La suprahepática
derecha drena el hígado derecho
y la vena
suprahepática media que, circula por debajo de la cisura portal principal drena ambos
hígados, derecho e izquierdo. Esta última tiene dos colaterales constantes: a la derecha
la vena del segmento 8 y a la izquierda la vena del segmento medial. En la resección
anatómica del hígado derecho, pasamos justo a la derecha de la vena hepática media. En
la resección ampliada del hígado derecho pasamos a la izquierda de la vena hepática
media.
La vena suprahepática derecha es la más
larga de las tres y da tres ramas: la superior, media e inferior, tiene una longitud de 11
a 12 cm., su calibre puede llegar al de la mitad del de la vena cava inferior. Esta vena,
en la mayor parte de su trayecto sigue por debajo de la cisura portal derecha. Las venas
caudadas drenan desde el lóbulo caudado hacia la cara anterior de la vena cava
retrohepática, son en número de una a cinco. Hay que tener cuidado en la disección y
ligadura de estas, ya que, el desgarro en su salida de la vena cava puede producir una
severa hemorragia.
Tumores Benignos
Las lesiones benignas del hígado
son relativamente raras si las comparamos con los tumores primarios y metastásicos del
hígado. Frecuentemente son asintomáticos, solo cuando han alcanzado cierto tamaño
pueden ser palpados o producir síntomas de obstrucción del conducto biliar u órganos
vecinos y entonces ser descubiertos preoperatoriamente. Los síntomas producidos por los
voluminosos tumores benignos están en relación con la distensión de la cápsula de
Glisson o con la presión sobre el peritoneo parietal o sobre viseras adyacentes. El
cuadro más frecuente producido por estos tumores es el de obstrucción del árbol biliar.
Los tumores benignos pequeños son generalmente descubiertos accidentalmente en el
transcurso de una cirugía por otra causa.
Diagnóstico:
La mayoría de pacientes con
tumores benignos pequeños son asintomáticos y los tests de función hepática podrían
mostrar solamente una ligera elevación de la fosfatasa alcalina en casos de obstrucción
de la vía biliar. La lesión puede ser diagnosticada por imágenes radiológicas, usando
la ultrasonografía, tomografía axial computada, resonancia magnética y angiografías
(1). Ha habido un gran progreso en el diagnóstico con el uso de uno de estos o la
combinación de ellos entre sí, no se ha logrado el 100 por ciento en la precisión del
diagnóstico preoperatorio de una masa hepática por lo tanto todavía hay un pequeño
porcentaje de pacientes que son operados con un diagnóstico preoperatorio de malignidad,
siendo comprobado mas tarde que se trataba de lesiones benignas.
1) Hemangiomas
Los hemangiomas son los tumores
benignos más frecuentes del hígado (2-4), con una incidencia del 2 al 7 por ciento en
autopsias realizadas (5). Esta lesión varía de pocos milímetros a algunos centímetros
en diámetro. La mayoría son pequeños, asintomáticos y se encuentran al curso de una
laparotomía o autopsia. Arbitrariamente al hemangioma mayor de cuatro centímetros se lo
llama "gigante" (6), este frecuentemente se presenta como una masa abdominal
sintomática, y, ocasionalmente, por ruptura espontánea, con hemorragia en la cavidad
peritoneal que es mas frecuente en los niños y en mujeres gestantes.
Clasificación:
A) Hemangioendotelioma:
Se
trata de una malformación vascular congénita, son más frecuentes en niños, se asocian
a lesiones vasculares cutáneas y producen un aumento progresivo del tamaño del hígado.
Pueden asociarse con insuficiencia cardiaca congestiva de alto gasto en cuyo caso el
pronóstico es malo, en algunos casos se han observado regresión espontánea de estas
lesiones (7).
En adultos, ha sido reportado el desarrollo
de estas lesiones muchos años después de la exposición al dióxido de torio,
clorhidrato de vinilo, o arsénico.
Son más frecuentes en mujeres que en
varones, pueden ser solitarios y se localizan mas frecuentemente en el lóbulo derecho,
estas lesiones no poseen cápsula por lo que son muy susceptibles al sangrado luego de una
biopsia o trauma.
B) Hemangioma Capilar: Se
presentan a cualquier edad, pueden confundirse con metástasis, se asocian con shunt
arteriovenosos y algunos autores piensan
que son
lesiones producto de la regresión de los hemangioendoteliomas.
C) Hemangioma Cavernoso:
Es el
tipo más frecuente en adultos, mas frecuente en mujeres y durante su cuarta a quinta
década de la vida, debido a esto algunos investigadores lo relacionan con una
estimulación de las hormonas sexuales femeninas (8-9). La mayoría de los pacientes son
asintomáticos y los síntomas, cuando se presentan están en relación con la compresión
de órganos adyacentes. En el 4.5 % a 19.7% de los casos se puede producir una hemorragia
intra-abdominal, aquellos que producen síntomas o ruptura tienen un diámetro de 30
centímetros o más.
Tratamiento
En los lactantes con insuficiencia
cardiaca de alto gasto puede ayudar el uso de esteroides, y la lesión puede experimentar
regresión. La extirpación quirúrgica tanto en lactantes como en adultos depende de los
síntomas. La cirugía esta indicada cuando los hemangiomas producen síntomas o cuando el
diagnóstico de cáncer no puede descartarse. Si aún durante la cirugía la duda
persiste, entonces, debe realizarse biopsia y corte por congelación antes del
procedimiento quirúrgico definitivo.
Muchos autores (10-11-12-13-14) reportan
resecciones hepáticas regladas para grandes tumoraciones y segmentectomías o
enucleaciones para lesiones pequeñas. Schwartz (10) concluye que "la mayor parte de
grandes tumores son mejor tratados realizando resecciones anatómicas como lobectomías o
trisegmentectomías con exclusión vascular". Nosotros concluimos en que el
tratamiento de elección en las lesiones grandes y solitarias debe ser la resección
anatómica del segmento afectado, las lesiones pequeñas asintomáticas necesitan
solamente vigilancia y cuando son sintomáticas basta una resección en cuña. En casos de
lesiones múltiples en que la resección completa no es posible, la resección en cuña de
la más grande debe ser considerada y el uso de radiación y esteroides solos o en
combinación no debe ser descartado. La embolización de la arteria hepática puede ser
realizada para reducir la gran vascularización de estas lesiones y mejorar los síntomas
relacionados con la insuficiencia cardiaca de alto gasto.
Adenoma e Hiperplasia Nodular
Focal
Este tipo de tumores han sido
diagnosticados más frecuentemente en estos últimos años, han originado una gran
controversia por su relación con el uso de anticonceptivos orales y por lo difícil de
distinguir a los dos desde el punto de vista histopatológico por lo que hemos creído
conveniente hablar de los dos en esta sección.
Patología
Una de las principales confusiones
ha sido la gran lista de términos aplicados a estas lesiones incluyendo: adenoma
solitario, adenoma hepatocelular, hepatoma benigno, hepatoma grado Y, adenoma mixto,
nódulo hiperplásico solitario, cirrosis focal, hiperplasia nodular e hiperplasia nodular
focal. La clasificación propuesta por Edmondson (15) en 1958 y revisada por él (16) es
la de mayor aceptación el día de hoy.
Adenoma de Hígado
Estos son grandes, blandos, pueden
aparecer en cualquier lóbulo y ocasionalmente ser múltiples Al corte presentan án los
hepatocitos del tejido hepático sano. La periferia del adenoma se demarca suavemente por
una fina y fibrosa cápsula o zona de opresión, aparenta un tumor expansivo epitelial
puro, con áreas de necrosis y hemorragia.reas de hemorragias e infartación.
Microscópicamente el adenoma se caracteriza por un patrón de hepatocitos maduros. Las
células presentan un citoplasma claro con grados variables de glucógeno.
Hiperplasia Nodular Focal
Estos tumores son usualmente
solitarios y pequeños (5 cm. o menos) y pueden encontrarse en cualquier lóbulo del
hígado. Ocasionalmente pueden ser centrales, pero más frecuentemente son periféricos.
