Hernias
|
Dr. Ignacio Hanna Musse
|
Dr. José Ignacio Hanna Jairala
|
La hernia etimológicamente es la
protrusión o salida total o parcial de una víscera a través de un conducto anormalmente
dispuesto, ya sea natural o artificial. Tratándose en este tema de hernias abdominales,
se puede decir que hernia abdominal es la protrusión de una víscera a través de un saco
peritoneal por un defecto congénito o adquirido de la pared abdominal. (Fig. 1)
Históricamente todos los
datos relacionados con las hernias de la pared abdominal se refieren a los aspectos
quirúrgicos en el tratamiento de la misma. Sin embargo, en el Papiro de Ebers5 que data
del año 1550 AC en su obra en la que se describen la circulación de la sangre y más de
700 recetas de diferentes tipos, se hace referencia a tumoraciones especiales de la pared
abdominal, que se supone se trata de hernias, para las que se recomendaba presión
abdominal externa, sobretodo con el paciente en posición de pie, realizada por cualquier
elemento que pueda producir compresión desde afuera contra la cavidad abdominal (lo que
después se conoció como utilización de un braguero). (Fig. 2)
Una de las primeras informaciones técnicas
sobre el tratamiento de la hernia data de finales del siglo XIII, cuando el Padre Guy de
Chauliac, sacerdote y luego médico cirujano, formado en las Universidades de Toulouse y
París escribió su Tratado de Cirugía que apareció en el siglo XIV, llamado La Cirugía
Magna. Guy de Chauliac fue el defensor del principio: pus bonum et laudible
( El pus es bueno y digno de alabanza). A él se deben las primeras instrucciones para el
tratamiento de las hernias, considerada siempre una dolencia potencialmente peligrosa:
" El médico prescribirá laxantes para mantener un movimiento lento del
intestino y evitar un estancamiento, el paciente debe abstenerse de comer judías, frutas
frescas, pescado, queso y rábanos; tampoco le está permitido al paciente hacer
ejercicios enérgicos, ni siquiera tener relaciones sexuales. El paciente mantendrá
laxantes permanentemente para evitasr el estreñimiento. Con este régimen alimenticio y
sitema de vida apropiado, el médico tratará de reducir la hernia, sea manualmente o sea
colgando al paciente de las piernas para que se reduzca la hernia. Luego, se coloca sobre
la hernia un molde especial sólido con una venda que presione y asegure la reducción. El
paciente permaneceá en cama 50 días y el molde se debe cambiar cada 9 días... "
Sin embargo, al final de las indicaciones,
Chauliac explica que la base de este tratamiento es solamante la esperanza.
Posteriormente, se intenta el tratamiento
quirúrgico que contemplaba la ligadura del saco herniarioincluyendo los elementos
vasculares, con lo cual se permite corregir la hernia incluyendo la castración del lado
correspondiente para evitar la necrosis potopertoria del testiculo. Fue en la época del
Renacimiento con el trabajo quirúrgico de Ambrosio Paré que se avanzó fundamentalmente
en el tratamiento de la hernia sin castración.
Ambrosio Paré nació en
Francia (Laval) en 1510 y falleció en 1592. Fue cirujano militar, habiéndose iniciado
por su origen humilde como un simple aprendiz de barbero para luego ser cirujano barbero
reconocido y en 1554 fue admitido en el Colegio de Médicos de San Cosme, a pesar de no
conocer griego ni latín, condiciones imprescindibles para ser admitido en el Colegio.
Posteriormente, fue médico de confianza de todos los reyes de Francia que pasaron hasta
el año de su muerte, 1592.5
Entre los capítulos que escribió está
justamente la herniorrafia sin castración. Era la primera vez que se hablaba de la
corrección de las hernias, sin lesionar ni el cordón espermático, ni los elementos
vasculares que circulan a su alrededor. Aunque para esa época del Renacimiento ya se
decía en España del tratamiento quirúrgico de la hernia sin lesionar ni el cordón
espermático ni los vasos sanguíneos, fue Ambrosio Paré quien popularizó la técnica
utilizando un hilo de oro para practicar la ligadura del saco herniario, pasando el punto
entre la formación del saco y los elementos nobles que incluyen el cordón espermático y
los vasos sanguíneos, este punto de oro se lo conoció con el nombre de point doré.
(Fig. 3)
Más adelante Pierre Franco
realizó la primera incisión inguinal para aislar el saco herniario según las
indicaciones de Ambrosio Paré y ligarlo sin lesionar elementos nobles y por primera vez
se hizo la ablación del saco herniario para reducir su contenido y observar el interior
del mismo.
Ya en el siglo XVIII, se empieza a hablar
del origen congénito de las hernias, considerando no solamente aquellas producidas por
persistencia del conducto peritoneo-vaginal (hernias inguinales indirectas), sino también
todo tipo de hernias, ya que aunque no se trate de la persistencia de este conducto, se
trata de una zona de debilidad de la pared posterior con la que ha nacido el paciente que
padece este problema. Más adelante, cuando hablemos de los factores que originan la
hernia, volveremos a analizar este punto, ya que es importante conocer los factores que la
originan y los daños que se producen, porque el tratamiento nos llevará justamente a
solucionar los problemas de acuerdo al origen de las hernias y al tipo de lesión
producida.
Campbell, Cooper, Hesselbach, Scarpa,
McVay, Czerny, Bassini, Halsted, Ferguson, a lo largo del siglo XIX, fueron los cirujanos
más destacados que aportaron de diferente manera para el conocimiento anatómico de los
puntos de producción de las hernias y aportaron también con soluciones quirúrgicas, ya
que van de la mano el conocimiento exacto de anatomía de la pared abdominal de afuera
hacia adentro y de adentro hacia afuera con el éxito de la reparación quirúrgica de
todo tipo de defecto herniario.9
El conocimiento de los
puntos de debilidad de la pared abdominal llevó a los diferentes autores a los que hemos
hecho referencia a lo largo del siglo XIX y otros en el siglo XX a buscar la forma de
reforzar por diferentes medios estas áreas débiles de la pared, con lo cual se deberá
evitar la recurrencia de la hernia después de haber sido corregida quirúrgicamente; cosa
que todavía no se consigue satisfactoriamente en todos los casos, aunque se recurre en la
actualidad a la utilización de materiales sintéticos (mallas más fuertes que los
tejidos) de los que hablaremos más adelante.
Históricamente Czerny y Marci de 1871 a
1877 iniciaron la cirugía de la hernia con el conocimiento exacto de la anatomía,
tratando por un lado el saco herniario y buscando por otro lado el reforzamiento de la
pared posterior para corregir los puntos de debilidad de la misma. Posteriormente, Bassini
describió su operación en la que hablaba de la reconstrucción de la pared posterior y
la colocación de los elementos vasculares y cordón espermático bajo la aponeurosis del
oblicuo mayor; para que los músculos concurran al reforzamiento de la pared posterior.
Luego, Halsted describió su
primera operación haciendo lo mismo que Bassini pero dejando el cordón y los elementos
por encima de la aponeurosis del oblicuo mayor, en posición subcutánea para incorporar
la aponeurosis del oblicuo mayor al reforzamiento de la pared.
Posteriormente, Halsted decide dejar el
cordón y los elementos bajo la aponeurosis del oblicuo mayor, pero realizando una
imbricación en la sutura aponeurótica de este músculo para reforzar tanto la cara
posterior como de la cara anterior de la zona.
Fue después cuando McVay
aprovechando la descripción de Cooper sobre el ligamento ileopectineo describe el punto
de sutura que incluye el ligamento de Cooper al piso del conducto inguinal como primer
punto de reforzamiento en la reconstrucción de la pared posterior. Hasta ese momento no
se sabía la importancia que el Ligamento de Cooper iba a tener como punto de referencia
para la reparación convencional y actualmente endoscópica de las hernias inguinales. Ya
sea que se trabaje en cirugía convencional o en cirugía endoscópica, es el Ligamento de
Cooper el punto de referencia para la reparación de la
pared posterior, utilizando los propios tejidos del paciente o el auxilio de una malla
sintética para implantarla desde el ligamento de Cooper hacia afuera, cubriendo todas las
zonas débiles de la pared abdominal inferior; fue en este siglo en que se le dio
importancia a la pared inguinal posterior en la etiología y la reparación de las
hernias. Con estos datos históricos, que van ilustrando el camino recorrido, iniciamos el
estudio anatómico de la región inguinocrural, umbilical, lumbar, para posteriormente
analizar otro tipo de hernias de acuerdo a su topografía y su etiología.
Anatomía de la Región Inguinal y
Femoral
Trazando una línea imaginaria que vaya
desde la espina iliaca ánterosuperior hasta la espina del pubis, estamos cruzando el
área inguinal, punto de abordaje para incursionar en los conductos inguinal, crural o
femoral. Se secciona la piel y nos encontramos con un tejido celular subcutáneo de
características especiales tanto en su consistencia como en su distribución; la fascia
falsa de Scarpa; luego, se llega al músculo oblicuo mayor que se inserta en calidad de
aponeurosis en la espina del pubis abriéndose hacia afuera y hacia arriba para llegar a
la cresta iliaca, espina iliaca ánterosuperior y el arco posterior de las ultimas
costilla. Hacia adentro la aponeurosis del oblicuo mayor se confunde con la aponeourosis
del recto anterior del abdomen y hacia afuera se produce una reflexión en la rama del
pubis, constituyendo el ligamento de Gimbernat.
Las fibras del oblicuo mayor, en la espina
del pubis, forman un orificio llamado anillo inguinal superficial, por donde salen el
cordón espermático y sus elementos en el varón y el ligamento redondo en la mujer.
Es justamente a través de este anillo que
se realiza la sección de la aponeurosis del oblicuo mayor para llegar al siguiente plano,
que es el músculo oblicuo menor. El músculo oblicuo menor se presenta como única capa
muscular del conducto inguinal, misma que hay que separar en la cirugía convencional para
poder llegar a la pared posterior. La vecindad del músculo oblicuo menor con el
transverso del abdomen que está inmediatamente en el siguiente plano del conducto
inguinal, hace llevar sus fibras conjuntamente formando el arco aponeurótico del
transverso del abdomen y del oblicuo menor que al unirse constituyen el tendón conjunto,
elemento anatómico que junto al Ligamento de Cooper constituyeron siempre la iniciación
de la más eficiente reparación y reforzamiento de la pared posterior del conducto
inguinal.
