Toracotomías
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Autor: |
Dr. Luis Ordóñez Valarezo. |
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Coautor: |
Dr. Wilson Bermúdez F. |
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Introducción.
El concepto más simple que se puede encontrar para
definir una toracotomía es el de sección quirúrgica de la pared torácica. Este es un
concepto muy práctico de la operación ya que en la mayoría de los casos se abre la
cavidad pleural para llegar ya sea al pulmón, al corazón, a los grandes vasos y al
mediastino, pudiéndose asegurar que la toracotomía es para el tórax lo que la
laparotomía es para el abdomen, existiendo circunstancias en las que la toracotomía es
extrapleural como en el caso de las toracoplastias, toracocentesis etc. Deberá tenerse
muy en cuenta que la función cardiopulmonar debe continuar en un estado cercano al
fisiológico durante las intervenciones quirúrgicas. La insuficiencia pulmonar
preexistente, ablación quirúrgica de tejidos de la pared torácica o pulmones y dolor
postoperatorio son factores que limitan de manera invariable el intercambio gaseoso
adecuado después de la cirugía, el perfeccionamiento de las técnicas de intubacion
laringotraqueal en cuanto a diseño y materiales de los tubos endotraqueales, así como
las de anestesia han sido figura clave para la excelente evolución de la cirugía de
tórax. Los recientes adelantos en las técnicas iconográficas, en particular la
tomografía computarizada y la resonancia magnética nuclear, han permitido mejoras
importantes en la precisión del diagnóstico y en la clasificación clínica de las
enfermedades intratorácicas, lo que ha reducido el margen de error al punto mínimo de la
historia de esta cirugía.
Anatomía de la Pared Torácica.
Antes de empezar con la descripción de la anatomía
de la pared torácica vale tener muy en cuenta ciertas consideraciones anatómicas
especificas, que pueden pasarse por alto con facilidad y originar errores graves de
análisis y juicio, que podrían poner en grave riesgo la vida del paciente, en especial
en aquellos con traumatismos no penetrantes.
La cúpula pulmonar con la respiración puede llegar
incluso hasta los espacios supraclaviculares del cuello, así mismo con la respiración y
estando el paciente en posición supina el diafragma puede ascender hasta la altura de los
pezones, y con los pulmones completamente expandidos el diafragma puede descender tan bajo
como hasta el décimo espacio intercostal.
El tórax está formado por el esternón, 12
vértebras torácicas, 10 pares de costillas verdaderas y dos pares de costillas
flotantes, los cartílagos de las primeras 6 costillas tienen cada uno su articulación
con el esternón, no así los cartílagos de las costillas 7 a 10 que primero se fusionan
formando el borde costal antes de su inserción en el extremo inferior de el esternón.
(fig. 1).
La parte anterior de la caja torácica está
cubierta por los pectorales mayor y menor, el extremo inferior del pectoral mayor forma el
pliegue axilar anterior, en la axila únicamente el origen del músculo serrato anterior
cubre al tórax a este nivel, el pliegue axilar posterior esta dado por la convergencia
del dorsal ancho y el redondo mayor, el dorsal ancho, el trapecio, el romboides, junto a
otros músculos de la cintura torácica forman una capa muscular gruesa que recubre la
cara posterior de el tórax. (fig. 2)
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El ángulo de Louis permite la identificación
rápida de la segunda costilla por su articulación con el esternón en dicho punto. Un
plano paralelo a la horizontal atraviesa dicho ángulo y la cuarta o quinta vértebras
torácicas. La bifurcación traqueal se sitúa en este mismo plano, mientras que el
vértice del arco de la aorta está un poco más arriba. En virtud de la radiolucidez de
los cartílagos, en las radiografías torácicas AP habituales no se observan lesiones de
la pared torácica incluso cuando un traumatismo no penetrante grave ha desarticulado y
fracturado cartílagos costales múltiples.
La pleura. Capa delgada de tejido
conectivo en que se distribuye la red vascular y linfática. La parte que recubre a los
pulmones se denomina pleura visceral que tiene continuidad en el hilio pulmonar. La pleura
parietal, reviste la cara interna de la pared torácica y la superior del diafragma. Esta
membrana fisiológicamente activa contribuye a la resistencia general del espacio pleural
a las infecciones y a la capacidad notable de los pulmones para tolerar los traumatismos
quirúrgicos o accidentales con una frecuencia muy baja de problemas de fugas de aire
persistente. La cavidad pleural se oblitera por completo con expansión pulmonar normal,
del modo que se convierte en un espacio potencial., la línea del repliegue pleural se
extiende un poco más allá del borde pulmonar en cada dirección. A la inversa, las
disminuciones agudas del volumen pulmonar, como las que ocurren con la atelectasia
lobular, limitan el ajuste de la pleura y pueden hacer que pase líquido a la cavidad
pleural y sustituya en parte el volumen pulmonar perdido, la pleura parietal posee
inervación abundante de fibras nociceptivas, mientras la pleura visceral es insensible.