La superficie del tumor es nodular con superficie vascular. La superficie de corte
presenta típicamente un tejido fibroso estrellado.
Microscópicamente, la lesión se compone
de nódulos de hepatocitos maduros rodeados de bandas de tejido conectivo fibroso con
focos de proliferación de conductos biliares.
Presentación Clínica
Algunos autores (17) han asociado
el tumor hepático con el uso de anticoncepstivos orales.
El síntoma más frecuente presente en la
mayoría de pacientes fue el dolor abdominal, seguido luego por el descubrimiento
accidental del tumor en una operación. La ruptura causa un cuadro abdominal catastrófico
en el 20% de los casos. Los adenomas sangran mas frecuentemente que la hiperplasia nodular
focal. La hiperplasia nodular focal comprende el 51.9% de los tumores benignos del
hígado, mientras que el adenoma comprende el 43.4%. Los tumores inclasificables
comprenden el 4.7%.
Sesenta y siete por ciento de los tumores
se encuentran en el lóbulo derecho, 7% involucra ambos lóbulos; 20% son múltiples. Hay
otros autores como Grabowski que concluyen que no hay ninguna relación entre el uso de
anticonceptivos y adenomas.
Tratamiento
Una vez que el diagnóstico se ha
hecho mediante biopsia, sea por laparoscopía o a cielo abierto, tenemos algunas
alternativas:
Suspender los anticonceptivos y
vigilancia: Esta es una alternativa razonable en pacientes
que han estado tomando anticonceptivos, con lesiones pequeñas (5 cm. o menos), situadas
en una área de difícil acceso. Esta medida también es preferible en pacientes con
contraindicaciones para la hepatectomía. La vigilancia debe ser estrecha, (cada mes por
los primeros tres meses y luego cada tres meses por un año), realizando tomografías y
midiendo el probable aumento en el tamaño de la lesión. Si la lesión demuestra
crecimiento, habrá que hacer todo el esfuerzo para resecarla.
Resecar la lesión y suspender los
anticonceptivos: Este es el tratamiento de elección para
las grandes tumoraciones, hay posibilidades de recidivas pero las posibilidades disminuyen
cuando suprimimos los anticonceptivos.
Terapia selectiva basado en la
histología: Starzl (19) ha sugerido que cuando tratamos un
adenoma, todo el tumor debe ser resecado, esto no es imprescindible en el caso de la
hiperplasia nodular focal y esto se debe a las bajas posibilidades de sangrado de esta
ultima. Sin embargo en pacientes con un gran tumor de hiperplasia nodular focal que
produce síntomas o masa abdominal, la resección esta indicada aún en ausencia de
sangrado o de bajo riesgo de sangrado.
Cirugía de urgencia por sangrado:
Si la ruptura es pequeña, con poca perdida sanguínea y las
condiciones del paciente lo permiten, la resección del tumor es lo mandatorio. En caso
contrario se proponen algunas alternativas como ligadura de la arteria hepática, la
enucleación de la zona del tumor que sangra, con empaquetamiento de la zona o sutura del
hígado con el fin de controlar el sangrado. En la serie de pacientes de Foster y Berman
el tratamiento realizado para la hiperplasia nodular focal fue resección en cuña para el
77.4% de los casos, lobectomía derecha en 11.3%, lobectomía lateral izquierda el 4.8%,
otras formas de lobectomías en 4.8% y biopsia solamente en 1.7%. No hubo mortalidad
operatoria, ni persistencia, ni recidiva o metástasis durante un seguimiento de un mes a
21 años después de su cirugía.
Los adenomas fueron tratados con
resección en cuña en 52.8% de los casos con una mortalidad operatoria de 15.8% debido a
sangrado y sepsis. Veinticinco por ciento de los pacientes tuvieron una lobectomía
derecha, con una mortalidad operatoria de 11.1% debido a hemorragias. Las lobectomías
ampliadas realizadas en 11.1% de pacientes y lobectomías izquierdas en 11.1% no tuvieron
mortalidad.
Todo lo anterior implica que hay que tener
un diagnóstico histológico preciso, si tenemos una lesión pequeña de hiperplasia
nodular focal, asintomática podemos observarla, pero si tenemos un adenoma, este debe ser
resecado debido al gran riesgo de serias complicaciones, en casos de lesiones dudosas, se
sugiere la resección electiva para curar al paciente.
Hamartomas Mesenquimales y otros
Tumores Raros
Se han reportado algunos tumores
raros en el hígado que incluyen restos adrenales, fibroma, neurofibroma, mioma, lipoma,
linfangioma y leiomioma.
Uno de los tumores raros que más se
encuentran, es el hamartoma mesenquimal, debe distinguirse de la hiperplasia nodular focal
a las que frecuentemente se las llama hamartomas. Estos tumores son más
frecuentes en hombres que en mujeres, se presentan como una masa
abdominal en el primer año de vida. Más frecuentes en el lóbulo derecho, en el 10% de
los casos son bilaterales, pueden medir de 1 a 22 cm. de diámetro y pesar de 225 g a 7
kg. En la superficie de corte, presentan un tejido sólido café - blanquecino con
múltiples espacios quísticos conteniendo liquido seroso. No se ha reportado ni recidiva
ni transformación maligna y el pronóstico postoperatorio es excelente (22). El manejo es
quirúrgico igual que cualquier otro tumor benigno de comparable tamaño y localización
anatómica.
Tumores Malignos
Este tipo de tumores tiene una alta
incidencia en países como Asia, China y Africa. En algunos grupos de población negra al
sur del Saara, el cáncer de hígado es la enfermedad maligna más frecuente en varones.
La incidencia de cáncer de hígado entre las poblaciones negras y blancas de los E. E. U.
U. es similar, lo que sugiere un factor causal externo como las anflatoxinas b y g del
hongo Aspergillus flavus, conocido como un agente contaminante de las comidas en la dieta
de algunas poblaciones africanas y asiáticas las que tienen una alta incidencia de
hepatomas. Se ha establecido la asociación de algunos parásitos como el esquisostoma y
clonorchis sinensis con el hepatoma.
En los E.E.U.U., la mayoría de pacientes
con carcinoma hepatocelular han tenido antecedentes de cirrosis alcohólica y en otras
partes del mundo se lo ha relacionado con cirrosis secundaria a hepatitis tipo B. Sin
embargo en el 25% de los pacientes con hepatitis tipo B - asociada a hepatocarcinoma- no
se ha notado fibrosis en el hígado normal. Se ha notado desarrollo de hepatocarcinoma en
pacientes con hemocromatosis y en otros con deficiencia de alfa-1- antitripsina. La
hepatitis crónica activa, particularmente la debida a hepatitis por virus B, es asociada
con hepatocarcinoma. (23)
Ha sido sugerida la relación de
hepatocarcinoma con algunos agentes químicos, por ejemplo, esteroides androgénicos,
particularmente en adolescentes, como se anotó previamente, la anflatoxina ha sido
relacionada con el desarrollo de hepatocarcinoma. Cuadro 1.1
Cuadro 1.1
Factores predisponentes a hepatoma
Cirrosis debida a:
-Hepatitis a virus B
-Hemocromatosis
-Deficiencia de alfa - 1 - antitripsina
-Alcohol.
-Hepatitis crónica activa.
Agentes químicos y farmacológicos:
-Aflataxina.
-Esteroides androgénicos.
-Torotrast.
-Esteroides estrogénicos (?)
-Hepatitis viral B
Anatomía Patológica
Una clasificación sencilla de los
tumores primarios de hígado es la que se expone a continuación:
1) Tumores epiteliales:
a.- Carcinoma hepatocelular
b.- Hepatoblastoma
c.- Colangiocarcinoma
2) Del Mesenquima:
a.- Angiosarcoma
b.- Sarcoma embrionario
c.- Fibrosarcoma
d.- Leiomiosarcoma.
