Trauma
Abdominal
1.- Introducción
El trauma accidental o intencional es
la causa número uno de muerte en personas jóvenes (1), y también es responsable de la
pérdida de vida laboral en una proporción mayor que la causada por el cáncer y la
enfermedad cardiaca combinadas. Esto conlleva además de costos millonarios, un gran
sufrimiento por parte de pacientes y familiares.
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El trauma de las vísceras abdominales
está presente en un 13% a 15% de todos los accidentes fatales y, no sorprendentemente,
contribuye en una forma significativa a las muertes tardías por sépsis (2). Los signos
peritoneales en estos pacientes pueden ser sutiles y frecuentemente no valorables, debido
a la presencia de dolor en otros sitios por traumatismos asociados o por alteración del
sensorio causado por el consumo de alcohol y tóxicos o por traumatismo encefálico y
raquimedular. Cerca de un tercio de los pacientes que requieren laparotomía urgente
tienen un examen físico abdominal inicial benigno(3,4,5,6). Alrededor del 75 al 90% de
pacientes con heridas de abdomen por arma de fuego requieren laparotomía de emergencia,
solo el 25 al 35% de pacientes con heridas por arma blanca y 15 al 20% de pacientes con
trauma cerrado requieren una intervención quirúrgica.
El desafío para todos los sistemas
responsables del manejo de pacientes con trauma abdominopélvico es disminuir el
porcentaje de muertes prevenibles. Esto demanda el esfuerzo de un equipo integrado,
multidisciplinario que comienza en la escena del accidente y continúa hasta la
rehabilitación del paciente.
El manejo inicial debe estar dictado por
los requerimientos fisiológicos inmediatos del paciente para sobrevivir, esto es el ABC
del trauma (7). Pueden coexistir múltiples lesiones que amenazan la vida, las cuales
requieren un triage rápido con intervenciones diagnósticas y terapéuticas simultáneas.
El cirujano de trauma es quien debe asumir la responsabilidad mayor en el manejo del
paciente traumatizado, asimilando los resultados diagnósticos claves y orquestando el
manejo específico implementado por el resto de equipo.
Es objetivo de este capítulo es señalar
los aspectos más importantes en el manejo del trauma abdominal, haciendo referencia
inicial a aspectos anatómicos claves para el diagnóstico y tratamiento, los principales
mecanismos y patrones del trauma abdominal, la evaluación y el manejo inicial tomando en
consideración el estado hemodinámico del paciente, la evaluación secundaria, las
estrategias diagnósticas en uso y las indicaciones de laparotomía.
2.- Anatomía
La cavidad abdominal consta de tres
compartimentos anatómicos que pueden considerarse separados: la cavidad peritoneal, el
espacio retroperitoneal y la pelvis(7). Esta se extiende desde el cuarto espacio
intercostal hasta la cresta ilíaca anteriormente, y en la parte posterior desde la punta
de la escápula hasta el pliegue glúteo. Para propósitos de manejo, el abdomen puede
considerarse dividido, según su topografía externa, en las siguientes regiones(8).
1. Abdomen anterior: margen costal anterior
a crestas ilíacas entre las líneas axilares anteriores.
2. Abdomen intratorácico: cuarto espacio
intercostal anteriormente que corresponde a la línea de las tetillas y séptimo espacio
intercostal en la región posterior que corresponde a la punta escapular inferior, hasta
el margen costal inferior.
3. Flancos: punta escapular inferior a la
cresta ilíaca entre las líneas axilares anterior y posterior bilateralmente.
4. Región lumbar: punta escapular inferior
a la cresta ilíaca entre las líneas axilares posteriores.
5. Región pélvica: cresta ilíaca
superior y lateralmente, pliegue inguinal medialmente y en la parte inferior las
tuberosidades isquiáticas. Las líneas medioaxilares establecen los límites entre las
regiones anterior y posterior.
6. Región glútea: cresta ilíaca en la
parte superior, los trocánteres mayores lateralmente y los pliegues glúteos en la parte
inferior.
Cada una de estas regiones tiene
características propias que las hace diferentes en cuanto al riesgo de injuria de
órganos específicos, aproximación diagnóstica y manejo.
El abdomen anterior, protegido sólo por la
pared abdominal, es una de las regiones más vulnerables tanto en trauma penetrante como
cerrado, y contiene la mayor parte del tracto gastrointestinal, esto es; intestino
delgado, colon intra-abdominal excepto el colon transverso(9,10). El abdomen
intratorácico es la porción de la cavidad peritoneal que está cubierta por el tórax
óseo, e incluye el diafragma, el hígado, el bazo, el esófago, el estómago y el colon
transverso. El diafragma puede subir hasta el cuarto espacio intercostal en una
enspiración profunda, por lo que en un trauma torácico inferior, especialmente por
heridas penetrantes, hay riesgo de lesión visceral abdominal (11,12).
En traumatismos que involucran los flancos
o la región lumbar el principal riesgo es el compromiso de estructuras retroperitoneales,
a saber la aorta, la vena cava, el páncreas, los riñones, los uretéres, así como
segmentos del colon y el duodeno(13).
En las fracturas pélvicas al igual que en
los traumas penetrantes que involucran las regiones inferiores del tronco, los glúteos y
el periné, se debe descartar lesiones del recto extraperitoneal, de asas intestinales
delgadas y gruesas, de la vejiga, de los uretéres, de los vasos ilíacos, nervios y
linfáticos y de los órganos genitales internos; en la mujer: el útero y los anexos; y
en el hombre la próstata y las vesículas semi-nales(13,14,15,16,17).
Es muy importante tener en cuenta que en
una gran proporción de los casos de trauma penetrante o cerrado existe compromiso de más
de una región anatómica, por ejemplo, heridas por arma de fuego con sitio de entrada en
tórax que por su trayecto involucran estructuras abdominales y retroperito-neales(18).
El torso se divide en tres zonas coronales
y tres zonas sagitales. Las zonas coronales 2 y 3 representan el abdomen. La zona 2 es el
área entre las tetillas y el ombligo. La zona 3 es el área debajo del ombligo incluyendo
la pelvis. El torso se divide a su vez en tres zonas sagitales: dos laterales y una
medial. Debido a que el corazón, grandes vasos y la médula espinal ocupan la línea
media los traumatismos de esta zona son más serios y letales.
3.- Mecanismo del Trauma Abdominal
La importancia de conocer aspectos
referentes al mecanismo de trauma abdominal radica en las implicaciones diagnósticas,
terapéuticas y de pronóstico que acarrean. El médico debe saber la probabilidad de
daño que puede resultar en algún órgano según el tipo de fuerza infringida.
En la tabla 2 se ilustran los porcentajes
de daño a órganos encontrados en la laparotomía en dos series de pacientes dependiendo
si el mecanismo de trauma fue cerrado o penetrante.
Los órganos más frecuentemente
involucrados después de trauma cerrado son el hígado y el bazo. Por el contrario los
daños diafragmáticos, de vísceras huecas y de estructuras vasculares mayores sólo
representan de un 3% a un 5%. El compromiso del páncreas y del duodeno es extremadamente
raro (19). El perfil de daño orgánico después de trauma penetrante es muy diferente.
Aquí predomina el compromiso de vísceras huecas y estructuras vasculares mayores siendo
infrecuente el daño esplénico. La herida hepática es también un hallazgo común en
trauma penetrante(20).
Se puede a sí mismo predecir la
probabilidad de compromiso de un órgano en particular según la presencia de injurias
asociadas. Esto significa que existen patrones definidos de trauma en los cuales la
presencia de una lesión en particular debe ser seguida por la búsqueda de otra lesión
coexistente. Algunos ejemplos de este importante concepto son los siguientes:
1. La probabilidad de ruptura
diafragmática después de trauma abdominal cerrado es mucho mayor si el hígado y el bazo
están comprometidos. La probabilidad es mayor en la medida que el compromiso esplénico
sea más severo, llegando a un nivel máximo del 10% (21). Por otro lado, si hay
compromiso diafragmático, la presencia de daño intra-abdominal serio puede llegar al 90%
(2).
2. Pacientes con TCE severo (escala de coma
de Glasgow <7) presentan daño intra-abdominal significativo en un 14% de los casos, no
siendo diferente de los pacientes con trauma cerrado en general (12.5 de 6745 pacientes)
(2,19)
3. Si hay signos abdominales de lesión por
cinturón de seguridad (fractura de Chance de la espina lumbar o hematoma en la pared
abdominal en sitios de presión por el cinturón) la probabilidad de disrupción de
vísceras huecas o avulsión mesentérica de importancia se aumenta significativamente
(23,24).
4. La combinación de trauma pélvico y
torácico conlleva un mayor riesgo de compromiso visceral intra-abdominal que la presencia
de cada uno de ellos por separado (50% vs. 38%); Pacientes con trauma craneano, torácico
y pélvico tienen aún más riesgo de patología abdominal (75%)(26).
5. Pacientes con disrupciones grandes del
anillo pélvico tienen un riesgo aumentado de daño intra-abdominal particularmente
ruptura de vejiga (25,26).
