Procesos
Malignos de las Gl�ndulas Salivales
1.- Epidemiolog�a
El carcinoma de las gl�ndulas
salivales representa el 3-6% de los tumores de la cabeza y el cuello. En los EE.UU. se
comunicaron 1-2 casos por 100.000 habitantes en 1995. Para 1996 se anticipan 2.000 nuevos
casos y 790 muertes: sin embargo es dif�cil determinar la verdadera incidencia, dado el
raro car�cter de estos tumores. 70% de las tumoraciones de gl�ndulas salivales
comprometen a la par�tida y de �stas el 70% son benignas, mientras que el 70% de las
tumoraciones de la gl�ndula submaxilar son malignas. En los ni�os es m�s com�n el
adenocarcinoma qu�stico mientras que en la edad adulta es m�s com�n el carcinoma
mucoepidermoide. En todo el mundo la incidencia de tumores malignos de las gl�ndulas
salivales solo presenta ligeras variaciones. (1, 2, 6)
2.-. Factores de Riesgo:
a) Edad:
Aunque la edad promedio en
el momento de la presentaci�n es de 55 a�os casi el 2% de los tumores afectan a
ni�os de 1 mes a 10 a�os de edad, y el 16% aparecen en pacientes mayores de 30 a�os.
Pr�cticamente el 33% de las neoplasias pedi�tricas de las gl�ndulas salivales son
malignas (el carcinoma mucoepidermoide es el m�s frecuente). Los tumores indiferenciados
se observan con suma frecuencia durante la 6ta. o la 7ma. D�cada de la vida.
b) Sexo:
Por lo general, no hay
predilecci�n por uno de los sexos, pero el riesgo en las mujeres no cauc�sicas de
los EE.UU y Africa es ligeramente superior al de los hombres. Existe m�s alto riesgo en
el sexo femenino que en el masculino.
c) Raza:
No existe ninguna
predisposici�n racial conocida para estos tumores.
d) Factores Gen�ticos: Los familiares
directos de pacientes con carcinomas de las gl�ndulas salivales no presentan un
riesgo m�s alto. Adem�s, no se conocen s�ndromes familiares asociados.
e) Dieta:
En estos c�nceres no existe
asociaci�n con la dieta ni con la ingesta de alcohol.

f) Tabaquismo:
Por lo general, el
tabaquismo no es un factor de riesgo.
g) Patolog�a salival previa:
No hay
relaci�n entre un traumatismo previo, una infecci�n cr�nica ni una sialolitiasis y la
aparici�n ulterior de neoplasias de las gl�ndulas salivales: sin embargo, los adenomas
pleom�rficos (tumores benignos) pueden sufrir una transformaci�n maligna y evolucionar a
un carcinoma exadenoma pleom�rfico (tumor maligno mixto)
h) Radiaci�n:
Los estudios en
sobrevivientes de la bomba at�mica y en pacientes irradiados por acn� demuestran
que la radiaci�n en dosis baja (300 cGy) aumenta 9 veces la incidencia de neoplasias
benignas y malignas. Los tumores aparecen despu�s de un per�odo latente de 15 a 20 a�os
y comprometen m�s a menudo la gl�ndula par�tida que otras localizaciones. (1, 3, 4, 5,
6).
3.- Presentaci�n.
a) Signos y S�ntomas:
Como
las gl�ndulas salivales ocupan todo el tracto aerodigestivo superior, los tumores que las
afectan pueden presentarse con diversos signos y s�ntomas.
1. Manifestaciones locales:
En el
60-85% de los casos el �nico s�ntoma de un tumor de la gl�ndula salival es la presencia
de una masa indolora, de consistencia similar a la del caucho y crecimiento lento
(preauricular o infraauricular, submandibular o submucosa). La masa puede ser detectada de
manera casual al lavarse o afeitarse, y en ciertos casos ha estado presente durante m�s
de 5 a�os (20%). (Fotos # 1 y 2). La paresia o la par�lisis del nervio facial, la
fijaci�n a la piel o a los planos profundos (28%), el dolor (compromiso de los nervios
sensitivos) y la ulceraci�n constituyen evidencias que hacen presumir un proceso maligno
parotideo y un mal pron�stico.