El dolor surge solo cuando la enfermedad pulmonar abarca la pleura parietal o pared
torácica.
Hay tres capas de músculos intercostales en gran
parte de la pared torácica, la costilla se eleva gracias a la contracción sincrónica de
los músculos intercostales con la respiración normal. Dado que las costillas de cada
lado se mueven como unidad en la respiración, una lesión dolorosa localizada puede
eliminar la eficacia de esta función en todo un hemitórax. Sin embargo, durante la
respiración normal el movimiento del diafragma origina casi 75% de la ventilación
pulmonar, por lo que la pérdida transitoria de la función unilateral de los músculos
intercostales no pone en riesgo la ventilación. Los músculos de extremidades superiores
y cuello que se insertan en la pared torácica participan en la elevación y expansión
del tórax durante la respiración forzada.
La vena, arteria y nervio de cada espacio
intercostal estan en plano profundo a los músculos intercostales internos y externos y se
sitúan justo detrás del borde inferior de la costilla inmediata superior. Además, en
muchos de estos espacios hay una arteria colateral de menor calibre con trayecto en el
borde superior de la costilla inmediata inferior. Es considerable el traslape de la
distribución de nervios adyacentes, de modo que por lo general no ocurre la anestesia
completa de un espacio intercostal a menos que se aplique también a los espacios
inmediatos superior e inferior correspondientes. A fin de minimizar el riesgo de lacerar
la arteria intercostal, cuando se necesite realizar una toracentesis, se deberá
introducir el catéter o la aguja en sentido caudal a la costilla inferior del espacio
intercostal seleccionado. (figs. 3 a y b).
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El drenaje linfático de la pared torácica se
extiende en sentido anterior y posterior. La linfa que drena de la región anterior de los
primeros cuatro o cinco espacios intercostales llega a los ganglios linfáticos de las
arterias mamarias internas, conectados entre sí por anastomosis antes de su drenaje en
uno o dos troncos que se unen al conducto torácico, conducto linfático derecho o
broncomediastínico. Los linfáticos de las regiones posterior y externa de los espacios
intercostales son tributarios de los ganglios que se localizan cerca de los extremos
vertebrales de cada espacio intercostal. En la parte inferior del tórax, la linfa de
estos vasos se une a la del mediastino posterior y drena en la cisterna el quilo. Los
ganglios linfáticos posteriores de la porción superior del tórax drenan en el conducto
torácico o un conducto linfático derecho.
El diafragma. Como su propio nombre lo
indica es el diafragma entre el tórax y el abdomen formando el techo del abdomen y el
piso del tórax. Las porciones musculares periféricas de aquel nacen de las seis
costillas y cartílagos costales inferiores, vértebras lumbares y arcos lumbocostales.
Otras fibras tienen origen en el apéndice xifoides, y todos los elementos musculares
convergen en el tendón central. La parte central de este último es caudal al pericardio,
mientras las porciones derecha e izquierda se extienden en sentido posterior. Se cree que
algunos de los nervios intercostales participan en la inervación sensorial del diafragma,
mientras la inervación motora depende del nervio frénico en ambos lados, de los tres
orificios principales del diafragma, el hiato aórtico es el más posterior y lo
atraviesan la aorta, vena ácigos mayor y conducto torácico. El esófago y el vago cruzan
el hiato esofágico, y sólo la vena cava inferior pasa a través del agujero que lleva su
nombre.
Incisiones Torácicas.
Dos son las principales incisiones: La
Toracotomía lateral y la Esternotomía.
La toracotomía lateral tiene 3
variantes que son, la anterolateral, la mediolateral y la posterolateral.
La esternotomía media, es una incisión vertical con que se secciona el
esternón. Existen otras incisiones de empleo infrecuente, sea porque la experiencia ha
demostrado que se obtienen resultados menos satisfactorios o porque se utilizan sólo en
circunstancias especiales. Por ejemplo, en la incisión toracoabdominal
se combina una incisión de la porción superior del abdomen con otra de un espacio
intercostal inferior (sexto, séptimo u octavo) que se puede extender hasta la línea
axilar posterior. El borde costal y el diafragma se dividen para tener una exposición
amplia de la parte superior del abdomen y de las estructuras retroperitoneales y
torácicas posteriores. La cicatrización incompleta del borde costal, relacionada con
dolor de duración prolongada, así como la compleja atención de la incisión en caso de
que surja infección, que afectaría a dos cavidades corporales, ha reducido el entusiasmo
por esta incisión.