6. La fractura de los tres últimos arcos
costales aumenta la probabilidad de compromiso hepático y esplénico; el trauma cerrado
de tórax en general aumenta el chance de injuria intra-abdominal (26,27).
Trauma Penetrante
Este es causado más frecuentemente por
armas blancas como cuchillos, navajas, puñales, empalamientos y por misiles como
proyectiles de arma de fuego o esquirlas por granadas de fragmentación. Las heridas por
arma blanca y por empalamiento son usualmente debidas a penetraciones de baja velocidad y
la mortalidad está relacionada directamente con el órgano comprometido. Los efectos
secundarios como la infección, están relacionados con la naturaleza del arma y los
materiales que este transporta dentro de los tejidos; por ejemplo, trozos de ropa, cuerpos
extraños etc. La infección también se relaciona con el derrame del contenido de
vísceras huecas dentro de las cavidades corporales a partir de una lesión(8).
Las lesiones penetrantes por armas de fuego
dependen de la balística del arma, la trayectoria del misil y los tejidos y órganos
involucrados en su trayectoria. El potencial de lesión de un proyectil está determinado
principalmente por su energía cinética al momento del impacto y su eficiencia en disipar
energía en el tejido. La energía cinética de un misil es proporcional a su masa y
velocidad (EC= 1/2 masa x Velocidad al cuadrado). Al doblarse la masa de un proyectil se
dobla su energía cinética mientras que un incremento igual de su velocidad resulta en un
aumento de cuatro veces su energía cinética. El hecho de ser la velocidad el aspecto
más importante en cuanto al poder destructivo de los proyectiles ha llevado a simplificar
la clasificación de las armas en aquellas de alta, mediana y baja velocidad, según si
esta es >2.000 pies/segundo, 1.000-2.000 pies/segundo y <1000 pies/segundo
respectivamente(30,31,32,33).
Los proyectiles de plomo blando con punta
hueca, que tienen la predisposición a tomar la forma de un hongo al contacto con el
blanco y que sufren fragmentación y "caída" , tienen un poder destructivo
mayor a una velocidad dada. El daño tisular producido se relaciona con la interacción de
la energía disipada y las propiedades físicas del tejido u órgano involucrado(8,31,32).
Las armas de fuego de baja velocidad
producen daño predominantemente por mecanismos de aplastamiento y desgarro mientras que
las de alta velocidad inducen además cavitación tisular(31,32). El grado de cavitación
se relaciona con la tasa de disipación de energía, la densidad del órgano y su
elasticidad. Órganos sólidos y poco elásticos como el hígado, bazo y cerebro son
considerablemente más susceptibles a estos efectos que el pulmón y el músculo
esquelético que son más flexibles (30).
Las escopetas o las armas de fuego de carga
múltiple, disparan un grupo de perdigones que se dispersan en función de la distancia
del arma al blanco y varían en número y tamaño. Tienen gran poder destructivo a cortas
distancias (injurias tipo III de Sherman). Con distancias entre 2.7 y 6.3 mt., se
encuentra mayor dispersión pero los proyectiles pueden tener aun suficiente energía para
penetrar las superficies corporales y causar lesiones. Si la distancia supera los 6.3 mt,
la probabilidad de penetración es menor, excepto en estructuras como el globo ocular o la
laringe(33).
Trauma Cerrado
Las condiciones que más frecuentemente
se asocian con trauma abdominal cerrado son las colisiones en automóviles y motocicletas,
el atropellamiento por automóviles a peatones o ciclistas, las caídas de alturas y los
asaltos con armas contusas.
El trauma cerrado se produce como
consecuencia de una combinación de fuerzas de compresión, deformación, estiramiento y
corte. La magnitud de estas fuerzas está en relación directa a la masa de los objetos
involucrados, su aceleración y desaceleración y su dirección relativa durante el
impacto (28). El daño ocurre cuando la suma de estas fuerzas excede las fuerzas cohesivas
de los tejidos y órganos involucrados. Se produce entonces una constelación de
contusiones, abrasiones, fracturas y rupturas de tejidos y órganos. El impacto directo y
las fuerzas compresivas son probablemente las causas más comunes de trauma significativo.
La severidad se puede estimar si uno conoce la fuerza y dirección del impacto, al igual
que el tamaño del área de contacto en el paciente(28).
Los traumas por desaceleración se asocian
más frecuentemente con accidentes automovilísticos a altas velocidades y a caídas de
alturas. Existe una relación en cuanto al peso relativo de los órganos a diferentes
velocidades como función de la distancia de caída. Por ejemplo, el peso real del bazo es
de 0.25 Kg; el peso aparente en Kg a 36 Km/hora es de 2.5, a 72 Km/hora de 10 y a 108
Km/hora es de 22.5 (29). Cuando el cuerpo desacelera, los órganos continúan su
movimiento a la velocidad máxima, rasgando los vasos y los tejidos de sus puntos de
fijación.
Se deben tener en cuenta también los
traumas abdominales causados por explosiones. Aunque estas causan también quemaduras
térmicas y penetración por misiles secundarios, el efecto principal es la absorción de
la onda explosiva a través del cuerpo como una onda de percusión. Esto lleva a un pico
de presión y una onda de impulso que causan la mayoría del daño. Los órganos más
vulnerables son aquellos que contienen gas, como los pulmones y el intestino(1).
4.- Evaluación Inicial del Paciente con
Trauma Abdominal
Antes que reconocer la existencia o no
de lesión intra-abdominal, el enfoque del paciente traumatizado, bien sea por trauma
cerrado o penetrante, debe ser detectar y tratar en forma rápida las situaciones que de
inmediato ponen en peligro la vida(34). Para lo anterior se deben poner en práctica los
principios de revisión primaria, resucitación y restauración de funciones vitales,
revisión secundaria y tratamiento definitivo de las lesiones -Colegio Americano de
Cirujanos ATLS- (7). El proceso inicial corresponde al ABC del trauma e incluye los pasos
siguientes que se deben hacer en forma ordenada y a veces simultánea:
A Mantenimiento de la vía aérea
con control de la columna cervical.
B Respiración y ventilación
C
Circulación con control de
hemorragias
D Déficit neurológico
E Exposición. Desvestir
completamente al paciente.
F Prevenir hipotermia.
La vía aérea y la ventilación deben ser
las primeras en restablecerse debido a que no se puede esperar un buen resultado si el
aporte de oxígeno a los tejidos es deficiente(35). El primer paso es despejar la vía
aérea de cuerpos extraños y en caso de compromiso del estado de conciencia prevenir la
obstrucción orofaríngea por la lengua que cae hacia atrás mediante la elevación del
mentón, levantamiento mandibular o la colocación de una cánula orofaríngea. En caso de
requerirse una vía aérea definitiva se recurrirá a la intubación naso u orotraqueal
con control de la columna cervical o una vía aérea quirúrgica (36). Todo paciente
traumatizado debe recibir oxígeno suplementario.
El manejo de la vía aérea(35,36), la
ventilación con atención a la función de la caja torácica(39) y el sangrado
exanguinante(34) son prioritarios a fin de disminuir la mortalidad temprana y aún tardía
por efecto de la deuda de oxígeno en la función de múltiples órganos.
La reanimación agresiva con la inserción
de al menos dos líneas venosas servirá para determinar que pacientes requerirán
cirugía de urgencia(34,37,38,41). La restitución del volumen intravascular se realizará
inicialmente con la administración de cristaloides.
La etiología de la hem orragia puede ser
obvia como en el caso de una herida externa con pérdida activa de sangre. Si no es así,
se debe considerar que el sangrado se halla dentro de cavidades internas. Los sitios más
comunes de hemorragia exsanguinante son las cavidades pleural, abdominal (incluyendo la
pelvis) y los muslos. Una radiografía de tórax puede identificar la causa de sangrado
masivo en la cavidad pleural y el examen físico descartaría la presencia de una fractura
femoral. Se debe así mismo hacer el diagnóstico diferencial del shock hipovolémico
versus cardiogénico, como el causado por un neumotórax a tensión o un taponamiento
cardiaco, o el shock neurogénico causado por un trauma raquimedular alto(42).
Si no existe evidencia de lesiones en los
sitios anteriormente nombrados se debe enfocar entonces la atención en el abdomen. La
estabilidad hemodinámica, los hallazgos clínicos y el mecanismo del trauma dictarán las
medidas diagnósticas y terapéuticas subsecuentes.
5.- Evaluación Secundaria del Paciente
con Trauma Abdominal
La evaluación secundaria se inicia una
vez la evaluación primaria se ha completado y las maniobras de reanimación han sido
implementadas. Nuevamente se hace una revisión ABC y se determinan las situaciones que en
forma inmediata ponen en peligro la vida del paciente y se toman medidas para su control.