Incidencia de la
Par�lisis del Nervio Facial en los Tumores de la Par�tida
Histolog�a
Incidencia de par�lisis (%)
Carcinoma qu�stico adenoide
17
Carcinoma de c�lulas escamosas
19
Carcinoma indiferenciado
24
Es muy rara la par�lisis facial en el
carcinoma mucoepidermoide, carcinoma de c�lulas acinosas, carcinoma ex
adenomapleomorfico, y el adenocarcinoma. (3, 6)
Manifestaciones Sist�micas:
Se
detectan masas cervicales (met�stasis ganglionares cervicales) en el 18%, 28% y 15% de
los pacientes con carcinoma de las gl�ndulas par�tidas, submandibular y salivales
menores, respectivamente. Otros signos y s�ntomas raros consisten en masas pulmonares y
taquipnea (met�stasis pulmonares); dolor �seo, masas �seas y fracturas patol�gicas
(met�stasis �seas); masas renales (met�stasis): y debilidad, malestar general y
p�rdida de peso. Por �ltimo el 33% de los casos de tumores malignos de las gl�ndulas
salivales presenta enfermedad a distancia. (1, 2, 3, 6)
b) S�ndromes Paraneopl�sicos:
Las neoplasias de las gl�ndulas salivales no se asocian con ning�n s�ndrome
paraneopl�sico conocido. (6)
4.- Diagn�stico Diferencial:
Con
frecuencia, es imposible distinguir en el examen cl�nico las masas benignas de las
gl�ndulas salivales de las malignas. Casi el 27% de las masas parot�deas extirpadas se
deben a entidades no neopl�sicas, mientras que el 73% es de origen neopl�sico (11%
maligno y 62% benigno). En las masas submandibulares el 85% es no neopl�sico y el 15%
representa neoplasias (8% benignas y 7% malignas). Como regla, los tumores de crecimiento
r�pido tienen m�s probabilidad de ser malignos que las masas de crecimiento lento. Otros
procesos que pueden provocar masas de las gl�ndulas salivales son: Con frecuencia, es
imposible distinguir en el examen cl�nico las masas benignas de las gl�ndulas salivales
de las malignas. Casi el 27% de las masas parot�deas extirpadas se deben a entidades no
neopl�sicas, mientras que el 73% es de origen neopl�sico (11% maligno y 62% benigno). En
las masas submandibulares el 85% es no neopl�sico y el 15% representa neoplasias (8%
benignas y 7% malignas). Como regla, los tumores de crecimiento r�pido tienen m�s
probabilidad de ser malignos que las masas de crecimiento lento. Otros procesos que pueden
provocar masas de las gl�ndulas salivales son:
1. Enfermedades inflamatorias
(sialoadenitis aguda y cr�nica, como la parotiditis epid�mica o paperas)
2. Infecciones retr�gadas
(estafiloc�cicas o estreptoc�cicas).
3. Sialometaplasia necrotizante,
enfermedades granulomatosas tuberculosis, enfermedad por ara�azo de gato, actinomicosis,
histoplasmosis, toxoplasmosis, s�filis y sarcoidosis)
4. SIDA
5. Quistes salivales
6. Trastornos autoinmunes (lesiones
linfoepiteliales de c�lulas B localizadas en el S�ndrome de Sj�gren)
7. Enfermedad oclusiva (sialolitiasis,
enfermedad de Kussmaul y estricturas)
8. Anomal�as cong�nitas (quistes
branquiales o de retenci�n mucosa) y
9. Variantes anat�micas normales
(hipertofia del m�sculo masetero y prominencia de la ap�fisis transversa del atlas). Las
neoplasias benignas (adenomas pleom�rficos, tumores de Warthon, oncocitomas, adenoma de
c�lulas escamosas de la cabeza y el cuello, y melanoma, linfoma, leucemia y rara vez
c�nceres de pulm�n, mama y ri��n) tambi�n pueden simular tumores primarios de las
gl�ndulas salivales. (3, 4, 5, 6, 7).
5.- Programas de Investigaci�n: Los
programas de investigaci�n activos no son pr�cticos debido a la rara naturaleza de estas
neoplasias. En la actualidad, la educaci�n del paciente y el mayor conocimiento del
m�dico contin�an siendo los �nicos medios para aumentar la detecci�n precoz.
5.1 Investigaci�n Diagn�stica:
a) Antecedentes M�dicos y Examen
F�sico: Una anamnesis cl�nica completa que haga hincapi� en los s�ntomas de
presentaci�n habituales y un examen completo de la cabeza y cuello son importantes para
detectar procesos malignos de las gl�ndulas salivales. En la cabeza se puede determinar
el tama�o y la movilidad de la masa, la fijaci�n o la infiltraci�n de la piel con
compromiso del nervio facial, el dolor o el trismo suelen ser indicadores de un proceso
maligno, los tumores que se encuentran en el l�bulo profundo de la gl�ndula pueden
comprometer la orofaringe y producir obstrucci�n de las v�as a�reas, con posterior
compromiso de la v�a digestiva esof�gica (disfagia). Es importante conocer que la
funci�n secretora salival no se modifica por enfermedades malignas o benignas, debemos
considerar que otros tumores producen met�stasis parot�deas con alta incidencia
(melanoma).
Cuello. Se debe inspeccionar toda masa
presente en el mismo ya que puede representar una enfermedad primaria o una met�stasis
secundaria.
