Traumatismos del Cuello
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Dr. Olmedo Arroba Centeno
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Introducción
Quizás ninguna otra región
anatómica del cuerpo humano contenga gran cantidad y variedad de estructuras
anatómicas tan íntimamente relacionadas como EL CUELLO. En consecuencia,
cualquier traumatismo o herida de cualquier tipo puede potencialmente lesionar
un componente esencial de los sistemas o aparatos Nervioso, Vascular, Digestivo,
Respiratorio o músculo - esquelético. El trauma cervical puede presentarse
solo o como un componente importante en el paciente politraumatizado. En este
último caso, el médico que atienda en emergencia a uno de estos pacientes
deberá tener presente siempre el siguiente concepto: "EN TODO TRAUMATISMO
MÁXILO FACIAL Y - O CRANEO ENCEFÁLICO DEBE PRESUMIRSE LA EXISTENCIA DE UN
TRAUMA CERVICAL, MIENTRAS NO SE DEMUESTRE LO CONTRARIO".
Debe tenerse presente además que
la ausencia de dolor o de signos neurológicos no descarta este tipo de
traumatismos. No debemos olvidar que del manejo inicial adecuado de estas
lesiones depende mucho el pronóstico ulterior del lesionado.
Un examen clínico rápido y
somero INICIAL deberá orientarnos a la magnitud del problema y en escasos
minutos deberemos poner en práctica varios pasos que nos llevarán a determinar
el estado clínico general del paciente y atender sus signos vitales,
reanimarlo, resucitarlo si fuere el caso, estabilizar sus funciones vitales y
clasificarlo en estable o inestable, lo que a su vez nos permitirá estudiarlo
con imágenes, procedimientos invasivos, etc.; si el tiempo que en estos
momentos es muy valioso nos lo permite (Ver cuadros 1 y 2).
Los traumatismos cervicales se
pueden clasificar de varias maneras, dependiendo del gusto del cirujano, pero a
nuestro modo de ver, este problema lo podemos clasificar en cerrados o contusos
y abiertos o penetrantes; encontrándose entre estos últimos las heridas de
proyectil de armas de fuego y arma blanca, tan comunes en nuestro convulsionado
medio.
Otra manera de clasificar los
traumatismos cervicales es la referente a su localización, que nos permite
dividir el cuello arbitrariamente en tres regiones anatómicas limitadas por dos
líneas imaginarias que pasan por el mentón la superior y por las clavículas
la inferior. (Grafico 3)
Consideraciones Anatómicas
En el cuello para su mejor
comprensión anatómica y por lo tanto para un mejor manejo quirúrgico, se han
establecido los llamados TRIÁNGULOS del cuello, que no son otra cosa sino las
relaciones topográficas de las diferentes estructuras anatómicas comprendidas
en esta estrecha región. Para el efecto y tomando como punto inicial de
referencia la línea media, la mandíbula, la clavícula y el músculo trapecio
que divide el cuello en dos grandes triángulos: El ANTERIOR, limitado por la
línea media desde el mentón al hueco supra esternal, el músculo
esternocleidomastoideo en su borde interno y el borde inferior de la mandíbula
y el POSTERIOR cuyos límites son por atrás el borde anterior del trapecio, por
delante el borde esternocleidomastoideo y por abajo el borde superior de la
clavícula. Estos triángulos a su vez se subdividen en triángulos más
pequeños incluidos en ellos y que en el Anterior son: Digástrico o submaxilar,
suprahioideo medio o sub mentoniano, carótideo superior o de elección y el
carótideo inferior, como traqueal o de necesidad.
El triángulo posterior a su vez
se divide en dos triángulos más pequeños, el omotrapecial y el omoclavicular.
Dentro de cada uno de estos
triángulos existen elementos anatómicos vasculares, nerviosos linfáticos y
glandulares cuyo conocimiento y relaciones son fundamentales para el cirujano de
cuello.
Consideraciones Quirúrgicas
El abordaje quirúrgico del
cuello ha sido motivo de muchas controversias y este dependerá de muchos
factores a ser considerados por quien va a operar esta zona. Entre los
principales factores a considerarse se encuentran: la patología que se va a
enfrentar, el órgano que se va a operar, si el caso es o no una emergencia, el
estado respiratorio del paciente, en general el estado global del individuo.