En este momento se debe recolectar información detallada sobre el mecanismo del trauma,
condición del paciente en la escena del accidente, historia médica pasada y presente,
etc. Generalmente el paciente no está en condiciones de brindar esta información por lo
cual se debe interrogar al personal paramédico, testigos del accidente o familiares. Una
historia AMPLIA sirve de mnemotecnia para no omitir ningún dato importante:
A Alergias
M Medicamentos tomados
habitualmente
P Patologías previas
Li Libaciones y últimos
alimentos
A Ambiente y eventos
relacionados con el trauma
En trauma cerrado, el tipo de impacto, el
daño vehicular, el uso de cinturón de seguridad y la condición de otras víctimas son
observaciones útiles. Para heridas penetrantes, una descripción del arma y la cantidad
de sangre perdida en la escena también es información valiosa(42).
Es esencial realizar un examen físico
rápido pero sistemático anotando los hallazgos encontrados en la historia clínica. Un
examen neurológico detallado, incluyendo la escala de coma de Glasgow y la función
medular, es de suma importancia dadas las implicaciones de orden diagnóstico y de manejo
que tiene en este grupo de pacientes(43,44). El paciente debe estar desnudo completamente
y la inspección debe incluir todo el torso posterior, las axilas y el periné. No se debe
olvidar registrar los pulsos periféricos, el tacto rectal y el examen genital. Una
radiografía translateral de columna cervical se debe obtener en todo paciente con trauma
severo del torso superior, cuello y cráneo-encefálico. La columna cervical se asume como
inestable hasta cuando no se visualicen en forma satisfactoria las siete vértebras
cervicales y la primera torácica en la radiografía, y el examen clínico no revele
dolor. Mientras esto sucede el paciente debe permanecer con el collar cervical
protector(7,45). La inmovilización de fracturas disminuye el dolor y minimiza el daño
tisular adicional y la pérdida sanguínea(7). La colocación de una sonda nasogástrica
tiene implicaciones terapéuticas al descomprimir el estómago, previniendo vómito y
bronco-aspiración y diagnósticas dado que en ausencia de trauma facial con sangrado, la
recuperación de sangre del aspirado puede ser indicativa de lesión gástrica o duodenal.
En presencia de fracturas faciales o de la base del cráneo existe riesgo de introducir la
sonda en la cavidad craneana, en este caso la sonda se debe pasar oralmente (46). La
radiografía de tórax es el medio más sensible para detectar patología pleural,
fracturas costales y sangrado mediastinal. Se obtendrá una radiografía pélvica si hay
hallazgos al examen clínico de fractura pélvica (47).
6.- Métodos Diagnósticos en Trauma
Abdominal
Examen físico.
Durante la evaluación secundaria se
debe realizar un examen meticuloso del abdomen el cual debe incluir los pasos
tradicionales semiológicos, es decir inspección, percusión, auscultación y palpación
(7). Para realizar la inspección es necesario desvestir completamente al paciente y hacer
un reconocimiento completo incluyendo las regiones posteriores, axilares y perineales. El
examen puede revelar orificios de entrada y de salida de proyectiles, laceraciones,
abrasiones, distensión abdominal, evisceraciones, empalamientos y ocasionalmente
proyectiles alojados en el tejido celular subcutáneo. A veces es posible predecir el
órgano u órganos comprometidos según la trayectoria o el sitio anatómico en el cual se
encuentra la herida. Sin embargo, es importante anotar que aunque los proyectiles de arma
de fuego siguen en general un trayecto lineal, son comunes las excepciones debido a
desviación intracorporal al impactar estructuras óseas o a fragmentación del proyectil.
La razón principal para realizar
percusión abdominal después de un traumatismo es producir dolor de rebote indicativo de
irritación peritoneal. La palpación abdominal es la maniobra más importante durante el
examen físico y ofrece información tanto objetiva como subjetiva. El propósito
fundamental es identificar signos de peritonitis: dolor lejos del sitio de la herida,
rigidez involuntaria y dolor de rebote. La palpación de la pelvis busca signos de
fractura y se hace aplicando presión en las espinas ilíacas antero-superiores y en la
sínfisis
La auscultación busca identificar ruidos
intestinales o soplos por fístulas arteriovenosas traumáticas. La ausencia de ruidos
intestinales es sugestiva de peritonitis. La sangre y los líquidos intestinales en la
cavidad peritoneal pueden causar íleo reflejo. Ruidos intestinales auscultados en el
tórax son sugestivos de hernia diafragmática traumática.
El examen rectal es una parte muy
importante en la evaluación del abdomen. La presencia de sangre es indicativa de trauma
colorectal y la pérdida del tono del esfínter de trauma raquimedular. Una próstata
flotante hace sospechar ruptura de uretra. En la mujer se debe examinar la vagina la cual
puede resultar comprometida en heridas penetrantes o por fragmentos óseos prominentes en
las fracturas pélvicas. En el hombre el examen del pene y perineo sirve para identificar
lesiones uretrales y de los testículos.
Un aspecto muy importante en cuanto a la
validez de los hallazgos clínicos al examen físico es que estos pueden ser equívocos en
pacientes con alteración del sensorio bien sea por trauma cráneo-encefálico (TCE),
consumo de alcohol o drogas ilícitas o por lesiones de la médula espinal.
Existe poco consenso entre los cirujanos
acerca de cuales hallazgos al examen físico constituyen una indicación automática para
laparotomía. Jones y colaboradores en un análisis de artículos encontraron que
pacientes con trauma cerrado de abdomen, el examen físico tiene una exactitud que varía
desde un 55% a un 84% (48). En pacientes con trauma cerrado y TCE severo -Glasgow < 7-
la sensibilidad del examen físico es de apenas 16.7% (4).
El valor de examen físico en trauma
penetrante es variable (53). Algunos estudios han mostrado que los hallazgos físicos no
existen en el 23% al 36% de los pacientes con heridas por arma cortopunzante y en 17% al
20% de pacientes con heridas por arma de fuego en el abdomen, mientras estos son
falsamente positivos en un 13% a 28%(5,6). En trauma cerrado el valor del examen físico
es aún más variable.
Cuando se evalúan signos clínicos que se
presentan en traumas serios encontramos que los signos peritoneales y la evisceración
intestinal son los más importantes y que el epiplocele solo es demostrativo en el 54%.
Por lo anterior el hallazgo de epiplocele en heridas por arma cortopunzante no constituye
una indicación para laparotomía, en este caso se hace una resección del segmento de
epiplón eviscerado bajo anestesia local, cierre de la fascia y manejo selectivo con
examen físico abdominal seriado(54).
En heridas penetrantes de los flancos y
lumbares la exactitud del examen físico varia desde un 79% a un 87%. Aunque la
especificidad es del 90%, la sensibilidad, especialmente en heridas lumbares es mucho
menor (67% a 82%)(56,57).
En conclusión, salvo en casos obvios de
catástrofe intra-abdominal o en pacientes seleccionados con heridas penetrantes por arma
cortopunzante del abdomen anterior (54,55,58), el examen físico no debe ser el único
método diagnóstico para apoyar o refutar compromiso abdominal (53).
Exploración de la herida.
Algunas veces la penetración o no del
peritoneo se puede determinar mediante la exploración de la herida bajo anestesia local.
El sondeo cerrado no es indicador fiel para descartar la penetración(5,48). La
exploración se reserva para heridas inferiores al margen costal y anteriores a la línea
axilar posterior y es principalmente usada para heridas por armas cortopunzantes.
La forma de hacerlo es la siguiente:
después del lavado del área con solución antiséptica y colocación de campos
estériles, se infiltra la lesión con Lidocaina con epinefrina al 1:100.000. Se inserta
en la herida una pinza hemostática y sobre ella se practica una incisión hasta el nivel
de la fascia posterior de los rectos abdominales. Aquí el cirujano debe determinar la
penetración, si esta es negativa, la herida es irrigada con solución salina y suturada
en forma estándar y el paciente puede ser dado de alta. Si se evidencia penetración o
existe alguna duda al respecto, el paciente debe ser admitido para observación de abdomen
o para laparoscopia diagnóstica(8).
Datos de laboratorio.
Algunas pruebas de laboratorio son
útiles si empezamos haciendo una advertencia: aunque una prueba anormal puede añadir
algo al diagnóstico, podemos tener una prueba normal aun cuando exista una condición
grave.
La utilidad de los hematocritos seriados
puede estar limitada por varios factores, como el valor previo a la lesión, la velocidad
de la pérdida sanguínea, el efecto de dilución de los líquidos endovenosos y la
variable intensidad de las desviaciones de los líquidos intersticiales hacia el espacio
intravascular. En general un valor de hemoglobina baja al ingreso (inferior a 8 mg/dl), es
buen indicador de una hemorragia grave y progresiva. En el caso de pacientes con trauma
cerrado candidatos para manejo conservador, a quienes se ha diagnosticado una lesión de
víscera sólida mediante CAT y se encuentran hemodinámicamente estables, las mediciones
seriadas del hematocrito pueden brindar información a cerca de sangrado persistente. La
elevación del recuento leucocitario es muchas veces una reacción inespecífica en los
traumatismos múltiples y no puede emplearse como un indicador diagnóstico ni
pronóstico.