Torax: En ocasiones existen disminuci�n
del murmullo vesicular acompa�ado de frotes pleurales, estertores y/o sibilansias
indicativas de lesi�n pulmonar metast�sicas.
Abdomen. Es imperativo detectar la
presencia de visceromegalia (hepatomegalia, esplenomegalia). (5, 6)
b) M�todos Diagn�sticos: Ante la
posibilidad de una neoplasia maligna de gl�ndulas salivales se debe solicitar al paciente
un hemograma completo, transaminasas hep�ticas, fosfatasa alcalina, pruebas de
coagulaci�n, si el proceso es de larga duraci�n y ha comprometido la v�a digestiva es
necesario valorar el estado nutricional del paciente (Prote�nas totales). La radiograf�a
de t�rax es el m�todo m�s simple para detectar met�stasis a nivel pulmonar, la
resonancia magn�tica brinda resultados superiores a la tomograf�a computada porque
distingue mejor las masas intraglandulares de las extraglandulares, los tumores parotideos
profundos de las lesiones faringeas primarias y los tumores del m�sculo normal, obtiene
im�genes mejores del nervio facial, las amalgamas dentarias no interfieren en su imagen,
es capaz de intensificar la imagen del tumor, se efect�a sin medio de contraste. Entre
los procedimientos invasivos tenemos que la aspiraci�n con aguja fina de las masas de las
gl�ndulas salivales implica riesgos (lesi�n del nervio facial) y molestias para el
paciente (sangrado) aunque se han comunicado un porcentaje de �xito del 90%, las muestras
histol�gicas se pueden obtener por v�a intraoral o extraoral. El conocimiento
preoperatorio del diagn�stico permite un plan quir�rgico y un consentimiento del
paciente fundamentados.
c) Pruebas y procedimientos optativos:
Los siguientes ex�menes pueden estar indicados seg�n los hallazgos diagn�sticos previos
o la sospecha cl�nica:
1. Pruebas sangu�neas:
a) Nucleotidasa (Se asocian con met�stasis
hep�ticas)
b) GGTP
2. Diagn�stico por im�genes:
Pueden estar indicados en ciertas situaciones:
a) Radiograf�as simples. Si se sospecha
litiasis, pueden ser �tiles para evaluar las masas de las gl�ndulas salivales, en
particular de la gl�ndula submandibular (80% de los c�lculos submandibulares son
radioopacos),
b) Sialograf�a. Rara vez distingue los procesos malignos de los benignos. Es muy �til en
la evaluaci�n de
entidades inflamatorias cr�nicas,
c) Tomograf�a Computarizada (TAC). Es de utilidad para evaluar el
compromiso de la zona profunda de la gl�ndula par�tida, el espacio parafar�ngeo y el
hueso,
d) Ecograf�a,
e) Centellograma salival. "calientes" en los tumores de Wharton y los
oncocitomas, estos estudios con tecnecio-99m no est�n indicados en el diagn�stico de los
tumores parot�deos,
f) Centellograma �seo con tecnecio-99m.
3. Procedimientos invasivos.
Evitarse la biopsia por incisi�n y con aguja con corte verdadero de los tumores salivales
principales, porque aumentan las tasas de recurrencia local y dificultan la resecci�n en
bloque ulterior, se ha demostrado que la extracci�n de las agujas luego de las biopsias
sembrar� c�lulas tumorales viables en la piel, estos nidos microsc�picos se
implantar�n y crecer�n a lo largo del trayecto de la aguja y complicar�n el tratamiento
subsecuente dando lugar a reca�das. La parotidectom�a superficial sigue siendo el
procedimiento de elecci�n para la biopsia de la mayor�a de los tumores parot�deos, si
la AAF (aspiraci�n con aguja fina) no establece el diagn�stico. (4, 5, 6).
6.- Anatom�a Patol�gica
a. Localizaci�n. Las gl�ndulas
salivales se dividenen gl�ndulas principales y menores. La distribuci�n de los tumores
guarda paralelo con la del tejido normal.
1. Gl�ndulas salivales principales son las
gl�ndulas par�tidas, submandibulares y sublinguales. El sitio m�s frecuente de las
neoplasias parot�deas es la cola del l�bulo superficial.
2. Gl�ndulas salivales menores. Hay entre
700 y 1.000 distribu�das por toda la faringe, laringe, tr�quea, nariz, senos paranasales
y la mucosa oral. Casi el 33% de este tipo de tumores est�n localizados en el paladar y
el 20% en la lengua, piso de la boca y enc�as. El resto corresponde a los senos
paranasales, mejillas, labios y nariz.
b. Multiplicidad. Los tumores de
Warthin benignos y el carcinoma de c�lulas acinosas, que son bilaterales en el 10-15% y
el 3% de los casos respectivamente. Se producen met�stasis intraglandulares o siembra a
partir de un adenoma pleom�rfico recurrente, en las mujeres la incidencia de c�ncer de
mama aumenta 8 veces.
c. Histolog�a. Los proecsos
malignos se dividen en:
1. Tumores malignos de bajo grado.
a. Carcinoma de c�lulas
acinosas. Son neoplasias de crecimiento lento, se localizan casi con
exclusividad en la gl�ndula par�tida.
b. Carcinoma mucoepideermoide
de bajo grado. Representan el 67% de los c�nceres mucoepidermoides, tienen
un alto contenido de c�lulas mucosas y arquitectura qu�stico, son localmente agresivos
pero rara vez metast�sicos.