Las incisiones que se pueden
hacer en el cuello son variadas en dirección, extensión, profundidad y de
ellas dependerá la adecuada exposición que tengamos de las estructuras
cervicales.
Estas pueden ser: longitudinales,
rectas u oblicuas, transversales, laterales, en collarete y combinadas.
Las incisiones más conocidas
son: Las de Crile, Martin, McFee, Kocher, etc. (Cuadro 3).
Heridas de los Tejidos Blandos
Las heridas de los tejidos
blandos del cuello no son tan frecuentes como las de la cara u otras partes del
cuerpo, pero su manejo posee características especiales que se deben conocer y
dominar para evitar complicaciones severas, sobre todo las infecciosas. Las
heridas traumáticas requieren de un desbridamiento completo. Minucioso,
extirpación de todo el cuerpo extraño, sobretodo de las áreas desvitalizadas
o necróticas de músculos u otros tejidos, teniendo especial cuidado de no
lesionar, si ya no lo están, los vasos más importantes del cuello, como son
las arterias carótidas primitiva e interna, pues su lesión puede traer
consecuencias graves y aún la muerte.
En pocas ocasiones la herida debe
ser ampliada para mejorar la exposición de las áreas mas profundas, permitir
adecuada exposición de los tejidos profundos traumatizados, así como
identificar y proteger estructuras importantes. Muchas veces cuando el trauma es
muy extenso y se desbrida heridas cervicales profundas, se recomienda dejarlas
abiertas y cerrarlas por cierre secundario cinco o siete días después. Heridas
más superficiales pueden ser cerradas primariamente, pero aun en estos casos
debe dejarse un drenaje por lo menos de 24 a 48 horas.
Es fundamental el cuidado de la
vía aérea en todo momento posterior a una herida del cuello, pues hemorragias
ocultas o el propio edema pos quirúrgico podrían condicionar compresión
extrínseca de la misma con fatales consecuencias. Lo mismo puede ocurrir
tardíamente por infección de los tejidos profundos del cuello. Si eso ocurre
una traqueotomía es lo indicado.
Heridas Vasculares
Las heridas de los grandes vasos
del cuello requieren de un inmediato y cuidadoso tratamiento, ya que una demora
en su abordaje podría costarle la vida al herido. Deben ser observados los
principios fundamentales de la cirugía vascular, tales como la exposición
amplia y adecuada, el control distal y proximal del vaso comprometido (en este
caso arterias carótidas primitivas o internas), la disección dentro de la
vaina carótidea en varios centímetros a cada lado de la lesión, la
utilización del shunt externo o interno para permitir el flujo al cerebro sin
problemas y el uso de material vascular adecuado y de ser necesario injerto
autólogo (Vena) ó de prótesis vascular.
La incisión mas adecuada para
exponer la arteria carótida en toda su extensión es la oblicua, siguiendo el
borde anterior del músculo esternocleidomastoideo desde la apófisis mastoides
hasta el hueco supraesternal. El músculo se lo separa hacia fuera y la vaina
carótidea puede ser abierta para máxima exposición. El vaso se lo controla
con pinzas vasculares y se procede a suturar el mismo con material vascular
(Prolene 4 ó 5-0). Esta sutura puede ser transversal o longitudinal dependiendo
de la disposición de la herida. Si hay desgarro por pérdida de sustancia, hay
que liberar el vaso completamente de tejido vecino, lavar con abundante
solución salina con heparina para suprimirlos coágulos y restos de fibrina,
regularizar los bordes y suturar. Si la pérdida de sustancia es tan grande que
no permite suturar el vaso en forma adecuada se reseca los bordes irregulares y
se utiliza injerto venoso (generalmente safena) ó una prótesis vascular.
(Figura 4). Las lesiones de otros vasos como arterias de menor calibre
(tiroideas, facial, ligual, etc.) se resuelven con el pinzamiento y ligadura
adecuados.
