciente con
esquizofrenia. Además de lo anterior, el Litio tiene algunas indicaciones
clínicas no psiquiátricas como la hiperuricémia, la gota, la litiasis
renal, la tensión premenstrual, la enfermedad de Meniere, la parálisis
hipocaliémica y la migraña (en especial la cefalea en racimo).
En los
sujetos sanos que no toman litio, las concentraciones en sangre son tan
bajas que prácticamente están libres de efectos psicotrópicos, sin
embargo, al administrarles litio a estos sujetos sanos, se ha informado de
un estado disfórico subjetivo, indiferencia, astenia, ligero deterioro de
la función mnésica global e hiporeactividad al ambiente y por último
alteraciones neurofisiológicas en el electroencefalograma.Lamentablemente
aún no se cuenta en el medio psiquiátrico con predíctores clínicos,
bioquímicos o funcionales que puedan utilizarse como ayuda en el
diagnóstico de la depresión y por ahora, la herramienta más útil y vigente
que tenemos a la mano sigue siendo la clínica.