2. Tumores malignos de alto grado.
a. Carcinoma mucoepidermoide de
alto grado. Tiene mas probabilidades de metastatizar que los tumores
mucoepideermoides de bajo grado y conlleva a un peor pron�stico.
b. Carcinoma qu�stico adenoide
[adenoqu�stico] (cilindroma). Se incluyen dentro de 3 patrones
histol�gicos: tubular (el mas favorable), cribiforme (intermedio) y s�lido (menos
favorable).
c. Tumor maligno mixto.
Estas neoplasias aparecen de novo o se originan en un tumor mixto previamente benigno
(alrededor del 2 al 5% de los tumores mixtos sufren transformaci�n maligna) y son
sumamente agresivas. La ausencia de mucina lo diferencia de un carcinoma mucoepideermoide
de alto grado.
d. Adenocarcinoma.
Constituyen un gripo de neoplasias heterpg�neo e incluyen el adenocarcinoma mucinoso
(mucoide), el carcinoma de los conductos salivales y el carcinoma canalicular intercalado.
e. Carcinomas indeferenciados.
Se dividen en carcinoma de c�lulas grandes y de c�lulas peque�as.
3. Linfoma. El linfoma
primario de las gl�ndulas salivales afecta muy comunmente la gl�ndula par�tida y su
frecuencia aumenta en los pacientes con SIDA. Se recomienda realizar parotidectom�a
superficial con cortes por congelaci�n para su diagn�stico, no siendo necesario el
vaciamiento ganglionar, posteriormente se lo trata con quimioterapia y radioterapia.
d. Diseminaci�n metast�sica. Se
detectan met�stasis en el 33% de los casos siendo mas comunes en los individuos con
procesos malignos de alto grado y par�lisis del nervio facial (incidencia de met�stasis
60%)
1. Modos de diseminaci�n:
a. Extensi�n directa: Las
neoplasias salivales suelen crecer hacia los tejidos adyacentes normales, entre ellos el
nervio facial, mand�bula, cavidad oral y el paladar. Los carcinomas qu�sticos adenoides
se pueden propagar por trayectos extensos a largo de los nervios (puede llegar a infiltrar
el maxilar inferior llegando al canal del paquete dentario inferior y diseminarse por todo
el hueso)
b. Met�stasis linf�ticas.
Los tumores de la par�tida comprometen con mucha frecuencia los ganglios linf�ticos
intraparot�deos, infraauriculares, preauriculares y cervicales profundos. A menudo los
procesos malignos submandibulares se diseminan a los ganglios linf�ticos submandibulares,
cervicales superiores, submentonianos y cervicales profundos.
c. Met�stasis hemat�gena:
La diseminaci�n a trav�s de los vasos sangu�neos es infrecuente.
2. Sitios de diseminaci�n:
Las localizaciones metast�sicas alejadas m�s comunes son los siguientes �rganos:
ganglios linf�ticos (20-25%), pulm�n (el m�s frecuente), hueso e h�gado.
7.- Estatificaci�n
a. Estadio del tumor: 1. Tx.
Tumor primario no pasible de evaluaci�n. 2. TO. No hay evidencia cl�nica de tumor
primario. 3. T1. Tumor que no supera los 2 cm., 4. T2. Tumor mayor de 2 cm pero no
superior a 4 cm, 5. T3 Tumor mayor de 4 cm. Pero no superior a 6 cm, 6. T4. Tumor mayor de
6 cm.
Adem�s todas las categor�as del tumor se
subdividen adem�s en "a" (ausencia de extensi�n local) o "b"
(presencia de extensi�n local), esta �ltima se defino como compromiso cl�nico o
macrosc�pico de la piel, las partes blandas, el hueso o los nervios.
b. Estadio de ganglios linf�ticos:
1. NX: Ganglios linf�ticos regionales no
pasibles de evaluaci�n
2. NO: Ausencia de met�stasis ganglionares
regionales
3. N1. Met�stasis en un solo ganglio
linf�tico ipsolateral no mayor de 3 cm
4. N2. Met�stasis en un solo ganglio
linf�tico ipsolaterales pero que no supera los 6 cm., o en ganglios linf�ticos
bilaterales o contralaterales no mayores de 6 cm.
a. N2a. Met�stasis en un solo ganglio
ipsolateral mayor de 3 cm, pero que no supera los 6 cm.
b. N2b. Met�stasis en m�ltiples ganglios
linf�ticos bilaterales o contralaterales no mayores de 6 cm.
c. N2c. Met�stasis en ganglios linf�ticos
mayores de 6 cm.