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Los vasos venosos no deberán ser
reparados, sino ligados en forma conveniente y con material de preferencia no
absorbible. La única excepción para no ligar la yugular interna a cada lado,
es la lesión bilateral de la misma, situación en la cual deberemos reparar por
lo menos una de ellas para garantizar el retorno venoso del cráneo, pues la
ligadura bilateral producirá gran edema facial y no pocas veces complicaciones
potencialmente fatales.
Heridas Viscerales
Las lesiones traumáticas de los
órganos viscerales del cuello pueden ser producidas por traumatismos contusos o
por herida penetrante debido a proyectiles o arma blanca. Cualquiera que sea la
causa del trauma, es fundamental que se reconozca tempranamente su existencia y
se realice un tratamiento adecuado lo mas precozmente posible, ya que la demora
en el manejo de lesiones de laringe, tráquea, faringe y/o esófago cervical
pueden traer graves complicaciones y aún la muerte al paciente.
Las heridas de la vía aérea se
sospechan en pacientes disneicos, disfónicos, afásicos, con enfisema
subcutáneo en el cuello, que presenten hemoptisis ó tos. Al examinarlos
presentan dolor, sensibilidad en la región faringo laríngea, y si la laringe
es la lesionada puede haber deformidad de la caja laríngea, con disnea intensa,
cianosis que ameritará una CRICOTOMÍA o traqueostomía baja URGENTES.
Las lesiones cerradas de la caja
laríngea serán mejor diagnosticadas por laringoscopía directa y tomografía
computarizada una vez que se ha restablecido la vía aérea y si sus estructuras
internas debido a la fuerza del agente agresor están muy lesionadas, se deberá
operar electivamente reparando las estructuras (cuerdas, cartílagos
aritenoides, cricoides, tiroides, hueso hioides, músculos, mucosa endolaringea)
y dejando ferulada la misma con un dedo de guante o drén de caucho relleno con
esponja que se mantiene dentro de la laringe por 4 a 6 semanas para evitar su
estenosis tardía y se lo fija con alambre de acero que se saca por el tubo de
la traqueostomía.
Las perforaciones yatrogénicas
de la laringe durante procedimientos de intubación y/o instrumentación del
órgano ameritarán tratamiento inmediato y agresivo, exponiendo el órgano en
la mejor manera (Figura 5) con incisión longitudinal en el cartílago tiroides,
suturando las mismas en varios planos y dejando drenaje en el cuello, así como
alimentando por sonda y/o gastrostomía. El problema será superado de una a dos
semanas. De no realizarse la reparación habrá signos tempranos de
mediastinitis, abscesos cervicales profundos, sepsis, enfisema subcutáneo y la
vida del paciente estará en peligro.
Heridas de la Tráquea
Las lesiones traumáticas
cerradas de este órgano pueden ser potencialmente mortales en corto plazo pues
se produce sección completa transversal del órgano con alejamiento de los
fragmentos, es muy probable que el paciente no alcance a legar a la emergencia
hospitalaria, fundamentalmente por la obstrucción de la vía aérea por sangre.
Las heridas por arma blanca y/o
proyectil pueden presentarse con gran enfisema subcutáneo cervical, hematoma,
disnea intensa, cianosis y ameritan una exploración inmediata con
traqueostomía baja urgente. Deberán repararse las heridas de la mejor manera,
tratando de evitar la estenosis y la traqueomalacia, complicación temible de
los problemas de este órgano.
Si existe pérdida de sustancia,
puede ser resecada parte de los cartílagos traqueales, liberando hacia arriba y
abajo el órgano y dejando traqueopstomía hasta obtener el mejor resultado del
tratamiento.
En ningún caso deberá dejar de
suministrarse antibióticos, terapia inhalatoria, si es del caso esteroides y
broncodilatadores para lograr un adecuado control de secreciones.