La fascia transversalis es
el elemento anatómico más importante para evitar la recurrencia de hernias operadas
previamente. Es justamente esta capa la que hay que reforzar con los tejidos propios del
paciente o con las mallas sintéticas para evitar recurrencia de hernia en pacientes
operados. Hay 4 puntos de reforzamiento natural de la fascia transversalis:
a) El ligamento aponeurótico transverso o
ligamento de la fascia transversalis que refuerza la parte más externa de la fascia en
relación con el anillo inguinal profundo cerca de la espina iliaca anterosuperior.
b) El arco aponeurótico del músculo
transverso del abdomen producido por la unión de la fascia transversalis con el músculo
transverso del abdomen y se encuentra un poco más abajo del punto de reforzamiento
anterior pero en el mismo piso del conducto inguinal.
c) El ligamento de Poupart, que es un
ligamento íleopubico, que está hacia la mitad del conducto inguinal y luego sigue hacia
abajo a la pared posterior del conducto femoral.
d) El ligamento de Cooper, punto de
reforzamiento más interno del conducto inguinal y localizado en la cara posterior de la
rama superior del pubis.
Cada uno de los elementos anatómicos
mencionados, cumple la función de reforzamiento de la fascia transversalis y justamente
el debilitamiento de estos puntos en la distribución anatómica de la pared posterior del
conducto inguinal, es el origen de la hernia de tipo directo a favor de la tesis esgrimida
desde hace años y que en la actualidad ha tomado mayor fuerza, según la cual, todas las
hernias son congénitas; las hernias inguinales indirectas son congénitas, ya que están
dadas por la persistencia del conducto peritoneo-vaginal que es un saco peritoneal a
través del cual, el testículo desciende del retroperitoneo hacia el escroto, después de
lo cual, el saco se debe obliterar totalmente; al no cerrarse, este defecto produce una
comunicación entre la cavidad abdominal y el escroto originando la hernia indirecta
inguinoescrotal, si la falta de cierre del saco peritoneal vaginal es total; o una hernia
inguinal indirecta que no llega al escroto si la falta de cierre del conducto
peritoneovaginal es parcial.9
La hernia inguinal directa no tiene un
conducto peritoneo vaginal preformado pero, en cambio se requiere que exista una debilidad
congénita de la pared posterior por deficiencia de los cuatro puntos de reforzamiento de
la fascia transversalis anteriormente descritos que al no darle la fuerza que necesita la
pared posterior deja los puntos débiles que merced a la gravedad y presión intrabdominal
van produciendo una deficiencia de la pared posterior y formándose un saco perioteneal
parietal que con el tiempo origina la hernia inguinal. Tenemos entonces como elementos
constitutivos imprescindibles para la existencia de una herniade :
La existencia de un saco herniario;
y
La debilidad de la pared posterior.
En consecuencia, el tratamiento quirúrgico
debe orientarse en cualquiera de las técnicas que veremos más adelante, a la reparación
de estos dos elementos: tratar el saco herniario y reforzar la pared posterior.
Volviendo a la distribución anatómica de
la zona, después de la fascia transversalis, nos encontramos con la grasa preperitoneal,
distribuida en mayor o menor cantidad, de acuerdo al peso del paciente y al sexo; más
grasa preperitoneal encontramos en los hombres de constitución pícnica. Esta grasa, en
ocasiones es tan abundante que se debe extirpar para facilitar la intervención
quirúrgica y para evitar que en el postoperatorio el paciente sienta la acumulación de
esta grasa como si fuera una nueva hernia.
Luego tenemos el peritoneo cuya elasticidad
o flexibilidad dependen fundamentalmente de la actividad que el paciente tenga, cualquiera
que sea su sexo o edad; los deportistas: pesistas, caminadores, atletas, etc., tienen un
peritoneo menos elástico que las personas de vida sedentaria o de edad avanzada.
Los otros elementos anatómicos existentes
en el conducto inguinal son distintos, de acuerdo al sexo; en el varón corren por este
conducto, el cordón espermático, arterias y venas del testículo y en la mujer el
ligamento redondo. Son justamente estos elementos los que se deben considerar, sobretodo
en el hombre ya que no se deben lesionar como quedó indicado desde la época del
renacimiento por Ambrosio Paré. Lesionar los elementos equivale a regresar al siglo XV,
época en la cual justamente por no respetar estos nobles elementos, la operación
consistía en la corrección del saco y la castración.
En condiciones anatómicas normales, cada
capa ocupa su puesto y conserva la distribución descrita; pero en condiciones anormales,
la existencia de una hernia inguinal altera toda la estructura anatómica que el cirujano
debe conocer muy bien, ya que la reparación en una operación de hernia implica la
reparación anatómica de todos los elementos mencionados.
Esta es la disposición anatómica que nos
interesa conocer en tanto en cuanto la reparación quirúrgica se haga por vía
convencional; operamos por vía convencional cortando desde la piel hasta el peritoneo a
lo largo del conducto inguinal; pero si la reparación se va a realizar por cirugía
endoscópica transperitoneal, debemos también conocer la anatomía de la región
endoperitonealmente; es decir, mirar el conducto inguinal desde su pared posterior hasta
adelante.
Es de suma importancia conocer la anatomía
de la región desde la cara posterior de la pelvis cuando se va a realizar una corrección
quirúrgica de una hernia inguinal directa o indirecta por vía laparoscópica. Si el
procedimiento que se va a realizar es preperitoneal los elementos anatómicos son más o
menos los mismos que quedaron descritos anteriormente al referirnos a la cirugía
convencional; pero, si se va a realizar una corrección quirúrgica por vía
transperitoneal (invadiendo la cavidad abdominal), la disposición anatómica es
completamente diferente y es lo que hace imprescindible el conocimiento de la misma como
parte del éxito a lograrse en la intervención quirúrgica.
Lo primero que observamos con el
acercamiento de la óptica es el revestimiento peritoneal y el orificio inguinal alrededor
del cual se disponen las fibras de la fascia transversalis. Se observa también si está
libre este orificio inguinal o si a través del mismo se encuentran elementos anatómicos
intrabdominales, en cuyo caso se procede a la reducción de los mismos retirándolos del
orificio inguinal, para proceder a la reparación endoscópica de la hernia; se puede
observar también si existe una hernia por deslizamiento en la cual la pared posterior del
saco herniario está constituida por una víscera, en cuyo caso su reducción para
regresar la víscera a la cavidad abdominal, se hace demasiado laboriosa y difícil como
veremos cuando hablemos de la técnica operatoria6
Estando libre el orificio
inguinal, se observa con la iluminación de la óptica la arteria epigástrica inferior
que siempre debe ser observada, desde el momento mismo de la iniciación del procedimiento
operatorio; los vasos iliacos, los vasos espermáticos y el conducto deferente; es
importante saber que con relación a los vasos epigástricos, las hernias directas están
encima de los vasos epigástricos, mas cerca a la línea media y las hernias indirectas
están por fuera de los vasos epigástricos, más lejos de la línea media. Hay que
reconocer luego el ligamento de Cooper que se encuentra en la cara posterior de la
sínfisis del pubis, por debajo de los vasos iliacos. Deben ser identificados también los
nervios de esta área, ya que su lesión puede traer molestias postoperatorias, a veces
más severas que la hernia que obligan a reintervenciones: el nervio fémorocutaneo
lateral, el nervio ileoinguinal; el nervio femoral y el nervio génitofemoral.2
Cuando tengamos que referirnos al
tratamiento quirúrgico de las hernias, volveremos a las consideraciones anatómicas,
tanto para la cirugía convencional, como para la cirugía endoscópica.
Diagnóstico de la Hernia Inguinal y
Otras de la Pared Abdominal
El diagnóstico de la hernia inguinal,
se realiza mediante observación de la zona inguinal o palpación de la misa, estando el
paciente de pie, momento en el cual se le hace desarrollar cualquier esfuerzo que aumente
la presión inttrabdominal y esto favorece la protrusión de la hernia, observándose el
abultamiento en el lugar afectado. La palpación es un complemento para el diagnóstico.
Cuando una hernia inguinal es muy pequeña,
es conocida como "punta de hernia", sólo se la puede identificar introduciendo
el dedo índice en la base del escroto, dirigiéndolo hacia arriba en busca del anillo
inguinal superficial; en ese momento manteniendo la punta del dedo índice en el anillo
inguinal, se hace toser o pujar al paciente y se siente en el pulpejo del dedo índice una
protrusión pequeña que nos indica una hernia inguinal indirecta incipiente o punta de
hernia.
Cuando se van a observar otras hernias de
la pared: umbilicales o eventraciones postoperatorias, también se examina al paciente en
posición de pie, pero luego hay que hacer acostar al paciente para determinar con la
palpación la extensión del defecto de la pared. Cuando se trata de hernias
ínguinoescrotales, umbilicales, eventraciones, femorales, etc., que dan un gran
abultamiento y que hacen suponer la existencia de un saco amplio que ha dado cabida a un
gran contenido de vísceras intrabdominales también hay que acostar al paciente para ver
si se logra o no la reducción de la hernia con la reintegración de todas las vísceras
hacia el abdomen en cuyo caso se habla de una hernia reducible. Si no se puede regresar el
contenido herniario hacia la cavidad abdominal o se regresa solo parcialmente, hablamos de
una hernia encarcelada o incarcerada, lo cual se diagnostica también por
palpación. Si además existe un compromiso vascular manifiesto por un cambio de
coloración de la zona herniada, se habla de una hernia inguinal estrangulada, en
las que el asa intestinal o el órgano que se encuentre en el saco herniario está privado
de su vascularización y puede llegar a la necrosis. Y existe también la hernia por
deslizamiento que se debe diagnosticar antes de la intervención quirúrgica, ya que en
ella la pared posterior del saco herniario está constituida por una víscera y si se
ignora esta posibilidad hay complicaciones.
Una hernia puede pasar sin dar ningún tipo
de sintomatología, mientras sea reducible; a veces produce dolor y al sentir el dolor, el
paciente se toca la zona dolorosa y observa que algo raro se ha producido en esa región,
con lo cual consulta a su médico, pero cuando la hernia es estrangulada o incarcerada,
entonces la sintomatología, no es solamente el dolor, sino la presencia de una
tumoración que no se puede reducir, que puede cambiar de color transformándose en
coloración violácea y que de acuerdo al tiempo de evolución que tenga y al tipo de
contenido del saco herniario, puede llevar a un cuadro de oclusión intestinal alto o bajo
dependiendo del segmento intestinal, comprometido en el saco de la hernia y la cantidad de
intestino que haya logrado entrar en el saco.