Otra prueba de laboratorio posiblemente
útil es el valor del déficit de base calculado mediante gasometría en sangre arterial.
Este puede ser indicativo de la gravedad del shock y de la eficacia de la reanimación con
líquidos, más sensible que la presión arterial e incluso que la monitorización
invasiva y sofisticada(61).
Estudios radiológicos.
Las radiografías utilizando medio de
contraste tienen utilidad en tres situaciones específicas:
La primera cuando existe sospecha de
ruptura uretral o de vejiga en donde la uretrocistografía es muy útil(48,96).
La segunda cuando se sospecha ruptura u
obstrucción duodenal, mediante la utilización de un trago de medio de contraste
hidrosoluble y tomando una serie de radiografías, se puede hacer la diferenciación entre
estas dos patologías.
En tercer lugar, la urografía excretora
tiene cabida ante la sospecha de trauma renal. Cuando se hace por infusión y tomografía
tiene una exactitud del 95%(87).
Está indicada en trauma cerrado cuando
existe:
Caídas libres,
desaceleraciones severas, fracturas costales inferiores, fracturas de los procesos
laterales de L1, L2 o fracturas pélvicas (94).
Masas o equímosis en flancos
(92,95).
Hay hematuria macroscópica
(92,93).
Hay hematuria microscópica
-5 o más glóbulos rojos por campo de alto poder- y antecedente o presencia de shock
(92).
En trauma penetrante:
Heridas en flancos y área
lumbar, particularmente causados por arma de fuego de alta velocidad, aún sin la
presencia de hematuria, principalmente para determinar la presencia de riñón
contra-lateral.
Hematuria macroscópica (92).
Cualquier hematuria por
encima de 5 glóbulos rojos por campo de alto poder (92,96).
En general la radiografía simple de
abdomen tiene un papel limitado en el diagnóstico de lesiones abdominales. Tiene muy baja
sensibilidad y especificidad para detectar perforaciones de vísceras huecas y hemorragia
intra-abdominal (5,48).
La radiografía de tórax serviría como un
método de tamizaje para herida diafragmática, sin embargo una radiografía normal no
garantiza que el diafragma esté intacto(11,63,64,65).
Lavado peritoneal diagnóstico (LPD).
LPD en trauma penetrante.
El LPD fue inicialmente descrito para
la evaluación del trauma abdominal cerrado, pero éste se ha expandido también para
incluir pacientes con trauma penetrante (84). La combinación de la exploración de la
herida y el LPD ha sido recomendada para pacientes con heridas por arma cortopunzante del
tórax inferior y del abdomen anterior (5,84,85). Si el resultado de la exploración de la
herida es positivo o equívoco, la incidencia de laparotomías negativas es del 50%.
Cuando se adiciona el LPD se disminuye el número de laparotomías negativas. El principal
problema del LPD en heridas por arma cortopunzante es que resulta en un número alto de
falsos positivos debido al sangrado de la herida en la cavidad peritoneal -30cc de sangre
son suficientes para hacer tornar un estudio en positivo-. Esto lleva a un número grande
de laparotomías no terapéuticas.
Otro de los problemas es la baja
sensibilidad al no detectar lesiones especialmente de vísceras huecas que son las más
frecuentemente lesionadas en heridas por arma blanca. Aparentemente, el paciente con una
perforación de víscera hueca aislada debida a trauma penetrante no genera suficiente
hemorragia o respuesta leucocitaria en la primera o segunda hora después de la injuria
para convertir los criterios del LPD en positivos(77,85). Dos alternativas se han
propuesto para salvar estas dificultades. La primera es disminuir el valor de los
criterios de positividad, pero esto necesariamente aumentaría el número de laparotomias
en blanco, y el otro es repetir el LPD después de unas horas.
Cuando se evalúa el valor del LPD en
heridas por arma de fuego encontramos que es aún más impreciso, por lo anterior se
recomienda laparotomía de rutina en todas las heridas por arma de fuego que atraviesen el
peritoneo(6).
En heridas por arma de fuego tangenciales
que atraviesan la pared abdominal sin violación peritoneal, el LPD con criterios de
positividad de 5000 eritrocitos por mm3, tiene una sensibilidad del 100%, exactitud del
90%, (77).
LPD en trauma cerrado.
El LPD ha sido el estándar de oro para
el diagnóstico del trauma abdominal cerrado desde su introducción en 1965 por Root y
colaboradores(66). Sus ventajas principales son que se realiza en una forma rápida, es de
bajo costo, tiene una tasa de complicaciones mínima y es muy sensible.
Entre las indicaciones para realizar un LPD
están:
La presencia de signos
equívocos al examen físico
La presencia de shock o
hipotensión no explicados
Cuando la capacidad para
interpretar los hallazgos clínicos está alterada por deterioro de estado mental del
paciente por TCE, intoxicación con alcohol o sustancias ilícitas, por compromiso
neurológico como en el caso de trauma raquimedular
Cuando se requiere el uso
prolongado de analgésicos generales o regionales.
La única contraindicación
absoluta para realizar el LPD es la indicación para cirugía. Entre las contraindicaciones
relativas se cuentan cirugía abdominal previa y obesidad mórbida.
Técnica para el LPD
La técnica estándar incluye la
inserción previa de una sonda nasogástrica y vesical para descomprimir el estómago y la
vejiga respectivamente, una incisión vertical infraumbilical en condiciones de
esterilidad y buena hemostasia usando anestesia local, la apertura directa y
visualización del peritoneo mientras se inserta una cánula para el lavado, la
instilación de un litro de solución salina por gravedad, el drenaje de lo infundido
también por gravedad y la interpretación del efluente. Al menos 300 cc a 400 cc del
efluente se requieren para una interpretación válida(7).
Criterios de positividad del LPD
Los criterios para interpretar un LPD
como positivo incluyen la aspiración al momento de insertar la cánula de al menos 10cc
de sangre y al análisis por el laboratorio de un conteo de glóbulos rojos mayor de
100.000/mm3, un conteo de glóbulos blancos de 500/mm3 o la detección de bilis, bacterias
o fibras alimentarias.
El LPD se introdujo inicialmente para
detectar injurias abdominales por trauma cerrado y es en este campo donde ha tenido más
éxito. En un meta-análisis de 29 estudios evaluando el LPD en pacientes traumatizados
desde 1965 a 1986, se concluye que el LPD, usando la técnica abierta y los criterios
estándar de positividad, es exacto para predecir la presencia de injurias abdominales en
las víctimas de trauma cerrado.
Aunque en general encontramos una alta
sensibilidad y VPP, asociado con una baja tasa de complicaciones (en un rango de 1% en la
mayoría de las series), el LPD es débil en detectar traumas del diafragma, páncreas,
riñón y vejiga. Además es menos específico y tiene un relativamente bajo VPN,
resultando en una tasa más o menos alta de laparotomías no terapéuticas (15,68,69). La
mayoría de las laparotomías no terapéuticas encontradas en un estudio (78) (79% de los
casos), se realizan en presencia de traumas menores del bazo e hígado, las cuales, aunque
había sangre en la cavidad peritoneal, resultaron ser sólo laceraciones que habían
dejado de sangrar y que se hubieran podido manejar con observación sin cirugía.
En presencia de fracturas pélvicas el LPD
infraumbilical puede entrar directamente en el hematoma que ha disecado desde el espacio
prevesical de Retzius por la pared abdominal, llevando a falsos positivos(79). Por lo
anterior se enfatiza la importancia de realizar el LPD superior al ombligo en pacientes
con fractura pélvica.
LPD dudoso
Cuando el resultado del LPD es
indeterminado (conteo de eritrocitos entre 20.000 y 100.000/mm3) existen dos alternativas.
Una es repetir el lavado después de un intervalo de tiempo y la otra es realizar una
tomografía axial computarizada (TAC). Un estudio demostró que el repetir el LPD después
de una hora mejora la exactitud identificando lesiones de víscera hueca en un 35% de los
pacientes con LPD positivo(80). Otro estudio encontró que el CAT es más exacto que la
repetición del lavado y que disminuyó el número de laparotomías no terapéuticas (49).
Es probable que cuando el LPD se hace pocas
horas después del trauma no se ha presentado un leucosecuestro importante en la cavidad
peritoneal que haga positivo el test y que explicaría porque al repetir el estudio
posteriormente éste se torne positivo. Por lo anterior, cuando exista un alto índice de
sospecha de lesión, se recomienda dejar el catéter en su sitio y repetir el lavado
después de un periodo de tiempo (82). En esta situación podría estar indicada la
laparoscopia diagnóstica. Como una alternativa al conteo de leucocitos en la detección
de trauma de víscera hueca, se ha utilizado el nivel de amilasa y de fosfatasa alcalina
en el efluente del lavado(83).
Ultrasonografía (US).
El uso de la US en la investigación de
dilemas diagnósticos no es nuevo. Esta ha sido extensamente usada por casi 40 años, y
durante las últimas dos décadas ha ganado un papel principal en Europa y Asia en el
diagnóstico de situaciones de emergencia incluyendo el trauma (105).