Hoy se emplea raras veces la toracotomía
transversa bilateral con transección del esternón, ésta se extiende desde una
línea axilar anterior hasta la otra, en el tercero o cuarto espacios intercostales. En
caso de requerir menor exposición, es posible comenzar la incisión en el lado donde se
efectuará la disección principal y extenderla sólo una distancia corta en el hemitórax
opuesto después de la transección del esternón. Las desventajas de esta incisión
incluyen que se requiere más tiempo para efectuarla y para cerrar el tórax, en
comparación con la esternotomía media. Es usual que se penetren ambas cavidades
pleurales con la incisión transversa, lo que se evita con la esternotomía media. En
circunstancias inusuales, en que no se dispone de los instrumentos necesarios para ésta y
hay necesidad urgente de acceso a ambos lados del mediastino, esta incisión resulta muy
útil. Además, resulta estéticamente ventajosa en mujeres jóvenes, en que la incisión
submamaria bilateral deja cicatrices mucho menos evidentes que la esternotomía media. La
transección del esternón se puede efectuar mediante una incisión submamaria con
colgajos cutáneos de gran tamaño, aunque la anestesia del pezón es una complicación
hasta cierto punto frecuente de esta técnica.
Las toracotomías anterolateral y
posterolateral son las de uso más corriente en operaciones torácicas generales.
Ambas requieren seccionar uno o más de los músculos principales de la cintura torácica,
lo que origina restricción voluntaria de los movimientos del hombro en el postoperatorio
inmediato. Hay que estimular a todos los pacientes para que comiencen los movimientos
activos del hombro y brazo después de la operación, aunque los ancianos propenden de
manera especial a restringir los movimientos del hombro si no se les vigila de manera
atenta. Las partes distales de los músculos seccionados pierden su inervación y se
atrofian en grado significativo en el postoperatorio. Es frecuente que haya una zona de
disminución de las sensaciones cutáneas en la porción caudal de la incisión durante
varios meses del postoperatorio.
La toracotomía posterolateral se
emplea en muchas resecciones pulmonares. Cuando se pretende entrar en la cavidad pleural a
la altura del quinto espacio intercostal, que es el sitio mayormente seleccionado, la
incisión cutánea comienza en la línea axilar anterior justo en plano caudal al pezón
en personas de ambos sexos. Después, se extiende en sentido posterior de manera caudal a
la punta de la escápula y asciende entre el borde vertebral de ésta y las apófisis
espinosas. A fin de exponer la caja torácica, es necesario dividir una parte del serrato
anterior, dorsal ancho, trapecio y romboides mayor. Se puede penetrar la cavidad pleural
al seccionar los músculos intercostales del espacio que corresponda o al resecar los dos
tercios posteriores de la costilla respectiva. La transección de la costilla en plano
posterior antes de colocar el retractor costal mecánico sirve para prevenir la fractura
accidental de una o más costillas, o la separación costocondral, con dicho instrumento.
Las lesiones de costillas o sus cartílagos pueden intensificar el dolor de la incisión
en el postoperatorio y prolongar la restricción de los movimientos de la caja torácica.
(figs. 4 a y b).
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La toracotomía anterolateral
permite la entrada rápida en el tórax con el paciente en semidecúbito dorsal en la mesa
de operaciones. Esta posición es más tolerable que el decúbito lateral, además que
permite al anestesiólogo mayor control sobre el sistema cardiorespiratorio. Se emplea en
operaciones del mediastino, algunas de corazón y resecciones pulmonares en cuña de los
lóbulos medio y superior. Es preferible que la incisión cutánea submamaria comience en
el borde esternal del cuarto espacio intercostal y se extienda hasta la línea axilar
media. El pectoral mayor y parte del menor se seccionan en dicho espacio o el quinto,
después de lo cual la incisión se continúa hasta el serrato anterior. Al ampliar la
incisión muscular en el espacio intercostal seleccionado en sentido posterior, a lo largo
del borde superior de la costilla inmediata inferior, es posible lograr exposición del
tórax más amplia que la indicada por la longitud de la incisión cutánea. Asimismo, se
obtiene exposición todavía mayor con la transección esternal.