El carcinoma hepatocelular,
característicamente, se visualiza como fragmentos traveculares o aplanados, los cuales
pueden estar cubiertos en la parte externa, por una capa endotelial. Varios subtipos
histológicos (travecular, seudoglandular, compacto) y citológicos (hepático, de
células claras, pleomórfico) son importantes para establecer el diagnóstico
histológico y diferenciación de otros tipos, especialmente los secundarios, pero esto no
incide para su manejo clínico: la evolución es la misma.
El hepatoblastoma es
reconocido histológicamente como un tumor compuesto por células hepáticas en varios
estadíos de diferenciación, frecuentemente con un componente mesenquimatoso, usualmente
osteoide, representa una variante inmadura del carcinoma de células hepáticas.
El colangiocarcinoma es
reconocido como un adenocarcinoma. Es difícil diferenciarlos de las metástasis de
adenocarcinoma de páncreas, estómago y colon. Un firme diagnóstico histológico puede
realizarse solo viendo in situ los cambios carcinomatosos en los conductos biliares
circundantes.
Los sarcomas son tumores
que llegan a tener un gran tamaño y metastatizan tardíamente, se originan de las
células del tejido muscular de las paredes de los vasos sanguíneos (24). El sarcoma
embrionario tiene una típica apariencia histológica(25): Tejido conectivo mixoide
conteniendo células fibroblásticas estrelladas o espiculadas con núcleo grande,
nucleolo prominente, y un fino y delicado proceso citoplásmico filamentoso.
Carcinoma Hepatocelular
Presentación Clínica
Los signos físicos de un
hepatocarcinoma en un paciente potencialmente operable están en relación con un aumento
en el tamaño del hígado o la presencia de una masa en hemiabdomen superior que se mueve
con la respiración. En casos avanzados se presentan una variedad de signos y síntomas
relacionados con la diseminación de la enfermedad, tales como aumento masivo del tamaño
del hígado con ascitis, metástasis pulmonares con síntomas respiratorios y derrame
pleural, anorexia, perdida de peso y debilidad. El solo aumento masivo del tamaño del
hígado no debe ser aceptado como criterio de inoperabilidad, ya que grandes pero
localizados hepatomas pueden ser resecados con éxito. Por otro lado la presencia de
aumento masivo bilateral con múltiples nódulos palpables, confirmados por tomografía,
generalmente es contraindicación para exploración quirúrgica.
La presencia de ictericia (25), fiebre
inexplicada puede ser el síntoma inicial, y están en relación con necrosis central del
tumor.
Test de Función Hepática
La bilirrubina sérica, fosfatasa
alcalina, transaminasa glutámico pirúvica (GPT), transaminasa glutámico oxalacética
(GOT) y la excreción de bromosuftaleína son los test de función hepática mas
frecuentemente usados. Estos tests suelen ser normales en enfermedad no avanzada. Uno de
los tests más específicos en el hepatocarcinoma es el alfa - 1 fetoproteína (AFP) el
cual ha sido reportado como positivo en el 70 a 90% de los pacientes Caucásicos.
Desgraciadamente, este también suele ser positivo en hepatitis y otras enfermedades
malignas, si fuera positivo antes de la operación, este será un excelente medio para
detectar una recidiva temprana después de una resección.
Exámenes Radiológicos y
Ultrasonografía
Es frecuente el uso de uno o mejor
los tres de los siguientes tests específicos: La sonografía puede identificar con una
precisión razonable la presencia de defectos en el hígado, sean estos únicos o
múltiples, sólidos o quísticos. La Tomografía puede solicitarse cuando es difícil la
diferenciación de una lesión quística o sólida. El scan con radionúclidos puede ser
usada antes que la sonografía para establecer defectos en el hígado. La arteriografía
hepática es el medio mas preciso para identificar el número, localización de múltiples
lesiones y sus características vasculares, lo cual nos proveerá de un diagnóstico
específico preoperatorio del espacio intrahepático ocupado por las lesiones descritas en
una tomografía previa. La portografía esplénica (26) es un medio para demostrar la
diseminación intrahepática del tumor e invasión a la vena portal. La cavografía de la
vena cava inferior puede demostrar la invasión del tumor a la vena cava. La
laparoscopía, actualmente está siendo usada ampliamente para evaluar y biopsiar los
tumores hepáticos.
Tratamiento Quirúrgico
La técnica de las resecciones
hepáticas será revisada mas adelante. Debe ser enfatizado, sin embargo, que la amplia
capacidad del hígado y su bien conocida habilidad regenerativa permite resecar 75 % a 80%
del tejido hepático siempre y cuando el hígado que queda sea normal y su flujo vascular
y sistema ductal queden intactos.
Realizamos una pequeña incisión para
confirmar y valorar la tumoración. Luego ampliamos la incisión apropiadamente para
permitir la movilización del hígado y proceder a la resección. Cuando hay invasión del
diafragma, vena cava inferior, ligamento hepatoduodenal, estomago, colon, y/o omento
estará contraindicada la resección. La resección del lóbulo derecho en adultos es
realizada usualmente con una incisión toracoabdominal. Las lesiones del lóbulo derecho
en niños y jóvenes y del lóbulo izquierdo en
pacientes
de cualquier edad pueden ser resecadas por vía abdominal. Una incisión a través de la
línea media con extensión esternal y prolongada en la parte inferior hacia el flanco
derecho (en L) puede emplearse también para lobectomías tanto derechas como izquierdas.
La incidencia de complicaciones
postoperatorias esta directamente relacionada con presencia o ausencia de fístulas
biliares desde la superficie de corte del tejido hepático y con hemorragia
postoperatoria. Un método preciso para detectar la presencia de conductos biliares
divididos y no ligados es la inyección de solución salina a baja presión a través del
conducto biliar principal. La pérdida de solución salina a través del conducto abierto
permitirá identificar el mismo, y ocluirlo mediante ligadura o hemoclips.
La resección será indicada bajo las
siguientes condiciones: si el paciente, adulto o joven, tiene un hepatoma,
colangiocarcinoma, u otro tumor sea de origen epitelial o mesenquimal situado en un
segmento o segmentos resecables del hígado, sin evidencia de metástasis a distancia ni
extensión del tumor hacia áreas contiguas no resecables o hacia la vena porta, y sí el
tejido hepático que queda conserva su función normal.
El promedio de mortalidad operatoria es
de aproximadamente un 12%, la tasa de sobrevida a tres años varía entre 20% a 50%, con
una tasa de sobrevida a 5 años de alrededor del 10% (26). Hay otras formas de tratamiento
que pueden producir paliación, pero la resección es el solo método que prolonga la vida
y ocasionalmente cura al paciente.
Tumores Metastásicos del Hígado
El hígado es un sitio común de
diseminación de cáncer, debido a su localización en el lado derecho por debajo de la
caja torácica no es bien examinado rutinariamente. Debido a su rica vascularización y
acceso directo por vía hematógena células tumorales pueden diseminarse desde el tracto
gastrointestinal. Aproximadamente 50% de pacientes con cáncer de colon pueden desarrollar
metástasis hepáticas, igual porcentaje para pacientes con cáncer gástrico. Pacientes
con cáncer de páncreas desarrollan metástasis hepáticas en el transcurso de su
enfermedad en el 75 % de los casos, tumores endocrinos como gastrinomas, insulinomas,
tumores carcinoides, mamas, etc. frecuentemente se diseminan hacia el hígado.
Diagnóstico
Clínicamente la presencia de una
masa en el hígado causa dolor que podría irradiarse al hombro derecho por irritación de
la superficie inferior del hemidiafragma derecho o irritación de las fibras nerviosas del
nervio frénico. El examen físico es difícil a excepción de individuos asténicos o con
nódulos de gran tamaño. Frecuentemente tumores voluminosos pueden desplazar el hígado
caudalmente.
En cuanto a los tests de laboratorio usados
para detectar disfunciones metabólicas, no son de gran ayuda en el diagnóstico de
metástasis hepáticas. Aproximadamente el 90% de pacientes con metástasis hepáticas de
origen colorectal tendrán elevado los niveles de antígeno carcinoembrionario (CEA).