En Estados Unidos esta técnica ha ganado
popularidad debido a muchas ventajas que posee frente a otros métodos diagnósticos de
uso frecuente en el paciente traumatizado, a parte de ser sensible para detectar sangrado
intra-abdominal, estas son su carácter no invasivo, su bajo costo, el equipo es portátil
y el rastreo se hace en forma rápida permitiendo exámenes seriados detectando así
tendencias en la hemorragia(105,106,107).
Sin embargo existen algunas desventajas y
estas son que brinda imágenes pobres de estructuras de baja densidad como son vísceras
huecas llenas de aire, tejido adiposo abundante -paciente obeso- y cuando hay enfisema
subcutáneo. Los órganos traumatizados que no muestran cambios en las interfaces
tisulares o están ocultas por vísceras que contienen aire (páncreas, intestinos,
diafragma) son pobremente evaluadas con US (107). La US no es capaz de discernir pequeñas
cantidades de líquido intra-abdominal como las asociadas con filtraciones de vísceras
huecas perforadas y no diferencia entre hemoperitoneo y otras formas de líquido
intra-abdominal como son ascitis o succus entericus. Por último, la exactitud de la US es
operador dependiente existiendo una curva de aprendizaje.
Actualmente la máxima utilidad de la US es
la identificación de sangre intra-abdominal pudiendo detectar hasta 100 ml de líquido.
Las ventanas acústicas se localizan en áreas adyacentes a superficies sólidas como son
el hígado, los riñones, el bazo, el corazón y la vejiga distendida con líquido. Así
la sangre se puede detectar arriba o abajo de estos órganos.
Es ideal en la evaluación inicial del
paciente con traumatismo abdominal que se presenta inestable hemodinámicamente y en
quien, en forma rápida, de debe determinar la necesidad de intervención quirúrgica.
El hecho que órganos sólidos no son bien
definidos y que el retroperitoneo no se visualiza bien hace al US comparable con el DPL,
pero con las ventajas que el primero no es invasivo y se puede practicar en forma seriada.
Es improbable que el US puede suplantar al CAT debido a la mala definición de los
órganos sólidos y a la pobre visualización del retroperitoneo como lo mencionamos
anteriormente.
Tomografía axial computarizada
abdominal (TAC).
TAC en trauma penetrante.
Poco se ha publicado acerca del uso del
TAC en trauma penetrante, debido principalmente a que se requiere de estabilidad
hemodinámica para realizar el estudio, lo cual no es la generalidad en este tipo de
pacientes, y a que el TAC es poco útil en la detección de lesiones diafragmáticas y de
vísceras huecas, las cuales son frecuentes en traumas por armacortopunzante y arma de
fuego. Sin embargo, se ha reportado su utilidad en traumas penetrantes de los flancos u
región lumbar, en pacientes con hematuria macro o microscópica y en quienes la
urografía excretora no es concluyente(95,99) o cuando los hallazgos clasifiquen la
lesión como candidata para manejo conservador(91). Cuando re requiera descartar lesión
del colon retroperitoneal se debe usar medio de contraste en enema(57).
TAC en trauma cerrado.
El CAT abdominal juega un papel
fundamental en la evaluación temprana del trauma abdominopélvico. Brinda una
información detallada de la estructura de múltiples órganos, es muy útil en la
evaluación de estructuras retroperitoneales, es no invasivo y es clave en la detección y
manejo de pacientes candidatos a manejo no quirúrgico. Como desventajas, tenemos que es
un estudio costoso, requiere de más tiempo en su elaboración, falla en detectar lesiones
en diafragma, páncreas e intestino delgado(72,75,88,89), no se puede realizar en
pacientes inestables y la calidad de sus resultados depende en gran parte de la calidad
del equipo y de la técnica tomográfica empleada, además de la experiencia del
radiólogo que lee el estudio (87).
Los estudios se practican en forma más
ágil y rápida obteniéndose una mejor resolución. La mayor resolución brinda una mejor
imagen de los traumatismos de vísceras sólidas, razonablemente bien de los vasos
sanguíneos y en el futuro puede ser un importante método para diagnosticar traumatismos
vasculares aórticos y carotídeos (42).
La técnica para realizar el estudio ha
sido estandarizada. Comenzando en el tórax inferior, se toman cortes de un centímetro
hasta los riñones y de aquí hasta la pelvis de 2 centímetros. Se pueden realizar
estudios con o sin medio de contraste. Los estudios sin medio de contraste pueden
demostrar hematomas intraparenquimatosos que no se verían utilizando el medio de
contraste(97). En un estudio, Clancy y colaboradores, encontraron que no representa una
desventaja realizar el estudio sin el uso de medio de contraste (98).
Aunque en estudios realizados la tasa de
laparotomías no terapéuticas parece mayor, es claro que la tendencia en traumas de
vísceras sólidas detectados con TAC es de observar antes que operar, para ello más que
los hallazgos encontrados debe considerarse la estabilidad hemodinámica del paciente(72).
En general se puede decir que el TAC juega
un papel complementario con el LPD en pacientes con trauma abdominal cerrado.
Pacientes con indicación de TAC
1. Pacientes con LPD positivo para
sangre, estables hemodinámicamente, en quienes se sospecha lesión de víscera sólida
sin sangrado activo, candidatos para manejo no operatorio(104).
2. Pacientes con alto riesgo de lesión
retroperitoneal
en los cuales el LPD no es sensible.3.
Pacientes que se evalúan en un periodo mayor de 12 horas de haber recibido el trauma, que
se encuentran hemodinámicamente estables y que tienen signos peritoneales dudosos.
4. Pacientes con LPD equívoco y en quienes
la observación del abdomen no es posible, por ejemplo, aquellos que requieren anestesia
prolongada por procedimientos neuroquirúrgicos u ortopédicos, alteración del estado
mental por TCE, drogas o alcohol, o pacientes con trauma raquimedular.
5. Pacientes en quienes el LPD es difícil
de realizar por obesidad mórbida, hipertensión portal o laparotomías previas..
Además el CAT es valioso para definir la
extensión y configuración de fracturas pélvicas complejas.
Laparoscopia diagnóstica.
El uso de la laparoscopia diagnóstica
y terapéutica en trauma se encuentra actualmente en rápido desarrollo. Esta técnica,
descrita por Kelling en 1902, ha sido usada en forma extensa para el manejo de desórdenes
ginecológicos y últimamente en condiciones quirúrgicas electivas. El interés por los
cirujanos generales en la laparoscopia ha llevado al estudio serio de su aplicación en el
paciente con trauma abdominal.
En trauma, la laparoscopia fue usada por
primera vez por Lamy en 1956, quien observó dos casos de trauma esplénico(114). Desde
esta fecha han aparecido múltiples estudios prospectivos y retrospectivos en trauma
cerrado y penetrante. En muchos de estos la laparoscopia se usó después de LPD o CAT y
en otros en lugar de ellos. En general se encuentra que la técnica es sensible para
detectar hemoperitoneo, pero al igual que con el LPD o US, este hallazgo solo no determina
indicación para laparotomía, por no ser marcador de la necesidad de reparo quirúrgico
de la lesión(115,116).
En el paciente estable la laparoscopia
puede resolver algunos problemas, como determinar penetración peritoneal en el caso de
heridas por arma cortopunzante, heridas tangenciales por arma de fuego y heridas por arma
de fuego de carga múltiple a distancia y en el caso de LPD indeterminado o con criterio
positivo para sangrado.
En el paciente estable con herida por arma
cortopunzante de la pared abdominal anterior o de los flancos, la laparoscopia puede
determinar penetración peritoneal y además se puede evaluar el contenido
abdominal(117,118). La evaluación de la penetración abdominal puede lograrse realizando
el examen en la sala de urgencias, con el uso de una aguja de Veress y un telescopio de
fibra óptica o con minilaparoscopia usando un telescopio de 5 mm (119,120) o en sala de
operaciones con anestesia general y laparoscopia convencional. Si no se visualiza
penetración peritoneal el paciente es trasladado a recuperación y posteriormente se da
de alta. Si se confirma la penetración, se realiza una laparoscopia diagnóstica formal
bajo anestesia general utilizando puertos adicionales.
Aquí hay que anotar que la laparoscopia en
general da una pobre visualización del bazo, intestino delgado, colon retroperitoneal,
riñones y páncreas. No está justificado asumir que estos órganos no están
comprometidos solamente con los hallazgos en la laparoscopia, por lo tanto estos pacientes
deben ser observados por un periodo de tiempo prudencial. Ciertos autores han identificado
técnicas, sin embargo, que ayudan a predecir lesiones en dichas áreas, por ejemplo, un
coágulo en el cuadrante superior izquierdo indica un daño esplénico
significativo(115,121) y la presencia de succus entericus visible predice disrupción
intestinal(121). El páncreas puede visualizarse pasando el laparoscopio por una ventana a
través del ligamento gastrocólico(53).