La introducción reciente y generalizada del tubo
endotraqueal de doble luz ha permitido realizar una toracotomía mediolateral menos
destructiva, al igual que muchos otros adelantos de la cirugía torácica que han servido
para mejorar las técnicas de sostén ventilatorio
La esternotomía media (fig.5)
permite una muy buena exposición de las lesiones anteriores del mediastino, además es la
principal en cirugía de corazón. La incisión cutánea se extiende desde un punto
situado justo por debajo del ángulo de Louis hasta otro que se localiza varios
centímetros en sentido caudal a la apófisis xifoides Se utiliza un retractor mecánico
para la incisión, aunque las hojas del mismo pueden fracturar las mitades esternales
cuando se aplica presión en exceso. En unos cuantos casos, ocurre lesión de las fibras
del plexo braquial provenientes de C8-T1, esto por separación excesiva de las mitades
esternales y colocación alta de las hojas del retractor. En algunos sujetos, se observa
fractura posterior de la primera costilla con radiografías especiales. En el
postoperatorio, los pacientes sometidos a esternotomía tienen menos dolor y mejor
funcionamiento pulmonar que otros en que se practica la toracotomía lateral. Sus
desventajas incluyen el mayor riesgo de infección en caso de que se precise
traqueostomía en los primeros días del postoperatorio y la recuperación prolongada
cuando surge infección en los fragmentos esternales. En unos cuantos pacientes con
infección aguda de la incisión, también surge mediastinitis grave relacionada con
dehiscencia de la incisión del esternón. La mortalidad de esta complicación es alta,
aunque ha disminuido con la evolución de medidas terapéuticas más eficaces.
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Fig 5 |
Es usual que la cavidad pleural se drene con una o
dos sondas torácicas acopladas a un sistema de sello hidráulico, al término de la
porción intratorácica de la operación. Se emplean dos contraincisiones, una para cada
sonda, y se practican en la pared torácica al menos a dos espacios intercostales de la
incisión. Si no se penetra en la cavidad pleural con la esternotomía media, es
aconsejable drenar el espacio retrosternal durante 24 horas con una sonda intercostal, que
sale del tórax mediante una contraincisión en el epigastrio.
Toracotomía Mínima.
La toracotomía mínima resulta de ampliar el
orificio de punción o de toracocentesis cuando una colección espesa no se puede evacuar
por medio de un trocar fino, lo que obliga a reemplazarlo por uno de mayor calibre, que
permite la salida del material en mención.
Toracotomía Circunscrita.
Esta vía de acceso se emplea únicamente para
actuar en un reducido sector parietal o yuxtaparietal. Su mejor ejemplo es la antigua
operación del empiema que pese a su escasa indicación actual, conserva gran valor
didáctico en técnica quirúrgica.
Esta técnica está destinada a evacuar una
colección purulenta pleural localizada, debiendo, por consiguiente realizarse en la zona
parietal próxima a la lesión. Antiguamente tenía indicación en casi todas las
pleuresías purulentas y se efectuaba con el enfermo semisentado en el sitio mas declive
del tórax, es decir noveno o décimo espacio intercostal en la línea axilar posterior.
En la actualidad se apela en lugar de ella a la toracotomía mínima para los derrames
agudos o subagudos y a la decorticazion pleural para los empiemas crónicos.
Toracotomía en Paro Cardiaco.
Es, como se puede colegir, un procedimiento de
extrema urgencia en la que en algunas ocasiones se puede obviar incluso los procedimientos
de asépsia y antisépsia.
Se ejecuta una toracotomía izquierda anterior a
nivel de los espacios intercostales cuarto o quinto, se separan las costillas con las
manos y se introduce la mano izquierda o la derecha, el corazón es tomado con la mano a
través del pericardio y exprimido de manera rítmica. Aunque la compresión puede ser
efectuada con el pericardio intacto, este método no es tan satisfactorio o tan eficiente
como cuando se lo ha abierto con amplitud, el pericardio abierto que permite introducir la
mano izquierda dirigiendo el pulgar hacia delante del corazón y los demás dedos hacia
atrás por el lado derecho del órgano, la palma de la mano se encuentra al nivel de los
ventrículos, se efectúa una acción de exprimido desde el ápice hacia la base del
corazón, de modo que se exprima toda la sangre hacia las circulaciones general y
pulmonar, a continuación se relaja completamente la mano para permitir el llenado venoso.
Este proceso se deberá realizar de 60 a 80 veces por minuto.
En los lactantes y en niños pequeños se pueden
introducir dos dedos de la mano derecha por detrás del corazón que se usan para
comprimir al mismo contra la pared exterior del esternón, pudiéndose colocar la mano
izquierda sobre el esternón para efectuar contrapresión.
En el caso de los pacientes con corazones muy
grandes puede ser necesario que se introduzcan ambas manos en el tórax para poder
realizar con eficacia las maniobras de resucitación, por lo que se deberá colocar un
separador costal en la incisión tan pronto como sea posible para que se abran las
costillas y se impida que hagan presión en la muñeca del cirujano.
El paro cardiaco puede darse en asistolia, con
fibrilación ventricular o en disociación electromecánica o sea con acción cardiaca
mecánica muy débil y superficial, pero con complejos eléctricos. Sin tomar en cuenta el
tipo exacto de paro cardiaco, las medidas iniciales de resucitación son las mismas:
ventilación con oxígeno y compresión cardiaca por las técnicas interna o externa.