Heridas de Esófago Cervical
La disfagia, el sangrado por
boca, hemoptoicos, dolor intenso en el cuello, aumento del volumen cervical son
los principales síntomas de estos traumatismos; que siempre deberán
sospecharse en los casos de traumas penetrantes del cuello y rara ocasión en
los traumas cerrados. Se deberá exponer ampliamente la región faringo
esofágica si la lesión es alta y el compartimiento visceral del cuello si la
lesión es mediana o baja. Deberá suturarse en dos planos de material
absorbible (Vycril 3-0), deberá dejarse drenaje en el lecho quirúrgico y la
alimentación de preferencia se hará por gastrostomía ó sonda fina de
silastic para evitar daños mayores a la luz esofágica. Los antibióticos
formarán siempre parte del tratamiento y la herida cerrará en 7 a 10 días.
Las lesiones yatrogénicas por
instrumentación para diagnóstico y/o extracción de cuerpos extraños en el
esófago se producen más frecuentemente a nivel del crico-faríngeo, sitio de
la estenosis fisiológica más alta del esófago y si se produce esta lesión
deberá procederse de inmediato al tratamiento quirúrgico con la observación
de los principios ya mencionados.
Lesiones Neurológicas Cervicales
Las lesiones neurológicas a este
nivel pueden ser potencialmente mortales cuando son muy altas como consecuencia
de traumatismos de la columna cervical a nivel de C-1 y C-2, produciendo
sección de médula espinal irreversible y paro cardiorrespiratorio por
afectación del bulbo raquídeo. Pocas veces el trauma es más abajo y produce
cuadriplejia, pero si la lesión ya es más baja, a nivel de C-6 ó C-7, se
produce paraplejia con toda su secuela de problemas causados por esta
situación.
Otras lesiones neurológicas
importantes en el cuello son las del plexo braquial producidas por proyectil,
arma blanca, elongación y rara vez trauma cerrado. Estas lesiones producirán
monoparesia del miembro afectado, edema, postiormente atrofia muscular. La
lesión se procurará reparar realizando neurorrafias del plexo y posteriormente
la rehabilitación correspondiente.
Otros nervios principales que
podrían lesionarse en el cuello son el neomogástrico ó vago, el nervio
frénico, el simpático cervical y el laríngeo recurrente cuya lesión
producirá parálisis cordal con voz bitonal, casi siempre consecuencia de una
cirugía de tiroides.
Lesiones Óseas Cervicales
En todo traumatismo
máxilo-facial y/o encéfalo craneano debe presumirse la existencia de un
traumatismo de la columna cervical, mientras nos e demuestre lo contrario. En el
paciente consciente, la presencia de contracturas musculares cervicales, el
dolor espontáneo o a la palpación, deben alertarnos hacia el diagnóstico de
traumatismo vertebral. En el paciente inconsciente deben extremarse estas
medidas y considerar que se está en presencia de una lesión vertebral hasta
que se descarte radiológicamente. La ausencia de dolor no descarta esta
lesión. Por el contrario, la aparición de signos neurológicos tempranos
(paresia, parestesias, parálisis) nos debe hacer pensar que ha habido un mal
manejo inicial del
cuello y cabeza del paciente
traumatizado. La cabeza y cuello deben mantenerse en posición neutra
inicialmente con la maniobra bimanual y lo más rápidamente posible con el
collar tipo Philadelphia.
Deberán obtenerse a la brevedad
posible, si el estado general del paciente es estable y lo permite,
radiografías laterales de la columna cervical, procurando obtener la imagen de
las siete vértebras cervicales. Si esto no es posible y la clínica nos indica
que existen problemas en la columna cervical deberemos obtener imágenes de TAC
de columna cervical además de Rx AP. con boca abierta para ver el complejo
atloideo - axoideo.
Es de gran utilidad saber
reconocer las anomalías radiológicas traumáticas de columna cervical (Cuadro
4).
Bibliografía
1. Leonardo Califano y Rubén
Algieri. Anatomía Quirúrgica del Cuello. Cirugía de Urgencia Perera García
1997 Edit. Méd. Panamericana 1997.
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Miguel Ángel Gómez, Dr. Jorge Neira Buenos Aires 1992.
3. José Yoel Atlas de Cirugía
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4. Copeland, Edward M. Surgical
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6. Clínicas Quirúrgicas de
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7. L. Testut. O. Jacob. H. Billet
Atlas de dirección por regiones SALVAT editores 1979.
8. Ballinger, Walter F.
Traumatología 2a. edición 1977.
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