Si la laparoscopia diagnóstica revela
algún compromiso que requiera intervención, se debe tomar la decisión de sí esta es
susceptible de manejo laparoscópico o de lo contrario convertir a laparotomía. Esta
decisión se basa en la severidad de la injuria, la estabilidad del paciente y la
habilidad del cirujano laparoscopista.
Debido a la severidad de las injurias
intra-abdominales causadas por las heridas por arma de fuego, no se recomienda la
laparoscopia cuando la penetración peritoneal es obvia. Sin embargo, un subgrupo de
pacientes con heridas tangenciales por arma de fuego o por arma de fuego de carga
múltiple a largas distancias puede no tener penetración abdominal. La laparoscopia
diagnóstica puede jugar un papel importante en estas circunstancias(118,122,123). Debido
a la gravedad potencial de las lesiones se recomienda realizar el examen bajo anestesia
general en la sala de operaciones, utilizando un trocar y el telescopio para la
evaluación. Si no se visualiza penetración, el paciente es observado, de lo contrario se
recomienda laparotomía exploradora(6).
La laparoscopia es extremadamente útil en
la investigación de lesiones diafragmáticas después de traumas penetrantes
toraco-abdominales, especialmente del lado izquierdo(118,119).
El uso de la laparoscopia en trauma cerrado
debe ser limitado. Sus ventajas potenciales son su capacidad para dar un cuadro dinámico
instantáneo, que no brindan ni el CAT ni el LPD, para mostrar hemorragia activa de
órganos sólidos como el hígado, bazo, riñones y para diferenciar sangre de contenido
intestinal, sin embargo, esta ventaja potencial no se ha comprobado.
Las complicaciones de la laparoscopia se
relacionan usualmente con la colocación inapropiada de la aguja de Veress o un trocar
llevando a insuflación preperitoneal, neumotórax a tensión o enterotomía accidental.
Aunque no se reportan complicaciones en muchos estudios, otros las reportan en forma
infrecuente pero con cierta gravedad(115). En ninguna de las series se ha identificado
algún caso de embolismo aéreo. Una selección cuidadosa de los pacientes, atención a
los detalles y una monitora continua pueden prevenir las potenciales complicaciones de la
laparoscopia. No debe utilizarse en pacientes inestables, debe ser realizada por cirujanos
con experiencia, tener certeza absoluta antes de descartar una perforación intestinal.
7.- Manejo del Trauma Abdominal
7.1.- Trauma Penetrante.
Heridas por arma de fuego
El manejo de este tipo de pacientes,
con lesiones potencialmente mortales, debe consistir en una resucitación agresiva y la
determinación de la penetración del proyectil a la cavidad peritoneal basándose en una
duda razonable y corroborándolo mediante el examen físico y radiografías de abdomen en
dos proyecciones. En dos series que evaluaron 498 pacientes con heridas por arma de fuego
abdominal, los autores demostraron una probabilidad de 96% y 98% de daño intra-abdominal
significativo cuando el proyectil transgrede el peritoneo(6,131). Por esta razón estos
pacientes deben ser siempre llevados a cirugía para laparotomía exploradora.
En pacientes con heridas tangenciales en
las cuales exista duda de penetración peritoneal se debe realizar laparoscopia
diagnóstica como fue mencionado anteriormente. Si no se detecta penetración, sin
embargo, el paciente debe ser admitido para observación clínica dada la posibilidad,
aunque rara, de daño orgánico por efecto cavitacional(131).
Hay que recordar que los proyectiles que
entran en el abdomen superior pueden comprometer el tórax, resultando en injurias
intra-torácicas concomitantes. De igual forma, el proyectil puede atravesar el abdomen y
entrar al espacio retroperitoneal, pudiendo comprometer vasos abdominales mayores,
intestinos y riñones.
La laparotomía no terapéutica es de un
50% en promedio cuando se hace de rutina en heridas por arma cortopunzante abdominal y los
porcentajes de laparotomía no terapéutica tiene un rango de 16% a 24% cuando se revisan
series con indicación para laparotomía por todas las causas(132,133).
Heridas por arma corto punzante
Todo paciente con heridas que
comprometan desde las tetillas hasta el pliegue glúteo es susceptible de lesiones de
órganos intra-abdominales o retroperitoneales. Una vez más, el grado de estabilidad
hemodinámica dictará los pasos diagnósticos y terapéuticos a seguir. El paciente con
inestabilidad hemodinámica, evisceración, sangrado gastrointestinal o abdomen con signos
peritoneales, debe ser llevado a cirugía en forma rápida.
En el paciente estable, las medidas
diagnósticas dependen en gran parte de la localización anatómica del trauma.
Heridas del abdomen anterior:
En heridas anteriores por arma corto
punzante, si no hay indicación para laparotomía urgente, se debe determinar si la herida
penetró la fascia posterior. Para esto se hace exploración de la herida con anestesia
local o se utilizan técnicas laparoscópicas. Si se determina penetración, y el paciente
se encuentra estable y no tiene signos de irritación peritoneal es susceptible de manejo
selectivo. En este caso se deja en observación haciendo evaluaciones periódicas (cada
dos horas), por el mismo equipo quirúrgico y por 12 horas. Si el paciente permanece
negativo se inicia vía oral y se observa por un período de 12 horas más. Si al cabo de
este tiempo no aparecen indicios de lesión, el paciente puede ser dado de alta. En caso
contrario debe ser llevado a laparotomía. La mayoría de pacientes con lesiones
intra-abdominales significativas, presentarán signos positivos en pocas horas, sin que la
demora contribuya a aumentar la morbi-mortalidad(55).
Heridas del abdomen intra-torácico
(toraco-abdominales):
En este tipo de heridas la prioridad es
descartar una herida del diafragma. Como vimos la radiografía de tórax y el LPD no son
métodos diagnósticos sensibles(12). En este caso surge como primera posibilidad la
laparoscopia diagnóstica, con la cual además, se puede reparar la lesión con el uso de
técnicas de endosutura, y también se evalúan el resto de órganos intra-abdominales. Si
no es posible realizar la laparoscopia, el paciente debe ser llevado a cirugía para
laparotomía exploratoria. Es importante anotar que la laparotomía debe ser amplia para
permitir la visualización completa del diafragma. Las heridas toracoabdominales derechas
posteriores en pacientes estables y sin signos peritoneales pueden ser manejadas en forma
segura con observación clínica, dada la protección que ofrece el hígado en este sitio
para la herniación diafragmática. Otro método diagnóstico útil para descartar lesión
diafragmática, en pacientes con lesión pleural es la toracoscopia. Si se encuentra
lesión diafragmática pequeña se puede reparar por esta vía (114).
Heridas de los flancos y abdomen
posterior:
En igual forma se deben identificar
aquellos pacientes que requieren cirugía de urgencia, esto es: la presencia de
hipotensión persistente, signos obvios de lesión intraperitoneal, evisceración y/o
neumoperitoneo. En este tipo de pacientes es de suma importancia el estudio macro y
microscópico de la orina en orden de identificar aquellos con lesiones renales o de las
vías urinarias. Si hay hematuria macro o microscópica se debe solicitar una urografia
excretora o un TAC abdominal. Algunos autores prefieren el TAC dada su buena sensibilidad
para detectar lesiones retroperitoneales en general y particularmente del árbol urinario.
Los pacientes estables hemodinámicamente,
sin signos abdominales y sin hematuria macro o microscópica son susceptibles de manejo
selectivo con exámenes abdominales seriados. Debido a que las lesiones retroperitoneales
no dan signos en forma precoz, esta observación se debe extender como mínimo durante 48
horas.
Trauma Cerrado.
Pacientes estables:
Las opciones para evaluar los pacientes
con trauma abdominal cerrado que se encuentran estables son mayores que para los pacientes
inestables. A pesar que el LPD tiene ventajas muy importantes como son su simplicidad,
seguridad, bajo costo y exactitud, su papel en la evaluación del paciente estable tiende
a disminuir. Su uso más importante es el diagnóstico de injurias de vísceras huecas.
Como vimos, en muchos estudios un recuento de 500 leucocitos por mm3 en el líquido de LPD
se asocia con lesión de estas(52), pero el acuerdo al respecto no es uniforme.
Una vez que se asegura que el paciente se
encuentra estable, se determina la existencia, al examen físico, de situaciones que
indique laparotomía de urgencia, como un abdomen agudo con defensa involuntaria y signos
de irritación peritoneal.
En el paciente con alteración del sensorio
por trauma cráneo-encefálico, intoxicación por alcohol o drogas, trauma raqui-medular,
traumatismo torácico que requiera analgesia regional o sistémica o pacientes que
requieran cirugía de urgencia en otra localización anatómica diferente del abdomen, se
debe practicar LPD para descartar lesiones significativas no susceptibles de observación
clínica. Si por el contrario el paciente no presenta evidencia de trauma significativo
multisistémico y su sensorio no se encuentra alterado se puede dejar en un periodo de
observación por 24 horas, con evaluaciones abdominales hechas por el mismo observador y
monitorización estrecha de signos vitales, hematocrito seriado, gases arteriales. El
paciente seria llevado a cirugía si desarrolla signos clínicos de lesión
intra-abdominal o inestabilidad hemodinámica y fuerte sospecha de sangrado en abdomen. En
los casos en los cuales el examen abdominal es dudoso, habría indicación de LPD.