Exámenes radiológicos:
Smith y
colaboradores determinaron que el scan de hígado y bazo, la ultrasonografía hepática y
la tomografía computada hepática tienen la misma precisión en la detección de tumores
hepáticos con una talla promedio de 3 cm. Para los tres tests. El uso de la tomografía
con contraste puede proporcionar información adicional. En tomografía portografía, un
bolo de medio de contraste soluble es inyectado en rápidamente en la arteria mesentérica
superior mientras se realiza la tomografía. Debido a que el parénquima hepático es mas
ricamente vascularizado por sangre portal que los nódulos tumorales, estos aparecerán
como defectos de relleno, nódulos tumorales con diámetros menores de 1 cm. pueden ser
detectados. Reinig y colaboradores sugieren que la resonancia magnética (MRI) es tan
precisa como la tomografía en la detección de metástasis hepáticas, desafortunadamente
no da mayor información sobre el resto de la cavidad abdominal. La arteriografía es
válida para diferenciar tumores benignos, tales como hemangiomas, de metástasis, su rol
principal no solo es en el diagnóstico sino en el planeamiento del acto quirúrgico; el
delineamiento preoperatorio de la anatomía arterial hepática es de ayuda para definir
las estructuras a ligar antes de realizar una resección hepática mayor. Smith y
colaboradores determinaron que el scan de hígado y bazo, la ultrasonografía hepática y
la tomografía computada hepática tienen la misma precisión en la detección de tumores
hepáticos con una talla promedio de 3 cm. Para los tres tests. El uso de la tomografía
con contraste puede proporcionar información adicional. En tomografía portografía, un
bolo de medio de contraste soluble es inyectado en rápidamente en la arteria mesentérica
superior mientras se realiza la tomografía. Debido a que el parénquima hepático es mas
ricamente vascularizado por sangre portal que los nódulos tumorales, estos aparecerán
como defectos de relleno, nódulos tumorales con diámetros menores de 1 cm. pueden ser
detectados. Reinig y colaboradores sugieren que la resonancia magnética (MRI) es tan
precisa como la tomografía en la detección de metástasis hepáticas, desafortunadamente
no da mayor información sobre el resto de la cavidad abdominal. La arteriografía es
válida para diferenciar tumores benignos, tales como hemangiomas, de metástasis, su rol
principal no solo es en el diagnóstico sino en el planeamiento del acto quirúrgico; el
delineamiento preoperatorio de la anatomía arterial hepática es de ayuda para definir
las estructuras a ligar antes de realizar una resección hepática mayor.
Actualmente, la ultrasonografía
transoperatoria sirve para definir la anatomía segmentaria del hígado y precisar la
localización anatómica de las metástasis dentro de uno o más de los ocho segmentos
anatómicos hepáticos y así poder realizar la resección del segmento con mas
precisión.
Selección de Pacientes para Resecciones
Hepáticas
El único medio válido para
realizar tratamiento curativo de metástasis hepáticas es la resección hepática. (Fig.
12). La resección quirúrgica de las metástasis hepáticas ha producido 20 a 40% de
sobrevida para pacientes con metástasis de origen colorectal por lo que se acepta la
cirugía como una terapia standard para ciertos pacientes. (Fig. 13). Ocasionalmente se ha
reportado sobrevida luego de resección hepática para pacientes con tumor de Wilm,
melanomas, leiomiosarcoma, cáncer de páncreas, gástrico, de células renales y
suprarrenales. Además la resección de metástasis de tumores endocrinos produce una
marcada paliación y ocasionalmente cura.
Número de Metástasis
Hepáticas
En el pasado se recomendaba
resección en pacientes con solo una metástasis hepática. Actualmente está aceptado que
el pronóstico es el mismo en pacientes con una a tres metástasis, sobre tres metástasis
el pronóstico empeora ligeramente. Según estos datos es imposible excluir a pacientes
para una resección curativa basados en el número de metástasis (fig. 14).
Localización de las
Metástasis
Es importante la distribución de
las metástasis dentro del hígado con relación a las técnicas quirúrgica que se
empleará para la resección hepática, pero, esta distribución no altera por sí misma
el pronóstico. La tasa de sobrevida global y sobrevida libre de enfermedad a cinco años
de pacientes con mas de una metástasis en uno de los lados del hígado es igual a
pacientes con metástasis en ambos lados del hígado.
Estadio del Tumor Primario
Una variable de gran valor
pronóstico es la invasión de ganglios en pacientes con cáncer gastrointestinal.
Pacientes con ganglios positivos tienen una sobrevida a cinco años de aproximadamente
30%, mientras que aquellos con ganglios negativos tienen una sobrevida a cinco años de
60%. Un fenómeno similar ocurre en pacientes con metástasis hepáticas. La figura 15,
muestra una sobrevida a cinco años de 40%, en pacientes Dukes B con resección de colon
potencialmente curativa y metástasis hepáticas mientras que pacientes que fueron
clasificadas como un Dukes C en su tumor primario tienen una sobrevida a cinco años de
20%.
Márgenes de Resección
Algunas series han demostrado que
pacientes que tienen márgenes de resección mayores de 1 cm. Tienen mejor sobrevida (fig.
16). Si los pacientes tienen márgenes menores de un cm. o márgenes de resección
positivos la tasa de sobrevida a 5 años disminuye. Sin embargo, se ha observado pacientes
con márgenes pequeños o positivos con larga sobrevida.
Nivel de CEA
Preoperatorio
Los pacientes con niveles de CEA menores a
5 mg/ml tienen mejor sobrevida que aquellos con CEA elevado (40% vs. 25%), aunque estos
valores no contraindican la resección el CEA elevado es un indicador de mal pronóstico.
(Tabla 1)
Intervalo Libre de Enfermedad
El tiempo transcurrido entre la
resección del tumor primario y la resección hepática no altera el pronóstico. Si los
pacientes tienen un intervalo libre de enfermedad de menos de un mes se obtiene una tasa
de sobrevida a cinco años de 17%, si el intervalo libre de enfermedad es entre un mes y
un año la tasa de sobrevida a cinco años es de 22%, y si el intervalo libre es mayor de
un año la tasa de sobrevida a cinco años es del 26%.
Presencia de Metástasis
Extrahepáticas
Los pacientes con metástasis
extrahepática que fueron resecadas con las metástasis hepáticas no tuvieron diferencia
significativa en cuanto a sobrevida comparados con pacientes que tenían solamente
metástasis hepáticas, aunque esta tiende a reducirse. Una revisión de Wagner en la
Clínica Mayo demuestra una reducción en la sobrevida cuando la enfermedad extrahepática
fue removida. Este grupo incluyó pacientes con metástasis pulmonares resecadas,
pacientes con recidiva en la anastomosis e implantes peritoneales resecados
simultáneamente. Aquí no se incluyeron pacientes con infiltración a estructuras
adyacentes tales como el diafragma. Estos datos
sugieren que habría pacientes de mejor
pronóstico en cuanto a sobrevida libre de enfermedad cuando realizamos resección
hepática mas resección de tumor en otros sitios.
August y colaboradores identificaron los
ganglios hepáticos como un sitio de diseminación de tumores secundarios de hígado. Si
la biología del tumor es tal que produce metástasis desde el hígado a los ganglios
hepáticos, la posibilidad de controlar la enfermedad a través de la resección hepática
es muy bajo. Algunos grupos concluyen que la presencia de ganglios hepáticos
metastásicos son una contraindicación para la resección hepática.
Contraindicaciones para la Resección
Hepática
Algunos criterios clínicos deben
ser considerados como contraindicación para resección hepática. El estado físico del
paciente debe ser considerado al momento de una resección si va a resultar una mortalidad
del 20% o más con la resección. La cirrosis moderada o severa y la presencia de mas de
cuatro metástasis se consideran contraindicaciones para resecciones hepáticas. Se
considera una contraindicación absoluta para cirugía la presencia de enfermedad sea
dentro del hígado o en otro sitio que no pueda ser resecada con intento curativo.