En consecuencia, los signos físicos y las
características exteriores de una hernia dependen del contenido del saco; mientras el
saco está libre de contenido, sus paredes, se colapsan y no dan ninguna manifestación
exterior de protrusión; pero el momento en que el saco es ocupado por algún órgano, las
paredes peritoneales se abren para dar espacio. Cuando ingresa el órgano se observa una
protrusión que a la palpación se tiene una persepción completamente diferente, de
acuerdo al contenido del saco; si es ovario en la mujer, se toca una hernia endurecida
dolorosa y sin que necesariamente se altere la coloración de la piel; si es el epiplón
mayor el que ocupa espacio en el saco herniario, se toca una masa de consistencia
semidura, irregular y tampoco necesariamente tiene que cambiar de color.
Si es una asa intestinal la que ocupa
espacio en el saco herniario, el abultamiento es más redondeado, uniforme, de
consistencia suave y al palparse se tiene percepción de aire contenido en las asas
intestinales. Mientras la hernia sea reducible, todo contenido del saco puede volver a la
cavidad abdominal acostando al paciente y ejerciendo una ligera presión sobre la zona
afectada con dirección a la cavidad abdominal.
Sin embargo, frente a la duda, sobretodo
cuando se trata de hernias, que por estar incarceradas no se reducen, se procede al examen
ultrasonográfico que nos va a demostrar la existencia de un orificio herniario o falta de
integridad de los planos respectivos, con lo cual se está frente al diagnóstico de un
defecto herniario.
No es prudente realizar procedimientos
diagnósticos invasivos con la introducción de medios de contraste con punción para la
demostración de la existencia de una saco herniario o de la debilidad de la pared.
Otra cosa es el diagnóstico de alteración
concomitante en la hernia como los casos de:
Hernia inguinal más criptorquidia en cuyo
caso el diagnóstico por ultrasonido es fundamental, mismo para la localización exacta
del testículo ectópico.
Hernia inguinal con hidrocele, en el cual
el diagnóstico puede ser fundamentalmente clínico realizando un buen examen físico con
inspección y palpación correcta y ayudado por transiluminación del hidrocele, pero
también en este caso la ayuda de la ultrasonografía es fundamental para identificar el
contenido líquido del hidrocele.
Hernia inguinal más quiste del cordón
espermático en cuyo caso también el ultrasonido es fundamental para el diagnóstico.
Lipoma preperitoneal, acompañando una
hernia, diagnóstico que no se realiza preoperatoriamente sino que constituye un hallazgo
de la intervención quirúrgica.
En épocas pasadas tenía importancia,
frente a una hernia inguinal, establecer si ésta era directa o indirecta. En la
actualidad el diagnóstico no reviste mayor importancia, ya que en el curso de la
intervención quirúrgica, el cirujano advierte de qué
tipo
de hernia se trata, para tomar las seguridades respectivas, ya que como veremos más
adelante, al hablar de la técnica quirúrgica, las hernias inguinales directas, obligan a
una reparación perfecta de la pared posterior para evitar las recidivas; por otro lado,
actualmente ya no se discute la utilidad de las mallas de polipropileno como auxilio
quirúrgico para una buena reparación de la hernia, en cuyo caso, no interesa si es
directa o indirecta para el cirujano que utiliza la malla de manera sistemática en todos
los casos de hernioplastia en pacientes, sobretodo en varones de 14 años de edad o más.
Lo que sí se debe establecer es si la
hernia es inguinal o femoral, ya que los procedimientos quirúrgicos son completamente
diferentes.
La otras hernias umbilicales, lumbares,
incisionales, paraestomales, no ofrecen mayor grado de dificultad para el diagnóstico.
Las hernias internas abdominales por
alteraciones congénitas en peritoneo pariental posterior, en mesenterio, en diafragma,
entran en un capítulo especial, ya que el diagnóstico suele hacerse por sintomatología
de otro tipo y no por el examen físico al que hemos hecho referencia. Habitualmente se
descubren estas hernias por sintomatología colateral como dispepsias, suboclusión
intestinal, dolor tipo cólico abdominal repetitivo, estreñimiento, etc.
No toda tumoración de la región inguinal
es una hernia; se debe diferenciar una adenitis inguinal por inflamación o hipertrofia
del Ganglio de Cloquet, que da como resultado un abultamiento de la región inguinal, sin
ser una hernia; una linfoadenopatía, producto de algún tipo de linfoma o simplemente por
proceso inflamatorio inespecífico; una tumoración muscular, un lipoma de la región, un
aneurisma de la arteria femoral, celulitis, erisipela. Estas son las causas más comunes
que podrían hacernos confundir con una hernia inguinal.
Clasificación de las Hernias
No existe una norma específica para
clasificar las hernias de la pared abdominal ya que se pueden clasificar de acuerdo a su
ubicación topográfica, adoptando el nombre del área en el cual se ha producido el
defecto:
Umbilical (si es alrededor del
ombligo)
Inguinal
(si está alrededor del
conducto inguinal)
Femoral
(si es abajo del conducto
inguinal)
Y así cada una de las hernias a las que se
puedan hacer referencia.
En la pared abdominal: paraestomales,
cuando están alrededor de una ostomía; incisionales cuando hay una operación previa y
se produjo la hernia en el trayecto de esta intervención; el Triángulo de Petit o hernia
lumbar.
Otra forma de clasificar las hernias, es de
acuerdo a su condición en relación al contenido del saco herniario.
La hernia reducible: Cuando el
contenido del saco entra y sale del mismo, de acuerdo al tipo de presión que se ejerce,
sin detenerse en ningún trayecto;
Incarcerada: Cuando el contenido del
saco ha hecho protrusión en el mismo y no puede regresar hacia la cavidad incarcerada,
pero no existe compromiso en la vascularización.
Estrangulada: Igual que la
incarcerqda pero con compromiso de la vascularización, lo cual implica necrosis por
isquemia del contenido del saco herniario.
Hernia de Richter y Hernia de
Littré: Que es la estrangulación parcial de una asa intestinal incluida en el
saco herniario.
Por deslizamiento, que es aquella en
la cual la pared posterior del saco la constituye una víscera habitualmente observada en
las hernias inguinales teniendo el colon sigmoide en las inguinales izquierdas y el ciego
en las inguinales derechas.
Intraparietales, tipo muy raro de
hernias y que se producen cuando el saco de la hernia no brota exclusivamente para afuera,
sino que se introduce en diferentes capas constitutivas de la pared abdominal.9
Hablando de las hernias inguinales
indirectas, por persistencia del conducto peritoneo vaginal podemos hablar de una Hernia
Inguinoescrotal, cuando no sólo ocupa el conducto inguinal sino que llega mismo
hasta el escroto, en cuyo caso tenemos el contenido de la hernia en vecindad con el
testículo del lado del defecto. Y si se habla de las hernias inguinales cuando el
conducto peritoneo vaginal no llega al escroto en cuyo caso el defecto está
exclusivamente dentro del trayecto inguinal.
Clasificación de Nyhus:
También existe la clasificación de Nyhus; que se basa en el tamaño de la hernia y sus
características de orígen, yendo del grado I al grado IV, lo cual implica graduarlas de
menor a mayor complejidad que se debe considerar para la reparación, considerando
también el estado de la pared posterior y anillos inguinales.
GRADO I: Hernias pediátricas con
pared intacta y anillo inguinal normal.
GRADO II:
Hernias indirectas
pequeñas con pared intacta.
GRADO III:
Hernias directas y
hernias indirectas medianas y grandes con pared débil. Pueden ser IIIA, IIIB.
GRADO IV:
Hernias recidivantes o
recurrentes.
Complicaciones de la Hernia
Una hernia reducible aparentemente no
tiene ningún tipo de urgencia, pero, no sabemos en qué momento se constituye en una real
emergencia, ya que esta inofensiva hernia reducible puede transformarse en una hernia
incarcerada o estrangulada que implica una solución urgente para evitar la necrosis de
los elementos anatómicos incluidos en el saco de la hernia. Sin necesidad de que se
alteren las deficiencias anatómicas que originaron la hernia, una hernia reducible puede
constituir emergencia, cuando el contenido del saco herniario sufre una torsión sobre su
propio eje, lo cual altera inmediatamente su vascularización, haciéndolo edematoso, con
lo cual aumenta el tamaño y está incapacitado de seguir jugando como hasta ese momento
lo hacía a través del anillo herniario. Mientras más estrecho sea el orificio o anillo
herniario, mayor peligro existe sobre este tipo de complicaciones. Mientras más amplio es
el anillo herniario, menor peligro existe, porque la amplitud del mismo permite el libre
paso del contenido del saco al no ofrecer ninguna resistencia que se oponga a la
reductibilidad del contenido herniario.
Existen casos especiales, poco comunes,
pero que se deben tener presentes. En ocasiones, una hernia umbilical en pacientes con una
cuadro de hipertensión portal acompañado de una ascitis puede provocar la necrosis de la
cicatriz umbilical, que sumada a la hipertensión intrabdominal, por el líquido acumulado
en la cavidad peritoneal, origina la ruptura de la piel necrosada de la cicatriz
umbilical, con lo que obtendremos la salida abundante del líquido ascítico y una
evisceración.
En otras ocasiones, una hernia
inguinoescrotal, puede llegar no sólo a la torsión del eje mesentérico del asa
intestinal contenida en el saco al que hacemos referencia en las líneas anteriores, sino
también a la torsión del cordón espermático y los elementos que lo acompañan,
originando la necrosis del testículo.
El objetivo de la cirugía electiva cuando
estamos frente a una hernia no complicada, reducible, es justamente evitar todo tipo de
urgencias para poder trabajar quirúrgicamente sobre un terreno limpio, sin
contaminación, lo cual permite hacer una reparación mucho más eficiente y mismo, tener
la facilidad para la colocación de prótesis absorbibles o no, con la idea de fortalecer
o reemplazar los tejidos de la pared posterior en la que se encuentra el defecto que
originó la hernia.
Tratamiento Quirúrgico
El tratamiento de todo tipo de hernias
de la pared es quirúrgico, e implica la corrección quirúrgica del saco herniario y del
defecto músculo aponeurótico, con este criterio se han descrito varias técnicas
operatorias, tanto en cirugía convencional como en videocirugía.