En todo paciente con trauma abdominal es
importante ver las características macroscópicas y microscópicas de la orina y así
identificar en forma temprana algún grado de hematuria. En el caso de trauma abdominal
cerrado solo se considera hematuria significativa cuando esta es macroscópica(92), si es
microscópica (más de 5 glóbulos rojos por campo de alto poder) y concomitante con
antecedente de shock, o si por el mecanismo del trauma el riesgo de lesión renal es muy
alto (caídas libres, desaceleración severa, fracturas costales inferiores, fracturas de
los procesos laterales de L1, L2 o fracturas de pelvis)(90), además de la existencia de
masas o equímosis en flancos(92,95). En estos casos está indicada la urografia excretora
o el TAC abdominal.
El TAC se debe considerar más como una
técnica complementaria al LPD que como rival(130).
Indicaciones para TAC
1) LPD positivo para sangrado en un
paciente
compensado hemodinámicamente
2) Sospecha de lesión retroperitoneal
3) Lavado peritoneal que fracasa o está en
los límites
de la normalidad
4) Sospecha clínica de una lesión con
lavado negativo
El uso de la US en pacientes estables con
trauma abdominal cerrado es limitado. Podría tener utilidad en la evaluación periódica
del paciente con lesiones de vísceras sólidas diagnosticadas mediante TAC y que se
definieron como tributarias para manejo conservador.
Pacientes inestables
Después de la evaluación primaria y
secundaria y la estabilización del paciente se debe decidir quienes necesitan ser
llevados de urgencia a sala de operaciones y quienes no, en base fundamentalmente de su
estabilidad hemodinámica. Las modalidades diagnósticas en un paciente inestable son
limitadas. Lo más importante en este caso es conocer si el paciente tiene una lesión
exanguinante intra-abdominal o no, antes que determinar alguna lesión específica. Si
existen signos peritoneales, sangrado gastrointestinal o distensión abdominal en un
paciente en shock la conducta es laparotomía inmediata(42).
Si no es evidente el origen del sangrado en
el abdomen, existen dos métodos rápidos para determinar hemoperitoneo: LPD y US. Estos
métodos son sensibles, pero no determinan el sitio del sangrado.
Con el LPD únicamente un lavado positivo
macroscópicamente (aspiración de más de 10cc de sangre) puede ser considerado
diagnóstico. El US es sensible para detectar sangrado intra-abdominal usando las ventanas
acústicas estándar(105,106,107). En el paciente inestable la identificación de sangre
intra-abdominal es indicación de laparotomía urgente. No tiene indicación en estos
pacientes ni el TAC ni la laparoscopia diagnóstica,
En los pacientes con signos de fractura,
especialmente sacra o de los elementos posteriores, tal como lo vimos anteriormente, el
LPD tiene muchos falsos positivos si se realiza infraumbilical, por lo cual en este caso
se recomienda su realización por encima del ombligo(79). En este tipo de pacientes en
particular, el hecho de disminuir el número de laparotomias no terapéuticas es muy
importante, ya que por lo general acarrean una alta morbi-mortalidad(128,129).
8.- Abordaje Quirúrgico en el Paciente
con Trauma Abdominal
Tiempo para realizar laparotomía
La decisión de trasladar al paciente a
sala de operaciones deba basarse en un triage rápido realizado por el cirujano de
urgencias. El tiempo en que el paciente es llevado al quirófano es crucial y depende del
mecanismo del trauma, el estado fisiológico del paciente y de su respuesta a la
resucitación, el resultado de los test diagnósticos críticos, las interconsultas
apropiadas y de la disponibilidad de sala de operaciones.
El traslado prematuro a sala de operaciones
puede llevar a una laparotomía innecesaria y a retardo en al evaluación de lesiones
extra abdominales severas o que pongan en peligro la viabilidad de alguna extremidad. Sin
embargo, una tardanza en el traslado puede llevar a deterioro fisiológico que conduzca a
un shock irreversible y coagulopatía
La estadía en el departamento de urgencias
de un paciente en shock refractario con una herida por arma de fuego abdominal debe ser
breve (de 10 a 15 minutos). El traslado al quirófano debe ser llevado a cabo por personal
experimentado en el manejo de emergencias agudas durante este. Los errores más comunes
son un manejo inadecuado de la vía aérea, líneas y tubos inseguros y monitoría
insuficiente.
Preparación preoperatoria
El cirujano de trauma es en último el
responsable del paciente y debe por lo tanto asegurarse que existe un ambiente óptimo
para realizar las labores de resucitación y de manejo quirúrgico definitivo.
La monitoría adecuada es crítica para
todos los pacientes y en especial para el que se encuentra en shock persistente y sometido
a cirugía de urgencia. Se debe insertar un catéter venoso central para mediciones
seriadas o continuas de la presión en la aurícula derecha o vena cava superior. A los
pacientes con injurias severas se les debe insertar un catéter de Swan-Ganz tan pronto
sea posible. Una línea arterial brinda lecturas de la presión arterial en forma continua
y además es un acceso para determinaciones del estado ácido-base, ventilatorio y del
transporte de oxígeno. La temperatura central debe ser medida en forma continua y la
hipotermia minimizada usando líquidos endovenosos calientes, calentando los gases del
ventilador y evitando el uso de aire acondicionado en el quirófano.
Se debe registrar el trazo ECG y la
saturación de la hemoglobina por oxígeno mediante oximetría de pulso. El volumen
urinario y el drenaje por toracostomías se debe recolectar en recipientes que indiquen la
cantidad acumulada.
Todos estos índices son importantes en la
valoración global del paciente y deben ser visibles tanto para el anestesiólogo como
para el cirujano.
Preparación de la piel e incisión
La laparotomía por trauma se
caracteriza por que los daños no son definidos, la condición fisiológica puede ser
inestable, la exposición es pobre y el daño
tisular ha ocurrido horas antes que el
paciente llegue a la sala de operaciones. Debido a estas diferencias se ha desarrollado
una estrategia quirúrgica única que se fundamenta en los principios de la laparotomía
electiva pero que se ha modificado para satisfacer las exigencias del paciente
traumatizado, particularmente de aquellos in extremis.
La preparación del paciente con solución
antiséptica se hace desde el nivel de las clavículas hasta las rodillas incluyendo los
muslos en su cara anterior. Esto brinda acceso al tórax si se requiere una toracotomía y
a la región inguinal si se requiere acceso femoral o se necesita un injerto venoso con
safena interna. La incisión debe ser amplia para brindar buena exposición a los cuatro
cuadrantes del abdomen, y la más adecuada es una incisión xifo-púbica mediana. Los
pacientes con fracturas pélvicas complejas representan un dilema difícil debido a que si
existe un hematoma que ha disecado el espacio prevesical de Retzius y este se abre durante
la laparotomía, el taponamiento venoso pélvico se pierde provocando una hemorragia
exsanguinante. Por esto, en estos pacientes, el abdomen se abre primero hasta el ombligo y
por medio de un retractor el cirujano confirma el grado de disección del hematoma
pélvico para así definir si amplía o no la incisión quirúrgica. Una coloración azul
del peritoneo identificado durante la incisión indica hemoperitoneo importante. Se debe
anticipar un periodo de hipotensión al liberar el efecto de taponamiento al abrir el
peritoneo. El cirujano puede reducir la cantidad de pérdida de sangre presionando la
aorta a nivel del hiato esofágico o haciendo presión directa manual sobre los sitios
sangrantes.
Tiempos de la laparotomía
El primer paso en la laparotomía por
trauma, si existe hemoperitoneo significativo, es la división del ligamento falciforme.
Esto permite una exploración completa del hígado y su empaquetamiento evitándose daño
adicional del parénquima hepático(134)
La laparotomía por trauma tiene dos
partes: el control del daño y la reconstrucción.
El control del daño incluye el control de
la hemorragia(135), la identificación de las injurias y el control de la contaminación,
debe ser realizado en el periodo inmediato post-trauma y está diseñado para garantizar
la supervivencia inmediata del paciente.
La reconstrucción se define como la
reparación definitiva de los órganos injuriados y está basada en el grado de daño
encontrado(136).El 10% de las laparotomías por trauma se realizan en pacientes in
extremis. Estos pacientes no tienen una reserva fisiológica para tolerar el control del
daño y la reconstrucción en la misma operación. Antes del trauma todos los pacientes
tienen cierta cantidad de reserva fisiológica. Esta está definida por los factores del
huésped que incluyen la edad, sexo, predisposición genética y condiciones médicas
preexistentes. Desde el momento de la injuria, la reserva fisiológica comienza a
disminuir a una tasa que depende de la magnitud de la injuria y en una cantidad que
depende del tiempo de transporte. Cuando se depleta la reserva fisiológica el paciente
entra a un estadio irreversible (shock irreversible). Antes de la depleción fisiológica
completa el paciente se encuentra en un estado definido como in extremis. Los pacientes in
extremis se caracterizan clínicamente por hipotermia, coagulopatía y acidosis.