5. N3.: Met�stasis en ganglios linf�ticos
mayores de 6 cm.
c. Estadio metast�sico
1. MX. Met�stasis no pasibles de
evaluaci�n
2. MO. No hay evidencia de met�stasis a
distancia.
3. M1. Presencia de met�stasis a
distancia.
d. Grado histopatol�gico
1. GX. Grado no pasible de evaluaci�n
2. G1. Bien diferenciado
3. G2. Moderadamente bien diferenciado
4. G3. Escasamente diferenciado
5. G4. Indeferenciado
e. Agrupamiento de estadios
1. Estadio 1. T1-2�, NO, MO
2. Estadio II. T1-2b o T3a, NO, MO
3. Estadio III. T3b o T4a, NO, MO;
cualquier T excepto T4b, N1, MO
4. Estadio IV. T4b, cualquier N, MO;
cualquier T, N2-3, MO; cualquier T, cualquier N, M1.
8.- Tratamiento
a. Cirug�a:
1. Carcinoma de gl�ndulas salivales
primario
a. Indicaciones. La
cirug�a contin�a siendo el tratamiento preferido para pr�cticamente todas las
neoplasias de las gl�ndulas salivales.
b. Abordajes. La mayor�a de
las neoplasias parot�deas se abordan a trav�s de una incisi�n vertical en el pliegue
cut�neo preauricular, que se extiende en sentido inferior hasta la parte superior del
cuello, aunque tambi�n es posible acceder a los tumores del l�bulo profundo (espacio
parafar�ngeo) a trav�s de un abordaje submandibular o de una osteotom�a mandibular
(l�nea media o rama ascendente). Las neoplasias submandibulares se resecan a trav�s de
una incisi�n paralela a la mand�bula y 3 cm por debajo de �sta (para no lesionar la
rama cervical del nervio facial). Si el corte anatomopatol�gico por congelaci�n detecta
histol�gicamente alta agresividad tumoral y existen met�stasis ganglionares palpables en
las cadenas cevicales, ambas incisiones se pueden continuar sobre el
esternocleidomastoideo (incisi�n de Hayes Martin, incisi�n de Schobinger y Conley,
incisi�n de Roux Berger e incisi�n de Feind, etc.) para lograr exponer dichas cadenas
ganglionares afectadas y realizar el vaciamiento cervical tradicional o radical. (2, 3,
6).
c. Procedimientos: Es de
acuerdo a la localizaci�n del tumor.
1. Procesos malignos de la
par�tida
a. Parotidectom�a.
Despu�s de practicar la incisi�n de piel inicial y levantar los colgajos cut�neos
(anterior y posterior), se identifica y secciona el nervio auricular mayor. Se separa la
par�tida de los m�sculos esternocleidomastoideo y dig�strico, as� como del canal
auditivo externo. Despu�s de identificar el nervio facial en el surco timpanomastoideo,
se diseca minuciosamente la parte superficial de la gl�ndula a lo largo de cada rama del
nervio. Las neoplasias T1 y T2 y los tumores que se extienden hacia la porci�n profunda
de la gl�ndula requieren la resecci�n de los l�bulos superficial y profundo
(parotidectom�a total), con el nervio facial o sin �l (seg�n est� tomado por la
neoplasia o no), si la masa tumoral se extiende m�s all� de la c�psula parot�dea,
ser� necesario incluir las estructuras infiltradas (hueso temporal, m�sculos de la
masticaci�n, maxilar inferior, etc.) dentro de la resecci�n en bloque. (Fig. # 1).
b. Resecci�n del
nervio facial. Por lo general, el nervio facial es identificado en el agujero
estilomastoideo del surco timpanomastoideo. Sin embargo a veces no es factible detectar el
nervio en esta localizaci�n y debe ser abordado alternativamente desde la parte interna
del hueso temporal o rastreado en direcci�n retr�grada desde una rama distal. De manera
cl�sica, la resecci�n del nervio facial (con reconstrucci�n inmediata) era obligatoria
en todos los procesos malignos de alto grado. No obstante los datos recientes indican que
en ausencia de compromiso cl�nico o histol�gico el nervio puede ser preservado sin que
esto comprometa de manera adversa la supervivencia. Cuando se observa invasi�n del
nervio, se reseca el segmento afectado hasta obtener m�rgenes limpios, lo que se
determina por el examen patol�gico de cortes por congelaci�n. Despu�s se procede a la
reconstrucci�n inmediata. (Fig. # 2).
c. Resecci�n del hueso temporal.