Ya habíamos dicho en los antecedentes
históricos de la hernia que el primer recurso para su tratamiento fue la utilización del
braguero, con lo cual se lograba no hacer visible el abultamiento que produce la presencia
de una hernia, pero no se corrige nada. El primer recurso quirúrgico que hubo antes del
año 1500 fue la herniorrafia con castración, hasta que en la época del Renacimiento
Ambrosio Paré preconizó la herniorrafia sin castración.
Tan común era tratamiento
de la hernia con castración que existían tijeras especiales de castración que el
cirujano tenía para hacer la herniotomía; esta fue una de las razones por las cuales
para no perder el testículo, se trataban con la utilización de bragueros para evitar
todo tipo de cirugía.5
A la técnica de Paré, siguió la de
Pierre Franco que fue el primero en hacer la incisión en la región inguinal y la
ligadura del saco del saco herniario, dándole ya una competencia más anatómica a los
recursos quirúrgicos.
Posteriormente, Halsted, Bassini, Ferguson,
McVay, pusieron cada uno un detalle particular en sus respectivas técnicas según las
cuales, básicamente el tratamiento implica la corrección del saco herniario y el
reforzamiento de la pared abdominal posterior; pero, varía en cada una de ellas el plano
en el cual se dejan los elementos que acogen al saco: cordón espermático, vasos
arteriales, venosos y nervios, utilizando los propios tejidos del paciente, ya sea tejidos
aprovechados del área inguinal o recurrir a la aponeurosis de la región femoral e
incluso a la fascia lata.
Posteriormente, con el avance en el
descubrimiento de materiales sintéticos se empezó a utilizar con éxito cualquier tipo
de mallas, siendo las más importantes, las de polipropileno, no absorbible y las de
mersilene y polyglactim, que son absorbibles. El objetivo fundamental en la utilización
de las mallas es, primeramente, reemplazar el uso de tejidos de la región inguinal o
femoral que podrían estar en condiciones deficientes como para soportar la presión
futura en el post operatorio tardío, siendo la malla de mucha mayor resistencia que
cualquier tejido que se quiera utilizar; por otro lado, el uso de la malla involucra
automáticamente el principio de utilizar suturas sin tensión, ya que su aplicación es
absolutamente libre y se las puede recortar en la medida en que el paciente la necesita.
Debemos considerar también que así como estos materiales sintéticos son elementos de
extraordinaria ayuda para la reparación de una hernia, no sólo en la región inguinal,
sino en cualquier defecto de pared, también son elementos que pueden actuar como cuerpo
extraño, en cuyo caso si no se produce la adaptación del paciente, a la presencia de
este cuerpo extraño podría ser necesario removerla. En la actualidad es muy raro este
comportamiento si se toman todas las medidas de asepsia necesarias y se utiliza el
material correcto para fijarlas. Tan generalizado es el uso de las mallas, que en la
actualidad, se ha creado la doble malla de polipropileno que viene específicamente
diseñada para que la malla inferior ocluya el defecto herniario y la malla superior cubra
completamente la fascia preperitoneal o pared posterior, habiendo entre las dos mallas un
conector que asegure y ayude a fijar las mallas superior e inferior para que actúen justo
en el punto en que les corresponde.
No se puede hablar de un sistema único de
tratamiento para todas las hernias; cada una tiene un tratamiento específico, incluso en
la misma región: inguinal directa, inguinal indirecta y la crural; a pesar de estar las
tres en un área similar, tienen componentes anatómicos específicos que las hacen
diferentes para su tratamiento quirúrgico, aunque el fundamento sea el mismo tanto para
estas hernias como para cualquier otro tipo de hernias, ya sea de la pared abdominal o
hernias internas: "tratamiento del saco herniario y reforzamiento de la pared".9
Consideremos también en términos
generales la conducta a seguirse con las hernias complicadas; habiendo estrangulación,
que supone un compromiso
vascular y necrosis
consecuente, se repara primero la necrosis, aún teniendo que hacer resecciones
intestinales, para que una vez corregido este problema se proceda al tratamiento de la
hernia en los términos que quedó indicado anteriormente. Si se trata de una hernia
incarcerada, igualmente se libera el contenido incarcerado del saco herniario, para luego
proceder a la reparación de la hernia. Si se trata de una hernia por deslizamiento
procederemos primero al despegamiento del asa deslizada en la pared posterior del saco
herniario para luego proceder como en los casos anteriores a la reparación del defecto
herniario.
¿Qué es lo que nosotros hacemos?
Por más de 25 años, vengo utilizando
el mismo procedimiento quirúrgico cuando se trata de una hernioplastia por vía
convencional con ciertas modificaciones que se pueden dar por circunstancias muy
particulares en un caso determinado. Nuestra conducta a seguir es la siguiente:
Hernia umbilical.- Hacemos
una incisión en semiluna por abajo o por arriba de la cicatriz umbilical seccionando piel
y tejido celular subcutáneo hasta llegar a la aponeurosis; en ese momento rodeamos todo
el saco herniario del ombligo realizando la disección digital en todo el rededor del
mismo, despegando luego el tejido celular subcutáneo para dejar completamente libre el
área a ser reparada.
Seccionamos el saco herniario, reduciendo
el contenido que se encuentra al interior del mismo; lo despegamos y aseguramos que nada
quede sangrando, lo devolvemos a la cavidad abdominal después de revisar la viabilidad de
los elementos incluidos en el saco, sea epiplón mayor o asa intestinal.
Desprendemos el saco herniario de la
cicatriz umbilical y suturamos el peritoneo en puntos corridos tipo surget o una
invaginación en bolsa de tabaco. En relación a la aponeurosis que es el plano más
importante, hacemos una sutura imbricada en chaleco de Mayo, particularizando que esta
sutura debe quedar libre de todo tipo de tensión.
Si observamos una aponeurosis débil,
colocamos un segmento de malla de polipropileno para reforzar la pared anterior
(aponeurosis).
Reconstruimos la cicatriz umbilical con
puntos interiores que le den la forma correcta a la misma y fijamos esta sutura en la
aponeurosis o en la malla de polipropileno.
La sutura del peritoneo la realizamos con
material quirúrgico absorbible utilizando para el efecto catgut cromado en unos casos y
monofilamento de poliglicaprone en otros casos. La sutura imbricada de la aponeurosis y la
fijación de la malla a la aponeurosis la realizamos con poliglactim y en otros casos con
polipropileno. Cerramos directamente la piel dejando en ocasiones un drenaje tubular
subcutáneo para recoger la linfa y evitar que esta acumulación linfática afecte la
operación. Luego colocamos un apósito compresivo para ayudar a colapsar los linfáticos
y evitar su drenaje exuberante.
Hernias incisionales o eventraciones
postoperatorias.- Frente a una hernia incisional originada por alguna operación
anterior siempre realizamos un corte perpendicular a la incisión que originó la
eventración postoperatoria, tomando suficiente distancia para hacer la incisión de piel
y tejido celular subcutáneo hasta llegar a la aponeurosis indemne que se va disecando
progresivamente hasta encontrar el saco herniario que se empieza a disecar directamente
ayudándolo para el efecto con disección digital descolgando el saco peritoneal de la
hernia. Siempre debe hacerse la apertura del saco, con lo cual revisamos su contenido
despegando totalmente todos los elementos anatómicos adheridos para devolverlos a la
cavidad peritoneal absolutamente libres de todo tipo de adherencia. También nos permite
introducir la mano al interior del abdomen para recorrer la herida en busca de posibles
defectos de pared no observados antes de la intervención, pero que deben ser reconocidos
en ese momento para ampliar la corrección de la eventración al punto de asegurarnos que
no se produzca una nueva hernia, con lo cual quedaría en mal predicamento la
intervención realizada por nosotros. Luego de estos pasos procedemos al cierre del
peritoneo con catgut cromado o con poliglicaprone, suturando en surget o por
invaginación. Si la aponeurosis completamente liberada permite hacer una imbricación
para su sutura procedimiento que quedó indicado en la corrección de la hernia umbilical,
utilizando el Chaleco de Mayo,
la realizamos para luego
despegar completamente el tejido celular subcutáneo y colocar una malla de polipropileno
lo suficientemente grande para cubrir no sólo la corrección de la aponeurosis sino tres
o cuatro cms. más allá de la sutura en los cuatro puntos cardinales.
Si la aponeurosis no es lo suficientemente
elástica como para permitirnos la imbricación y realización del Chaleco de Mayo,
utilizamos doble malla de polipropileno: la una que se coloca y se fija con puntos de
poliglactym entre el peritoneo y la aponeurosis, cubriendo totalmente el defecto de salida
y extendiéndonos 3 o 4 cms. más allá de la circunferencia aponeurótica no
reconstruida. La otra encima de la aponeurosis.
Igualmente dejamos doble drenaje tubular
que sale contralateralmente a la herida por los dos extremos; se sutura directamente piel
realizando sutura intradérmica con poliglicaprone o puntos separados de piel con nylon.
Dejamos vendaje compresivo para el colapso de vasos linfáticos.
Cuando nos ha tocado intervenir hernias
incisionales en pacientes hombres o mujeres con abdomen péndulo, resecamos además todo
el exceso de grasa lo cual se facilita con una incisión en hoja de laurel que va desde la
espina iliaca ántero superior izquierda a la espina iliaca ánterosuperior derecha.
Hernias paraestomales.-
Cuando hemos tenido casos de pacientes con una ostomía; alrededor de la cual se ha
producido una hernia por debilidad aponeurótica o por deshisencia de la sutura anterior
debida a cualquiera de los factores que alteran la cicatrización: infecciones,
disproteinemia, hipoproteinemia, senectud, alteraciones metabólicas, inmunodeprimidos,
etc., realizamos una apertura en el área de ostomía y practicamos la corrección de la
sutura aponeurótica reduciendo previamente el saco peritoneal sin abrirlo, salvo
excepcionales casos en que se sospecha de algún problema que se debe solucionar. La
reconstrucción de la aponeurosis la realizamos con material no absorbible, tipo sutura de
polipropileno continua con reforzamiento de puntos separados del mismo material,
preocupándonos de no estenosar la ostomía previamente realizada. No colocamos malla de
polipropileno por el alto riesgo de infección de la misma, lo cual obligaría a removerla
en el postoperatorio inmediato8
En estos pacientes, igual que en los
anteriores hacemos una revisión previa de sus condiciones generales para evitar que por
cualquier factor determinante se altere el proceso de cicatrización deficiente del
paciente.