Metástasis pulmonares múltiples, siembras peritoneales, o ganglios retroperitoneales
también son consideradas como absoluta contraindicación. Sin embargo, metástasis
pulmonares aisladas, o recidivas dentro del abdomen, especialmente en el sitio de la
anastomosis, no deben ser consideradas como contraindicaciones. Las metástasis a ganglios
hepáticos es una contraindicación absoluta para resección hepática, aún cuando estos
ganglios puedan ser resecados. (Tabla 2)
Resección de Metástasis
Hepáticas
Aproximadamente un tercio de
pacientes tendrán recidivas de metástasis solo en el hígado. Si en los estudios de
extensión no se encuentra enfermedad fuera del hígado, estas nuevas metástasis deben
ser resecadas.
Resecciones Hepáticas para Tumores
Endocrinos
Las resecciones paliativas
hepáticas de tumores endocrinos no son muy frecuentes. Se produce alivio de los síntomas
en la mayor parte de pacientes. Foster y colaboradores que la resección hepática
paliativa para el alivio de los síntomas del síndrome carcinoide debería ser
considerada si por lo menos el 90% del tumor funcionante puede ser resecado.
Metástasis de Origen No Colorectal Ni
Endocrinas.
La tabla 3 muestra literatura
concerniente a resecciones de metástasis hepáticas de origen no colorectal ni
endócrinas. Han sido reportadas largas sobrevidas para pacientes con tumor de Wilm, de
células renales, suprarrenales, leiomiosarcoma, melanoma, páncreas, estomago, pero, el
hecho de una biología tumoral más agresiva de los tumores de origen no colorectal ni
endocrinos debe obligar a una cuidadosa selección del paciente que va a ser sometido a
resección hepática.
Tratamiento Quirúrgico de las
Metástasis Hepáticas (Hepatectomías Mayores).
Incisiones:
Para tumores voluminosos, puede necesitarte una incisión toracoabdominal lo que
permite controlar las pérdidas sanguíneas con facilidad si tenemos un accidente
transoperatorio. En ciertos casos los tumores del hígado derecho se encuentran adheridos
al hemidiafragma derecho. En estos casos debe realizarse la resección de la porción del
diafragma involucrado. En los casos de tumores del hígado izquierdo, podemos utilizar una
incisión a través de la línea media abdominal o una incisión subcostal bilateral. Otra
incisión es la de Rio Branco derecha (Fig 17), esta permite la posibilidad de ampliarnos:
hacia arriba por la línea media y poder seccionar el reborde condrocostal derecho (sin
abrir la pleura), y a nivel de la línea axilar derecha, penetrando lateralmente dentro
del décimo u onceavo espacio intercostal.
Exploración Abdominal:
Podemos comenzar con una incisión pequeña. Un examen
completo implica la biopsia de ganglios de ganglios linfáticos hepáticos, si los
consideramos sospechosos de metástasis. Otros sitios importantes de diseminación y que
deben ser examinados cuidadosamente son: la superficie peritoneal de la pelvis, la
superficie del hemidiafragma, el omento, el sitio de la antigua anastomosis del tumor
primario. Finalmente el hígado debe ser cuidadosamente inspeccionado. Si todos los sitios
probables de diseminación son negativos y el tumor hepático es potencialmente resecable,
entonces, ampliamos la incisión. Podemos comenzar con una incisión pequeña. Un examen
completo implica la biopsia de ganglios de ganglios linfáticos hepáticos, si los
consideramos sospechosos de metástasis. Otros sitios importantes de diseminación y que
deben ser examinados cuidadosamente son: la superficie peritoneal de la pelvis, la
superficie del hemidiafragma, el omento, el sitio de la antigua anastomosis del tumor
primario. Finalmente el hígado debe ser cuidadosamente inspeccionado. Si todos los sitios
probables de diseminación son negativos y el tumor hepático es potencialmente resecable,
entonces, ampliamos la incisión.
Ecografía Transoperatoria:
Ha transformado la cirugía hepática (26, 27, 28). Sus ventajas
son: Desde el punto de vista diagnóstico: visualización de la o las lesiones,
permitiendo su punción biopsia (ecoguiadas si fueran pequeñas), descubrimiento de
lesiones no detectadas ni con los exámenes preoperatorios ni con la palpación
transoperatoria. Desde el punto de vista terapéutico: Identificación de los reparos
anatómicos que definen los segmentos hepáticos, establece la relación entre la zona de
sección del parénquima hepático y las estructuras vasculares, aumentando la seguridad
operatoria, sabiendo que puede ser repetida en cualquier momento de la cirugía. Además
economiza el parénquima a resecar permitiendo la exéresis adaptada a la localización de
cada tumor. Ha transformado la cirugía hepática (26, 27, 28). Sus ventajas son: Desde el
punto de vista diagnóstico: visualización de la o las lesiones, permitiendo su punción
biopsia (ecoguiadas si fueran pequeñas), descubrimiento de lesiones no detectadas ni con
los exámenes preoperatorios ni con la palpación transoperatoria. Desde el punto de vista
terapéutico: Identificación de los reparos anatómicos que definen los segmentos
hepáticos, establece la relación entre la zona de sección del parénquima hepático y
las estructuras vasculares, aumentando la seguridad operatoria, sabiendo que puede ser
repetida en cualquier momento de la cirugía. Además economiza el parénquima a resecar
permitiendo la exéresis adaptada a la localización de cada tumor.
Movilización del Hígado:
El primer paso en la resección hepática es la movilización del
hígado, es sistemática, la hepatectomía debe realizarse con el hígado "fuera del
abdomen". (Fig. 18). Es necesario disecar el tejido hepático cómodamente durante la
disección. La movilización adecuada del hígado para una resección anatómica derecha o
izquierda implica la división del ligamento triangular y las fascias del hígado sobre la
vena cava. En la resección anatómica derecha hay que tener cuidado de no traumatizar la
glándula suprarrenal derecha. La división y ligadura de las venas caudadas es de gran
ayuda en la movilidad del hígado, sea para una resección anatómica del hígado derecho
o izquierdo. Cuando se ejerce tracción sobre la porción del hígado que va a ser
resecado, esta tracción puede desgarrar la vena cava si estas venas caudadas no han sido
ligadas antes de la disección del parénquima.
Oclusión del Flujo:
Algunos
grupos rodean el pedículo portal con un dren de Penrose o un clamp vascular El flujo
sanguíneo es así interrumpido (Maniobra de Pringle) durante 20 minutos y luego
restablecido. La oclusión del flujo mantiene al mínimo las pérdidas sanguíneas durante
la disección del parénquima hepático. Algunos grupos rodean el pedículo portal con un
dren de Penrose o un clamp vascular El flujo sanguíneo es así interrumpido (Maniobra de
Pringle) durante 20 minutos y luego restablecido. La oclusión del flujo mantiene al
mínimo las pérdidas sanguíneas durante la disección del parénquima hepático.
El clampeo del pedículo
descrito por Pringle (29), fue acusado anteriormente de producir una
insuficiencia hepatocelular postoperatoria. La gran experiencia de Ton That Tung (30) en
mas de 950 hepatectomías, luego los trabajos bien documentados de Huguet, Delva y Colb.
(31, 34), contradicen este concepto. Sus modalidades son diferentes:
Clampeo único o repetido del
pedículo: La inocuidad del clampeo único ha sido ya
demostrada (31), el problema es que impone al cirujano una aceleración en las maniobras
operatorias cuando el tiempo recorrido durante la hepatectomía llega a 45 o 50 minutos,
dentro de un tiempo que no pase, si es posible, de 60 minutos. Esta aceleración disminuye
la seguridad operatoria. Las hepatectomías difíciles necesitan un tiempo prolongado para
sección del parénquima. Por esto es aconsejable el clampeo iterativo del pedículo
hepático, durante 20 minutos, entre los cuales el desclampeo dura cinco minutos. Este
clampeo puede repetirse muchas veces sin producir insuficiencia hepática postoperatoria.