Cuando la invasi�n del nervio facial se extiende hasta el agujero estilomastoideo es
necesario resecar la ap�fisis mastoides del hueso temporal propiamente dicha hasta
obtener m�rgenes limpios. Esto puede implicar la resecci�n del hueso temporal lateral o
completa.
2. Procesos malignos submandibulares.
Este procedimiento extirpa toda la gl�ndula submandibular y
las estructuras adyacentes posiblemente comprometidas, como los m�sculos dig�strico y
milohioideo, los nervios hipogloso y lingual, la mand�bula y el piso de la boca. Al
principio, la incisi�n se practica en un pliegue cut�neo 3 cm por debajo de la
mand�bula. Despu�s se elevan colgajos cut�neos por debajo del m�sculo cut�neo del
cuello (platysma myoides) y se identifica y preserva la rama mandibular
(cervicomandibular) del nervio facial, seccionando la vena facial posterior. Despu�s de
la movilizaci�n preliminar de la gl�ndula se seccionan la arteria y la vena faciales. A
continuaci�n, se ligan en forma secuencial el ganglio submandibular y el conducto de
Wharton y se reseca la gl�ndula submandibular, preservando cuidadosamente los nervios
lingual e hipogloso (que se encuentran por dentro del m�sculo milohioideo). (1, 6). Este
procedimiento extirpa toda la gl�ndula submandibular y las estructuras adyacentes
posiblemente comprometidas, como los m�sculos dig�strico y milohioideo, los nervios
hipogloso y lingual, la mand�bula y el piso de la boca. Al principio, la incisi�n se
practica en un pliegue cut�neo 3 cm por debajo de la mand�bula. Despu�s se elevan
colgajos cut�neos por debajo del m�sculo cut�neo del cuello (platysma myoides) y se
identifica y preserva la rama mandibular (cervicomandibular) del nervio facial,
seccionando la vena facial posterior. Despu�s de la movilizaci�n preliminar de la
gl�ndula se seccionan la arteria y la vena faciales. A continuaci�n, se ligan en forma
secuencial el ganglio submandibular y el conducto de Wharton y se reseca la gl�ndula
submandibular, preservando cuidadosamente los nervios lingual e hipogloso (que se
encuentran por dentro del m�sculo milohioideo). (1, 6).
3. Procesos malignos de las gl�ndulas
sublingual y salivales menores.
En estas
neoplasias, la extensi�n de la resecci�n depende del tama�o, el tipo histol�gico y la
localizaci�n. Se deben agotar todos los esfuerzos para confirmar el diagn�stico antes de
instituir el tratamiento quir�rgico definitivo. Durante todos los procedimientos, se debe
observar fielmente el principio b�sico de la cirug�a oncol�gica de escisi�n amplia.
Existen varias t�cnicas para abordaje de este tipo de lesiones dependen principalmente de
la localizaci�n de la masa tumoral, de la variedad histol�gica, del procedimiento
reconstructivo ulterior y de las cadenas linf�ticas posiblemente comprometidas o que van
a ser resecadas profil�cticamente. (2, 6). En estas neoplasias, la extensi�n de la
resecci�n depende del tama�o, el tipo histol�gico y la localizaci�n. Se deben agotar
todos los esfuerzos para confirmar el diagn�stico antes de instituir el tratamiento
quir�rgico definitivo. Durante todos los procedimientos, se debe observar fielmente el
principio b�sico de la cirug�a oncol�gica de escisi�n amplia. Existen varias t�cnicas
para abordaje de este tipo de lesiones dependen principalmente de la localizaci�n de la
masa tumoral, de la variedad histol�gica, del procedimiento reconstructivo ulterior y de
las cadenas linf�ticas posiblemente comprometidas o que van a ser resecadas
profil�cticamente. (2, 6).