El periodo de tiempo entre un pacientes in
extremis y en shock irreversible es muy corto y en ciertos pacientes es solo de minutos.
La responsabilidad de medir la reserva fisiológica es del anestesiólogo debiendo
determinar cuando esta cae hasta un valor crítico, momento en el cual el cirujano debe
terminar la cirugía.
Una vez abierto el peritoneo y seccionado
el ligamento falciforme, el primer paso en el control del daño es el control temporal de
la hemorragia y la contaminación. El control temporal de la hemorragia se logra mediante
el empaquetamiento de los cuatro cuadrantes, el cual se ha diseñado para taponar los
sitios de sangrado y absorber la sangre libre dentro del abdomen. El control definitivo de
la hemorragia entraña la diferenciación entre el sangrado parenquimatoso y el
"sangrado quirúrgico". El sangrado quirúrgico proveniente de vasos sanguíneos
mayores requiere ligadura o al menos control proximal y distal.
Una vez se logra un control temporal de la
hemorragia y la sangre ha sido removida del abdomen, se realiza una revisión
sistemática. Se identifica el intestino traumatizado y se hace un control temporal de la
contaminación con pinzas de Babcock. Después de una exploración completa del abdomen,
el control definitivo de la contaminación se logra mediante reparo o resección,
dependiendo de la localización y magnitud de las injurias. Sin embargo, la resección
intestinal no se debe realizar hasta que todos los daños hayan sido identificados y
valorados y se ha desarrollado una estrategia de tratamiento completa.
9.- Medios Complementarios de la
Cirugía
Aunque los antibióticos ciertamente
están indicados en pacientes con contaminación, las cifras variables de infección
sugieren que la técnica quirúrgica desempeña cierto papel para evitar las
complicaciones infecciosas después de una laparotomía. La operación temprana después
de administrar antibióticos endovenosos evita que la contaminación gastrointestinal pase
a ser una infección invasora como peritonitis o la celulitis de tejidos blandos.
El cierre de perforaciones
gastrointestinales, ya temporalmente o permanentemente, debe llevarse a cabo tan pronto
como se han controlado las áreas de hemorragia. Cuando la reparación primaria de un
área peligrosa del tubo digestivo como duodeno, colon, origina un cierre poco seguro,
puede estar indicada la desviación proximal o la descompresión por otros medios, así
también debe considerarse la utilización del uso selectivo de drenajes de aspiración
cerrada o no emplear drenaje, más que recurrir al drenaje abierto de Penrose.
Nadie duda de la importancia del lavado de
peritoneo con solución salina para eliminar restos de partículas y sangre tan pronto
como es posible al abrir el abdomen y generalmente antes de cerrar la herida abdominal.
Es posible prever cuáles pacientes con
traumatismo abdominal están en mayor peligro de problemas infecciosos postoperatorios. En
un estudio la máxima incidencia de abscesos intraabdominales después de una laparotomía
por trauma penetrante se observó en pacientes con herida de abdomen alto, Dellinger y
colaboradores comprobaron que los factores importantes de peligro para desarrollo de una
infección relacionada con el traumatismo era la presencia de una lesión cólica, la
necesidad excesiva de transfusiones, la duración de la operación y la edad del paciente.
10.- Complicaciones Postoperatorias del
Trauma Abdominal
Los cirujanos de trauma superan a los
demás al atribuir las complicaciones a exploración inadecuada, decisiones erróneas,
técnicas no adecuadas, o falta de cuidado perioperatorio. Pero se debe reconocer los
efectos perjudiciales que producen el choque, las transfusiones masivas, contaminación
peritoneal difusa con heces y orina, y la manipulación brusca de tejido sobre los
mecanismos de defensa fisiológica normales.
El objetivo es identificar los factores que
pueden reducir al mínimo el ataque inicial, y disminuir las probabilidades de un segundo
que amenace la supervivencia.
La incidencia de complicaciones después de
traumatismo abdominal puede disminuirse prestando atención al protocolo en cuanto a
reanimación, prioridades de diagnóstico y tratamiento, uso de antibióticos, y
utilización racional de sondas.
En el paciente con lesiones múltiples, las
complicaciones postoperatorias pueden ser difíciles de descubrir, la confirmación de una
complicación intraabdominal suele requerir una segunda laparotomía, ésta decisión es
difícil de tomar, y a veces se requiere una valoración objetiva de un segundo cirujano
acerca de la necesidad de volver a operar.
Infección de heridas
Weigel clasificó las incisiones
traumáticas y las heridas en limpias (sin lesiones y menos de seis horas de retraso para
operar), contaminadas (lesión cólica o más de seis horas de retraso en operar), o
limpias-contaminadas (todas las demás).
Utilizando este sistema de clasificación,
señalo cifras de infección de 3.2% para heridas limpias, 8.1% para limpias-contaminadas,
24.6% para contaminadas, en una serie de 1054 pacientes sometidos a laparotomía por
traumatismo abdominal (137). Estos datos son comparables a las cifras de infección de
herida señaladas para intervención quirúrgica de elección en las mismas categorías.
En este estudio, el papel desempeñado por
el cierre primario tardío o el cierre secundario con el fin de evitar infecciones de
herida después de laparotomías por trauma abdominal no resultó alentador. Las cifras
aumentaron hasta 21.7% para el primero y 24% para el segundo en pacientes del grupo de
herida limpia-contaminada.
Hemorragia postoperatoria
Es la complicación más frecuente que
se presenta en las primeras 24 horas que siguen a la laparotomía, generalmente tiene
lugar dentro de la cavidad peritoneal y suele presentarse en áreas previamente disecadas.
El paciente hipotenso tiene un campo operatorio relativamente seco al terminar la
intervención, porque la presión sanguínea es insuficiente para causar hemorragia franca
en vasos no controlados, los mismos que presentaran sangrado activo en el postoperatorio
al restablecerse la presión arterial.
Es importante poder reconocer la hemorragia
no quirúrgica coexistente, para esto nos es de utilidad la valoración de la función
plaquetaria (hemostasia primaria) y la cascada de la coagulación que logra el coágulo de
fibrina (hemostasia secundaria), se debe considerar también el efecto que tiene la
hipotermia sobre la alteración de estos factores.
Ciertos pacientes con lesiones graves
presentan una hemorragia que no logra ser controlada por completo en la primera cirugía,
por lo que requerirán de taponamiento, ocurre sobre todo en las lesiones masivas de
hígado, o fracturas de pelvis con hemorragia retroperitoneal, debiendo ser sometidos a
una segunda operación 24 o 48 horas más tarde para retirar el taponamiento y lograr la
hemostasia.
Lesiones inadvertidas
La revisión sistemática y ordenada de
la cavidad peritoneal, nos evitara el peligro de dejar una lesión inadvertida, debiendo
poner énfasis en las áreas que pueden ocultar lesiones, estas son la unión
cardioesofágica, pared posterior del estómago proximal, diafragma, árbol biliar sobre
todo en el segmento retroduodenal, duodeno en su pared posterior a lo largo del borde
mesentérico, páncreas y su conducto principal y recto retroperitoneal para el cual la
valoración preoperatoria tiene vital importancia.
Peritonitis y formación de abscesos
La presentación de estas
complicaciones está casi siempre en relación con contaminación excesiva, dificultades
técnicas o errores de juicio por lo que está en manos del cirujano disminuir su
frecuencia en la primera intervención quirúrgica, ya que la cavidad peritoneal es menos
capaz de tolerar una segunda o tercera agresión, como por ejemplo una fuga anastomótica.
Por lo general estas complicaciones suelen
presentarse antes del quinto día postoperatorio, especial atención debemos tener con los
drenes que ya no funcionan y deben eliminarse para evitar la siembra de bacterias, los
abscesos intrabdominales se presentan como consecuencia de la retención de tejido
necrótico o de acúmulos de líquidos mal drenados.
Colecistitis no calculosa
Los pacientes graves que requieren
nutrición parenteral y soporte ventilatorio pueden producir este tipo de colecistitis, su
diagnóstico es difícil y la valoración debe ser cuidadosa, la ultrasonografía nos
puede ayudar mostrándonos una vesícula dilatada y de paredes gruesas.
Estos pacientes deben ser sometidos a
laparotomía y colecistectomía.
Obstrucción intestinal
La obstrucción mecánica rara ves se
presenta en la primera semana postoperatoria, con frecuencia estos pacientes presentan una
recuperación temporal de las funciones intestinales, con eliminación de gases y heces,
incluso pueden tolerar una dieta líquida durante 24 horas antes de presentar distensión
abdominal, vómitos y estreñimiento.
Correlacionar la clínica, el examen
físico y los estudios radiológicos permiten tomar la decisión apropiada de operar o no.
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