En caso de hígados cirróticos, esteatósicos o postquimioterapia, el clampeo duraría 15
minutos y el desclampeo cinco minutos.
Clampeo global o selectivo del
pedículo: En la mayoría de casos utilizamos el clampeo
global. Algunas veces podemos ocluir selectivamente sea el pedículo portal derecho o
izquierdo. Desgraciadamente esta última forma no permite una cirugía exsangue ya que la
superficie de sección situada del lado no clampeado está vascularizada y sangra. El
clampeo electivo sirve para resecar tumores en el interior de un hemihígado situado a
distancia del hemihígado contralateral.
Triple calmpeo (35, 36, 37): Implica el control vascular del pedículo hepático, la vena cava
inferior subhepática y suprahepática. Está indicado en casos de riesgo de hemorragia
(tumores voluminosos), tumores adheridos a la vena cava inferior, tumores que infiltran el
segmento 1 o vecinos a la desembocadura de las venas suprahepáticas.
Disección del Parénquima:
El parénquima (fig. 19) es dividido usando diferentes técnicas: El
disector ultrasónico, el disector-succión o fractura técnica tomando en cuenta no
traumatizar grandes vasos o estructuras ductales previo a su ligadura. Los puntos de
sangrado mínimo que existen en el parénquima entre los vasos mayores son
electrocoagulados o coagulados con láser usando el YAG láser. Las ligaduras pueden
realizarse con seda o utilizar clips metálicos con los cuales hay que tener cuidado pues
cuando son puestos tempranamente al secar la superficie de corte del parénquima pueden
salirse y producir una fístula biliar o pérdidas sanguíneas, además pueden interferir
en el seguimiento del paciente cuando usamos tomografía. Es importante dejar por lo menos
dos cm. de tejido normal entre la masa tumoral y el margen de resección, la presencia de
un margen de resección adecuado es una de las más importante variables pronosticas.
Luego de un buen lavado de la cavidad,
hemostasia colocamos drenes aspirativos en el lecho del hígado resecado. Si el tórax fue
abierto, dejaremos un dren en tórax.
Resección Anatómica del Hígado Derecho e
Izquierdo.
Luego de una movilización y
adecuada exposición de la porción del hígado que va a ser resecado, incluyendo la
ligadura de las venas del lóbulo caudado, la vesícula es retirada. Esto guía al
cirujano para una disección precisa de la porta hepatis.
Se colocan torniquetes alrededor de la
arteria hepática derecha o izquierda y de la rama derecha o
izquierda de la vena porta en el hilio.
Aquí no hay razón de ligar estos vasos en el hilio pues ellos serán ligados dentro del
parénquima hepático cuando el tumor sea removido. La cápsula del hígado será marcada
en la línea de transección hepática. Los vasos y pequeños conductos son divididos con
electrocoagulación. Estructuras más grandes son esqueletizadas, ligadas y divididas.
Pueden ser utilizados clips metálicos para la ligadura.
Hepatectomía Derecha Reglada (Fig.
20 - 24)
Consiste en la resección del
segmento 5, 6, 7 y 8 de Couinaud o segmento anterior y posterior de Goldsmith. Una vez
realizada la incisión, procedemos a liberar al hígado de sus ligamentos: Sección de los
ligamentos: redondo, suspensorio, abertura del ligamento coronario derecho. Nos servimos
del ligamento redondo para traccionar el hígado. Abrimos la hoja superior del ligamento
coronario derecho para llegar a la vena cava inferior suddiafragmática.
Realizamos luego disección de la vena cava
inferior hiendo de abajo hacia arriba, sección de ligamento triangular derecho.
Completamos la liberación de la cúpula del hígado abriendo totalmente la hoja superior
de ligamento coronario derecho. Realizamos Colecistectomía y visualización de la línea
de sección del parénquima que sigue el eje de la vesícula, la extremidad derecha del
sillón del íleo transverso, el proceso caudado hasta el borde derecho de la vena cava
inferior. Incidimos la cápsula de Glisson a lo largo del triángulo diseñado (Fig. 20 y
21).
Campleo pedicular:
Este permite un campo operatorio sin sangre que facilita la exposición de
los diferentes pedículos. Penetramos por digitoplasia a través del parénquima hasta
visualizar la vena supra-hepática media, frecuentemente, por encima de esta pasa un
pedículo que proviene de la rama terminal interna del tronco que va al segmento VIII,
este hay que ligarlo para abordar cómodamente la vena suprahepática media, la cual es
conservada. Disección en el hilio hepático para descubrir el pedículo hepático derecho
el cual es cortado y ligado. El mismo procedimiento realizamos con la vena suprahepática
derecha. Verificamos hemostasia colocando puntos en X o en U de los pequeños vasos
sangrantes. (Figs. 22, 23 y 24).
Hepatectomía Izquierda Reglada
(Fig.
25 - 28) (Fig. 25 - 28)
Consiste en la resección del segmento II -
III y IV, de Couinaud o segmento medial y lateral de Goldsmith, es menos difícil
técnicamente y menor la cantidad de parénquima a resecar.
La técnica en líneas generales es
parecida a la hepatectomía derecha, el pedículo hepático izquierdo es más fácil de
abordar por su longitud y por que lo encontramos detrás del borde posterior del lóbulo
cuadrado y transversalmente delante de la cara anterior del lóbulo caudado (Figs. 25 y
26) realizamos disección y ligadura de la vena suprahepática izquierda y media, tomando
los mismos cuidados que en la hepatectomía derecha.(Figs. 27 y 28).
Accidentes operatorios y
complicaciones:
Entre los principales accidentes
tenemos el desgarro y retracción de las venas suprahepáticas; desgarro de la vena cava
inferior(en este caso hay que tratar de terminar la hepatectomía, localizar la herida e
introducir sonda folley hacia arriba y debajo de la vena cava, inflando sus balones
paramos el sangrado, visualizamos los bordes de la herida y cerramos retirando previamente
las sondas. La embolia gaseosa es otra complicación debido a la abertura de las venas
suprahepáticas cuando realizamos hepatectomía con el tórax cerrado, la prevenimos
mediante el mantenimiento de la presión positiva intra pulmonar y por el clampeo del
pedículo hepático que impide la progresión de las burbujas gaseosas. Las trombosis
cancerosas intraportales y la lesión del pedículo hepático izquierdo son raras. Entre
los principales accidentes tenemos el desgarro y retracción de las venas suprahepáticas;
desgarro de la vena cava inferior(en este caso hay que tratar de terminar la
hepatectomía, localizar la herida e introducir sonda folley hacia arriba y debajo de la
vena cava, inflando sus balones paramos el sangrado, visualizamos los bordes de la herida
y cerramos retirando previamente las sondas. La embolia gaseosa es otra complicación
debido a la abertura de las venas suprahepáticas cuando realizamos hepatectomía con el
tórax cerrado, la prevenimos mediante el mantenimiento de la presión positiva intra
pulmonar y por el clampeo del pedículo hepático que impide la progresión de las
burbujas gaseosas. Las trombosis cancerosas intraportales y la lesión del pedículo
hepático izquierdo son raras.
Entre las complicaciones post-operatorias
tenemos la hipertensión portal aguda (Debida a supresión de una o de las dos vías
principales de retorno después de la hepatectomía). El absceso subfrénico (Sobre todo
cuando operamos hígado con colangitis en caso de hepatitis por litiasis intra-hepática),
el hidroneumotórax y fístula biliopleural cuando usamos la vía tóraco-abdominal y el
coma hepático post-operatorio (sobre todo en casos de hepatectomía en pacientes
cirróticos)
Resecciones Ampliadas de Hígado Derecho
o Izquierdo (Trisegmentectomías)
En este tipo de cirugía debe ser
removido completamente el lóbulo caudado. La ligadura y división preliminar de las
estructuras del hilio son esenciales al realizar una resección hepática ampliada. En la
resección hepática ampliada derecha o lobectomía derecha total se liga y divide la
arteria hepática derecha y el conducto biliar derecho. Luego la vena portal derecha es
aislada y dividida entre clanes vasculares. Luego de realizar la ligadura preliminar del
hilio, disecamos la arteria hepática, vena porta y conducto hepático izquierdo dentro
del parénquima hasta las estructuras ductales y vasculares que van al segmento 4, estas
son ligadas y divididas dejando un margen adecuado con relación a la tumoración. Luego
disecamos a lo largo de la fisura umbilical hacia atrás, hacia las venas hepáticas. Las
venas suprahepáticas derecha y media son clampeadas con clanes vasculares y ligadas en su
entrada a la vena cava. (Figs. 29, 30, y 31).
