Aspectos
emocionales en el paciente Quirúrgico
Psc.
Teresa Baquerizo
La ciencia médica trata de las relaciones entre salud y enfermedad, el arte de la medicina se preocupa de las relaciones entre
seres humanos[1]
INTRODUCCIÓN
Lo emocional de un
paciente quirúrgico lo podemos entender desde los tres aspectos que entran en
relación:
Los cirujanos, quienes conciben que
su actividad dentro de la medicina, es un arte, siendo su escenario el cuerpo del
paciente.
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El paciente por ser un
humano, es inteligente y libre, corporal, social y espiritual; no es solamente un
mecanismo biológico, compuesto de tejidos, órganos y sistemas.
La enfermedad como
entidad que altera íntegramente a la persona que la padece
Así, el paciente,
dueño del cuerpo sobre el cual el médico interviene, percibe lo que le sucede desde la
totalidad de su ser; la atención que se le otorgue debe contemplar la diversidad de sus
necesidades: biológicas, psicológicas, sociales y espirituales (de carácter ético y
religioso); la atención, entonces, deberá
tener en cuenta estos factores que provienen, no tanto del cuerpo enfermo, sino del sujeto
que sufre la enfermedad.
Tomar en cuenta estos
aspectos determinan la calidad de la actuación profesional, además marca un estilo
particular de atención y de relación entre un sujeto que sabe y otro que busca el
beneficio de ese saber.
LA AFECTACIÓN PSICOLÓGICA QUE PRODUCE LA CIRUGÍA
Las necesidades
emocionales del paciente estarían determinadas por su capacidad de adaptarse a las
situaciones que le representen peligro, de adaptarse al riesgo que la cirugía represente
y al enfrentarse a temores y ansiedades asociadas con acontecimientos de su historia.
La enfermedad y el proceso quirúrgico, leve o grave, trae consigo una serie de
pérdidas: intimidad, autodeterminación,
rutina diaria compañía, confort de hogar, imagen corporal.
Se da un efecto de dificultad en cualquiera de las distintas etapas de la
experiencia quirúrgica, desde el momento de la indicación de la operación hasta cada
alternativa del proceso. Por ejemplo, los
principales temores surgen en torno a: la
anestesia general, a no despertar, a la
pérdida del control consciente de la situación, a
la sensación de indefensión; la
vivencia de pasividad y dependencia; a la
herida que marca el cuerpo; a la pérdida del
órgano; a la irrupción de la intimidad; al dolor; a no quedar como antes; a no ser aceptado.
Otras preocupaciones son fuente también de ansiedad pre operatoria y están
ligadas a la aceptación de la realidad del cuerpo que se lo percibe vulnerable y mortal; así como la posibilidad de daños en la imagen
corporal como consecuencia de la cicatriz que queda como marca.
El impacto emocional
puede variar de acuerdo al carácter de la cirugía, si ésta es reparadora o mutilante. Aunque se tenga la seguridad de la finalidad
curativa de la cirugía, sin embargo, se vive el proceso como de amenaza a la integridad
física y por eso se dan con frecuencia también los temores de fragmentación corporal.
Surgen fantasías y
temores relacionadas al órgano que va a ser intervenido,
pues éste tiene un significado que puede estar ligado a la funcionalidad o a otras
capacidades, por ejemplo, en cuanto compromete la identidad del paciente. Es el caso de órganos vinculados con la
sexualidad, la reproducción, la capacidad intelectual o funcionalidad física, etc.
Muy importante es tener en cuenta el tiempo que
tome el proceso quirúrgico en su totalidad, incluida la rehabilitación, pues este tiempo
será el que facilite o dificulte la recuperación pronta y equilibrada, tomando en
consideración los aspectos emocionales. En
un proceso prolongado hay mayor deterioro
tanto físico como mental o emocional, pues
no todas las personas tienen la misma capacidad de tolerancia ni están todos preparados
para aceptar nuevas dificultades.
Son quejas frecuentes
la pérdida de la intimidad, la vergüenza por la desnudez, pues son aspectos que se viven
como atentatorios al pudor.
La pérdida de la
autonomía y funcionalidad y, en ocasiones, la excesiva pasividad del proceso son otras de
las circunstancias que dan motivos a malestar.
El ambiente
hospitalario frío y ajeno, lleno de ruidos extraños que marcan cada pulsación del
cuerpo o diferentes funciones orgánicas son factores que producen ansiedad y que
recuerdan constantemente la enfermedad.
LA ENFERMEDAD Y EL PROCESO QUIRÚRGICO
El paciente está expuesto, en el plano objetivo a las condiciones propias de la
enfermedad, y a los factores que actúan después, asociados con la enfermedad.