Para proporcionar un tratamiento más definitivo, de
modo que se readopte la acción cardiaca espontánea, debe conocerse la naturaleza exacta
del paro cardiaco.
La toracotomía abierta con compresión cardiaca
directa permite determinar la naturaleza exacta del paro cardiaco por observación directa
del corazón. La asistolia se manifestaría por un corazón totalmente quieto y silencioso
sin contracciones activas. La fibrilación ventricular varía por ondas rápidas o lentas
de actividad no cotidiana que correrían por toda la superficie del corazón. El colapso
cardiovascular profundo sería evidente por la existencia de contracciones débiles pero
coordinadas, incapaces de producir gasto cardiaco.
Toracocentesis.
Las colecciones que ocupan espacio en la cavidad
pleural, requieren la mayoría de las veces de su extracción, debiéndose realizar
primero la aspiración con aguja (toracocentesis) para confirmar el diagnóstico y
determinar el sitio apropiado para el drenaje.
Si es posible, se deben obtener radiografías del
tórax, con placas posteroanterior y lateral, con el paciente de pie, las colecciones de
líquido se ven mal en las proyecciones verticales con el paciente acostado, cuando nos es
posible mantener de pie al paciente, serán convenientes las tomas en decúbito lateral y
lateral a través de la mesa en posición supina. Debe confirmarse la presencia de derrame
pleural, en lo posible, por medio del examen fluoroscópico o de placas en decúbito
lateral para evitar la confusión ocasionada por el engrosamiento de la pleura.
En pacientes con neumotórax el mejor sitio para la
toracocentesis y la posterior toracostomía es el segundo espacio intercostal, por lo
menos 2 cm por fuera del esternón. Se debe efectuar la aspiración con aguja y la
inserción del tubo torácico cerca del borde superior de la costilla para evitar tocar
los vasos intercostales, se debe emplear anestesia local en cada plano incluyendo la
pleura, la información obtenida por la aguja de infiltración es útil para estimar el
espesor de la pared torácica y de la pleura, y el aire o líquido aspirado del espacio
pleural sirve como auxiliar diagnostico, si no puede obtenerse aire o liquido, se deberá
buscar un sitio alternativo.
Para el tratamiento del derrame pleural la
toracocentesis se deberá efectuar en la línea medioaxilar preferiblemente con el
paciente en posición sentada, es un error común tratar de colocar una aguja o un tubo en
la parte inferior de un derrame, a menudo esto provoca lesión del diafragma, hígado o
bazo. Con frecuencia es imposible determinar el nivel del diafragma por medio de la
evaluación radiológica pero el examen físico es el medio mas seguro para determinar el
sitio de la aspiración, pues, por percusión se establece el nivel de matidez, debiendo
seleccionarse el espacio intercostal que se encuentra por debajo de éste.
Lo ideal para realizar la toracocentesis es la
utilización de una aguja # 14 o 16. No es prudente el uso de un aparato de succión sin
control dado que la rápida evacuación de un gran derrame produce un excesivo
desplazamiento mediastínico, disnea, molestias y shock pleural. Aun cuando es mas
complicado es preferible el uso de una jeringuilla y una llave de tres vías, también es
más conveniente un sistema de succión lenta que se pinza después de cada extracción de
400 o 500 ml, esto da tiempo a que el pulmón se expanda y se equilibren las presiones
intratorácicas. (fig. 6).
Toracostomía por Tubo.
Después de haber adoptado todas las medidas para
determinar la naturaleza de la colección y determinado su ubicación, se realiza la
preparación adecuada de la piel, se administra anestesia local y se realiza una incisión
pequeña en la piel a nivel del espacio intercostal previamente seleccionado, se la
profundiza hasta los músculos intercostales y se penetra la pleura, penetración que
generalmente se la hace con una pinza, en caso de duda acerca de el estado de el espacio
pleural en el sitio de punción, la herida se amplia con instrumentos romos en grado
suficiente que permita la introducción de un dedo, el cual debe ser girado en todo el
perímetro de la zona de punción en el espacio pleural inmediatamente adyacente con el
propósito de valorar su estado y liberar cualquier adherencia que pudiese haber y así
evitar una lesión pulmonar. Después se introduce la sonda y se dirige la punta hacia la
posición optima, de conformidad con los datos de las radiografías torácicas. Se
prefiere un tubo de tórax calibre 28 a 32 en la escala francesa, pudiéndose utilizar
hasta calibre 36 cuando hay hemotórax y empiema viscoso. Algunos cirujanos se inclinan
por emplear sondas de calibre pequeño 16 a 20 para drenaje del neumotórax simple. El
tubo se debe acoplar a un sistema de drenaje con sello hidráulico, debiéndose acoplar a
un sistema de aspiración si es necesario para expandir el pulmón, como ocurre con
frecuencia en pacientes con fuga de aire considerable. (fig. 7).