Diastasis de los rectos del abdomen.-
Tanto por encima de la cicatriz umbilical como abajo de la misma hemos tenido casos de
diastasis de los rectos anteriores en cuyo caso hacemos una incisión perpendicular, si es
localizada solamente en la región supraumbilical o en la región infraumbilical o
incisión longitudinal si la diastasis es supra e infraumbilical.
Disecamos completamente el tejido celular
subcutáneo para despegarlo en su totalidad de las vainas aponeuróticas de los rectos
anteriores. Sin seccionar la aponeurosis para no debilitarla, realizamos el acercamiento
de los bordes previo despegamiento del plano correspondiente y suturamos los bordes con
polipropileno por puntos separados.
Posteriormente colocamos una malla que
cubra la zona operada 4cms. más distantes del área operada en cada lado; en la región
supra umbilical fijamos la malla utilizando el apéndice xifoides y los arcos costales
inferiores poniendo los puntos de sutura correspondientes; y a los lados se fija la vaina
anterior de los rectos.
En la región infraumbilical se procede
igual que arriba pero fijamos la malla en el pubis y hacia los lados en la vaina anterior
de los rectos.
Hernia lumbar o del triángulo de
Petit.- Esta es una de las hernias que aparece en la cara póstero lateral de la
pared abdominal; es más común verla como consecuencia de una lumbotomía realizada
previamente para cualquier intervención a nivel del riñón, en cuyo caso pasaríamos a
hablar de una hernia incisional igual a las referidas en las líneas anteriores.
Cuando se trata de una hernia del
triángulo de Petit, sin intervenciones previas realizadas a este nivel, conocida también
con el nombre de hernia lumbar, se origina, o por deficiencia de músculo oblicuo menor o
por ausencia del mismo, siendo este músculo justamente el que ocupa lo que vendría a ser
el interior del triangulo de Petit; su borde anterior formado por el oblicuo mayor; su
borde posterior formado por el dorsal ancho y la base del triángulo que está dada por la
cresta iliaca.
La manifestación clínica de esta hernia
es la protrusión vísceral a través del triangulo al que hemos hecho referencia visible
con el paciente en posición de pié, bastando sólo su respiración profunda aunque no
haga ningún esfuerzo de presión abdominal. El procedimiento quirúrgico no implica mayor
problema. Se corta la piel y el tejido celular subcutáneo como si realizáramos una
lumbotomía; se diseca el saco herniario; se realiza la invaginación del mismo sin
necesidad de seccionarlo y una vez reparado el plano peritoneal se coloca una malla de
polipropileno en reemplazo del músculo oblicuo menor y se la fija al músculo oblicuo
mayor por delante, al dorsal ancho por atrás y a la cresta iliaca por abajo. Se puede
colocar una segunda malla que se fija a la aponeurosis del oblicuo mayor, del dorsal ancho
y de la cresta iliaca; en cuyo caso tendríamos la doble malla, igual que hacemos al
hablar del tratamiento quirúrgico de las eventraciones postoperatorias o hernias
incisionales. En cualquier caso, el principio es el mismo: la utilización de la doble
malla para mantener fijo el saco herniario reemplazando al músculo oblicuo menor y para
reforzar la pared aponeurótica anterior quedando en posición subcutánea.
Hernia epigástrica.-
Conocida también como hernia de la línea blanca, la tratamos quirúrgicamente como una
hernia umbilical disecando completamente la aponeurosis; individualizando el saco
herniario; reducción del saco herniario por invaginación; para finalmente corregir el
defecto aponeurótico suturando los bordes de la aponeurosis del recto anterior del
abdomen en forma imbricada tipo chaleco de Mayo o utilizando puntos separados si no es
posible utilizar el chaleco. Debemos recordar siempre que, al momento de la reparación de
una hernia no podemos dejar ninguna sutura a tensión.
Posteriormente, se puede colocar malla de
polipropileno si se considera que hay que reforzar la aponeurosis del recto anterior del
abdomen.
Hernia estrangulada.-
Cuando
se ha producido el atrapamiento vísceral en el interior del saco herniario y a esto se
agrega el compromiso vascular con la necrosis consecuente de la víscera, estamos frente a
una real emergencia que se pudo haber evitado si esta hernia se operaba oportunamente, en
terreno limpio y sin complicaciones infecciosas, o potencialmente infectadas.
Cualquiera que sea el tipo
de hernia en la que se originó la estrangulación, se procede a seccionar la piel, el
tejido celular subcutáneo, empezando como de costumbre lo más distante posible del lugar
afectado para ir disecando progresivamente hasta llegar al saco herniario que se debe
seccionar con mucho cuidado, porque en ocasiones es posible rehabilitar la víscera
comprometida vascularmente, sin necesidad de resecar, ya sea epiplón mayor, asa
intestinal, colon, vejiga, ovario, etc. Habiendo seccionado el saco peritoneal de la
hernia, revisamos su contenido y después de liberarlo de lo que ha originado el
compromiso vascular, observamos si hay o no recuperación de la vascularización y del
color. Si la recuperación es total, nos conformamos con ello sin necesidad de hacer
ningún tipo de resección; pero, si la recuperación no es total, aunque haya sólo un 5%
de alteración circulatoria, procedemos a la resección y corrección quirúrgica de
acuerdo al tejido resecado. No hay razón para correr riesgos que pongan en peligro el
post-operatorio feliz de un paciente por no haber hecho una resección oportuna.
Tratándose de una asa intestinal o de colon, la viabilidad circulatoria se observa por el
cambio total de coloración sin que existan manchas equimóticas, ya que esto puede ser un
punto de perforación futura; el movimiento uniforme del segmento intestinal comprometido,
ayudado por la prostigmina no es garantía para su viabilidad.
Después de corregir el contenido
estrangulado del saco herniario, se procede al tratamiento del saco y de la pared, de
acuerdo al punto de ubicación de la hernia.
Hernia por deslizamiento.- Cuando
la pared posterior del saco herniario está constituida por una víscera que forma cuerpo
con la hoja posterior del mismo, hablamos de una hernia por deslizamiento, más común en
las grandes hernias inguinales indirectas, grado III y IV de la clasificación de Nyhus.
Para la corrección
quirúrgica de éste tipo de hernias de la pared, procedemos a la sección de piel o
tejido celular subcutáneo, siguiendo como es de costumbre en el tratamiento de las
hernias inguinales la arcada de Poupart; sección de la aponeurosis del oblicuo mayor;
separación de las fibras musculares del oblicuo menor; identificación del saco herniario
y los elementos anatómicos vásculo nerviosos, que se separan de la fascia
transversallis. La identificación del saco herniario, de coloración blanquecina es
imprescindible para seccionar directamente por su pared anterior, evitando un corte
profundo que atraviese la luz del saco y lesione la pared posterior donde se supone está
la víscera adherida a esta pared, que bien puede ser el colon sigmoides en las hernias
inguinales izquierdas o el ciego en las hernias inguinales derechas. También hemos
encontrado: ligamento redondo, ovario, cúpula vesical, mesocolon, como elementos que por
deslizamiento ocupan la pared posterior del saco herniario formando parte de la misma. La
reducción de la víscera adherida habitualmente se la realiza despegándola de la pared
correspondiente, lo que en ocasiones origina una dilaceración de la serosa intestinal, en
cuyo caso se realiza sutura serosa con seda negra, polidioxanona o poliglactyn. Ocurre que
en estas circunstancias, los elementos anatómicos considerados extraperitoneales pasan a
formar parte de la cavidad abdominal, lo que en ningún caso afecta la fisiología del
órgano correspondiente. En otras ocasiones cuando no es posible el despegamiento y se
trata de una hernia inguinal indirecta con un saco inguinoescrotal, procedemos al
despegamiento del saco desde el escroto y separando los elementos que acompañan al
cordón reducimos el saco herniario y lo introducimos en la cavidad abdominal con el
segmento intestinal correspondiente que no se pudo separar practicando una sutura
invaginante en el anillo inguinal profundo con lo cual queda restituido el transito
intestinal.
Procedemos entonces a la corrección del
defecto de la pared como cualquier hernia inguinal indirecta.
Hernia inguinal indirecta.-
Realizamos
la sección de piel, tejido celular subcutáneo (falsa fascia de Scarpa); sección de la
aponeurosis del oblicuo mayor desde el borde anterior del anillo inguinal superficial;
separación del músculo oblicuo menor; identificación del saco herniario y sus
elementos; despegamiento amplio de la fascia transversalis hasta llegar al anillo inguinal
profundo; habiendo realizado una amplia disección de todos los elementos anatómicos de
la región inguinal, se identifica el saco herniario a lo largo de toda su extensión,
siendo de color blanco casi nacarado. El tratamiento del saco herniario depende de la
extensión que ocupa desde la iniciación del anillo inguinal profundo hasta el escroto.
Si es un saco que llega
hasta la mitad del conducto inguinal, lo aislamos y su tratamiento implica la sección del
mismo, llegando al anillo inguinal profundo, reducción de su contenido si no se ha
realizado espontáneamente y sutura en bolsa de tabaco a nivel del anillo inguinal
profundo; utilizando los extremos de esta sutura en bolsa de tabaco y con una aguja
aislada redonda o cortante, pasamos estos extremos del material utilizado en la sutura por
abajo del plano muscular y se perfora con la aguja hasta llegar al mismo espacio
subcutáneo anudando los dos extremos en la aponeurosis del oblicuo mayor, con lo cual
hemos producido una desviación de peritoneo hacia arriba evitando que influya sobre la
sutura la gravedad propia de la presión intrabdominal; resección del saco peritoneal
sobrante. Si el saco herniario es más grande y llega hasta el escroto, seccionamos el
saco a lo largo de su extensión; reducimos su contenido si no se ha hecho
espontáneamente y hacemos una sutura invertida del mismo, sin resecarlo, si el saco no es
muy grueso, dejando en el interior, por la inversión de la sutura de sus bordes, el
cordón espermático y los elementos vásculo nerviosos. El objetivo de esta sutura
invertida, es evitar la formación de un hidrocele postoperatorio. Habiendo terminado el
tratamiento del saco herniario, procedemos a la reconstrucción de la pared posterior,
momento en el cual utilizamos como ya quedó indicado en líneas anteriores, en pacientes
varones y más de 14 años, malla de polipropileno que se fija al ligamento de Cooper y se
la extiende hacia arriba más allá del anillo inguinal profundo en el mismo plano de la
fascia transversales, fijándola hacia la cara interior en el plano muscular y en el borde
externo utilizamos el Ligamento de Gimbernat, siendo necesario colocarla ampliamente para
evitar que quede debilitada la pared posterior y dé lugar a la formación de una hernia
directa o de una hernia femoral. Como se comprenderá para que la malla pueda cubrir más
allá del anillo inguinal profundo debe seccionarse en la cantidad suficiente para poder
avanzar siquiera tres cms. más arriba del mencionado anillo.