4. Disecci�n radical de cuello.
La disecci�n radical de cuello convencional reseca todos los
ganglios linf�ticos, el m�sculo esternocleidomastoideo, la vena yugular, la gl�ndula
submandibular y la porci�n espinal del XI par craneal (espinal). En cambio la disecci�n
radical de cuello modificada preserva una o m�s de estas estructuras. La disecci�n
cervical terap�utica est� indicada en cualquier paciente que presente adenopat�as
cervicales cl�nicamente palpables, mientras que la disecci�n profil�ctica de los
ganglios linf�ticos puede ser beneficiosa en los que presentan estadios avanzados,
carcinoma de c�lulas escamosas, carcinoma mucoepidermoide, adenocarcinoma, carcinoma
anapl�sico y tumores mixtos malignos de alto grado, a�n en ausencia de ganglios
cl�nicamente palpables. Las indicaciones precisas de la disecci�n radical de cuello
contin�an siendo controvertidas, pero el control regional es muy conveniente incluso en
caso de que haya met�stasis a distancia comprobadas, ya que la enfermedad regional no
controlada es responsable de una proporci�n importante de la morbimortalidad de esta
enfermedad. La disecci�n radical de cuello convencional reseca todos los ganglios
linf�ticos, el m�sculo esternocleidomastoideo, la vena yugular, la gl�ndula
submandibular y la porci�n espinal del XI par craneal (espinal). En cambio la disecci�n
radical de cuello modificada preserva una o m�s de estas estructuras. La disecci�n
cervical terap�utica est� indicada en cualquier paciente que presente adenopat�as
cervicales cl�nicamente palpables, mientras que la disecci�n profil�ctica de los
ganglios linf�ticos puede ser beneficiosa en los que presentan estadios avanzados,
carcinoma de c�lulas escamosas, carcinoma mucoepidermoide, adenocarcinoma, carcinoma
anapl�sico y tumores mixtos malignos de alto grado, a�n en ausencia de ganglios
cl�nicamente palpables. Las indicaciones precisas de la disecci�n radical de cuello
contin�an siendo controvertidas, pero el control regional es muy conveniente incluso en
caso de que haya met�stasis a distancia comprobadas, ya que la enfermedad regional no
controlada es responsable de una proporci�n importante de la morbimortalidad de esta
enfermedad.
5. Reconstrucci�n.
1. Nervio facial. Se
prefiere la reconstrucci�n inmediata del nervio facial mediante una anastomosis primaria
o un conducto de nervio sensitivo (nervio auricular mayor o nervio sural). En
circunstancias poco habituales puede ser necesaria una reconstrucci�n cruzada
hipogloso-facial o facial-facial. Por lo general la recuperaci�n parcial o completa
demanda entre 6 y 12 meses, no es afectada por la radiaci�n posoperatoria. El tono
muscular suele ser bueno aunque son previsibles algunas sincinesis motoras. Debe indicarse
la protecci�n corneal con lubricantes, la oclusi�n palpebral durante la noche, pesas o
resortes de oro en el p�rpado superior para un cierre adecuado o tarsorrafia, seg�n sea
necesario. Adem�s se pueden requerir cabestrillos est�ticos o din�micos, ritidectom�a
unilateral y elevaci�n de la frente.
2. Partes blandas. Las
resecciones tumorales que incluyen la extirpaci�n de grandes bloques de partes blandas y
hueso importantes desde el punto de vista funcional requieren a menudo reconstrucciones
individualizadas complejas con injertos �seos, dispositivos dentales o prot�sicos,
colgajos cut�neos pediculados locorregionales (colgajos labiogenianos, laterocervical
anterolateral, frontal, temporobiparieto frontal, deltopectoral, toracoacromial, etc.),
colgajos pediculados compuestos (miocut�neos), colgajos con microanastomosis vasculares y
en �ltimo de los casos los injertos de piel.
En el carcinoma de gl�ndulas salivales
localmente avanzado y con met�stasis principalmente al nivel pulmonar (adenocarcinoma
qu�stico) se manifiestan despu�s de largos per�odos sin manifestaciones cl�nicas y
progresan con lentitud, se recomienda la exc�resis local amplia y toracotom�a y
resecci�n de las met�stasis localizadas. (1, 2, 3, 6)
Complicaciones de la Cirug�a de
Gl�ndulas Salivales
Son las comunes a la mayor�a de las
cirug�as de cuello, e incluyen: hemorragia, infecci�n, lesi�n del conducto tor�cico o
alguno de sus afluentes (f�stula quilosa), lesi�n accidental del nervio espinal,
par�lisis
transitoria del nervio
facial, infecci�n (abscesos), alteraciones funcionales (degluci�n, fonaci�n,
respiraci�n), s�ndrome gustatorio diafor�tico o tambi�n llamado S�ndrome de Frey
caracterizado por la sudoraci�n del �rea de distribuci�n del nervio auriculotemporal en
respuesta a los sialagogos (est�mulos visuales u olfatorios que estimulan la secreci�n
salival), por lo general es leve y termina espont�neamente. (1, 4, 5, 6)
Radioterapia
Se usa principalmente como coadyuvante
de la cirug�a, se puede utilizar en pacientes con lesiones inoperables o con
contraindicaciones m�dicas a la cirug�a. La dosis convencional es de 5.000cGy en 7
semanas, puede ser utilizada en el preoperatorio para reducir la masa tumoral (supuesta
irresecabilidad) y posteriormente someterlo a cirug�a, o en el postoperatorio para evitar
la recurrencia, da�o al nervio facial y te�ricamente aumentar la supervivencia global.