Para realizar la
hepatectomía izquierda ampliada, dividimos la arteria hepática izquierda y el conducto
hepático izquierdo, suturamos la vena porta izquierda. Luego disecamos y seguimos dentro
del parénquima hepático la arteria, conducto y vena derechas hasta los vasos que van al
segmento 5 y 8, los cuales son ligados y divididos. (Fig. 32). Finalmente ligadura de las
venas suprahepáticas izquierda y media.
Metastasectomías
Hepáticas (Resecciones en Cuña).
Realizamos la oclusión de flujo
mediante la maniobra de Pringle alrededor del pedículo portal durante 20 minutos
aproximadamente. Traccionamos mediante una sutura la masa tumoral mientras realizamos la
disección del parénquima, ligando y dividiendo los grandes vasos y electrocoagulando las
pequeñas estructuras. Luego de resecar la metástasis y relajando la oclusión del flujo
los puntos de sangrado que no fueron controlados durante la disección del parénquima son
ahora controlados mediante electrocauterio o con material de sutura. Están reservadas a
lesiones de menos de 5 cm de diámetro, superficiales y fácilmente asequibles.
Técnicas de Segmentectomías (Fig. 33)
Resección del Segmento 1: El Lóbulo
Caudado
Se requiere una amplia exposición con
una completa disección del lóbulo caudado. El abordaje desde el lado derecho, izquierdo
o de ambos de la triada portal es determinado por la anatomía de este lóbulo. El resecar
un tumor del lóbulo caudado no es muy difícil y no implica la sección de una rama mayor
de la segmentación portal.
Resección de los Segmentos 2 y 3
(Segmentectomía Lateral Izquierda)
Debido a que el lóbulo izquierdo es
plano, cubierto por una bien desarrollada cápsula de Glisson, y de fácil exposición, la
resección del segmento 2 y 3 es muy sencilla (fig. 33). Pasamos justo a la izquierda de
la cisura umbilical. Los vasos y conductos del segmento 2 y 3 son ligados en su salida del
pedículo portal izquierdo. La vena hepática izquierda es ligada dentro del parénquima.
Resección del Segmento 4
La resección del segmento 4 es simple,
debido a que el pedículo portal izquierdo es largo. El primer paso es la
colecistectomía. El margen lateral derecho de la segmentectomía esta en relación con la
vena hepática media. El margen lateral izquierdo es la fisura umbilical. Seccionamos el
parénquima de este margen derecho a través del surco umbilical hasta llegar al pedículo
portal izquierdo, el cual es cuidadosamente preservado. Disecamos a lo largo del pedículo
paramedial portal izquierdo, ligando algunas ramas gruesas que se dirigen medialmente
hacia el segmento 4. Completamos la disección seccionando el parénquima a lo largo de la
cisura portal principal para retirar el espécimen.
Resección del Segmento 5 y 6
El segmento 5 se extiende
horizontalmente desde la parte media de la fosa vesicular hasta la mitad de la línea
entre la fosa vesicular y el borde derecho del hígado. Para resecar este segmento hay que
esqueletizar y ligar y dividir las ramas de la vena paramediana derecha que salen del
pedículo portal derecho. Hay que realizar una colecistectomía para resecar el segmento 5
y tener cuidado de no dañar los vasos y conductos del segmento 8.
Remover el segmento 6 es relativamente
fácil ya que implica la resección de la porción terminal de la segmentación portal y
la ligadura de la rama anterior de la vena portal lateral derecha.
Resección del Segmento 7
Es un procedimiento fácil. La mayoría
de vasos por ligar son venas portales o hepáticas terminales. Aseguramos una buena
movilidad del lado derecho del hígado ligando las venas caudadas. La tracción en el
segmento 7 permite disecar a través del parénquima justo a la derecha de la vena
hepática derecha removiendo el tejido de la mitad superior lateral a la derecha de la
cisura portal.
Resección del Segmento 8
Está situado entre la cisura portal
principal y la portal derecha. Se reseca el tejido a lo largo de la vena hepática derecha
y hacia abajo hasta el pedículo portal derecho. La rama posterior del conducto, vena y
arteria paramediana derecha son ligadas.
Quimioterapia
El efecto de la quimioterapia sobre la
metástasis hepáticas depende del sitio del tumor primario y de las dosis de las drogas
usadas. Alrededor del 50% de pacientes con carcinoma colorectal desarrollan metástasis
hepáticas. La droga normalmente usada para cáncer colorectal avanzado ha sido el
5-fluoracilo con una respuesta promedio del 20% y una duración media de respuesta de seis
meses. Existen otras nuevas
combinaciones de drogas y respuestas. Es
raro obtener tasas de respuesta mayores al 30% y en la mayoría de los casos esto solo es
posible con una considerable toxicidad sistémica.
Quimioterapia Regional
La razón de usar quimioterapia
intraarterial hepática es lograr un alto nivel de droga en el área tumoral hepática y
bajos niveles sistémicos. Esto es posible debido a que las lesiones malignas hepáticas
tienen conexiones neovasculares con la circulación general y la mayoría de esta
circulación sanguínea proviene de la arteria hepática mientras que la mayor parte de la
circulación de los hepatocitos normales proviene de la circulación portal. Estas
observaciones se obtuvieron de estudios realizados en tumores de animales y en estudios de
humanos usando 5-fluoracilo - z- deoxiridina (FUDR).
Las drogas usadas para infusiones
regionales son metabolizadas casi por entero en el hígado, asegurando así bajos niveles
sistémicos y una menor toxicidad. Los tratamientos con quimioterapia intrarterial
hepática requieren el uso de una bomba externa implantable la cual produce algunas
potenciales ventajas: 1) Reducción de riesgo de sepsis por el manipuleo de otros tipos de
catéteres, 2) facilidad en la administración de la droga, 3) mejor tolerancia y
aceptación por el paciente. La colocación del catéter por medio de una laparotomía
permite eliminar el problema del desplazamiento del mismo y un mejor examen de la cavidad
abdominal determinando la presencia de enfermedad intraabdominal extrahepática.
La técnica quirúrgica ha sido descrita
por algunos grupos, en la mayor parte de pacientes, la cateterización de la arteria
gastroduodenal es realizada después de ligar la arteria gástrica derecha y disecar las
arterias hepática común y gastroduodenal. El catéter de silastic es insertado en forma
retrógrada hasta que su punta llega a la unión entre las arterias hepática común y
gastroduodenal. Es importante ligar las ramas de la arteria hepática por encima del
catéter, tales como la arteria supraduodenal la cual se origina de la arteria hepática
común.
Los reportes en relación con el uso de
bombas implantables y terapia con infusión continua de FUDR informan una tasa de
respuesta de hasta 83%. La tasa media de respuesta ha sido de aproximadamente el 43% la
cual es mayor a la obtenida con quimioterapia sistémica.
Aunque las complicaciones con relación a
la técnica operatoria han sido mínimas, se han descrito complicaciones debido a la
quimioterapia; se han reportado ulceraciones gastrointestinales en el 30% de los casos por
el paso inadvertido de la droga a la circulación del estomago y duodeno a través de
pequeñas ramas de la arteria hepática.