Hay cirujanos que describen
sistemáticamente la aplicación de la malla sin colocar puntos de fijación, utilizando
sólo el punto de McVay que fija el tendón conjunto al Ligamento de Cooper.2 Luego
restituimos la anatomía de los diferentes planos con la sola excepción de dejar los
elementos en posición subcutánea más por costumbre que por necesidad de reforzamiento
de la pared posterior, sin que esto haya ocasionado jamás ningún problema en la
viabilidad de la vascularización testicular. Debemos tener presente que no por el hecho
de operar una hernia inguinal indirecta debe despreocuparse el reforzamiento de la pared
posterior, ya que la disección a la que hemos hecho referencia deja debilitada esta pared
y si no se corrige tendremos la principal causa de formación de hernias directas y
femorales, que nosotros sabemos que no es una recidiva de la hernia operada anteriormente
pero así no lo entiende el paciente sino que se toca la tumoración nuevamente y decide
que está mal operado. El material usado para esta intervención siempre ha sido
poliglactyn y polipropileno; igual que lo dije anteriormente; este es uno de los casos en
que se usará en el futuro la doble malla con el conector intermedio; malla redondeada
pequeña para mantener el hundimiento de la zona reparada del saco herniario y la alargada
más grande para el reforzamiento de la pared posterior.
Ya hemos iniciado el trabajo de
hernioplastias inguinales con la utilización de la doble malla lo cual implica un cambio
en la técnica operatoria de la hernia inguinal indirecta. Anteriormente dijimos que
aislábamos el saco lo abríamos y cerrábamos el anillo inguinal profundo; con la malla
doble no hace falta abrir el saco herniario; se lo diseca, sé lo aisla completamente
hasta su base en el anillo inguinal profundo y se lo invierte hacia el interior de la
cavidad abdominal; Luego, se coloca la parte redondeada de la malla en forma de paraguas
invertido que al interior del anillo inguinal profundo deja sellada la posibilidad de
protrusión del saco, ya que el conector y la malla alargada mantienen fija la primera
malla sin necesidad de colocar puntos que la sujeten. La malla alargada más grande, queda
reforzando la pared posterior y ésta sí, aunque algunos autores no la suturan, nosotros
la fijamos con poliglactyn o polipropileno al ligamento de Cooper y al plano muscular que
la rodea. A veces es necesario seccionar tangencialmente un centímetro de malla
aproximadamente para dar paso al cordón y sus elementos, que quedan en posición
anatómica.
Hernia inguinal directa.- En
el procedimiento que nosotros utilizamos, el tratamiento de la pared posterior es
exactamente el mismo que quedó indicado para la hernia inguinal indirecta y el abordaje
de la piel también. La única modificación está en la forma de tratar el saco
herniario. Casi nunca realizo la sección del saco salvo que se trate de una
incarceración o estrangulación; lo que realizo es la invaginación del mismo en doble
bolsa de tabaco, cualquiera que sea su contenido. En este caso no practicamos ningún tipo
de inversión de la sutura (no hay motivo que lo justifique). Después de reducir con la
doble bolsa de tabaco ponemos puntos separados de poliglactyn para cerrar la zona
debilitada que produjo la hernia y luego la reconstrucción de la pared posterior como
quedó indicado, dejando el cierre y la posición de todos los elementos anatómicos igual
que para la hernia indirecta.
También en este tipo de hernias estamos
utilizando con éxito la malla doble de prolene: Se diseca completamente el saco herniario
hasta llegar a su base en cualquiera de las tres fosillas de debilidad de la pared
posterior; se libera totalmente el tejido fibroso circundante al saco y se introduce el
saco a la cavidad abdominal, colocando inmediatamente la parte redondeada de la malla en
forma de paraguas invertido, con lo cual, el saco se mantiene en esa posición y el
conector y la malla superior alargada impiden su regreso. También en la hernia inguinal
directa dejamos libre de sutura la malla redondeada y el conector y fijamos como en la
hernia inguinal indirecta la malla alargada con punto de sutura en el ligamento de Cooper
y en los tejidos inguinales circundantes. (Ver Fig. 33)
Vale en este momento
insistir que siempre que hay un despegamiento exagerado o abusivo de tejido celular
subcutáneo lo cual supone sección masiva de vasos linfáticos, dejamos un drenaje
tubular o de Penrose para evitar la acumulación de linfa y acumulación de cualquier tipo
de seroma que aunque sea pequeña, puede originar problemas por la colocación de la malla
de polipropileno.8
Cuando hablemos de las complicaciones de la
herniorrafia, hablaremos de la forma de tratar las colecciones linfáticas que a veces
igual se producen aunque sea tardíamente cuando ya se ha retirado el drenaje al que nos
hemos referido.
Hernia femoral.- Su
tratamiento quirúrgico debe considerarse inguinal , realizando su abordaje por la misma
incisión en la arcada de Poupart y llegando igual hasta la fascia transversales.
Es en este momento que realizando una
ligera tracción del cordón y junto al ligamento de Gimbernat vemos el orificio femoral
por donde se ha producido la hernia; identificamos el saco y si la hernia es pequeña lo
taconeamos con un paraguas de polipropileno y extendemos luego un refuerzo de todas
maneras de malla del mismo material fijada al tendón conjunto y ligamento de Cooper,
teniendo cuidado de no confundir el tendón conjunto con el borde libre del recto anterior
del abdomen, ya que eso podría originar una hernia inguinal directa en unos meses más
tarde de la operación. En ningún caso está indicada la herniorrafia femoral utilizando
el abordaje directamente femoral, ya que esto impide el tratamiento complementario al que
hemos hecho referencia con la aplicación de la malla en el piso posterior del conducto
inguinal.
Complicaciones de la Herniorrafia
Aunque no hemos tenido complicaciones
importantes, se deben considerar diferentes complicaciones en la práctica de una
herniorrafia o hernioplastia. Llamamos herniorrafia cuando no concurre a la reparación
del defecto de la pared ningún tipo de prótesis, sea ésta sintética o utilizando los
tejidos propios del paciente.
En este caso se hacen todas las
correcciones utilizando los elementos anatómicos que existen en el área correspondiente.
Llamamos hernioplastia cuando concurren en auxilio de esta intervención elementos
sintéticos como las malla quirúrgicas o la implantación de colgajos aponeuróticos
pertenecientes a otra área y no al área que se opera.
Entre las complicaciones más importantes
tenemos las heridas accidentales de los elementos que se encuentran dentro del saco
herniario cuando hay incarceración, estrangulación o deslizamiento, accidente que se
debe observar para corregirlo en ese mismo momento y evitar complicaciones peritoneales
severas en el postoperatorio que obligan a reintervención abdominal y con seguridad
fracaso de la hernioplastia realizada.
También debemos considerar cuando hay poca
viabilidad vascular en las hernias estranguladas y no tomar la decisión de resecar el asa
intestinal afectada lo cual nos puede crear una peritonitis postoperatoria por
perforación intestinal o gangrena del asa intestinal comprometida.
Es muy importante saber que al momento de
realizar el punto de McVay, ya sea para fijar la malla en el Ligamento de Cooper o para
incluir un punto de seguridad interior en el mismo, podemos lesionar los vasos femorales,
muy particularmente la arteria, cuya lesión solucionamos en ese momento, pero puede
originarse en el futuro una aneurisma que obliga a otro tipo de corrección.
Las recidivas de las hernias son
complicaciones a considerarse y motivo de enorme frustración para el cirujano y para el
paciente. Como dijimos anteriormente al operar una hernia indirecta y hacer el
despegamiento de la fascia transversales podemos originar una hernia inguinal directa o
femoral si no se revisa adecuadamente la pared posterior.8
La manipulación exagerada o torpe de los
elementos vasculares o el cierre defectuoso al reconstruir el anillo inguinal superficial
o el profundo, puede originar una isquemia testicular por la estrangulación de la arteria
o por trombosis vasculares, dando una orquitis postoperatoria y posterior atrofia del
testículo.
La lesión de la arteria epigástrica
también debe ser observada para evitar un gran chaleco postoperatorio y no hay ningún
problema en ligarla preventivamente desde el inicio de la operación, con lo cual se puede
tener más libertad y mejor campo para la disección.
Las lesiones nerviosas al incluir un nervio
en cualquier sutura originan dolores postoperatorios muy severos por neurinomas, lo cual
obliga a reintervenir al paciente. La zona de anestesia producida por pequeñas ramas
incluidas en algún punto se sutura no crean mayor problema y con el tiempo desaparecen o
el paciente se acostumbra a ellas, sin que por esta razón se deje de reconocer que es un
defecto de técnica operatoria.
Los seromas pueden ser una complicación
tardía de una hernioplastia, sobretodo cuando se ha hecho una disección grande del
tejido celular subcutáneo en reparaciones de cualquier hernia que se haya analizado
anteriormente y a pesar de haber dejado drenaje para evitarlo. Lo importante es que el
paciente reconozca oportunamente la existencia de este seroma, ya que cuando son tardíos
por lo general se han retirado los puntos de piel y el paciente ha dejado de asistir a la
consulta para su chequeo correspondiente. Su tratamiento es la aspiración con una aguja
No.14 y la colocación de un apósito compresivo posterior a la evacuación para tratar de
colapsar los vasos linfáticos y evitar que se vuelva a producir el seroma. A pesar de
ello, por lo general se vuelve a acumular líquido dos o tres veces más y hay que
evacuarlo a intervalos de tres días siguiendo el mismo procedimiento.
Las reintervenciones sobre operaciones ya
realizadas inducen más a complicaciones de la herniorrafia, de ahí que se debe tener el
concepto o principio básico de que estas operaciones deben quedar bien hechas en la
primera intervención.