(9, 10, 11)
Quimioterapia
En el carcinoma localmente avanzado y/o
con met�stasis se puede utilizar como terapia paleativa la combinaci�n de doxorrubicina,
cisplatino y fluorouracilo, se ha determinado que el carcinoma de c�lulas escamosas y el
carcinoma mocoepilemoide responden bien al metrotexato y al cisplatino en combinaci�n,
otro esquema para el tratamiento del carcinoma de c�lulas escamosas indica la
combinaci�n de ciclofosfamida con doxorrubicina y cisplatino. (11, 12, 13)
Pron�stico
La recurrencia del tumor depende
principalmente del tipo histol�gico, del grado de resecci�n quir�rgica y la terapia
coadyuvante y t�rminos generales los tumores malignos tienen una tasa de recurrencia del
40-70% despu�s de la cirug�a solamente, la supervivencia global a los 10 a�os en el
estadio I es de 90%, en el Estadio II del 65%, en el Estadio III del 45%, en el Estadio IV
del 22%. (6, 7, 8, 9)
Entre los factores adversos que se asocian
con una mala evoluci�n tenemos el compromiso del facial, met�stasis ganglionares,
met�stasis a distancia, edad avanzada, estadio IV, tumoraci�n grande, histolog�a del
alto grado, lesiones locales (ulceraci�n, fijaci�n infiltraci�n de maxilar y temporal).
(6, 10, 11, 13)
Controles Subsecuentes
Hay que recalcar que estos tipos de
tumores tienen una evoluci�n prolongada, deben ser controlados cada tres meses durante
los dos primeros a�os posteriores al tratamiento, se debe solicitar los siguientes
ex�menes: hemograma completo, transaminasas hep�ticas y fosfatasa alcalina,
conjuntamente con una radiograf�a de t�rax y dependiendo de los hallazgos encontrados se
podr� solicitar una tomograf�a, un centellograma �seo, una resonancia magn�tica, etc.
(6, 9,12)
9.- Bibliograf�a
1. Laurence M. Manual de
diagn�stico y tratamiento, 29 ava. Edici�n, Editorial El manual moderno, Mexico,
182-183. 1994.
2. Veronesi U.: Manual de cirug�a
oncol�gica 1ra. Edici�n, editorial Panamericana, Buenos Aires-Argentina., 119-130. 1992.
3. Schwartz S.: Principios de cirug�a
5ta. edici�n,
editorial Interamericana, Mexico,
554-552. 1991.
4. Sabinston D.: Tratado de patolog�a
quir�rgica, 11ava. Edici�n, editorial Interamericana, Madrid, 1.139-1.142. 1984.
5. SchrockT.: Manual de cirug�a, 9na
edici�n, editorial El manual moderno, M�xico, 230-231. 1985.
6. Cameron J.: Oncolog�a pr�ctica,
1era. edici�n,
editorial Panamericana, Buenos
Aires-Argentina, 187-197. 1994.
7. Bardwill JM et al: Report of one
hundred tumors of the minor salivary glands. Am J Sung 1966; 112: 493-497.
8. Suen JY, Johns ME: Chemotherapy for
salivary gland cancer. Laryingoscope. 1982; 92: 235-239.
9. Tapley H, Guillamordequi OM, Byers
RM: The
place of irradiation in the treatment of
malignant tumors of the salivary glands. Curr Probl Cancer, 1976: 1: 13-30
10. Posner MR et al: Chemotherapy of
advanced
salivary gland neoplasms. Cancer 1982;
50: 2261-2264.
11. McKenna RJ: Tumors of the major and
minor
salivary glands: CA-A Cancer J Clin
1984; 34: 24-39
12. Beahrs OH, Woods JE, Weland CH.
Surgical management of parotid tumors Adv Surg 1978; 12: 301-311
13. Tu B et al: The superiority of
combined therapy
(surgery and postoperative irradiation)
in parotid cancer. Arch Otolaryngol 1982; 108: 710-713.
14. Domenge C., Marandas P.- Malignant
salivary gland tumors. In: Hand book of chemotherapy in clinical oncology by Droz J:P.,
Cvitkovic E., Armand J:P:; Khoury S. de. F:J:I:S: Paris 1988.
15. Laccourreye H:, Brasnu D., Lacau
Saint Guilly
J., Senechaut J:P:- parotidectomies
totales ou parotidectomies superficielles dans le traitement des adenomes pleomorphes de
la parotide. Ann. ORL, 1984, 101, 161-167.
16. Marandas P:; Dharkar D., Davis A.,
Leridant A.M., Pacheco-Ojeda L., Micheau C., Wibault P., Schwaag G.- Malignant tumours of
the parotid a study of 76 patients. Clin. Otolaryngology, 1990, 15, 103-109.
17. Redon H.- Chirurgie des glandes
salivaires. Masson De. Paris, 1955
18. Spiro R:H:- Salivary neoplasms:
Overview of a 35 year experience with 2807 patients. Head and Neck Surg, 1986, 177-184.
|