En el plano subjetivo o personal el paciente está expuesto a las
predisposiciones hereditarias que no son modificables y, en algunos casos, limitan o
restringen la terapia; está expuesto
también a las influencias de los sucesos infantiles, que pertenecen al pasado, y que no
se pueden deshacer u olvidar; y, a la
frustración real, por dichos sucesos, ya sea privación del amor, pobreza, discordias
familiares, etc.
El impacto de la enfermedad depende del significado que se le otorgue y como se
la ubique dentro del contexto personal.
RELACIÓN
MÉDICO
PACIENTE
La respuesta del
sujeto al que se le propone la intervención quirúrgica, como alternativa de curación,
dependerá de cómo el profesional defina la relación médico paciente. En esta relación profesional es donde
naturalmente se manifiesta la ansiedad producida por el proceso; no debe dejarse al azar, a la improvisación o a
la intuición.
La reacción o la respuesta de la persona que debe enfrentarse a
vivir la situación de cirugía está en relación directa con su estilo personal de
responder a las diferentes circunstancias de su vida;
estas respuestas son variadas, y van desde las respuestas consideradas
normales, hasta las de tinte patológico.
Para las primeras, el cirujano, concediendo
tiempo y atención personalizada a su paciente puede generar aceptación. Ante la segunda alternativa debe estar cauto
y observar el alcance de las mismas para que no se salgan de su control. Entre ellas, tenemos las[2]
Respuestas de
pasividad y dependencia extremas; cuando un
paciente refiere doctor, yo estoy en sus manos, lo que usted diga se hará; ¿ qué le puedo decir?. El profesional quedará encantado con la confianza
dada, no va a percibir que se trata de una
actitud muy infantil, en la que toda la responsabilidad será de él; ante cualquier eventualidad deberá enfrentar
reacciones desorganizadas, por parte del paciente y de su familia, quien lo hará único
responsable de la situación.
La contestación
oportuna ante una situación de este tipo será la que le permita al paciente participar
activamente en el proceso, eligiendo lo elegible, como parte interesada. Lo que tendrá el cirujano en sus manos, no será
la salud del paciente, sino únicamente el bisturí;
a la enfermedad tendrán que combatirla juntos.
Respuesta de tipo
melancólico: yo esto lo sabía, ya me
lo imaginaba, y ahora ¿ qué será de
mí?
El paciente da por seguro lo
peor. La actitud es de entrega pasiva no al
profesional sino al destino, a la fatalidad, más en el fondo culpa y castigo.
Ante este tipo de
pacientes, el médico deberá diferenciar entre la depresión reactiva o la personalidad
melancólica; será necesario tener en cuenta
antecedentes psiquiátricos, familiares, consumo de fármacos.
La respuesta fóbica: no doctor, no me operaré, tengo miedo de
morir, de no despertarme, de que me pase algo durante la operación. La actitud pesimista, no es de resignación,
como la anterior respuesta melancólica, sino de terror y deseos de fugarse.
Respuesta
contrafóbica: vea doctor, si hay algo
que hacer, hay que hacerlo enseguida, mientras más pronto mejor. Si se examina a este paciente se encontrará
taquicardia, piel húmeda, temblor, etc. El
cuerpo denuncia el temor negado por la mente.
Ante situaciones
como ésta el profesional no debe dejarse apresurar, más bien tomar las cosas con la
calma correspondiente, sin olvidar detalles.
Respuesta maníaca: no puede ser doctor, si yo siempre he sido
sano. Hace poco que tengo esta molestia, ¿
está seguro? En este caso lo que
se niega no es el riesgo de la cirugía sino la misma enfermedad. Este paciente demorará en regresar al
consultorio, en realizarse los exámenes complementarios, incluso podrá no aparecer.
Respuesta histérica: en donde el paciente hará un drama de su
situación, y convertirá al cirujano en su héroe y a la familia en sus espectadores. No va a manifestar sus miedos mediante la huida,
sino por medio de síntomas de conversión somática, difusos: dolores inespecíficos, taquicardia, etc.
Este estilo de
respuesta del paciente, obliga al cirujano a ir descartando, a veces con dificultades, uno
a uno el origen orgánico de las complicaciones. En estos casos el profesional afable, con toda cordialidad, tratará de no caer en el
juego seductor de su paciente, y se mantendrá alerta para no plegarse a su voluntad.
Respuesta paranoide: doctor usted me examinó hace poco tiempo y
no me dijo nada; será que el diagnóstico
anterior no era apropiado. ¿ Es necesaria la
operación?.
Se evidencia una
gran desconfianza por parte del paciente, quien se siente perjudicado por la propuesta,
creándose un clima de agresión que llega a involucrar al personal auxiliar, al médico,
etc., ante cualquier dificultad.
Ante este paciente, el
médico debe documentar sólidamente su propuesta, sin traspasar el límite del
sometimiento. Es necesario no enojarse y
comprender que de lo que el paciente desconfía es de sus propias capacidades para hacer
frente a la situación y no del médico quien
es solo objeto de las proyecciones del paciente.