Se han dado casos de intolerancia a la
malla sintética de polipropileno e incluso a otras mallas que me ha tocado remover. Yo
sólo tengo experiencia con las de polipropileno que, como ya quedó indicado las he
venido utilizando con éxito desde hace 25 años; sin embargo, aunque rara es la ocasión
he tenido que reintervenir para remover alguna malla cuando probablemente no se previó
oportunamente el proceso inflamatorio, que aunque no da infección aparente lleva
implícito el efecto de que pueda originar la infección de los planos profundos de la
intervención, en cuyo caso la aplicación de la malla es un fracaso.
Como principio fundamental quirúrgico no
se debe utilizar malla de polipropileno de manera definitiva cuando el campo esta
totalmente infectado o cuando queda en contacto con un asa intestinal. Si las
circunstancias lo exigen, se la utiliza temporalmente con la idea de que se la debe
remover.
Técnicas Laparoscópicas para el
tratamiento de las Hernias Inguinales
También en los casos de reparación de
las hernias inguinales, la laparoscopía ha dado su aporte importante, existiendo
diferentes técnicas que tienen que ver con el abordaje del área quirúrgica más que con
la concepción de la misma técnica, ya que todas las propuestas tienen como un común
denominador la utilización de una malla sintética que cubra toda el área preperitoneal
para lograr lo que ya se explicó al hablar de las técnicas operatorias convencionales:
el reforzamiento de la pared posterior dado por la fascia transversales; las mallas más
comúnmente utilizadas por vía laparoscópica, son la malla de polipropileno (prolene)
que es la de más utilización por diferentes razones y la malla de politetrafluoretileno
(gorotex). Tanto la una como la otra llevan siempre el riesgo de actuar como cuerpo
extraño, posibilidad cada vez más remota si se toman todas las seguridades para evitar
su contaminación, acumulación de líquidos linfáticos o hemorrágicos, manipulación
excesiva, reesterilización, etc. La malla de politetrafluoretileno (gorotex), tiene sobre
la de prolene la ventaja de poder quedarse en contacto con las asas intestinales sin
provocar la atracción de las mismas y firmes adherencias de estas asas a la malla. Tienen
un costo más elevado que el de la malla de prolene y no es porosa; la malla de prolene
tiene la ventaja de ser menos costosa, completamente porosa, altamente resistente,
reactiva para la producción de fibroblastos, inerte y dotada de una gran flexibilidad
para su manipulación, permitiendo ser seccionada en los lugares en que se requiera sin
que esto debilite su fortaleza para garantizar el éxito quirúrgico. Existen
fundamentalmente tres vías de acceso para la reparación laparoscópica de las hernias
inguinales:
a. Abordaje transabdominal
b. Abordaje preperitoneal
c. Abordaje transabdominal y preperitoneal
combinado6
En el primer abordaje se tiene que
considerar una anatomía completamente diferente de la que estamos acostumbrados a ver, ya
que hasta este momento habíamos hablado de la anatomía de la región inguinal
considerada desde la piel hasta la capa peritoneal. En este abordaje laparoscópico
transperitoneal debemos considerar la anatomía de la región inguinal en sentido
contrario, esto es, desde el peritoneo hasta la piel; dicho de otra manera en la cirugía
convencional vemos la anatomía desde el exterior hacia el interior y en esta técnica
laparoscópica vemos la anatomía desde el interior hacia el exterior.
a. Fundamentalmente, esta técnica consiste
en la introducción de un trocar en la región umbilical previa insuflación peritoneal de
CO2 hasta llegar a una presión intrabdominal de 12mm., de mercurio. Se visualiza el
defecto herniario y la distribución anatómica de vasos y elementos que nos permitirán
decidir qué tipo de hernias vamos a reparar, las hernias inguinales directas se
encuentran por dentro de los vasos epigástricos y encima del ligamento inguinal. Las
hernias inguinales indirectas se encuentran por fuera de los vasos epigástricos y encima
del ligamento inguinal; las hernias femorales se encuentran por dentro de los vasos
epigástricos y por abajo del ligamento inguinal.
En un momento dado puede utilizarse una
maniobra combinada entre la óptica que enfoca la región inguinal afectada y la presión
externa del cirujano sobre el área inguinal para hacer destacar defectos herniarios, que
en ocasiones no son lo suficientemente visibles.2 Se hace una sección del peritoneo en
forma de semiluna por encima del defecto herniario, se procede entonces a la disección
amplia, dejando descubiertos los vasos epigástricos y procediendo a una disección que
despeje totalmente el ligamento de Cooper y el ligamento inguinal en todo su trayecto
hasta llegar a la espina iliaca anterosuperior . Con toda esta área disecada, se procede
a la colocación de una malla preperitoneal que corrija la hernia que se está operando y
refuerce la pared posterior para evitar la formación de nuevas hernias, ya sean
inguinales o femorales. Se fija la malla al ligamento de Cooper y a lo largo de toda la
pared con puntos aislados de poliglactyn o con grapas de titanium, teniendo especial
cuidado de no colocarlos en la proximidad de los vasos por donde también pasan las ramas
nerviosas, que al quedar incluidas en la grapa o en el punto de poliglactyn desarrollan
neurinomas muy dolorosos. Siempre es necesario realizar un pequeño corte de la malla para
que no involucre ni el cordón espermático ni los vasos que lo acompañan, ni los vasos
epigástricos. Luego se peritoniza para que la malla no quede en contacto con las asas
intestinales.
b. El abordaje se hace
exclusivamente
extraperitoneal, sin violentar la
cavidad abdominal para lo cual se introduce un trocar preperitonealmente y con un balón
especial de látex que se insufla, se procede a la disección de la zona preperitoneal,
manteniendo la distensión de esta zona a base de una insuflación con presión no mayor
de 8mm., de mercurio, retirado el balón de látex y mantenida la disección a base de la
insuflación de CO2, la óptica nos permite ver el área disecada preperitonealmente. En
este caso no vamos a observar los vasos epigástricos en relación con el defecto
herniario como se lo observó en la técnica abdominal. Aquí observamos el defecto
herniario que se fija a la pared anterior (oblicuo menor y mayor) y se procede a colocar
la malla preperitoneal cubriendo como quedó indicado toda la extensión, desde el
ligamento de Cooper hasta la espina anterosuperior dando reforzamiento suficiente,
evitando recidivas del defecto operado o produciendo nuevas hernias.4
c. En este procedimiento se
hace inicialmente el ingreso a la cavidad abdominal para revisar la anatomía y reconocer
los defectos herniarios existentes de la misma manera que se describió en la técnica "a".
Si el cirujano decide detectar estas estructuras se hace el abordaje preperitoneal
utilizando los pasos ya indicados en la técnica "b"., el objetivo de
esta técnica es recuperar los pasos más importantes de las dos técnicas anteriores y
fundamentalmente que la colocación de la malla preperitoneal sea absolutamente
extraperitoneal, es decir que no se haga a través de una sección peritoneal como en la
técnica "a". Además, nos permite reconocer una hernia por deslizamiento
o hernias con incarceración parcial de vejiga o de colon, no observables con el
procedimiento puramente extraperitoneal "b", siendo en este momento
potestativo del cirujano si termina la cirugía con la técnica transabdominal o si
insiste en colocar la malla por vía preperitoneal, ya que al reducir la incarceración o
el deslizamiento de un asa prácticamente hay que abrir el peritoneo, para evitar que la
malla quede en contacto aunque sea mínimo con cualquier asa intestinal a pesar del cierre
peritoneal al que hicimos referencia al describir la técnica "a".2
Así quedan descritos los pasos
fundamentales para la reparación laparoscópica de las hernias inguinales y han sido
incluidas en este capitulo porque todo cirujano que hace laparoscopía debe tener esta
técnica como un recurso más en el tratamiento definitivo de las hernias inguinales.
Personalmente, todavía no estoy lo suficientemente convencido de la utilidad del
procedimiento laparoscópico en el tratamiento de las hernias inguinales o en la
corrección de cualquier tipo de hernia o eventración a pesar de haber utilizado las tres
técnicas anteriormente mencionadas; sin embargo cuando en el curso de alguna otra
intervención quirúrgica por laparoscopía, observamos la existencia de una hernia
inguinal, hemos procedido a la correción correspondiente por vía transabdominal,
aprovechando que ya estamos en el campo operatorio. Esta disciplina quirúrgica forma
parte de la cirugía de propósito múltiple que debemos conocer para beneficiar al
paciente. En un sólo acto operatorio y tratar diferentes patologías que el paciente
pueda tener.
Como se habrá visto a lo largo de este
trabajo, para nosotros no es novedad la utilización de la malla en la corrección de los
defectos herniarios. Siempre hemos recurrido a su auxilio para lograr el mejor
reforzamiento de la pared posterior.
También la cirugía
laparoscópica tiene en la corrección de las hernias, diferentes tipos de riesgos
derivados del mismo procedimiento laparoscópico Neuralgia postoperatoria, originada por
el atrapamiento de diferentes nervios que cruzan por el área operada; abdominogenital
mayor, menor, genitofemoral y a veces el femorocutaneo. Perforación del peritoneo,
mientras se realiza una disección preperitoneal. Ruptura de los vasos epigástricos en
cualquiera de las técnicas indicadas. Deficiencia en la oxigenación por infiltración
del CO2 al torrente circulatorio. Seromas postoperatorios. Enfisema del escotro. En
cualquier caso son complicaciones que en su mayoría se pueden solucionar sin necesidad de
convertir la cirugía laparoscópica en cirugía convencional, pero si se da el caso,
siempre tendrá el cirujano general la opción para convertir la cirugía laparoscópica
sin que esto sea un motivo de frustración.1
Reintervenciones en Cirugía de la
Hernia
Muchas causas pueden originar las
recidivas de una hernia ya operada y tanto para el cirujano como para el paciente resulta
lo más desagradable que una hernia se haya reproducido. Para el cirujano es motivo de
frustración y para el paciente es una preocupación. Desde que se utilizan las mallas
sintéticas de prolene o de gorotex, pero fundamentalmente la de prolene para el
reforzamiento de la pared posterior, siguiendo el principio de suturas sin tensión han
disminuido las recidivas de las hernias en forma verdaderamente importante.