Otro efecto frecuente de la infusión
arterial es la toxicidad hepática. Se ha reportado elevaciones de bilirrubina por encima
de 3 mg/ml en el 20% de los pacientes y de transaminasas en el 71%. En algunos pacientes
se ha reportado hepatitis con colestasis y necrosis del hepatocito. Otros pacientes
desarrollan cuadros clínicos compatibles con pericolangitis, oclusiones biliares mas
frecuentemente en la bifurcación de los conductos biliares derecho e izquierdo. La
colangiografía percutánea, o colangiografía retrógrada endoscópica presenta estas
lesiones similares a una colangitis esclerosante idiopática.
Otro efecto de la infusión intrahepática
es la colecistitis que se produce en el 30% de los casos por lo que es aconsejable
realizar una colcistectomía en el momento de colocación del catéter.
Radioterapia
El rol de la radioterapia es solo en la
paliación de los síntomas. Utilizamos una dosis promedio de 2500 rads en tres a cuatro
semanas.
Otras Modalidades Terapéuticas
Se han descrito diferentes métodos de
tratamiento de tumores hepáticos: La oclusión de la arteria hepática realizada desde
1952 se basa en el hecho de que el flujo sanguíneo del tejido tumoral es arterial (38,
39), la interrupción brusca del flujo produce necrosis de células tumorales mientras que
el flujo portal aseguraría la viabilidad del hígado sano. Se están realizando estudios
controlados randomizados, es difícil actualmente interpretar el efecto de la ligadura de
la arteria hepática sobre la sobrevida. Se ha reportado necrosis tumoral, pero usualmente
se produce un restablecimiento del flujo vascular arterial debido a la formación de vasos
colaterales con la consiguiente recidiva tumoral. Se ha demostrado que el aporte
sanguíneo disminuye del 90 a 95% en las células tumorales después de la ligadura de la
arteria hepática, mientras que disminuye solo el 35% en el parénquima normal (40) .
Ciertos grupos han propuesto realizar una desarterialización completa seccionando todos
los ligamentos suspensorios del hígado con el fin de suprimir toda vascularización
accesoria (38,41). La mortalidad de estos pacientes en de aproximadamente el 10%. El
mejoramiento es subjetivo, el efecto antiálgico no dura más de dos meses y la sobrevida
no se modifica (39, 41). Recientemente se ha propuesto la desarterialización intermitente
(42), colocando un catéter con balón en la arteria hepática, conectado a un reservorio
implantado en tejido subcutáneo, inyectamos solución salina, inflando el balón, lo que
provoca la oclusión de la arteria, luego vaciamos el balón repitiendo el procedimiento
varias veces con lo que provocamos una o muchas horas de isquemia. La oclusión
intermitente produciría reducción tumoral y aparición de calcificaciones y focos de
necrosis dentro de las metástasis.
La ligadura de la arteria hepática y
quimioterapia intraportal ha sido intentada pero con malos resultados (43). Al contrario a
la administración de quimioterapia intra-arterial e intraportal combinada a dado en
algunos estudios buenos resultados (44). Se han obtenido beneficios con el uso de
embolización arterial especialmente en tumores endocrinos; a pesar de que estos tumores
son de lento crecimiento y raramente metastatizan fuera del hígado, una reducción de la
masa tumoral produce paliación de los síntomas. En estos casos se mejora la calidad de
vida pero no la sobrevida del paciente. Otra manera de evitar la revascularización
después de ligadura hepática es el uso de micrósferas o partículas de almidón o
albúmina asociadas a perfusión de drogas citotóxicas (45). Otros métodos se han
utilizado como el uso de micrósferas de Ytrium 90 o la destrucción local del tumor
combinado con quimioterapia sin lograr mayores resultados. Desgraciadamente la morbilidad
de estas técnicas es alta con una tasa de respuesta que no pasa del 50% (46), sin mejorar
la sobrevida. Las complicaciones relacionadas con la isquemia tumoral son frecuentes. El
síndrome doloroso, a veces agudo en hipocondrio derecho, asociado a vómitos y fiebre.
Además ciertas complicaciones más severas han sido reportadas: Pancreatitis agudas,
colecistitis agudas (a veces gangrenosa) (47). La hipertermia usada con la idea de que el
calor destruye el tejido debe usarse con cuidado y focalizadas sobre las metástasis con
el fin de no dañar el parénquima sano.
Conclusión
¿A quién Operar?
El diagnóstico de metástasis
hepática puede realizarse en diferentes circunstancias:
- Las metástasis sincrónicas descubiertas
al mismo tiempo que el cáncer de colon o recto. El diagnóstico se lo realiza antes de la
intervención por el cáncer de colon.
- Las metástasis hepáticas metacrónicas
descubiertas durante la vigilancia postoperatoria de principio (ACE, ecografía hepática)
o raramente cuando producen signos clínicos.
Solo las metástasis resecables totalmente
justifican una exéresis quirúrgica. Las exéresis incompletas de metástasis hepáticas
no producen beneficios en términos de sobrevida.
Los exámenes que permiten seleccionar los
candidatos a una exéresis quirúrgica son:
- Una ecografía hepática o un scaner de
buena calidad.
- Una radiografía pulmonar y scaner
torácico para investigar la posibilidad de metástasis pulmonares.
- Un examen clínico, una colonoscopía y
en ciertos casos, una un scaner o una resonancia magnética (IRM) pélvica para investigar
una recidiva loco-regional.
La resecabilidad se confirma al momento de
la intervención, gracias a la ecografía peroperatoria.
Los mejores candidatos a la resección son
los pacientes portadores de menos de 4 metástasis, de talla inferior a 5 cm., sin
diseminación extrahepática, con una Tasa de ACE inferior a 5 ng/ml, aparecidas mas de
dos años después de la resección de un cáncer primitivo colorectal que no invadía ni
la serosa ni los ganglios pericolicos.
¿Qué tipo de intervención realizar?
El tipo no importa siempre y cuando la
resección sea completa. Es preferible resecar la pieza con un margen de tejido sano de al
menos 1 cm., pero, en caso de que esto sea imposible, es mejor resecar la metástasis con
un margen más pequeño que dejar la metástasis en el sitio. Según su número y sitio,
las metástasis pueden ser resecadas por una hepatectomía mayor, una segmentectomía o
una tumorectomía guiada por la ecografía peroperatoria. El uso de clampeos vasculares
permite reducir el volumen de perdidas sanguíneas.
¿Cuándo Operar?
Las metástasis sincrónicas, de fácil
acceso, pueden ser resecadas al mismo tiempo que el tumor primitivo sin aumentar el riesgo
operatorio. Al contrario, si es necesario una hepatectomía mayor, es preferible diferirla
algunas semanas con el fin de no aumentar el riesgo operatorio, esto permitirá apreciar
la evolución del cáncer. En el intervalo puede ser administrada quimioterapia sin que su
beneficio haya sido probado.
En caso de metástasis metacrónicas, la
resección debe hacerse después los exámenes de diagnóstico.
Luego de la Resección de las
Metástasis Hepáticas
Los exámenes de vigilancia tienen como
finalidad detectar eventuales recidivas o nuevas metástasis susceptibles de una nueva
resección. El seguimiento puede realizarse con la dosificación de ACE, fosfatasa
alcalina, ecografía hepática cada tres meses durante dos años y luego cada seis meses
agregando una radiografía de tórax.
La frecuencia de recidivas luego de
resección de metástasis hepáticas incita a proponer una quimioterapia postoperatoria
cuyo interés ha sido sugerido sin haber sido demostrado sus beneficios. Es preferible que
los pacientes operados sean incluidos dentro de estudios prospectivos para evaluar el
interés de la quimioterapia después de resección quirúrgica de metástasis hepáticas.
¿A quién tratar con Quimioterapia
Paliativa?
Puede ser discutida en pacientes con
contraindicaciones para la resección hepática. Ciertas quimioterapias generales o
regionales se han mostrado eficaces en términos de respuesta tumoral objetiva. Al
contrario no tiene efecto en la sobrevida. La administración de estos tratamientos no
debe ser sistemática debido a su alta toxicidad, debe realizarse dentro de un marco
ensayos terapéuticos.
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