Complicaciones
De ordinario, la toracostomía es innocua, pero
pueden surgir dificultades pequeñas. La más molesta es la hemorragia de arterias o venas
intercostales lesionadas en el momento de la introducción de la sonda. Esta complicación
será rara si se usa anestesia local y punción que abarque exactamente piel, tejidos
subcutáneos y fascia muscular y la sonda se inserta inmediatamente por encima de la
costilla inferior. De modo semejante, después de la incisión de piel la sonda puede
introducirse con seguridad por medio de un instrumento romo, como pinzas de Kelly curvas.
En caso de que ocurra hemorragia la sonda actuará
como agente hemostático, aunque a veces debe extenderse la incisión lo bastante para
descubrir y ligar el vaso, esto puede realizarse bajo anestesia local.
La laceración del pulmón es bastante común
especialmente si se usa un trocar para introducir la sonda de toracostomía por
neumotórax o hemotórax mínimos. Una regla de seguridad consiste en insertar un catéter
solo si hay espacio para que la aguja se inserte con facilidad, se han observado numerosas
laceraciones pulmonares cuando se han insertado catéteres y los pulmones tienen buena
expansión.
La colocación inadvertida de catéter bajo
diafragma no es rara, sobre todo en estados patológicos en los cuales este órgano está
elevado. La penetración del hígado es el accidente más común y puede producir
hemorragia profusa, peritonitis biliar o absceso diafragmático. Bazo, estómago y colon
son lesionados en algunas ocasiones también, los dos últimos cuando no se reconoce la
existencia de hernia diafragmática. El espacio pleural debe identificarse primero
mediante toracocentesis, y se hará pasar al trocar en dirección craneal para evitar el
abombamiento del diafragma hacia arriba.
Dolor. El dolor por presión de la sonda de
toracostomía contra el nervio intercostal adyacente ocurre con frecuencia casi
sistemática. La mayoría de pacientes sometidos a toracostomía tienen una gran
sensación de alivio cuando se les reiteran las sondas. Ocasionalmente persiste una
neuritis intercostal traumática durante algunas semanas o meses. Esta mejora a menudo
durante bloqueo intercostal con anestésico local y casi siempre después de bloqueos
intercostales repetidos realizados de preferencia por vía paravertebral.
Si se emplea una sonda demasiado rígida, y se
introduce demasiado, puede impedir la reexpansión completa del pulmón. Asimismo, las
sondas pueden ser expulsadas a menos que se sujeten al vendaje y también con una sutura a
través de la piel y tejido subcutáneo. Los puntos de seguridad no deben atravesar la
sonda, puesto que permitirían la penetración del aire en el espacio pleural. La sonda
que tenga fuga permite un escape persistente de aire desde pulmón y simula una fístula
broncopleural. Si la sonda se conserva colocada durante varios días, el aire de ordinario
escapará a través del trayecto suelto de la misma. Cuando esto ocurre es preferible
cambiarla de lugar.
Enfisema subcutáneo. En caso de escape
continuo de aire desde el pulmón, la abertura pleural suministrada por medio de la sonda
de toracostomía es una ruta fácil para el desarrollo de un enfisema subcutáneo. Esto es
particularmente cierto si la sonda se obstruye o resulta parcialmente expulsada, o en caso
de que no pueda evacuar al aire con tanta rapidez como se acumula en el interior del
tórax. El enfisema subcutáneo, aunque moderadamente incómodo y de aspecto molesto, no
ocasiona un trastorno fisiológico particular.
Infección. Ya sea osteomielitis de la
costilla subyacente, celulitis local o absceso, se observan rara vez, a menos que las
sondas tengan que ser conservadas en una sola posición durante tiempo prolongado. La
infección local suele responder a la extracción de la sonda y al drenaje local. La
osteomielitis definida requiere resección de la costilla. Las sondas dejadas en su lugar
después de haber cumplido su función predisponen al desarrollo de empiema, y deben
quitarse desde el momento en que no hacen falta.
Los frascos del sello de agua, particularmente los
adaptadores y vástagos de vidrio, se pueden romper y provocar aspiración de aire, con
desarrollo violento de neumotórax a tensión. Con menos frecuencia los frascos de agua
son colocados por encima del nivel del pecho del paciente, con paso del líquido contenido
en la botella, por mecanismo del sifón, hacia cavidad pleural. Ambos accidentes pueden
remediarse fácilmente por medio de restablecimiento del sello de agua y aspiración.