Respuesta obsesiva: es el prototipo de paciente controlado, y
razonador.
El médico no debe dejarse
engañar por el aparente equilibrio y tranquilidad de su paciente; el miedo es muy intenso y lo controla mediante su
excesivo control y rigurosidad. Lo hacen
candidato a una gran tensión con todas sus complicaciones, puesto que el acto quirúrgico
y la anestesia le impiden ejercer el control que desea.
Este paciente necesita
sentir, con tendencia a prolongar la conversación sobre aspectos técnicos y no hablar de
sus temores. A veces una mano en el hombro,
en el momento oportuno, puede resquebrajar la coraza de estos pacientes.
Respuesta
hipocondríaca:
este paciente, con
sus síntomas complicados y múltiples, su desconfianza, su conocimiento de la patología
y de las contraindicaciones de la medicina, es la pesadilla para algunos médicos. El cirujano se erige en su salvador, es la forma
de demostrar que tenía razón. Aunque
proteste verbalmente, sin embargo su rostro transmite gran satisfacción ante la
indicación quirúrgica.
El peligro con estos
pacientes es extralimitarse en la indicación e importancia de la operación.
LA
COMUNICACIÓN
Todo proceso de
adaptación emocional demanda un proceso de información.
Aún antes de
que se plantee la necesidad de la operación, el conocimiento de los distintos tipos de
reacciones psicológicas de los pacientes brinda elementos útiles en la anamnesis de cada
enfermo para una mejor interpretación de los datos obtenidos[3]
Cuando el médico conoce la estructura del psiquismo puede entender que:
- un enfermo que transgrede indicaciones suele estar negando la realidad de su
enfermedad porque ésta le resulta muy difícil de sobrellevar
- un paciente con rasgos maníacos puede tener un subregistro del dolor y
enmascarar síntomas importantes de ser tratados a tiempo
- un paciente negador que parece muy tranquilo puede demorar aceptar la
indicación por miedo
- En todo caso, es
importante y resulta beneficioso indagar con tacto los temores y las preocupaciones, que
por lo general no son de fácil relato, sólo se logran conocer cuando se ofrece un
espacio apropiado para ello. Así como contar
con el consentimiento del paciente para el procedimiento a se va a realizar.
El valor que se da a
la información y al consentimiento por parte del paciente tiende a resaltar su autonomía
y su capacidad para resolver y decidir sobre su futuro y sobre los tratamientos que
recibirá. Se evita el paternalismo médico
que en ocasiones es autoritario y hasta omnipotente.
Con respecto a la información, es frecuente que como el paciente está
presionado por malas noticias y por una realidad amenazante, sus mecanismos psicológicos
de defensa le impidan que escuche o que comprenda la información.
CONCLUSIONES
Cuando un paciente acude a un tratamiento médico lo que pide, además de que se
le resuelva su situación de malestar físico, es que le provean de atención humana, para
impedir el desequilibrio y para sostener su dignidad.
Con atención humana el enfermo quiere que el profesional le
demuestre interés a él como una persona total, integrada no solamente por un cuerpo
quebrantado físicamente, sino también como alguien que siente y piensa. En ocasiones junto con sus síntomas orgánicos y
sus quejas confusas le está diciendo demuéstreme que le intereso,
preocúpese de mí, de lo que siento, y pienso.
Mediante la comunicación, apoyo, demostrando paciencia, acompañándolo,
incluyendo a la familia más cercana, el profesional previene recaídas que pueden ser
peores que la enfermedad misma.
En ocasiones el enfermo quiere que el médico o sus cuidadores se pongan en su
lugar, para que sientan las mismas sensaciones confusas y deprimentes.
Los factores
emocionales, la estructura de la personalidad la dinámica familiar y la enfermedad misma,
tienen un papel muy importante en la relación del médico con su paciente. Entonces, al comprender como el paciente se
trastorna por los síntomas de la enfermedad, pueden prevenirse desencadenamientos de
otros síntomas que interfieren el proceso de recuperación de la cirugía.
Por otra parte, y por el lado del médico, éste también está expuesto a las
consecuencias de su actuación profesional. Su
preparación lo habilita para curar, y en ocasiones no está dispuesto a no
lograrlo; está comprometido parte de su ser
profesional y personal. También en él se
producen sentimientos que son interesantes afrontar.
Entre ellos, la frustración, por ejemplo, cuando se produce la muerte de su
paciente. Es por lo general, que el
profesional decide objetivar la situación, incluyendo a su paciente y su entorno. Son también maneras de protegerse de la ansiedad
propia de la situación que no se puede remediar. Y
he allí la postura casi de omnipotencia que
muestra, que algunas veces se transforma en distante con el paciente.
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