Son muchas las causas que pueden originar
una recidiva herniaria. La más común es probablemente la tensión excesiva de la sutura,
sobretodo en la pared posterior. Otra de las causas es la utilización de material
inadecuado con una capacidad de absorción muy rápida, antes de lograr la cicatrización
correcta del área; los esfuerzos físicos excesivos del paciente en el postoperatorio
inmediato producidos o por tos o por irresponsabilidad del mismo paciente sometiendo el
área quirúrgica a fuerza excesiva de los tejidos; la infección de la cirugía realizada
es otra de las causas de recidiva de la hernia; la mala técnica operatoria al no preveer
la reparación total de la pared posterior que podría originar una nueva hernia que no es
una recidiva pero que el paciente la toma como tal cuando realmente podría ser un punto
de debilidad de la pared posterior causada por la excesiva disección de la misma, sin
corregir en el curso de la operación este punto de debilidad con los propios tejidos del
paciente, si sirven, o por mayor seguridad utilizando una malla de polipropileno.
Si la reparación de una hernia necesita de
un cirujano bien entrenado y con absoluto conocimiento de la anatomía, para la
reintervención con mayor razón ya que en la mayor parte de los casos encontramos
alteración de los planos anatómicos y abundante tejido de cicatrización por la
intervención anterior. También les puedo indicar que si para el tratamiento correcto de
toda hernia inguinal en varones mayores de 14 años de edad he recomendado la necesidad de
colocar malla sintética para la pared posterior, para reintervenciones con mayor razón;
no hay ningún tejido que pueda sustituir de mejor manera a la malla de polipropileno
(prolene)
Hernia ingiuinal recidivante.- Esta
es la hernia con mayor porcentaje de recidivas de la pared abdominal y casi siempre el
lugar preferido para la recurrencia es el punto de sutura que une el tendón conjunto con
el ligamento de Cooper (punto de McVay). Además de éste, cualquier espacio del conducto
inguinal puede originar una hernia inguinal nueva o recurrente por alteración o debilidad
de la fascia transversales.8
La técnica para hacer la reintervención
es abordar la región inguinal, siguiendo la arcada de Puopart, disecar todos los planos
como si fuera por primera vez; abrir ampliamente el anillo inguinal superficial y
descolgar el cordón espermático y todos sus elementos para dejar
absolutamente limpia la pared posterior, procediendo entonces a colocar una malla que se
fije al ligamento de Cooper y que cubra por abajo y por encima del conducto inguinal hasta
la espina iliaca anterosuperior correspondiente, fijando la malla con puntos aislados y
luego suturar por planos, dejando los elementos en posición subcutánea, para que no
tengan contacto con la malla de polipropileno. No es necesario abrir el saco herniario,
pero sí hay que reducir e invaginarlo en bolsa de tabaco.
El mayor grado de dificultad en la
reintervención de las hernias inguinales está justamente en la alteración de los planos
anatómicos por la excesiva cantidad de tejido cicatrizal; esta es una de las razones por
las cuales el cirujano que reopera una hernioplastia inguinal debe tener gran preparación
anatómica y conocimiento absoluto de la región inguinal. El punto más frecuente de
recidiva de la hernia está dado por la espina del pubis, donde se supone debió colocarse
un punto en la primera intervención que une el ligamento de Cooper a la inserción del
tendón conjunto para iniciar la reparación de la pared posterior o para fijar la malla
si ésta se utiliza en la primera operación. Es probable que en esta primera
intervención se halla confundido el tendón conjunto con la vaina del músculo recto
anterior del abdomen, en cuyo caso el movimiento precoz de este músculo cuando el
paciente inicia su deambulación, produce una tensión adicional que causa el desgarro
correspondiente y con esto la hendidura que es la que inicia la separación de los tejidos
que constituyen la pared posterior. Otra de las razones para que se produzca una recidiva
herniaria en la región inguinal, está dada por la zona circundante al anillo inguinal
profundo donde se ha dejado un punto de debilidad a pesar de la sutura que se realiza con
los músculos para reforzar la pared posterior retirando el cordón y sus elementos desde
el momento mismo en que salen del anillo inguinal profundo. Esta causa de recidiva se
puede evitar, si desde la primera intervención quirúrgica se coloca una amplia malla de
polipropileno que cubre toda la pared posterior y se extiende como ya habíamos indicado
hasta más allá del anillo inguinal profundo, haciendo previamente un corte lineal para
rebasar el anillo inguinal profundo y rodeándolo con la malla.
Ya se indicó como causa de recidiva en el
tratamiento de una hernia inguinal indirecta la disección excesiva del plano posterior, o
cuando el saco peritoneovaginal es muy grande, el daño producido por el peso del saco
sobre la pared posterior, lo cual redunda en contra del fortalecimiento de la misma.
Aunque no es realmente una recidiva sino la formación de nuevas hernias, el paciente
considera que ahí esta la hernia otra vez. Esto también se puede evitar si se coloca
oportunamente la malla como quedó indicado. Si a pesar de haber sido colocada la malla
aparecen estas hernias, se remueve la malla anterior y se coloca una más amplia que cubra
la región inguinal, femoral y que se extienda hasta la espina iliaca anterosuperior
correspondiente.
Lo anteriormente expuesto, va en relación
con la recidiva en casos de reparación previa de hernia inguinal indirecta.
Formación de Hernia Inguinal Directa
después de Reparación de una Hernia Inguinal Indirecta
En el sentido estricto de la palabra no
se trata de una recidiva de hernia con una operación previa en el área afectada; se
trata de una hernia nueva formada en la misma área, pero por condiciones anatómicas
diferentes. Sin embargo, nos vamos a encontrar con una mayor grado de dificultad para el
abordaje del área por las alteraciones anatómicas producidas por la reparación
quirúrgica previa.8
El abordaje ideal sería retroperitoneal o
en su defecto por cirugía laparoscópica la técnica transperitoneal que es una de las
precisas indicaciones para proceder a la corrección del defecto herniario por cirugía
laparoscópica.
Puede sin embargo, realizarse la nueva
intervención, haciendo el abordaje sobre la intervención anterior, es decir, cruzando
las estructuras anatómicas desde la piel hasta la fascia transversalis, identificando las
diferentes capas de sección: piel, fascia aponeurótica de Scarpa, aponeurosis del
oblicuo mayor, músculo oblicuo menor, fascia transversalis y área pre-peritoneal. Se
diseca el saco herniario claramente identificable en la capa más profunda y luego de
reducir la hernia se trata de afrontar los bordes del defecto anatómico para iniciar el
reforzamiento de la pared posterior. Si esto no es posible por la debilidad de los
tejidos, o porque al hacer el acercamiento de los bordes dejamos una sutura a tensión
excesiva, procedemos entonces a la utilización de la malla de polipropileno para
reemplazar los tejidos débiles a los que hemos hecho referencia. Este sería un caso
ideal para la utilización de la malla doble de prolene, con la cual invaginamos el
orificio herniario dejando la malla más pequeña para taponamiento del defecto y
utilizamos el segmento de mayor diámetro para reforzamiento de la pared posterior. A
pesar de la utilización de la malla, doble o sencilla, debemos reconstruir todos los
planos anatómicos, de manera correcta, teniendo como base, lo que ya quedó indicado
anteriormente: el tendón conjunto hacia el plano más superficial y el ligamento de
Cooper hacia el plano más profundo. Parte del éxito de una reintervención es saber
colocar la malla de polipropileno, respetando todos los planos anatómicos y utilizar el
material de sutura apropiado.
Hernia recidivamente de la Pared
Abdominal Anterior o Hernias Incisionales
como Eventraciones Postoperatorias
En este grupo se incluyen todas las
hernias producidas en la pared abdominal anterior, excluyendo las inguinales:
Hernia umbilical
Hernia epigástrica
Diastasis de los músculos rectos
anteriores del abdomen supra e infraumbilical
Hernias incisionales para eventraciones
postoperatorias (ya sea que se hayan producido después de una reparación previa de un
defecto o que se produzcan como consecuencia de alguna intervención previa).
En cualquiera de los tipos de incisión que
acostumbramos para el abordaje de las diferentes áreas topográficas del abdomen, como
norma preferimos el abordaje con incisiones transversales en semiluna, de convexidad
superior si son supraumbilicales y de convexidad inferior si son infraumbilicales, ya que
con esta incisión se facilita la disección y se amplía el área a ser liberada, detalle
fundamental para la colocación de una malla amplia que cubra de 4 a 6 cms. más allá del
defecto herniario.
Después de disecar el saco y limitar el
defecto de la pared abdominal anterior que originó esta hernia, abrimos el saco para
despegar el contenido del mismo y devolverlo a la cavidad abdominal; luego, introducimos
el dedo índice para explorar digitalmente todo el contorno del defecto e investigar si
existen zonas potencialmente débiles que aunque en ese momento no están dando una nueva
hernia en el futuro van a constituirla. La identificación de más áreas de debilidad nos
obliga a ampliar el área de reparación para evitar contratiempos futuros con nuevas
recidivas herniarias.
Si es posible, se hace el acercamiento de
los bordes y se construye la pared utilizando el chaleco de Mayo, y por encima de esta
reparación se coloca una amplia malla que cubra como quedó indicado: de 4 a 6 cms. más
allá del defecto de la pared. Si no es posible el afrontamiento de los bordes, se coloca
la malla en doble capa, una peritoneal y otra aponeurótica y se deja un drenaje para
evitar la acumulación de un seroma.
Bibliografía
1. Cátedra de Cirugía de la
Facultad de Medicina de la Universidad de Guayaquil. Ecuador. texto de Cirugía.
Poligráfica. 1999.
2. Cervantes Jorge, et al. Cirugía
laparoscópica y Toracotomía. México. Mc. Graw-Hill. Primera Edición. 1997.
3. Dargayo Reventos Jacinto. Etapas de
la Cirugía. Barcelona. Promociones y Publicaciones Universitarias. 1989.
4. Darzi&Monson. Laparoscopic
Inguinal Hernia Repair. Issis Medical Media. Firts Edition. 1994.
5. Haeger Knut. The Illustrated History
of the Surgery. Madrid. Edición español. 1983.
6. Meinero M., et al. Laparoscopic
Surgery. The Nineties. Milano. Massons p. A. 1994.
7. Netter Frank H. The Ciba Collection
of Medical Illustration. Volume III, Fifth Edition. USA. Donely&Sons Co. 1979.
8. Thompkins Ronal K. Reintervenciones
en Cirugía. Edición original. JB. Lippicott. Company. Edición española. Ediciones
Doyma. 1991.
9. Sabiston David. Tratado de Patología
Quirúrgica. Impresión en español. Fourteenth Edition. Volumen III. McGraw Hill
Interamericana. 1991. |