La toracocentesis tampoco esta libre de
inconvenientes. Este es uno de los métodos diagnósticos y terapéuticos más
frecuentemente utilizado y seguro. Sin embargo, sobrevienen diversas complicaciones, la
más común de ellas el neumotórax por punción del pulmón. También se ha producido por
el uso erróneo de una llave de tres vías o por girar inadvertidamente la palanca en
dirección equivocada. Aunque el neumotórax suele ser pequeño, en ocasiones puede
desgarrarse el pulmón al grado que se requiere toracostomía con intubación para
efectuar la descompresión. La contaminación por
fallas técnicas puede producir empiema, sobre todo si hay acumulaciones repetidas de
líquido o de aire. Afortunadamente estas son raras si se logra realizar con eficacia una
sola toracocentesis.
El choque pleural es un concepto vago que se ha
empleado para designar al síncope súbito e incluso la muerte, consecutivos a la
toracocentesis. Algunos casos, quizá, puedan ser explicados por la embolia de gas:
alteración en la cual, el aire penetra en las venas pulmonares, se aloja en el corazón
izquierdo y, por medio de esta vía llega hasta los vasos coronarios o cerebrales. El
paciente debe colocarse sobre su lado derecho con la cabeza baja, para conservar el aire
en el ventrículo izquierdo hasta que pueda extraerse en vez de expulsarse por la aorta y
penetrar en los vasos coronarios o cerebrales. Otros casos han resultado de exceso de
extracción el líquido cuando las paredes mediastínicas han resultado fijadas, como el
caso de un tumor maligno. La expulsión rápida de líquido permite la desviación del
corazón y mediastino con acodadura de las venas cavas superior e inferior y disminución
del caudal venoso de retorno hacia el corazón. El tratamiento consistirá en reinyección
del líquido estéril para conservar la hemodinámica lo más cerca de lo normal.
Videotoracoscopía.
La toracoscopía es el procedimiento que permite la
visualización endoscópica del espacio pleural. (Fig. 8).
Introducción.
La toracoscopía no es un procedimiento nuevo, fue
realizado por primera vez en 1910 en Estocolmo por HANS CHRISTIAN JACOBAEUS quien la
utilizó para el estudio de derrames pleurales y para la lisis de adherencias entre la
pleura visceral y parietal., de esta manera lograba el colapso del pulmón y el cierre de
las cavernas tuberculosas en un procedimiento que él llamó Neumolisis, que era uno de
los métodos de colapsoterapia.
En 1970 renació el interés por la toracoscopía
como método diagnóstico en derrames pleurales, tumoraciones de la pared, infiltrados
pulmonares locales y difusos, evaluación de traumatismos, lisis de adherencias,
extracción de cuerpos extraños, desbridamientos de empiemas, pleurodesis, bloqueos de
nervios intercostales y estadificación del cáncer.
En esta ultima década en la toracoscopía ha
renacido por el auge de la cirugía endoscópica, por el interés la cirugía de mínimo
acceso, por la creación de instrumentos desarrollados para la cirugía laparoscópica y
por los adelantos en la anestesia con intubación endotraqueal selectiva con tubos de
doble luz, todas estas innovaciones permiten avizorar el gran futuro que tiene la cirugía
de tórax asistida por vídeo.
Técnica Quirúrgica.
El equipo de cirugía toracoscópica esta formado
por: el equipo de vídeo, los endoscopios, y los instrumentos como pinzas pulmonares,
separadores, pinzas para disección, sujetadoras, disectores, tijeras, porta agujas,
engrapadoras, suturadoras, electrocoaguladores, etc.
Los miembros del equipo quirúrgico se ubican en la
misma forma que en la cirugía abierta, el cirujano a la espalda del paciente, el primer
ayudante frente al cirujano y el camarógrafo al lado del cirujano.
Básicamente se realizan tres incisiones pequeñas
de 2 cms de longitud según la dirección de las costillas, la primera se localiza en la
línea axilar anterior en el cuarto espacio intercostal destinada a la cámara, se colapsa
el pulmón se revisa la cavidad pleural, se localiza la lesión y se decide la ubicación
de las incisiones restantes, por lo general se realiza una de ellas a nivel del séptimo
espacio intercostal en la línea axilar media puede cambiarse la lente de vídeo a este
nivel ya que aquí se obtiene una vista superior muy completa de toda la cavidad pleural,
la tercera se ubica lo mas cerca posible al punto donde se localizo la lesión para
facilitar en esta forma su palpación y acceso a ella.
Al terminar la cirugía se infiltran los nervios
intercostales del 2do al 8vo espacio, se revisa la hemostasia, la sutura del pulmón, se
aspiran los líquidos, se retiran los instrumentos, se coloca un tubo de drenaje en el
orificio inferior, y se suturan e infiltran con anestésico los orificios restantes. Se
toma una Rx de control en el P-O, el drenaje suele retirarse al siguiente día.
Indicaciones.
La toracoscopía esta indicada en el diagnóstico y
o tratamiento de:
1. Enfermedades pleurales.
2. Enfermedades pulmonares
3. Lesiones mediastínicas.
4. Lesiones pericárdicas.
5. Traumatismo torácico.
1. Enfermedades pleurales
1.1 Derrames pleurales. Evaluación y drenaje. En
caso de malignidad utilización de substancias esclerosantes.
1.2 Neumotórax espontáneo. Corrección de la fuga
de aire, resección de pequeñas bulas. (fig. 9).
1.3 Empiema. Drenaje con limpieza de la cavidad,
resección de las bridas y evacuación de las placas de fibrina.
1.4 Hemotórax. Drenaje, identificación de los
sitios de sangrado persistente y control por electrocauterio, suturas o grapas.
2. Enfermedades pulmonares.
2.1 EPID. (Enfermedad pulmonar intersticial difusa).
Para la realización de biopsia abierta o resección en cuña.
2.2 Nódulo solitario del pulmón. Biopsia,
resección en cuña o extirpación. Solo en caso de malignidad se recurre a toracotomía,
para resecciones extensas.
2.3 Enfisema buloso. La indicación quirúrgica esta
aceptada solo para el caso de complicaciones, rotura, hemorragia, sobredistensión que
genera compresión.
2.4 Neumonectomía, lobectomía o segmentectomía.
En la actualidad las resecciones mayores aun se realizan por cirugía abierta.
3. Lesiones mediastínicas.
3.1 Lesiones quísticas. Extirpación de quistes
simples, higromas, quistes del pericardio, quistes broncógenos, linfangiomas, etc.
3.2 Tumores del mediastino. Biopsia para los tumores
malignos y extirpación para los benignos tales como neurofibromas, hiperplasias del timo,
etc. (fig. 10).
3.3 Ganglios del mediastino. De manera especial las
cadenas periaórticas, aortopulmonares, mamarias y periesofágicas.
4. Lesiones pericárdicas.
4.1 Derrames pericárdicos. Biopsia del pericardio,
permite además establecer un sistema de drenaje permanente con ventana
pleuro-pericárdica.
4.2 Pericarditis. Para la realización de
pericardiectomías. (fig. 11).
5. Traumatismo torácico.
La toracoscopía ha demostrado grandemente su
utilidad en los casos de exploración de la cavidad pleural, hemorragia persistente,
escapes persistentes de aire, lesiones del diafragma y drenaje de hemotórax coagulado.
La Vídeotoracoscopía también está indicada en
intervenciones sobre las vías digestivas tales como la operación de Heller
(esofagomiotomía), esofagectomía, y esofagogastrectomía.
Existen actualmente numerosas aplicaciones de este
procedimiento para intervenciones sobre la columna vertebral especialmente sobre discos y
fusiones espinales.
Se ha demostrado también su utilidad en: la
simpatectomía torácica, (fig.12), el bloqueo de los nervios intercostales, la
colocación de marcapasos en el diafragma o en el miocardio y la extracción de cuerpos
extraños.
Contraindicaciones.
La videotoracoscopía no se puede realizar en
aquellos pacientes con una reserva funcional respiratoria limitada, que no toleren la
ventilación con un solo pulmón, tampoco en aquellos en los que existan adherencias
extensas y firmes entre las dos hojas pleurales, que no permitan la liberación del
pulmón.
Hay limitación en los pacientes que padecen
coagulopatías y en las lesiones que rodeen los vasos del hilio pulmonar, ya que con esta
técnica no es fácil de controlar la hemorragia a ese nivel.
Complicaciones.
Las complicaciones son las mismas que pueden
presentarse con la cirugía abierta, al momento la tasa de conversión de cirugía
toracoscópica a cirugía abierta puede llegar hasta un 15%, pero estamos convencidos que
con el decurso del tiempo y la mejora en los aparatos y el perfeccionamiento de las
técnicas quirúrgicas este porcentaje disminuirá. Entre las causas para convertir la
cirugía toracoscópica están las lesiones vasculares, especialmente las que se producen
en las lobectomías, también la presencia de adherencias muy firmes, la imposibilidad de
encontrar un nódulo pequeño o cuando este es un carcinoma, entre otras.
La frecuencia de complicaciones puede llegar al 10%,
siendo la tasa de mortalidad de un 0.5% lo que se explica mas bien por la enfermedad de
base que por el procedimiento en sí.
Bibliografía
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y Toracoscópica. México, Editorial McGraw-Hill Interamericana. 1997.
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Buenos Aires, Editorial El Ateneo. Undécima Edición. 1978.
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México, Editorial McGraw-Hill Interamericana. Segunda Edición. 1997.
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México, Nueva editorial Interamericana. Quinta Edición. 1991.
7. Wilkins E. Medicina de Urgencia.
Buenos Aires, Editorial Médica Panamericana S.A. 1982.
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